viernes, abril 07, 2023

Mayo del 68... Fue un ‘tsunami’ de ideas

André Glucksmann quizá sea el filósofo francés más polémico de las últimas décadas. Participó activamente en Mayo del 68 y hace poco escribió, junto a su hijo, un libro sobre ese año.

SEMANA habló con ambos en París. 

                                                                                            Por Carlos de Lestraint 


André Glucksmann (71 años) es probablemente el filósofo más polémico de Francia. Después de haber participado como militante maoísta en la rebelión juvenil de Mayo de 1968, accedió a la fama con su libro La cocinera y el devorador de hombres. Reflexiones sobre el Estado, el marxismo y los campos de concentración, una feroz denuncia del gulag soviético. 

Posteriormente, ayudó a los boat people vietnamitas, apoyó a Estados Unidos en la guerra de Irak contra Saddam Hussein y ahora respalda a los rebeldes chechenos en su lucha por la independencia contra Rusia. En 2007 escandalizó a la "divine gauche" francesa cuando apoyó la candidatura presidencial de Nicolas Sarkozy.      

Junto a su hijo Raphaël (29), politólogo y realizador de documentales para televisión, acaba de publicar el libro: Mayo del 68 explicado a Nicolas Sarkozy.

SEMANA los entrevistó a ambos en París para tener una doble mirada sobre ese movimiento que hace 40 años conmovió al mundo.    

SEMANA: ¿Cuál fue el principal desencadenante de Mayo de 1968? 

André Glucksmann: Mayo del 68 puso en crisis los principios de un modo de vida y de pensamiento que estaban totalmente reprimidos. Fue una de las "crisis de civilización más profundas" de la historia, como dijo el escritor André Malraux. Cuestionó con igual vigor el autoritarismo y los valores de la sociedad francesa -incluso de toda la sociedad occidental-, como la guerra de Vietnam y las dictaduras opresivas del comunismo soviético en Europa Oriental. 

SEMANA: ¿Un 'heredero' de mayo piensa lo mismo?       

Raphaël Glucksmann: Esas tres semanas revolucionarias impusieron, además, la ideología de la transparencia, que nació cuando el líder simbólico de Mayo del 68, Daniel Cohn-Bendit, obligó a transmitir en directo por radio las negociaciones entre estudiantes y representantes del poder. Ese acontecimiento casi insignificante demolió la cultura del secreto, expresada por Torcuato Tasso cuando le hace decir a su personaje Torrismondo: "No se deben confiar los secretos de los reyes al vulgar insensato". Aun así, la cultura del secreto persiste, sobre todo en la cúspide del Estado.

SEMANA: Durante la campaña electoral de 2007 en Francia, Nicolas Sarkozy pretendió enterrar los valores de Mayo del 68...

A.G.: Fue un argumento táctico, como explicó la 'cronista' de la campaña, Yasmina Reza. Sarkozy era consciente de su mala fe. Una condena destinada a ganar votos.

SEMANA: ¿Fue sólo una jugada táctica o realmente quiso sepultar la ideología lib-lib (liberal-libertaria) de Mayo del 68?       

R.G.: Sin los cambios que provocó Mayo del 68 en las costumbres políticas y en la sociedad, Sarkozy nunca habría podido ser presidente. Eso es lo que no entendió. Su eslogan de "ruptura" es una idea que resume todos los valores de 1968. La idea de nuestro libro nació en ese momento. Había que explicarle el alcance que tuvo ese Mayo.  

SEMANA: ¿Esa rebelión fue un 'accidente sociológico' y una 'sorpresa', como dijo Edgar Morin?   

A.G.: Ninguna de las dos cosas. La marmita había entrado en ebullición desde hacía mucho tiempo. Por un lado, fue la respuesta a la opresión de un autoritarismo político que no admitía la menor disidencia. Pero Mayo del 68 también es hijo de la intervención de los tanques rusos en Hungría, en 1956. Todos los dirigentes estudiantiles eran ex comunistas expulsados del partido por haber protestado contra esa intervención. No hay que olvidar que cuando el poeta comunista Louis Aragon quiso entrar a la Sorbona, Cohn-Bendit le gritó con el megáfono: "¡Aragon, no olvides que tus cabellos blancos están manchados de sangre!".

