"El capitalismo tardío, podría estar entrando en una etapa hiperacelerada, y nuevamente, los entes socioculturales más preparados para adaptarse a la nueva velocidad y capitalizar económica y políticamente las nuevas tecnologías y avances de la información"
Artículo
de José Daniel Arias Torres
Licenciado
en Relaciones Internacionales Universidad Iberoamericana de Puebla
El mundo un día amaneció con una
noticia que se replicaba en diferentes medios, desde los más locales y
desconocidos, hasta medios internacionales y hegemónicos: el nacimiento del
ChatGPT. Bien es cierto que esta inteligencia artificial no surgió por
generación espontánea, y que su segregación en el mundo de masas se dio
paulatinamente, sin embargo, en cuestión de algunas semanas, esta herramienta
tecnológica acaparó el debate mundial, y los efectos socioculturales de su
derramamiento en el mundo, derivó en que los debates fueran arrancados de las
fronteras tecno-científicas, para comenzar a ser parte de debates sociológicos,
filosóficos y cotidianos.
El ChatGPT es solo el rostro actual
más visible de todo un fenómeno que lleva décadas experimentándose y
perfeccionándose: La Inteligencia Artificial. Múltiples han sido las lecturas
que la sociedad ha hecho sobre estos avances técnicos, y las expresiones
culturales de los mismos, dan una mirada del cómo es que el mundo -entendiendo
al mundo en este sentido, como un grueso cultural apartado de la tecnocracia y,
por ende, ignorante de las verdaderas funcionalidades técnicas de un avance
tecno-científico- se enfrenta a los demonios instrumentales (y que
instrumentalizan) que son las nuevas tecnologías de la información, que generan
profundos cambios culturales e históricos.
Desde Hal de Odisea 2001, pasando por
los arquetipos tecno-científicos de William Gibson, con Neuromante, o los
androides de Phillip K. Dick, sin olvidar múltiples refinamientos que han
surgido con el paso de las décadas, a través de las miradas de filmes como
Ghost in the Shell, Ergo Proxy o Psycho Pass, pasando por Her y Ex Machina, las
interpretaciones que se le dan a inteligencias diferentes a la humana, han sido
diversas, algunas más benevolentes que otras.
Sin lugar a dudas, la Inteligencia
Artificial es un tema que fascina, en buena medida debido al desconocimiento y
misterio que hay con relación al tema, y la pregunta cultural y filosófica que
surge sobre estos avances, una vez más tiene como referente a un sistema
axiológico humano, dado a trazar fronteras morales entre conceptos y
temporalidades, mismas fronteras que, mientras son vigentes, dan un formato
claro sobre el caminar histórico de la humanidad en un sentido hegemónico, pero
que cuando se difuminan, ya sea por una liquidez cultural, que autoaniquila
desde dentro al oficialismo práctico y teórico, o por la formación de una
fuerza opuesta emanada de las sombras de la cultura barbárica, fundada en una
redención de las culturas vencidas -en una lógica fundada por el pensador
Walter Benjamin-, esta pregunta es ¿En qué momento termina la
técnica/máquina/avances tecno-científicos/inteligencias artificiales y comienza
el ser humano?
La respuesta a la anterior pregunta
no es única, y Philip K. Dick ofrecía una interesante lectura sobre este tema
con su novela “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”, adaptada a la
gran pantalla con la película Blade Runner. Esta pregunta, que podría ser vista
como una acotada a un tema específico, no es más que una de las máscaras de la
pregunta que ha marcado al momento histórico desde la modernidad ¿En qué
momento termina el instrumento y comienza el ser humano? René Descartes y
Galileo dieron un inicio simbólico a la tiranía antropocéntrica que la técnica
y la formación histórica de las sociedades trazaba. La instrumentalización del
ser humano fue un tema recurrente entre la propia escuela de Frankfurt, y su
tradición marxista los hizo fundar la idea dialéctica de la ilustración (Adorno
y Horkheimer) llegando así, a un boceto de respuesta: El ser humano
instrumentaliza y es instrumentalizado, esto ofrece un marco teórico a la
explicación del porqué del Holocausto, y yo, como autor, igualmente traslado
elementos de este marco teórico para proponer que no solo el fascismo, sino las
democracias liberales, siendo ambas parte de un momento histórico coproducido,
tiene en esta instrumentalización, la razón de ser de las dos bombas atómicas
lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki.
