martes, septiembre 26, 2017

Bill Evans

 Sunday at the Village Vanguard








  Bill  Evans

 Nació en Plainfield,  Nueva Jérsey,  un 16 de agosto de 1929. Ya a los 6 años comenzó sus estudios en música. Fue entrenado en el estilo clásico del piano; de pequeño también estudió flauta y violín. Se graduó con un título de intérprete de piano y maestro en el College Southeastern Lousiana (ahora Universidad) en 1950, y estudió composición en el College de Música de Mannes en Nueva York. Luego de servir en la armada, trabajó en bandas de danza locales, y con el clarinetista Tony Sott, la cantante Lucy Reed y el guitarrista Mundell Lowe, quien llevó al joven pianista frente al productor de Riverside Records, Orrin Keepnews. El primer disco de Evans fue lanzado en 1956 y se tituló "Nuevas Concepciones del Jazz". Este disco fue la primera grabación de su más amada composición “Vals para Debby”.

Su siguiente disco “Everybody digs Bill Evans” no fue grabado sino luego de dos años; el siempre tímido y autodespreciante pianista afirmaba que “no tenía nada nuevo que decir”. Gradualmente se volvió conocido en la escena jazzística de la ciudad de Nueva York, por sus originales sonidos en el piano y sus fluidas ideas, hasta que, en 1958, Miles Davis le propuso unirse a su grupo (del cual también participaban John Coltrane y Cannonball Adderley).

Permaneció con ellos por casi un año, viajando y grabando, y subsecuentemente tocando el clásico álbum “Kind of Blue”-mientras componía “Blue in Green”-, ahora un muy conocido tema del jazz. Su trabajo con Miles le ayudó a afianzar su reputación y en 1959 Bill fundó su trío más innovador con el ahora legendario bajista Scout LaFaro y con Paul Motian en batería. El concepto del trío de igual interacción entre los músicos fue implementado virtualmente por Evans, y dichos trabajos discográficos permanecen como los más populares de su gran repertorio. Juntos hicieron dos álbums de estudio, además de las famosas sesiones en vivo en el Village Vanguard de Nueva York, en el año 1961.

La trágica muerte de LaFaro en un accidente automovilístico unas pocas semanas después del contrato con Vanguard-un evento que devastó a Bill- colocó al pianista en un aislamiento temporal, luego del cual regresó al formato del trío en 1962, nuevamente con Motian y Chuck Israels en bajo.

El álbum "Conversaciones con mí mismo" (1963), en el cual duplica y triplica sus canciones de piano, ganó el primero de los muchos premios Grammy, y al año siguiente hizo un tour al extranjero, tocando de París a Tokio, el cual le afianzó una reputación mundial. El gran bajista Eddie Gomez comenzó un provechoso puesto, que llegó a ocupar durante once años, con Bill en 1966, en varios tríos con bateristas como Marty Morell, Philly Joe Jones, Jack DeJohnette y otros-participando en algunas de las presentaciones y álbumes (que se dieron en los clubes más aclamados) de la carrera de Evans.

Su producción grabada fue considerable -para Riverside, Verve, Columbia, Fantasy y Warner Bros- con los años también hizo sesiones (especialmente en sus comienzos) con algunos de los hombres más grandes del jazz. Músicos como Charles Mingus, Art Farmer, Stan Gets, Oliver Nelson, Jim Hall, George Rusell, Séller Manne, Toots Theielmans, Kai Winding, J.J. Jonson, Hal McKusick y otros.

En los setenta, grabó extensivamente, primero un trío y un solo de piano de vez en cuando, pero también varios álbumes de quinteto bajo su propio nombre, al igual que dos memorables fechas con el cantante Tony Bennett. Su último trío fue formado en 1978, compuesto por el incomparablemente sensible y delicado Marc Jonson en el bajo y el baterista Joe LaBarbera, el cual rejuveneció al debilitado pianista, quien estaba eufórico con su nuevo grupo, llamándolo “el más cercanamente relacionado” en relación a su primer trío (con LeFaro y Motian).

Aún continuaban sus problemas familiares y los trastornos en su vida personal, (generalmente debido a ataques de la adicción a los narcóticos), pero a pesar de ello aún llevaba una dinámica vitalidad musical, una gran confianza, una energía fresca, e incluso una interacción más agresiva con el repertorio del trío. La salud de Evans se fue deteriorando; sin embargo, él insistió en seguir trabajando hasta que finalmente tuvo que cancelar un compromiso en el Fat Tuesday de Nueva York. Finalmente fue llevado al Hospital Mount Sinai el 15 de septiembre de 1980, donde falleció de una úlcera sangrante, cirrosis de hígado y neumonía. Fue sepultado cerca de su amado hermano Harry, en Baton Rouge, Louisiana.

Mientras Evans abrió un nuevo camino a los nuevos acercamientos musicales que no comprometieron su visión musical y artística-tales como su ocasional uso del piano eléctrico, y sus breves asociaciones con el compositor de avanzada George Russell- él siempre insistió en la pureza de la estructura de las canciones y en la noble historia de la tradición del jazz.

Consistentemente fiel a sus propios criterios pianísticos, él continuó realzando su singular visión de la música hasta el final. En su corta vida, Bill Evans fue un artista prolífico y profundamente creativo y un hombre genuinamente compasivo y gentil, a menudo frente a sus recurrentes problemas de salud y su naturaleza inquieta.

