domingo, noviembre 11, 2018


Taller Historia de la Política y de las Ideas Políticas.

Cuestionario


1. Son tres las características de la existencia de la política

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2. ¿Qué se qué se pretende?

3. ¿A qué llamamos política?

4. ¿Cuál es el objeto de la política?

5. ¿Por qué la política ha sufrido diferentes cambios?

6. ¿Qué se debe estudiar cuando hablamos de política?

Debemos estudiar:

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7. En la historia de la política en la antigüedad en las civilizaciones que surgieron en el antiguo Oriente: Mesopotamia, Egipto, China o India.

¿Con cuáles elementos de la cultura social estaba  relacionada la política?

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8. ¿Cómo se lograron estructurar estas sociedades políticamente?


9. ¿Cuáles elementos caracterizan las formas de organización política en la actualidad?

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10. En la historia de las primeras civilizaciones ¿Cuáles formas políticas se conocieron y extendieron?

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Taller Historia de la Economía y  de  las  Ideas Económicas


Cuestionario

1. La actividad que hoy llamamos economía ¿Dónde se ha desarrollado?

2. ¿Qué tenían que hacer tanto cazadores como recolectores para sobrevivir a períodos de escasez?

3. ¿Cuáles factores externos influían en la escasez de productos para sobrevivir cazadores y recolectores?

4. ¿Qué hicieron con el tiempo con los excedentes de los productos?

5. ¿Cómo nació y se inició el comercio?

6. Según el texto: ¿Qué surge del comercio?

7. ¿Todas las civilizaciones lograron organizar una misma forma de producir?

8. ¿Qué pasó en el siglo XVI?


9. ¿Qué caracterizó a las civilizaciones de Mesopotamia y Egipto, y a las de Grecia y Roma en el origen de la economía?


10. ¿Cuáles caracterizan la región de Mesopotamia?


11. ¿Cómo se llama la región que está entre el río Tigris y Éufrates?

12. ¿Cuáles civilizaciones se desarrollaron en la región de Mesopotamia?

13. ¿Por qué eran importantes estos dos grandes ríos?

Historia de la Política y de las Ideas Políticas


Introducción

La existencia de la política ha sido una constante en todas las civilizaciones. A lo largo de la historia, las distintas sociedades han establecido normas con las cuales buscan una relación entre autoridad y obediencia, de manera que se pueda regular el comportamiento de hombres y mujeres. Esta regulación que afecta a las instituciones sobre las cuales se organiza una sociedad, es lo que llamamos política.

Cómo se gobiernan los Estados y las formas como se han dado las relaciones del hombre con la sociedad, es el objeto de la política. Sin embargo, históricamente la política ha sufrido diferentes cambios porque se ha relacionado con las ideas religiosas, con la economía propia de cada sociedad o con la organización social. Es decir, la política se relaciona con los aspectos fundamentales de cada civilización, afectándola en todo su conjunto.

Cuando hablamos de política debemos estudiar las diversas formas como se han entendido su teoría, las instituciones, las relaciones internacionales y si es el caso, la formación de los partidos.

Historia de la política en la antigüedad
En las civilizaciones que surgieron en el antiguo Oriente, como Mesopotamia, Egipto, China o india, la política estaba relacionada con la visión religiosa, con los mitos y leyendas propias de cada civilización. Aunque estas sociedades no desarrollaron una idea particular de la política, sí mantuvieron una serie de características específicas que les permitía organizarse socialmente. Los rasgos más importantes fueron los siguientes.

Formas de organización política
Hoy día, la sociedad se organiza en un territorio delimitado por unas fronteras, al cual pertenecen con un conjunto de ciudadanos que crean una identidad mediante la cual se vinculan a ese territorio.
Esto es lo que llamamos Estado nacional. Esta forma política es muy reciente. En la historia de las primeras civilizaciones sólo se conocieron dos formas políticas: la ciudad y el imperio, las cuales tenían estas características:

·   La ciudad. Las primeras ciudades Estado aparecieron en Mesopotamia sumeria hacia el 3.500 a.C. Se trataba de un núcleo urbano que ejercía la autoridad sobre un territorio, el cual era campo de abastecimiento. La ciudad era el centro político y religioso, y se simbolizaba en el templo y en el palacio. Ambos estaban unidos por el carácter sagrado de la urbe, lo que convertía en el eje de las actividades religiosas, económicas, artísticas y administrativas. Grecia y roma también comenzaron su ejercicio político a través de su ciudad-Estado, paso previo para convertirse en imperio. Estas ciudades eran autárquicas, es decir, se gobernaban a sí mismas; pero cuando una civilización estaba dividida en varios centros políticos autárquicos, se denominaba poliarquía.

·   El imperio. Por imperio se entiende un espacio que albergue una comunidad cultural, que está organizada desde un solo centro de poder y que no mantiene relaciones regulares con el exterior. El primer imperio que floreció en Mesopotamia fue el Acadio, hacia el 2.350 a.C.; en Egipto, hacia el 2.700 a.C. Generalmente, estos imperios mantenían un poder despótico porque eran gobernados por una sola persona que ejercía todo el poder.

Características políticas de la sociedad
Las sociedades del antiguo Oriente consideraban que sus instituciones tenían un origen divino porque habían sido instituidas por dioses. A este elemento se agregaba la importancia de la agricultura como la principal actividad económica, lo que permitió que sobre esta se establecieran mecanismos de control político.

De esta forma se llegó a identificar la religión con el orden social, económico y político.

Características políticas de la sociedad
Las sociedades orientales se sustentaban económicamente de la agricultura, para lo cual era muy importante el regadío. Para que esto fuera posible, era necesario llevar a cabo grandes obras de canalización de los ríos, lo que se ejecutaba con las cooperaciones un gran número de personas dirigidas por un poder central, que este además planificaba la economía. Este tipo de sociedades se llamaron hidráulicas porque surgieron alrededor de la canalización del agua.
En este contexto se forjaron los rasgos fundamentales de las culturas egipcia, mesopotámica, china e india, que fueron los siguientes:

·   Se concentró la dirección de la sociedad en una persona que planificaba y administraba, la cual ejercía el poder apoyada en los sistemas religiosos.
·   Para desarrollar una administración competente fue necesario fomentar la técnica y los medios de control eficaces, lo cual exigía un complejo aparato burocrático. La organización burocrática fue una característica de los antiguos imperios.
·   El poder político era propietario de todas las grandes obras, así como del agua y la tierra. El control lo ejercía para lograr el cultivo, ceder las tierras para su explotación o asignarla a los templos y a funcionarios. Existió también una propiedad privada débil. En general, el Estado centralizado organizaba toda la sociedad.
·   A partir de estos elementos se organizó la jerarquía social. La estratificación social se basaba en la relación de la persona o grupo con el Estado y se componía fundamentalmente de dos estratos:

El gobernante. Se beneficia de la mayor parte de la producción. Lo componía el rey y su familia, los altos funcionarios civiles y militares, los sacerdotes y los funcionarios subalternos como escribas, agentes fiscales, administradores y artistas.

El gobernado.  Estaba compuesta por campesinos sujetos al trabajo obligatorio, artesanos y esclavos.

La realeza
Una característica sobresaliente de estas sociedades fue la formación de la idea de la realeza, sobre la cual recaían los poderes, el poder era la posibilidad de determinar la conducta de los demás sin considerar su voluntad, y se ejercía por medios violentos o utilizando las instituciones. La realeza estaba sustentada por ideas religiosas, las cuales explicaban que el soberano era descendiente o elegido de los dioses.

Este aspecto era el que determinaba la unidad de la religión, la política y la economía. En Egipto, por ejemplo, el rey era un dios, engendrado por un dios cuyo seno volvía después de su muerte; en Mesopotamia era un elegido de los dioses cuyo poder era sobrenatural. Este tipo de orden político se denominaba teocrático.