Las inteligencias artificiales , en
sus marcos teóricos actuales, no superan la lógica instrumental, sino que la
engrosan, al constantemente ser alimentadas de información que los seres
humanos introducen en sus motores de aprendizaje, estas I.A. conceptualmente nos
instrumentalizan como sus operadores/usuarios, generando con esto que no sean
estas I.A. una extensión de las facultades humanas, sino que, al generar una
dependencia unidireccional de nosotros a ellas, terminamos por ser una
extensión de las I.A. lo que nos convierte en elementos caducos y
prescindibles.
¿En el retorno al mito?
La sociedad de la información, del
conocimiento, o la aldea global, son categóricos propuestos por pensadores de
la segunda mitad del siglo XX, que han pronosticado a la información como
potencia de cambio y principal objeto/símbolo fetiche y con valor. Marshall
McLuhan y Jean-François Lyotard, establecieron, en diferentes espacialidades y
temporalidades, las condiciones que estaban definiendo al momento humano
posmoderno, uno cuya tendencia era cada vez más acelerada y multi-narrativa,
sin cabida teórica para las grandes narrativas o metanarrativas. Esta
aceleración de la sociedad y sus dinámicas históricas era tal, que McLuhan
propuso a la luz como forma de información esencial, un elemento que viaja a
una velocidad inapreciable para los sentidos humanos desnudos, pero
completamente perceptible para sus extensiones técnicas (computadores,
teléfonos, celulares, satélites, etcétera).
La Inteligencia Artificial parece ser
un cambio de narrativa y velocidad visible, aunque no un cambio histórico en
esencia, en tanto está dentro de la maquinaria hegemónica. Asimismo, en la
lógica de la dialéctica instrumental, el desbordamiento de las I.A. por la
sociedad de masas no implica una democratización de la técnica, de la misma
forma en que el internet o las redes sociales no implicaron una democratización
del conocimiento, sino una aceleración de las prácticas que generan valor en
una sociedad que capitaliza la información, misma que posteriormente es
utilizada para crear segmentos sociales, raciales, religiosos, electorales,
políticos, generacionales, económicos, en otras palabras, para generar
segmentos de consumo y así continuar un delineamiento del sujeto político
ideal: Uno pasivo.
El capitalismo tardío, podría estar
entrando en una etapa hiperacelerada, y nuevamente, los entes socioculturales
más preparados para adaptarse a la nueva velocidad y capitalizar económica y
políticamente las nuevas tecnologías y avances de la información, son los
corporativos y conglomerados empresariales que, de forma astuta, saben leer los
momentos de cambio de mejor manera y más a tiempo, que las arcaicas y perezosas
burocracias políticas, de esta forma, y siendo estos entes los productores de
estas mismas tecnologías y dinámicas, la única posibilidad histórica, con
sujetos despolitizados y pasivos como ciudadanos, es la que marque quienes se
encuentran en las élites económicas y políticas, en otras palabras, se suprime
a la historia y cambio en un sentido dialéctico, al narcotizar y capitalizar
los avances humanos, y desmembrando en segmentos consumistas, a las fuerzas
sociales políticas.
Los entes empresariales y
corporativos, se entienden y entienden al mundo como oportunidades en el
mercado, sin tener en su profundidad ontológica (el ser del mercado) un real
impulso ético, es así como la llegada de avances técnicos que economicen y
reduzcan procesos y costos, para dinamizar su realidad, implica un directo y
profundo cambio en las fuerzas laborales y -al estar enmarcados en un momento
humano capitalista- de la sociedad y cultura misma.
La llegada de las Inteligencias
Artificiales de fácil acceso y uso, implican la salida de operadores y
generadores humanos de información, incompetentes en su individualidad frente a
un ente técnico alimentado por millones de otros seres humanos, bien es cierto
que una I.A. aún depende, en lo esencial, del ser humano, sin embargo, un
proceso de tres pasos, llevado a cabo por tres tecnócratas/especialistas
diferentes, puede ser reducido a un proceso de un solo paso, con un solo
tecnócrata (¿Esta puede ser la venganza de la tecnocracia e
hiperespecialización de los sujetos?), lo anterior ahorra para estos entes,
recursos en un sentido amplio.
Si la mecanización en serie en un
primer momento fordista, y la robotización en un segundo momento industrial,
implicaron la extinción de ciertos empleos y la generación de otros más
especializados, la llegada de la Inteligencia Artificial al grueso social,
podría significar una extravagante síntesis de especialización y erudición,
pues una misma persona podría programar, redactar, generar campañas
publicitarias, guiones, sin necesariamente tener el conocimiento personal para
hacer todo eso, pues solo se limita a dar instrucciones.
