“Un momento clave de aquellos años de posguerra que inspiro una conciencia, también al arte, a la música, al cine… logró invocar un espíritu, los jóvenes impactaron; querían cambios”.
Era la primavera de 1968, y los estudiantes franceses estaban incomodos. Comenzaron las huelgas de los alumnos de distintas universidades e institutos de parís. Hubo confrontación con las autoridades. Hubo apoyo de intelectuales y obreros.
La necesidad de cambio
en estructuras sociales lisiadas y agresoras de la libertad, fue en parte lo
que provoco las revueltas en la primavera del 68. Intelectuales, universitarios
y artistas, ocuparon el edificio principal de la universidad de Nanterre, en
parís. La cultura del confort y su tedio inherente se suma a todos los
encuentros de inconformidad en las universidades: “no queremos un mundo donde
la garantía de no morir de hambre supone el riesgo de morir de aburrimiento”,
afirmaban por entonces los manifestantes.
De la nada surge, para
asombro de la posteridad, la que en últimas fuera la causa de todos los
alzamientos: un encuentro de futbol. La segregación entre sexos que prohibía la
convivencia de mujeres y hombres, propicio la rebelión al no poder ver juntos
un partido, debido a que el único hospedaje que tenía receptor de Tv se encontraba
en las residencias femeninas. Vaya revolución burguesa la que cerraba el siglo XX,
un “picaito” televisado de balompié, claro, además del arresto de seis miembros
del comité nacional de Vietnam.
Dos figuras
imprescindibles
Entre las muchas que
apoyaron y dieron vida al movimiento fueron, Daniel Cohn-Bendit, quien, de solo
23 años, con su implacable convicción anarquista lidero buena parte del
movimiento estudiantil que convulsiono parís en 1968. Diez años de exilio por
aquellas circunstancias, no le han impedido que a sus 63 años se haya
convertido en un político ecologista y eurodiputado por los verdes europeos. El
otro ideólogo, referente de dicho tiempo, fue el filósofo, escritor y
dramaturgo francés Jean Paul Sartre, máximo exponente del existencialismo literario.
Las comunas de parís, los
movimientos insurgentes en Latinoamérica, el Che Guevara muerto un año antes en
Bolivia, o simplemente los conflictos morales y de adaptación de la sociedad
burguesa frente al capitalismo que se consolidad como respuesta a la Guerra Fría,
aroman aquellos días previos a los motines parisinos.
Los jóvenes
revolucionarios franceses de mayo del 68 encuentran como referente para
intimidar a su hastió, dos hechos cruciales, acontecimientos próximos en el
tiempo: la primavera de Praga, cuando se propende por una apertura y una
amplitud política en Checoslovaquia, que va del 5 de enero al 20 de agosto de
1968 y la cual concluye con el asedio de la URSS. En segunda instancia, la
guerra de Vietnam, que conmueve a los franceses, pero no los emociona;
realmente no les inquieta, ni mucho menos las sublevaciones sudacas de la
época, ni los choques de la sociedad en indonesia, o las masacres de Biafra o
la Grecia sitiada por los golpes de estado o el apartheid de Sudáfrica. Igual
los jóvenes se debaten en el aburrimiento de la comodidad.
“Daniel
Cohn-Bendit, fue el líder del movimiento más fuerte que ha atenido Francia en
toda la historia del siglo XX con la imaginación al poder”.
Insignias y mitos de la
emancipación
Mayo del 68 vigoriza la
capacidad irresoluta de los medios, para maniobrar y banalizar el desconcierto
de cualquier sector de la sociedad, hasta el punto de volverle moda fugaz y
lánguida.
Aun en su breve
acontecer, muchos asuntos decisivos de la cultura y de las postrimerías del
siglo XX se definen en aquel mayo, y como testimonio de su inconformismo, he
aquí algunas arengas, muchas de las cuales aún tiene su gracia y nos recuerdan
la consolidación del grafiti como forma de expresión alternativa: “Il est
interdit d´ interdire” (prohibido prohibir) prohibido prohibir pensar, imaginar,
actuar….
“l´magination au
pouvoir” (la imaginación al poder): ahora es una frase hecha, pero en
1968, esta frase que Jean Paul Sartre dijo a los dirigentes estudiantiles, “ustedes llevan la imaginación al poder”,
significo el poder de las ideas de los estudiantes, de la juventud, en
contraposición a las ideas estancadas de la generación anterior. “soyez
realistes, demandez l´impossible” (seamos realistas pidamos lo imposible).