El nacimiento de la política en Grecia
Las sociedades del antiguo Oriente eran sociedades cerradas, en las cuales el individuo no podía ejercer ningún tipo de poder. Esta es la diferencia con el proceso que se llevó a cabo en Grecia, lugar donde nació lo que hoy entendemos por política, en la medida en que apareció el concepto de individuo. A partir del siglo Vll a.C., en este territorio se desarrollaron una serie de instituciones que tuvieron una amplia repercusión en la conformación de la política del mundo occidental. Las más sobresalientes fueron:

·   Las ciudades-Estado. También conocidas como polis, se diferenciaban de las de Oriente porque tenían jurisdicción territorial, leyes, tradiciones, costumbres y divinidades propias, es decir, eran Estados independientes y soberanos.

·   La monarquía militar. Desde sus comienzos, la vida económica y la política de la polis estuvo dominada por los clanes de los aristoi, a los que pertenecían los descendientes de los jefes que se habían repartido las tierras, y no cuya nobleza derivaba de la posesión de los recursos económicos. El régimen de las polis no fue siempre aristocrático sino monárquico-militar. El rey ejercía las funciones judicial y religiosa, pero su poder no era absoluto; las decisiones de interés las regía un consejo de ancianos compuesto por los jefes del clan.

·   El régimen aristocrático. Cuando disminuyo la tensión entre los distintos clanes, el elemento militar, que en su mayor parte provenía de la pequeña nobleza, fue perdiendo importancia y su crisis hizo disminuir el poder regio. El título de rey se hizo electivo y con el tiempo solo conservó los atributos sacerdotales, mientras que las decisiones relativas a la guerra pasaron a los aristócratas.
·   La timocracia. En el siglo Vll se comenzó a desarrollar actividad comercial, lo que permitió la formación de una clase de comerciantes que desplazaron a los aristócratas del gobierno. Obtuvieron el derecho a tomar parte en la asamblea del pueblo, lo que instauro la timocracia, es decir, una constitución basada en el censo y no simplemente en la posesión de tierras.

·   Los legisladores. En esa época la ley se transmitía oralmente. Para que los derechos y los deberes fueran claros y conocidos por todos los ciudadanos, para lo cual se llamó hombres famosos por su experiencia y sabiduría, llamados legisladores. Estos pusieron por escrito las normas en uso. Entre estos sobresalieron Dracón y Solón, quienes afirmaron que la ley debía estar por encima de cualquier individuo o grupo de individuos.

·   Los tiranos. La obra de los legisladores consolido la posiciones de los oligarcas (de oligarquía = gobierno de pocos) y no ofreció ninguna solución a las desigualdades sociales. A sí es que, con frecuencia, las tensiones internas estallaban en luchas violentas. En este contexto aparecieron los tiranos, quienes tomaban el poder para poder revindicar las causas populares. Este término no era peyorativo, al contrario, los tiranos buscaban consolidar las bases del propio poder a partir de apoyo de los sectores populares.

·   La democracia. el periodo de mayor éxito de la tiranía se dio entre los años 650 y550 a.C. los beneficios que introdujo, permitieron que los comerciantes pudieran acceder al poder, instaurando el régimen democrático como ultima evolución de la polis, en el cual se defendía la idea de la igualdad política y social de un gran número de ciudadanos.

     Las ideas políticas de Platón y Aristóteles

·   Platón. Entre los más grandes pensadores de la antigüedad debemos mencionar a Platón. Para él era muy importante educar a los ciudadanos y a los políticos, los cuales debían ser preferiblemente filósofos que ejercían la más rigurosa justicia. En su obra La republica planteo un modelos de organización ciudadana, una polis, en la que hacía realidad su ideal de comunidad y justicia. Así, la sociedad debía estar conformada por:

-     Los gobernantes, quienes debían fundar su superioridad en saber.
-     Los guardianes, quienes debían defender al Estado de los posibles ataques exteriores.
-     El pueblo, cuya misión era mantener económicamente a las otras dos clases

      Platón era conocedor de la situación de su época, razón por la que planteo la forma ideal o, en su caso, criticó cómo se debía llevar a cabo el gobierno. De la aristocracia opino que era el gobierno de los mejore, mientras que la timocracia decía que era una forma de gobierno corrupta, dominada por la ambición. De la oligarquía opino que era desventajosa porque los pobres no tenían derechos y, que, en cambio, la democracia extendía su poder a todos.

·   Aristóteles. Alumno de Platón, afirmaba que el hombre era un animal político y que se distinguía de los demás animales porque pertenecía a la polis. Para él, la política era ciencia fundamental porque siendo el hombre sociable por naturaleza, requiere un gobierno que establezca regulaciones generales. Ningún gobernante, por más sabio que fuera, podía prescindir de la ley, la cual actuaba a favor del interés público, por lo que debía ser obedecida voluntariamente. Aristóteles sostenía que el mejor gobierno era el que tenía fundamento social en una gran clase media, porque esta gobernaba los intereses de todos.

    El aporte de Roma
    La posición geográfica de Italia, la expansión romana y la decadencia de Grecia, permitieron el desarrollo de su
    gran civilización de la antigüedad: Roma. El origen de roma se dio a partir de una serie de culturas que habían ocupado la península desde tiempos remotos; por este motivo, Roma estaba integrada por una federación de tribus que tenían una organización patriarcal. El rey, el consejo y la asamblea constituyeron los pilares del gobierno.

La primera forma de gobierno fue la ciudad-Estado, que se originó debido al crecimiento interno y la inmigración, lo que ocasiono una mayor concentración de poder político y, consecutivamente, la formación de monarquía.

Cuando esta entro en crisis, el gobierno fue asumido por dos cónsules que eran apoyados y controlados por el senado y la asamblea. Esta nueva estructura fue la que dio origen al periodo denominado la Republica.

Sin embargo, sus instituciones perduraron más allá de su crisis, pues cuando Roma inicio su expansión territorial dandi lugar al imperio, mantuvo una estructura similar. La idea fundamental de la política romana fue la ciudad-imperio, la conquista del mundo por una ciudad, lo cual era una síntesis de las políticas griegas y de los grandes reinos orientales. Los poderes derivan de la voluntad de un pueblo, lo que se convirtió en el fundamento de las instituciones romanas, sustituyendo así la idea del origen divino de la autoridad. Las razones de la grandeza de Roma, según ellos mismos, se debían a la gran actividad y trabajo desarrollado desde el nacimiento de la ciudad, así como a la conservación de la autoridad, a la capacidad de discusión del senado y al poder militar.

Los romanos contribuyeron a la formación de la política con las nociones de la res-publica (cosa pública) e imperio; también con la idea del poder del príncipe como fuente de la ley y la igualdad y libertad de los hombres. Estos principios fueron la fuente de inspiración para la organización de la iglesia cristiana y más a delante para la formación de los Estados modernos.

La política en la Edad Media

La alta Edad Media
La Edad Media heredó buena parte de la tradición política romana, la cual fue adaptada con dos elementos novedosos:

·                 La tradición germánica. La mayor parte de estos pueblos que comenzaron a entrar en el imperio romano, hacia el siglo lll, eran germanos nómadas y guerreros. La actividad comercial romana fue reemplazada por la agricultura y el trueque germano, lo que trajo consigo un fraccionamiento de la vida social y una disgregación de los poderes. El espíritu de la ciudadanía que había caracterizado a los romanos, retrocedió ante la carencia de convicción patriótica de los germanos.

·                 La ideología del cristianismo. El cristianismo dio lugar a profundos cambios del antiguo orden imperial, especialmente a partir de la conversión de Constantino, porque al perder como emperador su carácter sagrado, la función imperial vio disminuido su prestigio y autoridad. Además, en un rápido proceso, el cristianismo se convirtió en la religión oficial del imperio, lo que penetro la mayor parte de sus estructuras estatales.

Junto a estos elementos, hubo un acontecimiento político que determinó los comienzos de la Edad Media. Cuando el emperador Constantino hizo de Constantinopla capital del imperio romano del Oriente, la segunda metrópoli, limitó por anticipado el derrumbamiento del imperio romano, pues solo la parte occidental fue invadida por los germanos, lo que dio paso a la organización de numerosos reinos.