La llegada de la Inteligencia
Artificial a los lugares de trabajo, tiene una entrada en una Sociedad de la
Información que le permite ser, y esto tendrá implicaciones profundas que aún
no se manifiestan, pues en este primer momento de frenesí, la verdadera teorización
y lectura del fenómeno, aún no llega, no obstante, ya podemos vislumbrar que
estos instrumentos están construyendo nuevos paradigmas y extinguen ciertas
formas de creatividad, elemento humano y humanizante.
La humanidad no estaba preparada para
la llegada de este tipo de Inteligencias Artificiales, sin embargo, el arribo y
su penetración es ya inevitable, las preguntas que hoy surgen pueden ser ¿Está
el mercado laboral preparado para soportar el impacto de las I.A.?, ¿Qué
parámetros éticos utilizan las I.A. para regular sus procesos y respuestas?, la
ética es un ejercicio humano, ¿Podemos hablar de ética en las I.A. programadas
para aprender de forma aparentemente infinita y así formular una “ética”
artificial?, ¿Cómo podrían ser utilizadas las I.A. como instrumentos de poder?,
¿Estas I.A. están alineadas a cánones morales específicos?, ¿Una I.A. realmente
es un instrumento para la libertad, o al contrario, es un aparato coercitivo?,
¿Qué nuevas desigualdades se pueden generar con estos avances?, ¿Se debe de
reformular el concepto de plagio y propiedad intelectual con el arribo de las
I.A.?
Todo lo anterior puede devenir en una
pregunta más general, como humanidad no especializada en estas tecnologías y
programas ¿Qué sabemos sobre las Inteligencias Artificiales? La respuesta es
clara: No lo suficiente.
El mito, de acuerdo a mitólogos y
antropólogos como Joseph Campbell o James Frazer, podría ser definido, sin esto
significar que se agota el concepto, como una forma que el ser humano,
entregado a las fuerzas incomprensibles de la naturaleza, encuentra para
explicar los acontecimientos del mundo mediante la generación de arquetipos y
narrativas, el mito tiene su fin aparente, en el principio de la causalidad universal,
y en la comprensión natural y científica de los fenómenos y noúmenos. En un
sentido ilustrado, alineado al método científico, la “humanidad” (sea lo que
sea que este concepto universal signifique), ha superado al mito al saber que
las cosas tienen un principio y fin orgánico, sujeto a leyes que entendemos, es
aquí donde hago una reflexión, si no entendemos a la Inteligencia Artificial,
ni sus principios, origen y posible destino sujeto a leyes, ¿Podemos hablar de
un retorno al mito? Esta pregunta no se limita a las I.A. sino a nuestro mundo
inmediato, ¿Qué tanto conocemos sobre el mundo artificial que nos circunda?,
¿No estamos retornando al mito al dar a la realidad artificial y digital por
dada, como algo apriorístico y no construido material y simbólicamente?
¿Qué es hoy la verdad?
La historia de la humanidad, ha
estado llena de historias de búsquedas particulares de la verdad que se
universalizan, la humanidad, desde su nacimiento con la interpretación que le
ha dado al mundo, a través de la magia en una primera instancia, pero
posteriormente con del mito, religión y finalmente de la ciencia, se ha
desenvuelto de forma constante, siempre buscando una genealogía apriorística u
orgánica la razón de ser del mundo, así, la verdad es contingente al momento
histórico y, en buena medida, subordinada al estado de refinamiento de las
técnicas de experimentación del mundo, ya sea que estas se encuentren dentro
del paradigma científico, o que estas sean técnicas “alternativas” invalidadas
por el momento metodológico de la investigación y del rigor científico.
Una constante -hasta el momento de la
penetración sociocultural del ciberespacio en la cotidianidad-, es el
fundamento material de la realidad para la producción/invención/representación
de verdades, incluso cuando se habla del espíritu, de las ideas, o de la
inmanencia, estos conceptos tienen una correlación dialéctica con la
materialidad, pero tras la llegada del ciberespacio, el ser ya no se encuentra
limitado por la experiencia tridimensional de la realidad, y en cierto sentido,
superar las leyes físicas cartesianas, (de la misma forma en que la física
habla de una física cuántica, no representable por la física clásica, con el
ciberespacio tal vez podemos hablar de seres cuánticos, al menos simbólicamente).
Con la llegada del ciberespacio, en conjunto con la dilución de un sistema
axiológico, hemos abandonado el territorio de la representación, para entrar en
el de la simulación, y así imponer al signo vacío como modelo de la realidad.