Laudos que caldearon la
primavera del 68, que aun que conservan su frescura y parecen haber ejercido un
efecto paralizante, porque de sus rezagos y lugares comunes, no han escapado
aun los que hoy lideran marchas arengas. Tiene alojado en su cerebro, la
añoranza cegadora que les niega toda posibilidad de una lectura ecuánime del
presente.
Tan solo miremos las
“minitecas” que acompañaron las recientes marchas en Colombia; detenidas en el
tiempo, no han podido subir el escalón que les indique, que muchas aquellas
tonadas ya no dicen nada o las escuchamos por perversión en la intimidad de
nuestro hogar. Otras canciones y formas de narrar la inequidad, en tono quizás
menos patético, se fraguan y se escuchan hoy en los I Pod de los jóvenes,
entonces porque imponerles nuestro anquilosamiento. En este caso todo tiempo
pasado fue peor.
Revolución
1 de mayo: miles de
personas se manifiestan desde la bastilla celebrando el día del trabajo. Al día
siguiente, las aulas de nanterre son ocupadas
3 de mayo: la policía
cierra las puertas de la Sorbona y detiene a más de 600 estudiantes varones.
Cuatro de ellos son condenados apenas a dos meses de cárcel.
8 de mayo: los
estudiantes realizan un desfile pacifico por el barrio latino, se disuelve a
las pocas horas, muchos pensaron que todo había terminado. A los dos días, las
mismas calles se convierten en un campo de batalla.
14 de mayo: el
socialista francois Mitterrand dirige el debate de la moción de censura un día
más tarde de que el Sorbona fuera ocupada. “¿Qué han hecho por la
universidad?”, se pregunta.
15 de mayo: las
revueltas sociales se radicalizan. Los estudiantes toman el teatro odeón. Al
día siguiente los obreros de la Renault ocupan la fábrica y secuestran a su
director. Poco después los trabajadores toman los astilleros del Sena.
19 de mayo: el célebre
escritor Jean Paul Sartre que apoyo a los manifestantes, aparece en escena
aclamando por la multitud. Se empieza a racionar la gasolina.
23 de mayo: el primer
ministro, Pompidou, negocia un aumento del 35 por ciento del salario mínimo y
el 10 por ciento del conjunto de los salarios. Dos días más tarde, el
secretario general de la GGT ratifica el acuerdo.
29 de mayo: dimite el
ministro de educación y de Gaulle huye de Francia. Regresa al día siguiente y
disuelve las cortes.
12 de junio: se
prohibieron todas las manifestaciones, se disuelven los grupos de izquierda por
decreto y, cuatro días más tarde, la Sorbona reanudad las clases.
23 de junio: se
celebran elecciones anticipadas y la izquierda se da un batacazo. La revolución
ha terminado. Se considera que el movimiento de mayo del 68 naufrago como
movimiento emancipador en su ineptitud de conseguir una innovación radical del
panorama político y social de la época. Otra mirada apunta a que de allí se
desprendieron transformaciones, que redundaron en más derechos y valores. Los
derechos de la mujer y los trabajadores, son parte de esa plusvalía que se
consolido en el movimiento del 68.
El rostro de la utopía
“Olvídense de todo lo que han aprendido. Comiencen a soñar”.
Es una de
las frases memorables de aquel mayo francés, que estaba cargado de lemas, de
consignas, de un pensamiento donde los jóvenes sentían que tenían un poder, que
podían hacer posibles las utopías.
Uno de la
primera café generación convocada por este suplemento fue realizado
precisamente sobre las percusiones que este mayo del 68 tuvo para el mundo.
Invitada especial fue la historiadora Diana Uribe, quien logro hacer una
radiografía maravillosa con su manera particular de narrar. Estas fueron
algunas de sus palabras dichas en aquel momento:
“Es absolutamente
espectacular cuando la libertad se hace presente en un momento de la historia.
Eso puede durar unas semanas, unos días… sin embargo, la gente que vive eso no
lo puede olvidar nunca. Las eras históricas pueden cambiar cuando se le ve el
otro rostro de la utopía, mayo del 68 fue uno de esos momentos en la historia…”.
“Aquí se desato una
de las cosas más inexplicables y sorprendentes de la historia: que es el
espíritu de la libertad, el mayo francés es un espíritu. Es la imaginación al
poder; esta gente es antiautoritaria, luego, no querían tomarse el gobierno lo
que querían era revisar el rumbo político, existencial e histórico de la
sociedad francesa; lo que querían era ver si lo que estaban haciendo con la
vida de su sociedad. Todo el movimiento de la contracultura es en el fondo un
movimiento ético, es un movimiento valorativo frente aquello que una sociedad
dice ser con lo que en realidad es…”.
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