Mientras tanto la parte oriental, que tomó el nombre de Bizancio, aseguro la permanencia del imperio por mil años más.

Las ideas políticas de la alta Edad Media

Por esta época hubo una obra representativa de este periodo de finales de la antigüedad y comienzos de la Edad Media, la cual tuvo una gran influencia en los siglos posteriores. Se trata de la ciudad de Dios escrita por San Agustín. Este escrito preparó una vinculación más estrecha del estado a la iglesia. En su obra san Agustín explica que la historia es un combate entre la ciudad terrena representada por Babilonia, el pecado, y la ciudad celeste, Jerusalén. Dice también que el hombre es ciudadano de dos ciudades, una terrena, con poderes políticos, con moral y con historia, y otra celestial, Civitas Dei, comunidad de cristianos que participan en el ideal divino.
Las dos ciudades estaban mezcladas y serán una sola al final de los tiempos, cuando se lograra definitivamente la paz entre los hombre. En este contexto, el Estado debía ocuparse del mundo material y de la vida exterior en un espacio determinad, mediante una autoridad física; por su parte, la iglesia se debía encargar con los intereses espirituales y de la vida interior, mediante el ejercicio de una autoridad moral. Para San Agustín la sociedad temporal debía integrarse dentro del plan divino y era de Dios quien debía regir los destinos humanos.

Durante la Edad Media esta postura justifico la manera como el orden natural del Estado y poder era regido por  el orden sobrenatural; el derecho natural estaba dentro de la justicia sobrenatural, y el derecho del Estado justo servía a una comunidad unida por la fe cristiana, en la que los intereses espirituales se encontraban por encima de todos los demás, y debían contribuir a la salvación humana.

El cristianismo debía reinar en el espíritu de los jefes e inspirar las costumbres y las leyes. A partir de estos principios se desarrolló la teoría de los dos poderes o de “las dos espadas”, en la cual el poder espiritual, representado por el papado, es superior al temporal, o sea, el poder civil. Entre ambos debía prevalecer una ayuda mutua.

Todos estos aspectos crearon una característica especial en cuanto a la evolución de las ideas políticas, pues se estancó el desarrollo de las instituciones en la medida en que las situaciones se solucionaban de manea práctica.  Los hechos tenían una explicación en sí mismos, las teorías políticas surgían después de los hechos. La redacción de tratados específicamente políticos solo comenzó hasta el siglo Xl, donde todavía prevalecía un contenido más moral que político. De esta época data la obra De institutione regi, donde Jonás de Orleáns expuso las decisiones del sínodo episcopal de 825.

Las ideas políticas de la alta Edad Media se encontraban en los actos oficiales, asi como en los relatos de los historiógrafos que se dedicaron a exponer los hechos y las hazañas de los grandes hombres de su tiempo.

La baja Edad Media
Los comienzos de la baja Edad Media europea estuvieron acompañados de importantes transformaciones en la economía, la sociedad y la organización del poder. El feudalismo comenzaba a representarse en su forma clásica, caracterizado por la aparición del poder privado, es decir, cada señor feudal establecía las reglas de convivencia en su territorio.

Esto permitió que las monarquías existentes, como la de los caperos en Francia, solo lo fueran de nombre, ya que el dominio real, aquel donde el rey ejercía un poder efectivo, alcanzaba muy poca extensión. Por aquellos días se desarrollaba la diversidad de lenguas y de costumbres, lo que hacía más profundas las divisiones políticas.
Además, las estructuras sociales ataban a los campesinos a sus señores pero, paradójicamente, permitían que los burgueses tuvieran una libertad que estaba en relación con la función que desempeñaban como comerciante. Casi toda Europa se encontraba fragmentada en pequeños y grandes feudos. Así, el poder temporal estaba completamente disperso, repartido en pequeñas unidades que trataban de mantener su independencia a cualquier costo. Por otra parte, la iglesia estaba debilitada y no lograba imponerse a esta división. Pero la situación comenzó a cambiar en el siglo Xl con las reformas gregorianas –impulsadas por el papa Gregorio Vll-, mediante las cuales la iglesia se recuperó e impulso su criterio del gobierno asumiendo un gran liderazgo político.

Las ideas políticas de la baja Edad Media
Por esta época comenzó el renacimiento de los estudios jurídicos y de manera general, el progreso d las universidades, lo que favoreció la elaboración ideológica del poder.

Con base en la teología se defendió que el poder eclesiástico debía concentrarse en manos del papa, quien a su vez pedía inferir en los asuntos temporales, es decir, en la política feudal y en las monarquías. Entre los autores influyentes de este periodo se encuentra santo Tomás de Aquino, quien, en su obra, la summa theologica, comento la política de Aristóteles y propuso la existencia de un principio ordenador para la convivencia, el cual concluía la búsqueda del bien común. En este sentido, la autoridad eclesiástica se encontraba por encima de cualquier otro poder. Para santo Tomás había tres tipos de leyes: humana, natural y divina, donde la última sobreponía las anteriores. Su obra influyó en el desarrollo de la teoría política hasta el siglo XXl.
Durante la Edad Media fueron frecuentes los enfrentamientos entre príncipes y el poder eclesiástico a causa de los intereses personales. En estos debates intervinieron varios autores defendiendo la legitimidad de la soberanía papal, y otros, la causa de los príncipes. Entre estos últimos cabe mencionar a Dante Alighieri, Marsilio de Padua y Guillermo de Occam.

Sin embargo, en pleno apogeo del feudalismo y del poder de la iglesia, bajo el creciente desarrollo del comercio, comenzó a aparecer el movimiento urbano y municipal, así como las transformaciones sociales y culturales que este produjo. Entre sus consecuencias más importantes se encuentra el hecho de que se formara una nueva clase social, la burguesía, y con él la formación de nuevas expectativas políticas que marcarían la historia política en los siguientes siglos. Su desarrollo se vio impulsado durante el siglo Xll por la aparición de los primeros sistemas parlamentarios. Por ejemplo, en Inglaterra, en los tiempos de Juan sin tierra (1217), surgió el sistema bicameral y  se instituyó la carta magna, que les daba a los burgueses un lugar en el ordenamiento del reino. Algo similar ocurrió en el ordenamiento del reino. Algo similar ocurrió en Francia a comienzos del siglo XlV, cuando apareció el sistema parlamentario francés de los tres estados, en el cual los burgueses ya tenían voz.

Por esta época se produjo un acontecimiento muy importante para la historia política: el nacimiento del Estado moderno. Fue el resultado, en primera instancia, de las acciones de Felipe lV de Francia, quien decidió acabar con el poder de la iglesia y de los señores feudales, para unificar un territorio bajo una sola autoridad.

Para lograr su objetivo, emprendió guerras contra los grandes señores, hasta que logró someter a sus feudos. Así mismo, instaló la sede del papado en Avignon, Francia, lo que le permitió consolidar su poder.

Esta política se fortaleció durante el siglo XV, especialmente después de la guerra de casi 100 años que sostuvo con Inglaterra, religión que también consolidaría la formación de su propio estado. España hizo lo propio con el matrimonio de los reyes Católicos.

Los tiempos modernos

La política en el renacimiento
Un importante cambio en las ideas políticas aconteció en el siglo XV, a raíz de la experiencia humanista del siglo XlV. El régimen feudal se encontraba en crisis y avanzaba el desarrollo del comercio, lo que hizo indispensable justificar las nuevas formas de gobierno que comenzaban a darse. Por aquel entonces surgieron importantes autores, que se inspiraron en la antigüedad, la cual les proporcionó las ideas y los motivos de inspiración,

Entre los más destacados se encuentran:

·   Nicolás Maquiavelo. Político, escritor y diplomático. Entre sus obras sobresalieron El arte de la guerra, Historia florentina, y la que le hizo famoso El príncipe. En esta obra, Maquiavelo no se preguntaba sobre el gobierno legítimo, el poder o el Estado, sino acerca de cómo se podía gobernar y cómo instaurar un Estado estable. Para responder a su inquietud, estableció la imagen ideal del príncipe, de quien dependía el buen gobierno. planteaba la necesidad de no cambiar las instituciones y dejar sus subalternos el cuidado de tomar medidas impopulares.