SEMANA: ¿Los jóvenes también lo piensan de esa manera?       

R.G.: Cuando filmaba mi documental La revolución naranja sobre la rebelión ucraniana contra la herencia de sistema ruso, unos de sus protagonistas me dijo: "Nuestra revolución fue una sorpresa, incluso para quienes la preparábamos". Vaclav Havel (dramaturgo y ex presidente checo) relata que la mayor sorpresa de la revolución de terciopelo en Checoslovaquia fue advertir que había millones de personas dispuestas a dar la vida para terminar con la opresión soviética. Toda revolución respeta una lógica y, al mismo tiempo, es una sorpresa.   

SEMANA: ¿Hay una herencia de Mayo 68?     

A.G.: Todos los movimientos revolucionarios que estallaron en Europa y América Latina en los últimos 40 años tuvieron como referencia a Mayo de 1968. En algunos casos como modelo y en otros casos para repudiarlo. Pero no se puede hacer un catálogo de la herencia. Una clave de ese movimiento es que no dejó un dogma. Yo viví Mayo del 68 como una subversión filosófica, una experiencia socrática: ponemos todos los problemas sobre la mesa, cuestionamos todo y, si no hay solución, mala suerte.      

R.G.: Uno de los dirigentes de la revolución naranja -un movimiento antimarxista, pronorteamericano y liberal— me dijo: "¿Ves cómo se puede hacer Mayo del 68 en invierno?". Cada uno extrae de ese Mayo las lecciones que le parecen convenientes, pero no es una fuente de método. Tampoco se puede soñar con repetir esa experiencia. Cada revolución es única e irrepetible.   

SEMANA: ¿Los intelectuales tuvieron una influencia decisiva en Mayo 68 o se apropiaron de la revolución 'a posteriori'?

A.G.: No se puede decir que los intelectuales hayan tenido la misma influencia que ejercieron Diderot o Voltaire en la preparación de la Revolución Francesa de 1789. Mayo 68 nació y creció de manera casi espontánea, y fue manejada por activistas estudiantiles que tenían una fuerte experiencia en movimientos que eran -a la vez- antisoviéticos y antinorteamericanos. Dany Cohn-Bendit no era un intelectual y, posteriormente, nunca pretendió asumir ese papel. Los intelectuales tuvieron una participación paralela: eran los encargados de poner un poco de orden en las ideas y en los eslogans para darle contenido al movimiento…

R.G.: …y luego se apropiaron de la herencia. Los activistas casi no han hablado de aquella experiencia. El análisis y la teorización quedaron en manos de los intelectuales.

SEMANA: En todo caso, fue la primera revolución sin sangre...       

A.G.: Ese fue uno de sus aspectos sobresalientes. En Mayo del 68 había barricadas, pero también hubo barreras. En Alemania, el sociólogo Rudy Dutschke había desarrollado poco antes la teoría de que era necesario "atacar las cosas, los símbolos y las ideas, pero no a los seres humanos". En París, Cohn-Bendit iba todas las noches barricada por barricada tratando de calmar a los más exaltados, a los que querían tomar las armas contra el Estado. Incluso, se instaló un teléfono rojo entre la Sorbona y la policía para evitar desbordes, tanto de los estudiantes como de las fuerzas del orden. Mayo del 68 fue un tsunami de ideas y eslogans -algunos geniales y otros bestiales-, pero no se disparó un solo tiro.

SEMANA: Esa 'excepción francesa' fue luego imitada en el resto del mundo...

R.G.: Así ocurrió desde la revolución de los claveles (en Portugal) en adelante. El posfranquismo en España y la revolución de terciopelo en Checoslovaquia se hicieron pacíficamente. Hasta el Muro de Berlín, que marcó simbólicamente el derrumbe de un imperio, cayó como resultado de uno de los movimientos de masas más grande y más pacífico de la historia de Europa del Este. El derrumbe pacífico de la Unión Soviética le debe mucho a Mayo 68. 

https://www.semana.com/fue-tsunami-ideas/92495-3/

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