viernes, abril 07, 2023

La señora apresurada y el joven amable

Cuando  la  señora  llegó  a  la  estación,  le  informaron  que  su  tren  se  retrasaría aproximadamente  una hora.  Un poco fastidiada, se compró una revista,  un paquete  de galletas y una botella de agua. Buscó un banco en el andén central y se sentó, preparada para la espera.

Mientras ojeaba la revista,  un joven se sentó a su lado y comenzó a leer  un diario. De pronto, sin decir una sola palabra, estiró la mano, tomó el paquete de galletas, lo abrió y comenzó a comer. La señora se molestó un poco; no quería ser grosera pero tampoco hacer de cuenta que nada había pasado. Así que, con un gesto exagerado, tomó el paquete, sacó una galleta y se la comió mirando fijamente al joven.

Como respuesta, el joven tomó otra galleta y, mirando a la señora a los ojos, se la llevó a la boca. Ya enojada, ella cogió otra galleta y, con ostensibles señales de fastidio, se la comió mirándolo fijamente.

El diálogo de miradas y sonrisas continuó entre galleta y galleta. La señora estaba cada vez más irritada, y el muchacho cada vez más sonriente. Finalmente, ella se dio cuenta de que sólo  quedaba  una  galleta,  y  pensó:  "No  podrá  ser  tan  caradura"  mientras  miraba alternativamente al joven y al paquete. Con mucha calma el joven alargó la mano, tomó la galleta y la partió en dos.  Con un gesto amable,  le ofreció la mitad a su compañera de banco.

-¡Gracias! -dijo ella tomando con rudeza el trozo de galleta.

-De nada -contestó el joven sonriendo, mientras comía su mitad.

Entonces el tren anunció su partida.  La señora se levantó furiosa del banco y subió a su vagón. Desde la ventanilla,  vio al muchacho todavía sentado en el andén y pensó: "¡Qué insolente y mal educado! ¡Qué será de nuestro mundo!" De pronto sintió la boca reseca por el  disgusto. Abrió su bolso para sacar la botella de agua y se quedó estupefacta cuando encontró allí su paquete de galletas intacto.

Cuántas veces nuestros prejuicios y decisiones apresuradas nos hacen valorar erróneamente a los demás y cometer graves equivocaciones.

Cuántas veces la desconfianza, ya instalada en  nosotros,  hace  que  juzguemos  arbitrariamente  a  las  personas  y  las  situaciones, encasillándolas en ideas preconcebidas alejadas de la realidad.

Responder:

1. ¿Recuerda alguna situación donde por apresurarse a emitir un juicio temerario, haya cometido el error de juzgar a una persona de manera indebida? Descríbala.

2. Explique desde su parecer el siguiente proverbio: "Peleando, juzgando antes de tiempo y alterándose no se consigue jamás lo suficiente; pero siendo justo, cediendo y observando a los demás con una simple cuota de serenidad, se consigue más de lo que se espera".

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