Debía a defender y extender su poder por todos los medios, incluso el crimen si era necesario: “Vale más ser temido que amado”. Maquiavelo desarrolló la idea de constitución por la fuerza.

Además, separó la política de la moral y la presentó cómo una ciencia autónoma con una ética propia. Para Maquiavelo el fin de la política es el poder y para conseguirlos se deben aplicar los medios apropiados, que no siempre coinciden con la moral cristiana. El príncipe debe regirse por el principio de la supervivencia, adquisición y conservación el poder, y atender exclusivamente a la conservación del Estado, porque este es la única garantía de paz y orden entre los individuos. La defensa militar dependía exclusivamente del Estado para garantizar la convivencia pacífica. Maquiavelo es considerado además como uno de los principales teóricos de los regímenes absolutistas, son aquellos en que el gobernante asume todo el poder político y controla la dirección del Estado.

·                 Tomás Moro. Este autor tuvo mucha influencia del humanismo, lo que es evidente en su obra Utopía, donde trató de concebir una sociedad en donde se armonizaban las relaciones humanas sin diferencias sociales. Esta era la expresión del compromiso del humanista con su medio.

·                 Erasmo de Rotterdam. Escribió elogio a la locura, obra en la cual se distancio de la moral religiosa, para proponer una moral laica.

En su conjunto, estos autores legitimaban una nueva política, que ya no estaba basada en la antigua base teológica. Proponían un cambio en la visión de la política, en la media en que al escribir desde el humanismo, proponían ideas políticas secularizadas, es decir, abandonaban la posición medieval que sostenía que todo poder venia de Dios. Proclamaron además que la política tenía un horizonte más humano y no de origen religioso.

La reforma
El movimiento de la reforma humanista del siglo XV también tuvo efectos en una de las grandes transformaciones modernas de la política. Eruditos teólogos y humanistas se cuestionaron verdades que la iglesia había predicado durante siglos. En este contexto apareció la Reforma, predicada por el monje agustino Martín Lutero, la cual se convirtió en un movimiento separatista de la tradición cristiana católica.

Lutero afirmaba que para acabar con la corrupción de la iglesia era necesario quitarle su riqueza. Esta afirmación generó un violento movimiento de señores feudales y campesinos quienes arrebataron al clero sus posiciones. Las ideas luteranas dividieron a la cristiandad en dos bloques religiosos: católicos y protestantes. Pero también condijeron a la lenta separación entre la religión y la política. El protestantismo se difundió de manera pacífica, pero cuando fracasaron las negociaciones para llegar a un acuerdo sobre los problemas dogmáticos, se recurrió a las armas. Este proceso recibió el nombre de las Guerras de religión.

Las diversas tendencias religiosas que aparecieron con la Reforma se politizaron para establecer un territorio de dominio. La consecuencia inmediata fue la interferencia de las iglesias reformadas en los asuntos de los Estados. Las luchas religiosas se hicieron más radicales cuando apareció el absolutismo a mediados del siglo XVl. Las iglesias empujaron a los nobles, a luchar entre sí para conseguir sus objetivos.

Entre los pensadores políticos más sobresaliente de la época, se encuentran Jean Bodin. Para este autor la soberanía del Estado se traduce en poder absoluto y perpetuo en cabeza del gobernante, quien debe asegurar la supervivencia del Estado. Para él, era preferible la tiranía a la anarquía. Propuso como forma de gobierno una monarquía legítima en la que los súbditos obedecieran las leyes del monarca y el monarca las leyes naturales.

El absolutismo moderno
Debido a la reforma, a comienzos del siglo XVl, Francia estaba dividida entre los católicos y protestantes. Por aquel entonces, la situación política era grave debido al descontento de los hugonotes y algunos sectores nobles que solicitaron la convocación de los Estados generales. Este era una especie de parlamento donde estaban representados los nobles, el clero y el tercer estado -los burgueses-. El enfrentamiento de estos últimos con los otros dos estamentos llevó a que se cerraran las cesiones de los Estados generales, que sólo se reabrieron hasta 1789 con la Revolución francesa. La situación cambió cuando el rey nombró en 1624 como primer ministro al cardenal Richelieu, quien con sus ideas inauguró una nueva experiencia política, el absolutismo, perfeccionada por el sucesor el cardenal Mazarino.

El absolutismo estaba basado en la concentración del poder en manos del rey, para lo cual había que quitarles el poder a los nobles, lo que le permitía gobernar sin ayuda de ningún otro estamento. Todo el poder, los negocios y la administración eran controlados por el rey. Entre las características más importantes encontramos las siguientes:

·                 El absolutismo descartó la posibilidad de obtener poder por el solo hecho de tener condición noble o pertenecer a la familia real. El poder fue totalmente personal, lo que implico sometimiento de los funcionarios independientes.

·                 La política absolutista se expandió en todos los campos de la administración real: en lo político, notificaba su voluntad a particularidades y corporaciones mediante órdenes selladas; en lo administrativo, nombraba y revocaba a su voluntad para emplearlo en lo que quisiera sin rendir cuentas a nadie; podía redactar códigos sin aprobación de ninguna instancia superior; en la justicia mantuvo tribunales simples ejecutores de sus decisiones.

·                 Se instauro una policía política para evitar las conspiraciones. Cualquier acto sospechoso podía ser un intento de sublevación. En los cargos importantes nombró a quienes admiraban y profesaban devoción al rey. Con todos estos aspectos, el rey se presentó como soberano único y universal, convirtiéndose en la unidad del Estado.

·                 El absolutismo estaba sustentado desde una concepción teocrática, según la cual Dios había hecho reyes para que gobernaran de manera absoluta sobre los hombres.

El absolutismo se expandió por toda Europa y se mantuvo vigente hasta el siglo XVlll.

El liberalismo temprano y sus ideólogos

Mientras que en la mayor parte de Europa se imponía el poder absolutista, en Inglaterra y Holanda esta forma de gobierno no logró triunfar. Estados naciones desarrollaron una monarquía parlamentaria de carácter liberal, que supeditaba el poder real al parlamento. Este tipo de gobierno permitió que se consolidaran la burguesía y, con ella, la ideología liberal.

Esta ideología fue alimentada por acontecimientos que surgieron a la revolución que llevaron a acabo los burgueses ingleses liderados por Olivero Cromwell a mediados del siglo XVll. Este cerró el parlamento en 1653, acusándolo que haber abusado de la autoridad y gobernó con la ayuda del ejército, situación que se mantuvo hasta 1658 cuando murió. Su hijo lo reemplazó, pero dejó el cargo en 1660. El poder quedo en manos del ejército hasta que el parlamento convocó nuevas elecciones y se pidió el retorno de Carlos ll, quien en adelante asumió el trono. A partir de entonces, se estableció la declaración de derechos, que limitaba el poder real y subordinaba la figura de rey al parlamento.
En este contexto surgieron novedosas ideas de algunos pensadores cuyas obras planteaban la aparición de individualismo y el utilitarismo en la política, además se preocupaban por la seguridad y la paz. Estos autores recogían los temas que más se debatían por aquellos días, especialmente las vinculaciones entre la religión y la política. Entre los más representativos podemos mencionar a:
·                      Thomas Hobbes. En su obra leviatán, afirma que el egoísmo humano lleva a que las sociedades estén en guerra permanentemente unas con otras. Creía que la ley natural, es decir, la razón, permitía la paz y garantizaba la seguridad, mediante el pacto de cada individuo con los demás y estableciendo una autoridad común.

el Estado representaba la suma de intereses particulares y en individuo ponía en manos del Estado sus derechos a cambio de protección. Para Hobbes este pacto era definitivo, irrevocable e implicaba ceder todo el poder al soberano. El cual lo ostentaba absolutamente. El soberano tenía como límite o su razón, la cual debía buscar el interés del pueblo. La religión y el culto exterior a la divinidad era potestad del Estado, el cual no podía tolerar una autoridad espiritual distinta y que no se relacionara con la temporal.