No han sido escasas las fotografías
generadas con Inteligencia Artificial que han confundido a internautas, al
hacer creer que estas mismas son verdaderas, es cierto que este fenómeno,
llamado por muchos “posverdad”, no es propio de las Inteligencias Artificiales,
ni exclusiva de los formatos gráficos, pero lo que hace diferente a este
momento delineado por la I.A., es que si antes la creación de realidades
simuladas podía estar contenida en sujetos que tenían el conocimiento técnico
para producirla, hoy en día, esta se “liberaliza” para cualquiera con a acceso
a una I.A., esto significa que la realidad y su sustento entran en un nuevo
territorio de vulnerabilidad, que continuará expandiéndose en tanto no existan
mecanismos que regulen a estos avances.
La introducción de la Inteligencia
Artificial a la cultura, es un imperativo para replantear conceptos que se
daban por supuestos, con divisiones conceptuales bien definidas, que hoy, se
difuminan en el marchar progresivo de la realidad, y de su invasión a
territorios fronterizos no explorados antes.
Regulación VS
liberación VS suspensión
Lejos ha quedado esa época en donde
se podía realizar una división tajante entre la realidad y la digitalidad, esa
antigua frontera subordinaba lo digital a lo real/material, en un sentido
cartesiano, la extensión de los cuerpos y su mecanicismo envuelto en una
temporalidad y espacialidad, seguía siendo el motor de lo real, y, por tanto,
de la historia, la digitalidad entonces, al no estar plenamente definida por
este método científico, pasaba a ser una extensión de la realidad, en la
virtualidad, sin que esto significara que lo digital tendría implicaciones
directas en lo real, sino, que lo digital, sería tan solo, una consecuencia de
lo real, hoy en día esta relación de subordinación, parece cuestionarse, al
vivir en un mundo donde en ocasiones, lo digital precede a lo real, y retomando
a Baudrillard, es la representación, y no lo real, lo que actualmente en
ocasiones toma el lugar de lo real, en otras palabras, la simulación de lo real,
ha pasado a tomar el lugar de lo real.
Es debido a lo anterior, que en una
sociedad inmersa en los nodos de información, cualquier revolución digital
tiene implicaciones profundas en lo real, y un cambio narrativo en la
virtualidad, tendrá su reflejo directo en lo material. Las Inteligencias
Artificiales que hoy han modificado, a través de la hiperaceleración, los
procesos de trabajo propios de la globalización y de las sociedades de la
información, han despertado fuerzas políticas adormecidas, me refiero a las
fuerzas laborales que alimentan al mercado de la información con su trabajo.
Existe, actualmente, toda una fuerza
laboral que, paradójicamente, está desmembrada y desarticulada de cualquier
posibilidad de agremiación o sindicalización, debido a la propia naturaleza
individualista de la información -pues la información es la masificación de los
datos, el conocimiento, por otro lado, demanda de debate e intersubjetividad,
de relaciones sociales y políticas, de ahí que diversos pensadores consideren que
en un capitalismo neoliberal que tiene como unidad base al individualismo
aislacionista, la posibilidad de trascender de sociedades de la información, a
las sociedades del conocimiento, sean casi nulas-, lo cual deriva en una
desprotección y vulnerabilidad por parte de las fuerzas laborales enjambre de
esta etapa histórica. Estas fuerzas laborales son una parte orgánica de la
posmodernidad, en la que esos sujetos ciudadanos globales, viven y trabajan sin
una conexión real con el todo, especializados y digitales, laboran como
creadores de contenido, diseñadores, mercadólogos, programadores, managers
digitales, administradores, etcétera.
La pandemia producida por el
SARS-CoV-2, fue un fenómeno global que le dio el impulso necesario al
teletrabajo, un periodo en el que existió una migración masiva de burócratas de
oficina hacia la casa, convirtiéndose en burócratas domésticos, las bondades
que trajo el teletrabajo en diversos casos, serán balanceadas por el capital
con la desvinculación laboral y política. Ante fenómenos culturales de alto
impacto como lo es la Inteligencia Artificial, la cual vino a abrir un debate
en torno al futuro del trabajo digital, pues la duda latente es si estas nuevas
tecnologías, provocarán un desplazamiento y extinción masiva de puestos
laborales, los trabajadores digitales solo se tienen a sí mismos, sin una
organización política/sindical que pueda articularse para exponer los dilemas,
y entrar en un periodo de negociaciones que beneficie a los trabajadores, el
teletrabajo, hoy demuestra ser el fin del sindicalismo, y la desprotección de
los trabajadores.