·                      John Locke. En su obra tratados sobre el gobierno civil, postuló las primeras ideas liberales individualistas, como una reacción ante el absolutismo de las monarquías nacionales. Partió del principio de que el hombre es un animal sociable y que la razón enseña a los hombres que todos son iguales y libres por naturaleza. Por ello, nadie puede dañar a otro su vida, su libertad o su propiedad. Locke planteaba que para salvaguardar estos derechos naturales, se debe establecer una comunidad política y la autoridad del Estado, por contrato social entre todos. Propuso, además, una monarquía parlamentaria y establecimiento de dos poderes en el Estado: el legislativo y el ejecutivo, bajo la supremacía del primero, en cuyo ejercicio participan en condiciones de libertad e igualdad, directamente o por delegación, todos los miembros del cuerpo social. La ley emana de la voluntad de los ciudadanos y su aplicación corresponde al poder ejecutivo. El pueblo posee el derecho de resistirse y deponer el poder legislativo y ejecutivo cuando estos vulneran los derechos individuales. La religión queda fuera de los fines del Estado.

El siglo de oro de las ideas políticas: la ilustración
El hecho dominante en la historia de las ideas políticas durante el siglo XVlll fue el paulatino crecimiento de la burguesía en Europa occidental. Esta situación se benefició de la economía, pues ya aparecían los primeros signos de la revolución industrial: el campo se enriquecía, crecían las ciudades, el comercio estaba muy activo. Los más beneficiados de este crecimiento fueron los burgueses, quienes comenzaron a desarrollar sus propias ideas políticas. Su filosofía no se planteaba como exclusiva de los burgueses, sino como una filosofía para todos los hombres, basada en la libertad, el progreso y la igualdad.

La ilustración fue uno de los resultados de las nuevas ideas que se desarrollaron con el humanismo y según las cuales el hombre y su entorno eran objetivo fundamental de las ciencias y de la filosofía. La ilustración se centró en la razón ya que, a partir de ella, se podía llegar al desarrollo de una nueva sociedad. Entre sus principales ideas políticas se aboga por las libertades, la educación y la búsqueda de sistemas políticos contrarios al absolutismo de la época. De esta manera, su principal objetivo era establecer un orden social adecuado a la naturaleza humana y apto para lograr la felicidad.

Con la fuerza que fue adquiriendo la ilustración, en la segunda mitad del siglo XVlll comenzó a publicarse en Francia una gigantesca obra colectiva que se llamó diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios, el cual se conoce con el nombre genérico de la enciclopedia, la cual atacaba el poder absoluto de los reyes y se oponía a la ignorancia, la superstición y la intolerancia. Fue tan impactante su aparición, que pronto se convirtió en uno de los principales mecanismos de difusión de la ilustración por Europa y América.

En Europa la ilustración prosperó en Alemania, Inglaterra, Rusia, Austria, España y Portugal y, aunque el movimiento había nacido entre la burguesía, penetró también entre algunos reyes de los Estados absolutistas europeos.

Entre los monarcas estas ideas inspiración reformas sociales y económicas, pero no aceptaron la participación de la población en el gobierno. La razón era muy sencilla: si aceptaban la libertad política, perdían su poder absolutista. Por esta razón, a este tipo de ilustración se le dominó “Despotismo ilustrado”. Sus principales representantes fueron Carlos lll de España, Federico ll en Prusia, Catalina ll en Rusia, José ll en Austria, y Gustavo lll en Suecia, entre otros. El impacto de las ideas ilustradas fue muy importante en las colonias porque se divulgaron entre los criollos ideas nuevas como igualdad, fraternidad, libertad… Con base en estas ideas elaboraron sus programas revolucionarios los próceres de la independencia americana como Bolívar, Nariño y Miranda.

Las ideas liberales
Como resultado de la ilustración, durante el siglo XVlll y buena parte del siglo XlX, se consolidó la idea de que todos los hombres eran iguales y tenían derecho a elegir sus gobernantes y a opinar sobre los mismos.  El liberalismo, que partía de la razón y se oponía a las actitudes de fe, fue la ideología predominante. Entre los principales filósofos del liberalismo podemos mencionar a:

·                      Charles de Secondat, barón de Montesquieu. Aristócrata conservador que defendió los privilegios políticos de los nobles frente el absolutismo real. En su obra El espíritu de las leyes proponía como forma de gobierno la monarquía parlamentaria, en la que el poder absoluto de los reyes estuviera limitado por el parlamento. Su sistema básicamente era una propuesta de frenos y contrapesos jurídicos en las diversas partes de una constitución. Estableció la separación de los tres poderes del Estado: el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Así mismo, Montesquieu se preocupó por distinguir la naturaleza de cada gobierno, y dentro de este, el papel que cumplía el pueblo. Se le considera el padre político del liberalismo.
   
·                      Jean Jacques Rousseau. Representó la tendencia naturalista de ilustración. En sus obras de carácter social y pedagógico defendió la vuelta a la naturaleza, la libertad y la igualdad. En su libro El contrato social expuso que el poder viene de la voluntad general de los ciudadanos y que la verdadera libertad es la obediencia de los reyes que emanan de esa voluntad general. Este libro propone la importancia de la unidad del cuerpo social, dentro del cual los intereses particulares deben estar subordinados a la voluntad general.


El “contrato” de Rousseau no es ni un contrato entre los individuos, ni un contrato entre los individuos y el soberano.
El contrato se formaliza con la comunidad, porque es la garantía de la igualdad. Los gobernantes, por su parte, son simples mandatarios del pueblo, y la ley, expresión de esa voluntad general. Además, el derecho natural del hombre a la libertad y la igualdad está por encima del derecho a la propiedad. La desigualdad económica excesiva pone en peligro el sentido comunitario del Estado.

·                      Immanuel Kant. Este filósofo asumió las consignas de igualdad y libertad de la Revolución francesa. Para él, cada miembro de la sociedad puede vivir dignamente, a su manera, pero en lugar de la fraternidad propone la independencia civil, la cual se deriva del respeto entre los hombres. Kant entendió los principios de igualdad, fraternidad y libertad como deberes, no como derechos naturales. Por otra parte, el Estado debe motivar a los individuos a perfeccionarse y a vivir libremente, por lo que debe asegurar la educación. Rechaza el paternalismo político porque lo considera incompatible con la libertad y la dignidad humanas.

·                      Jeremy Bentham. Su obra tuvo una gran influencia en la formación del liberalismo latinoamericano. Sus ideas estaban basadas en que la obediencia de los súbditos hacia el soberano se debe al interés de que éste favorece su felicidad. Propuso la teoría de la democracia representativa pura con los siguientes elementos: soberanía del pueblo, sufragio universal, subordinación de los gobernantes a los gobernados y sistema centralizado. La soberanía política debe descansar en el pueblo, coincidiendo así en el interés del gobierno con el interés del general, suma de los intereses particulares.

·                      John Stuart Mill. Sostuvo que el individuo no tiene otra guía para su conducta que su propia felicidad, la cual no se puede dar sin la felicidad ajena. Los derechos y las libertades básicos son medios para elevar la felicidad colectiva, fin último del Estado y de la vida social.

El ascenso de la burguesía: liberalismo, nacionalismo y socialismo

La Revolución francesa
El proceso iniciado por la Revolución francesa tuvo repercusiones trascendentales en la historia política de Europa. Se trató de una ruptura con un orden político que venía desde la Edad Media, el cual, a pesar de los cambios propiciados de por el humanismo y la reforma, no había logrado deslizarse por completo de aquel antiguo orden en el que lo político estaba íntimamente ligado a la monarquía y a la religión.

Los antecedentes inmediatos a la Revolución francesa se encuentran en las ideas de progreso que difundió la ilustración y en el crecimiento de una burguesía económicamente poderosa y descontenta debido a su marginamiento en las decisiones políticas. Esta situación llevó a que se levantara en contra de los regímenes absolutistas europeos.

El proceso estalló en 1789 y se dio en tres etapas: una primera que fue hasta el imperio napoleónico, la segunda hasta la Revolución de 1830, y la tercera hasta la Revolución de1848.

El ideario político que desato el proceso revolucionario francés, además de la ilustración, fue aportado por el impacto de la independencia de las colonias inglesas en Norteamérica, en 1776. El fundamento se basaba en tres palabras: libertad, representatividad y democracia, las cuales eran nuevos ideales que recorrían el continente. El impacto de estas tres palabras se entiende desde la necesidad que tenían los burgueses de oponerse a lo que se conocía como Antiguo Régimen, es decir, el conjunto de las condiciones políticas, económicas y sociales generadas por las monarquías absolutistas.

Las ideas de los filósofos ilustrados sirvieron para cuestionar las bases del orden social y el papel de la iglesia, pues afirmaban que esta se debía ocupar de las cuestiones espirituales y no intervenir en la política.

Paradójicamente, fue una de las épocas en que menos se firmaron tratados políticos. El impacto de la revolución se debe más a los hechos que produjo, pues era totalmente novedoso el ascenso de la burguesía al poder, el fin del Antiguo Régimen, y su consecuencia, la formación de democracias representativas. Para que este último aspecto fuera posible y tras el fracaso de las negociaciones en los Estados generales, reunión de diputados que representaban a los tres estamentos que conformaban la sociedad francesa, se convocó una Asamblea constituyente, lo que aportaba un elemento también novedoso porque convertía a la monarquía en constitucional.
Es decir, el rey ya no podía actuar solo, sino que estaba limitado por el poder de una cámara de representantes elegidos por el pueblo.

El rey Luis XVl intentó disolver la Asamblea Constituyente, lo cual dio lugar, en julio de 1789, a la culminación de la revolución. La Asamblea continuó sus trabajos y adoptó cuatro medidas de gran importancia política: proclamó la igualdad de todos los ciudadanos; aprobó la declaración de los Derechos del hombre y del ciudadano: aprobó la Constitución Civil del Clero, por medio de la cual los cargos eclesiásticos estaban sujetos a las autoridades civiles, y aprobó la Constitución de 1791, en la que se proclamaba la soberanía nacional, la división de poderes y el derecho al voto. Con estas medidas nació una nueva forma de concebir el poder, la política y el Estado.

Los siguientes años fueron difíciles, las dificultades económicas afectaron las decisiones del gobierno, cuya tarea principal era la reorganización del Estado bajo nuevos presupuestos. Esta situación fue aprovechada por el ejército, que se convirtió en el principal actor del escenario político francés, lo cual favoreció el ascenso de Napoleón Bonaparte. Su política creó un modelo de Estado que centralizaba la administración, controlaba la educación y legislaba por el decreto.

El liberalismo, el nacionalismo y el Estado nacional
La última etapa de la Revolución francesa se desarrolló con el movimiento de 1848, en el cual los liberales y nacionalistas, acompañados en esta ocasión de los obreros surgidos en la industrialización, se levantaron contra la monarquía. Este movimiento iniciado en Francia se extendió por los países de la Europa mediterránea y central, principalmente en Italia, los Estados alemanes, Austria y Suiza.

Una de las ideologías políticas que más se favoreció con estos acontecimientos fue el liberalismo, puesto que era la ideología que definía a la clase burguesa que se fortalecía a grandes pasos en la medida que se llevaba a cabo la Revolución industrial.

Inicialmente, durante el siglo XVlll, el liberalismo se entendió como una filosofía del progreso, pero en el siglo XlX se fragmentó en varias ideologías distintas, entre las cuales se distinguieron:

·                      El liberalismo económico. Este planteamiento descansaba sobre dos principios considerados fundamentales: riqueza y propiedad.

·                      El liberalismo político. Se oponía al despotismo. Era el fundamento doctrinal del gobierno representativo y de la democracia parlamentaria.

·                      El liberalismo intelectual. Se caracterizó por un espíritu de tolerancia y de conciliación, aunque esto no era exclusividad de los liberales. Una primera forma de este liberalismo fue el romanticismo político, el cual estaba alimentado por los recuerdos de la Revolución y el imperio. Se caracterizó por la atención a los problemas sociales más que por las cuestiones puramente políticas. La política clásica consistía en plantear los problemas para intentar resolverlos, los románticos, por su parte, no trataban tanto de resolverlos como de plantearlos en toda su amplitud. Sus representantes más importantes fue Víctor Hugo, Chateaubriand, Lamennais y Michelet.

Después de la revolución de 1848, el liberalismo se convirtió en la doctrina de la libertad. Entre sus principios básicos defendía la propiedad privada, la libertad de empresa y de comercio, la libertad personal y de determinación política. En este sentido adquirió diversas perspectivas, de acuerdo con las necesidades y las condiciones políticas de cada religión.

En Francia, por ejemplo, el liberalismo permaneció vinculado a la defensa de los intereses comerciales. En otros lugares fue económicamente conservador y proteccionista.

En Alemania e Italia, el movimiento liberal promovió el nacionalismo, lo que permitió conformar el Estado nacional. En los países de Oriente, permitió su apertura al comercio occidental; las nuevas republicas latinoamericanos se inspiraron en esta ideología para crear sus Constituciones liberales. Sin embargo, uno de los efectos más importantes de la revolución de 48 y del creciente liberalismo, fue la necesidad de la burguesía de fundar Estados sobre una base nacional, es decir, con un posado histórico, una lengua y una cultura común.
Esto motivó los movimientos nacionalistas en contra de los sectores dominantes, como ocurrió en Austria contra su rígida monarquía, en Italia donde se concretó el movimiento de la joven Italia promovido por Giuseppe Mazzini, en Hungría donde los nacionalistas adoptaron una constitución que los proclamó independientes y, más tarde, en Alemania. Así nacían los Estados nacionales.

Uno de los pensadores más sobresalientes sobre el tema del Estado en esta etapa fue Wilhelm Friedrich Hegel, quien opinaba que el Estado debía ordenar a la sociedad civil y procurar la seguridad, la estabilidad y la justicia social. Debía propiciar un verdadero sentido de la justicia, permitiendo la participación de los hombres en el patrimonio social acumulado. Según Hegel, como cada individuo busca su propio interés, era necesario que este fuera miembro del Estado, al cual se debía subordinar como a Dios. Esta concepción mística del Estado implicaba una subordinación total del hombre y la sociedad, por lo que fue retomada por varios pensadores políticos de regímenes totalitarios.

El nacimiento del socialismo
Frente a la difícil situación que creó la Revolución industrial, se generaron organizaciones que buscan aliviar los conflictos entre trabajo y capital, y acabar con la explotación de la cual eran víctimas los obreros por parte de los capitalistas. Estos fueron los movimientos obreros, que tuvieron su origen en Inglaterra y a donde se expandieron por mayor parte de Europa. Sin embargo, los lentos progresos de estos movimientos, promovieron un conjunto de ideas que buscaban la igualdad de condiciones para todos los hombres, las cuales recibieron el nombre de socialistas. Las primeras doctrinas socialistas eran románticas e idealistas, por lo que recibieron el nombre de socialismo utópico.

Los socialismos utópicos se caracterizaron por su concepción ideal de la sociedad y de los medios para llegar a ella. Las bases sobre las cuales se creó la idealización de una sociedad más justa fueron, en primer lugar, el ideario de la ilustración y principalmente idea del progreso. Junto a ella, se pensó en la necesidad del régimen natural: la necesidad de identificar los acontecimientos humanos con el equilibrio y la armonía de la naturaleza. Todo dirigido hacia la creación del “reino de la felicidad”, en el cual debían participar todos los hombres sin excepción, para lo cual propuso sustituir la propiedad privada por la propiedad colectiva; y en vez de empresas individuales, la cooperación fraterna para que el hombre volviera a la felicidad. Estos socialismos utópicos tuvieron un marcado carácter moralista y ético.