Ante el debate y posible reforma
laboral que supone la llegada masiva de las I.A. en un momento laboral donde la
norma es la carencia de contratos dignos y seguridad sociales, algunas
preguntas resaltan y cuestionan a eso que se conceptualiza como progreso:
¿Quién se va a ir a huelga?, ¿Quién va a exigir sus derechos?, ante la
posibilidad de un paulatino, pero pronunciado cambio del panorama laboral, en
el que las personas se hacen aún más prescindibles ¿Quién va a exigir
protección, sin contratos laborales, desde su propia casa, desarticulado
política y laboralmente de otros?
La llegada de las I.A. golpea en un
primer momento a una clase media y joven, cuya actividad laboral no es
material, sino digital, en este sentido, podríamos vislumbrar una nueva crisis
para este sector generacional y socioeconómico, ¿Está el mercado laboral listo
para soportar este cambio?, o tal vez la pregunta debería ser, ¿Están
preparados los Estados para sostener una posible ola de desempleo futura?
Las anteriores no fueron las razones
que llevaron a diversas voces del campo científico y empresarial a firmar una
carta que solicitaba detener, durante algunos meses, las pruebas abiertas con
el ChatGPT, pues en su entendimiento, esta I.A. podría tener efectos muy
negativos en la humanidad, a pesar de que esta propuesta está fundada en un
miedo legítimo, es difícil concebir que empresarios como Elon Musk o Steve
Wozniak estén genuinamente interesados por la libertad y bienestar humanos, más
que por beneficios de mercado, no obstante, esta carta monta un precedente
acerca de la urgencia de regular estos avances, (es curioso mirar como
representantes del capital y del mercado solicitan medidas regulatorias cuando
no se están beneficiando del momento socioeconómico). La regulación de la
Inteligencia Artificial, viene a sumarse a otros temas que urgen de ser regulados
en el entorno digital, pues su carencia de normativas, los convierten en
potenciales herramientas/fuerzas coercitivas, y generadoras de nuevas
desigualdades, aun con esta urgencia, se puede formular otra pregunta ¿Cómo es
posible legislar con formatos y procedimientos burocráticos tradicionales, a
una realidad hiperacelerada y diariamente cambiante?
El debate liberación vs regulación,
es un debate neoclásico trasladado al ciberespacio, ¿Qué significaría una
liberación de estas tecnologías? vs ¿Qué implicaría una regulación y desde
dónde se regularía?, sin duda alguna, este es un tema nada sencillo de
abordarse, pues existen argumentos fuertes para apoyar cualquiera de las
posturas, no obstante, la I.A. al estar moviendo tantas fuerzas sociales y políticas,
es un tema que debe de abordarse desde el debate crítico y maquetar posibles
respuestas a preguntas tan sensibles como: ¿Qué sucederá con los centros
educativos?, ¿Están preparados para sostener este avance técnico que es y será
utilizado por el alumnado?, ¿Los productos de esta tecnología están al margen o
fuera de los límites de la propiedad intelectual?, ¿Qué profundas
reestructuraciones sufrirá el mercado laboral?
En el umbral de la
transición
¿Qué puede ser histórico cuando en la posmodernidad diariamente acontecen sucesos históricos? En una realidad de este tipo, cuestiones que hace siglos habrían iniciado revoluciones, hoy se entienden como sucesos tendencia, en otras palabras, intrascendentes. Las Inteligencias Artificiales hoy están revestidas con el velo de “la tendencia”, una tendencia por su propia naturaleza gaseosa, está destinada a ser olvidada al comienzo de las siguientes, en este sentido, el tema coyuntural que significan hoy las I.A. pasará a ser parte de la basura informática y ciberespacial el día de mañana, sin embargo, como sociedad, experimentaremos sus efectos paulatinos y agudos en todas las dimensiones de nuestra vida. La tendencia avasallante narcotiza y adormece la capacidad de reacción política, y el debate es intercambiado por la opinión líquida. La Inteligencia Artificial, en su derramamiento cultural, tendrá implicaciones reales y profundas, (¿Podríamos hablar de un cambio de etapa productiva?), sin embargo, aún estamos en el inicio de la misma, atravesando el umbral hacia una siguiente realidad, ni siquiera teorizando, sino soñando con posibilidades de futuro. Lejos se encuentran las I.A. de tener consciencia, tal como la ciencia ficción nos las introduce, pero estamos muy cercanos a las consciencias que actualmente orquestan este cambio de paradigma sociocultural masivo, y el rol de las Humanidades y Ciencias Sociales, es seguir estos cambios de cerca, para cuestionar dogmas, criticar paradigmas, proponer alternativas y revolucionar realidades.
https://www.bloghemia.com/2023/04/inteligencia-artificial-ante-un-nuevo.html
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