Sus pensadores se ocuparon de las consecuencias sociales de la Revolución industrial, especialmente del problema de la producción y de la injusta distribución de la riqueza. En Inglaterra su principal representante fue Robert Owen, importante empresario, quien llevó a delante los primeros experimentos de seguridad social. En Francia se destacó Claude de Saint-Simon, quien sostuvo que la política tenía por objeto el orden de las cosas favorables a todos los tipos de producción y, por lo tanto, el gobierno tenía como principal misión organizar la economía para lograr la reforma social. Otros fueron Charles Cabe y Pierre Blanc no separaron la reforma social de la democracia política.

De igual forma, en el ambiente de la Revolución de 1848, apareció un tipo de socialismo completamente distinto, el socialismo científico, cuyos ideológicos fueron Carlos Marx y Federico Engels.

Estos se inspiraron en la filosofía de Hegel, en los economistas liberales y en los socialistas utópicos.

Con estas bases, desarrollaron una teoría que afirmaba que el socialismo era el resultado necesario de la lucha entre dos clases formadas históricamente; el proletariado y la burguesía. Partían de una crítica de la sociedad capitalista y de la interpretación materialista de la historia, según la cual todos los hechos históricos estaban determinados por lo económico. Luego, la tarea consistió en investigar el proceso económico del capitalismo sobre el cual brotaron estas clases sociales y el conflicto que sostenían. En seguida, propusieron soluciones a la situación. El descubrimiento del secreto de la producción capitalista, la plusvalía y la dialéctica materialista de la historia, le dio al marxismo el carácter de ciencia. Marx se pronunció contra el trabajo que los obreros realizaban en las nacientes fabricas porque atentaban contra su dignidad.
Los medios de producción ya no pertenecían a los trabajadores y solo unos pocos eran sus propietarios. Esto producía una lucha entre las clases sociales, que debía llevar a que los trabajadores se organizaran en una clase y luego en un partido. Cuando triunfara la revolución socialista, se instauraría la dictadura del proletariado que debía eliminar al Estado vigente, paso previo para logarla sociedad comunista, sin clases. A partir de las tesis marxistas surgieron los socialismos reformistas, que no aceptaron la necesidad de la revolución y propusieron llegar al socialismo a través de un proceso gradual. Algunas de sus propuestas fueron subordinar el mercado de las necesidades sociales, controlar e intervenir en la economía, restringir la propiedad privada y distribuir el poder político fortaleciendo el Estado democrático.

Marx y Engels tomaron contacto con los movimientos obreros y su resultado fue el Manifiesto del partido comunista, que se convirtió en la base de las organizaciones obreras. Este libro permitió incrementar tanto la expansión del movimiento obrero como sus actividades para convertirse en una gran fuerza social. Por este motivo, desde mediados del siglo XlX se aceleró el proceso de concientización obrera frente a su situación y a su propio reconocimiento como clase social, lo que permitió la organización de los movimientos obreros sindicales y políticos en toda Europa.

El imperialismo
Dentro del ambiente político nacionalista aparecieron nuevas ideas políticas, siendo el imperialismo la más representativa. La acumulación de riquezas como consecuencia del capital financiero a lo largo del siglo XlX, abrió la brecha entre el mundo europeo que quería modernizar al resto del mundo. La expansión del mercado, el ansia de progreso y la necesidad de proteger su producción, motivaron la expansión europea. El hecho se inició con la Conferencia de Berlín en 18885, donde se sentaron las reglas del procedimiento internacional para la “ocupación efectiva” de los territorios de África y Asia.

A partir del nacionalismo, en Europa se creó la idea de la superioridad racial de los europeos. Por tanto, sus derechos y sus deberes se plasmaban en una misión: civilizar a quienes ellos consideraban bárbaros, especialmente a los africanos y asiáticos. Por aquel entonces estaban de moda las teorías de Darwin, quien afirmaba la sobrevivencia de las especies. Se tomó el darwinismo y con él se justificó que la raza más fuerte era la blanca y, por tanto, estaba llamada a triunfar sobre las otras. Para los europeos esta justificación implicaba un derecho humanitario: el derecho de la conquista para establecer el “buen gobierno”, de manera especial el inglés.

Una segunda justificación fue la defensa de los intereses económicos, políticos y sociales estrechamente vinculados al nacionalismo europeo. Para esto, consideraron superiores sus virtudes nacionales, lo demás era inferior.

El imperialismo también se justificó afirmando que este aportaba beneficios económicos y culturales a las naciones conquistadas. En Europa se creía que la expansión del sistema económico capitalista era necesaria para el desarrollo del mundo.

Los cambios del siglo XX

El marxismo-lenismo
Las ideas marxistas fueron puestas en práctica en Rusia tras la victoria de la Revolución bolchevique de 1917, la cual acabó con el gobierno autoritario del zar. Para entonces, Rusia era un país mayoritariamente rural, su industrialización aún era incipiente.

El marxismo había sido elaborado para sociedades capitalistas que debían hacer el tránsito al comunismo, y como en Rusia no cumplía con esta característica, la ideología de Marx Engels sufrió su primera interpretación, la cual fue llevada a cabo por Vladimir llich Lenin, el líder de la Revolución de 1917. Lenin compartía la teoría marxista de que una revolución socialista debía ser un movimiento proletario, pero al carecer de estos, involucró a los campesinos en su proyecto político.

Lenin, principal líder de la revolución, pensaba que el éxito del proceso soviético no era completo sino se extendía la revolución por toda Europa, que por aquellos días se encontraba en media de un gran caos político y social. Las potencias, temerosas del éxito de la expansión socialista, reprimieron todos los movimientos sociales en sus respectivos países. Posteriormente, cuando Lenin se dio cuenta de la estabilidad de las democracias burguesas, orientó su política a la consolidación del Estado soviético.

En 1923, el congreso de los sóviets creó la Constitución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS. Desde entonces los sóviets se constituyeron una institución piramidal, parlamentaria y ejecutiva. El ejército y la administración se burocratizaron. Cuando Lenin murió en 1924, quienes podían acceder al poder eran dos figuras enfrentadas: Stalin y Trotsky. Stalin proponía la teoría del “socialismo en un solo país”, con el cual pretendía desarrollar los logros de la Revolución en la URSS. Trotsky proponía la “revolución permanente” según la cual, el poder se podía mantener generalizado la revolución a nivel mundial. Stalin fue adquiriendo apoyo hasta que, en 197, logró expulsar a Trotsky del partido y, posteriormente, desterrarlo en 1929.
La revolución rusa cambió el panorama político en Europa. Los primeros resultados que arrojó esta revolución sorprendieron a los políticos y jefes de Estado de Europa.

La organización de la nueva Rusia contemplaba la supresión de la propiedad privada, la nacionalización de los bancos, el establecimiento de la dictadura del proletariado, el nombramiento de los comités de fábricas y la entrega de armas a los jefes populares.

El fascismo
Como consecuencia del proceso social y político que siguió a la Primera Guerra Mundial y a la crisis económica de 1929, se formaron en Europa dos agrupaciones políticas de gran importancia, una en Italia y la otra en Alemania, las cuales tuvieron un elemento común que recibió el nombre de fascismo. Tanto el fascismo italiano como el alemán, más conocido como nacionalsocialismo, surgieron como esfuerzos para suprimir las diferencias de clase y de grupo, y como una estrategia para su crecimiento imperialista.

Para lograr estos fines, el fascismo desarrolló una organización del Estado de carácter totalitario, en el que la autoridad podía y debía controlar todo acto y manifestación de los individuos, para utilizarlo en el incremento de la fuerza nacional. Nada debía estar fuera de su jurisdicción. Lo económico, lo moral y lo cultural eran recursos nacionales, que debían ser controlados y utilizados por el gobierno.

La situación económica de Italia y de Alemania, que era delicada por la deuda contraía por las potencias después de la Primera Guerra Mundial, y luego agravada por la crisis del 29, impulsó a que estos Estados tomaran las riendas de la economía y la pusieran en función de la producción interna. En Alemania, la organización del Estado totalitario nazi se caracterizó por su extrema jerarquización. Su ideología se basaba en el culto a la fuerza, la supremacía de la raza aria, el odio a minorías étnicas, especialmente a los judíos y gitanos, y la obediencia ciega al jefe. Esto se logró a través de un control directo sobre los medios publicitarios y de comunicación. Junto a esto funcionó una serie de organizaciones que  dependían del partido nazi, con las cuales se restringían y se controlaban las actividades de los ciudadanos.

La educación, el ocio y la recreación se convirtieron en instrumentos de propaganda y fueron reglamentados. Al individuo no le quedó ningún recinto privado que pudiera llamar suyo y no hubo asociación de individuos que no estuviera sujeta al control político. Como principio de organización política, el totalitarismo fascista era una dictadura que además se sustentaba en la fuerza militar.

Igualmente, un aspecto representativo fue el uso político de la propaganda, la cual obedecía a la idea de que el pueblo estaba constituido por las “masas”, sin ninguna formación, salvo la que quisiera proporcionarle el Estado para alcanzar sus objetivos.

El pensamiento político en el Tercer mundo
Durante muchos siglos europeos subestimaron la capacidad que podían tener los africanos y los asiáticos para pensar políticamente para crear ideas sobre las cuales podían regir los destinos de sus naciones.

Una de las razones que se empleó para justificar la expansión imperial durante el siglo XlX fue precisamente esta, los africanos y los asiáticos no tenían la capacidad para gobernarse, por tanto, Europa le correspondía la tarea de hacerlo por ellos. Esta misma creencia estuvo presente durante la primera mitad del siglo XX, pero sorpresivamente en cada una de las regiones colonizadas que aparecieron no solo líderes sino también ideólogos que contribuyeron a la independencia de sus naciones. Veamos algunos rasgos característicos de su visión política.

El pensamiento político de Gandhi
Desde mediados del siglo XlX, la presencia colonial británica en India mantuvo sometido el país. Pero la aparición de un personaje hizo posible la separación del camino hacia la independencia: “Mahatma” Gandhi.

Su actividad política anticolonialista comentó en 1919, cuando empezó la crisis proindependentista. Su método de lucha estaba basado sobre el ahmisa, o no violencia, que a su vez se apoyaba en campañas de desobediencia pasiva. De acuerdo con las ideas de Gandhi, la salvación de India vendría de una transformación espiritual y no política.

El socialismo esbozado por este líder también se basa en la idea del satyagraha, o confianza en la verdad y en la fuerza del alma. Sobre estos dos aspectos Gandhi desarrolló su método político; ejerciendo el ahimsa, su política para liberar a India de la dependencia de Inglaterra se oponía a la destrucción de la vida bajo cualquier manera, aún de las más sutiles como explotación y la pobreza. Por esta razón proponía que al enemigo no se le debía odiar, pues este era igual a ellos. En la misma medida, el satyagraha debía conducir a un sentido de la justicia que estaba basado en el respeto mutuo.

Gandhi pretendía con su política de la no-violencia crear el swaraj, o autogobierno. Este era el fruto de un estado de no-violencia generalizado y que debía estar integrado por la masa. Con base en estos elementos, incitó a la población a que ejercieran una actitud de “no colaboración” con las autoridades coloniales inglesas, pues por este medio se podía lograr que los funcionarios europeos reconocieran la verdadera justicia. Gandhi sabía que este método era lento pero seguro, y así lo comprobó, pues de este modo logró la independencia de su país en 1947.

Los movimientos nacionalistas
Tomando elementos heredados de la tradición liberal y nacionalista europea, los países del Tercer Mundo desarrollaron sus propios movimientos nacionalistas. La organización política sobre la base de un Estado nacional de las culturas afro-asiáticas, se llevó a cabo con las ideas que llevaron a sus países aquellos líderes nativos que se educaron en las universidades europeas. Una vez en sus países de origen, crearon movimientos políticos con los cuales defendían su capacidad para el autogobierno.

Sin embargo, el acontecimiento que abrió un apuesta nacionalista de importancia fue la Conferencia de Bandung, ciudad de Indonesia, en 1955. De esta conferencia resultó la Carta de los derechos de los países coloniales, la cual enunciaba diez principios fundamentales cuyo común denominador era el respeto a los derechos de soberanía e integridad territorial de todas las naciones y a la libre determinación de cada pueblo.

El nacionalismo se llevó a cabo de diversas maneras. Por ejemplo, los países árabes-musulmanes desarrollaron un nacionalismo basado en su religión y, algunas veces, con una fuerte influencia socialista. Es este caso se desarrolló un fuerte renacimiento del islam que algunos llaman “fundamentalista”, pero que en el fondo era el rescate de sus tradiciones sociales y culturales. Otras regiones fundamentaron el nacionalismo en el idioma o en las costumbres, como fue el caso de los movimientos de África Negra.

Entre los ideológicos nacionalistas sobresalieron Sukarno en Indonesia, Patricio Lumumba en Congo, Nnamdi Azikiwe en Nigeria, Nehrú en la India, Mao en China y Franz Fanon en Argelia.


El socialismo del siglo XX
Durante el siglo XX surgió un grupo de intelectuales neomarxistas, como George Lucas y Antonio Gramsci, quienes volvieron a las fuentes del marxismo desechando el planteamiento de la dictadura del proletariado.

Otros grupos aceptaron algunos planteamientos marxistas pero no fueron totalmente ortodoxos como la escuela de Fráncfort, representada con Adorno y Habermas; el existencialismo marxista francés, con Merleau-Ponty; el freudo-marxismo de Reich, Fromm y Marcuse; el estructuralismo marxista, representado por Goldman.

En la actualidad, la mayoría de los socialismos rechazan la lucha de clases y los métodos violentos para llegar al poder. Muchas de sus organizaciones son partidas de la intervención estatal en los aspectos sociales, como la educación, la salud y la seguridad social.

El neoliberalismo
Este nuevo planteamiento se impuso a partir de la década del setenta, y en él se propuso la no intervención del Estado en la economía de los países, argumentando que su actividad entorpece a los agentes económicos privados, distorsiona el libre funcionamiento del mercado y repercute en una mala distribución de los recursos. Esta propuesta ha sido adoptada por varios gobiernos y se refleja en las políticas de apertura económica, integración de mercados mundiales y fomento de la competencia. Se mantienen los principios políticos correspondientes al liberalismo proteccionista e intervencionista.

En la actualidad, el neoliberalismo comparte el espacio político con la democracia participativa, en donde el poder del pueblo no se debe reducir a decidir quién resuelve los problemas, sino que debe ser capaz de solucionarlos por sí mismo.

Siglo XXl un siglo de geopolítica
Al finalizar el siglo XX, la mayoría de los países que aplicaron los planteamientos del neoliberalismo, intentaron solucionar los problemas, pero se agudizaron.

En efecto, la pobreza, el desempleo, la carencia de servicios públicos, etc., desmejoraron con las fórmulas de la privatización de lo público y reducción del Estado.

No obstante, el fenómeno de la globalización no sólo hizo comunes el aumento geométrico de la población, la demanda de bienes por parte de esta población, el avance científico y tecnológico en informática y telecomunicaciones sino la geopolítica: la ciencia del Estado o comunidades de Estados que estudia las relaciones de poder que se dan entre las naciones.

La geopolítica del siglo XXl implica dar solución a problemas globales dejando atrás la violencia entre los Estados o al interior de estos e impulsando comunidades políticas, como la Unión Europea.

Esto no significa que las naciones-Estado desaparezcan, pero tampoco se trata de integrar uniones de Estados como las propiciadas por pactos económicos.

La geopolítica del siglo XXl busca enfrentar los problemas comunes de la humanidad, tales como los cambios en la población, el reclamo de justicia, los desajustes políticos y las catástrofes ecológicas. No obstante, la actual geopolítica reclama evitar la homogeneidad y reforzar la heterogeneidad de las regiones y sus poblaciones, así como el fortalecimiento de las culturas locales. Además, implica el reordenamiento político y administrativo mundial.