Su rico legado permanece completamente vigente y sus composiciones han disfrutado ser redescubiertas por los intérpretes de jazz e incluso por algunos músicos clásicos. Incluso veinticinco años después de su paso, la música de Bill Evans continúa influenciando a músicos y compositores en todo el mundo y a todos aquellos quienes han sido profundamente tocados por su genio expresivo y por su arte sensible.


http://www.pianored.com/bill-evans.html





Notas 2° Período
 Economía y Política 
 Grupo 11°1


Dave Brubeck

  The Essential








Dave Brubeck

Compositor y pianista norteamericano nacido el 6 de diciembre de 1920 en Concordia (California) y fallecido el 5 de diciembre de 2012 en Norwalk (Connecticut). Conocido por incorporar elementos de la música clásica al jazz. Brubeck aprendió piano desde niño con su madre, Elizabeth, que era profesora de piano y le enseñó desde que tenía cuatro años; a los nueve años, empezó también a practicar con el cello. Trabajó como pianista con grupos locales de jazz desde 1933 y estudió música en el College of the Pacific entre 1941 y 1942 en Fresno, California, donde después creó y dirigió su propia orquesta formada por doce músicos. Estudió composición en el Mills College, en Oakland (California), bajo la tutela del compositor francés Darius Milhaud. Entró a servir en la armada de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial y después volvió a la música retomando sus estudios bajo la mirada de Arnold Schoenberg, que había inventado el sistema de doce tonos en la composición.

En 1946, Brubeck constituyó un octeto experimental; a continuación creó un trío en 1949 y finalmente un cuarteto, con el que realizó actuaciones entre 1951 y 1967. Este cuarteto, que contó con el saxofonista Paul Desmond, flirteó durante los años sesenta con métricas por aquel entonces extrañas al jazz, y se convirtió en uno de los grupos más famosos dentro de este género. Pero, a pesar del gran éxito general con el público, Brubeck no logró obtener la aceptación profunda y total como maestro del piano en el entorno jazzístico. En la década de 1970 Brubeck realizó diversas giras y grabaciones, utilizando como personal a sus propios hijos. Brubeck fue un compositor muy prolífico y original y entre algunas de sus melodías más conocidas se encuentra The Duke, In Your Own Sweet Way y Blue Rondo a la Turk.

Dave Brubeck se convirtió en una leyenda del jazz. 

La primera impresión del público lo asocia a un sonido intrincado y ligero conocido como West Coast Cool. Sus atrevidas improvisaciones y su acercamiento armónico generaron gran interés tanto por parte de la crítica como de sus incondicionales. Su grupo consiguió alcanzar el número uno en las listas de Critics y Readers de la revista Down Beat. El Dave Brubeck Quartet se convirtió en el sonido que identificaba una época. Fueron ellos los que levantaron la ola de popularidad del jazz en los campus universitarios durante la década de los años 50. Tocaban en clubes de jazz de primera línea, además de realizar giras con Charlie Parker, Dizzy Gillespie, Stan Getz y otros grandes músicos de la era bop. El cuarteto de Dave Brubeck consiguió ser el número uno en las listas de jazz de un periódico para negros, The Pittsburgh Courier. En 1954 su fotografía apareció en la cubierta de la revista Time asociada a la historia del renacimiento del jazz. 

En 1960, el Dave Brubeck Quartet, junto a Paul Desmond, Eugene Wright y Joe Morello, lanzaron su primer experimento en ritmos de métricas extrañas. El disco se titulaba Time Out, y sus singles "Take Five" y "Blue Rondo a la Turk", fueron los primeros del jazz moderno. Un hito en la carrera de Brubeck fue su aparición en 1959 junto a la Filarmónica de Nueva York dirigida por Leonard Bernstein. Después de realizar tres actuaciones, grabaron Dialogues for Jazz Combo and Orchestra, una obra compuesta por el hermano de Dave, Howard. Brubeck fue un pionero en la combinación del jazz con las orquestas sinfónicas, y continuó realizando apariciones como compositor e intérprete en conciertos de composiciones corales propias y como solista con orquestas. 

La discográfica Music Masters grabó y editó New Wine, un concierto con la orquesta del Festival de Jazz de Montreal. La Orquesta Sinfónica de Londres le organizó un homenaje con motivo de sus más de cincuenta años como músico de jazz, con un programa con todas sus obras que fue interpretado por Stéphane Grappelli, cuatro de los hijos de Brubeck y el propio cuarteto de Dave Brubeck.

Cuando el Papa Juan Pablo II visitó Estados Unidos en 1987, Brubeck compuso una música especialmente para el acontecimiento y participó en la actuación ante las masas que habían ido a ver al papa en el parque Candlestick en San Francisco. A lo largo de su dilatada carrera, Dave Brubeck interpretó música para la realeza británica, el papa, reyes, presidentes y jefes de estado. 

El Cuarteto de Dave Brubeck ha realizado giras por Estados Unidos, Europa, Canadá y Japón con la compañía de baile de Murray Louis en una colaboración única entre estas dos formas de arte americanas nativas, el jazz y la danza moderna. Sus giras mundiales abarcaron varios viajes por Oriente Medio y Europa Oriental y convirtieron al jazzman Dave Brubeck en uno de los embajadores americanos más conocidos. El repertorio del cuarteto reflejó la influencia de la música étnica que sus integrantes escucharon y recogieron en sus muchos viajes.

A lo largo de su carrera, Dave Brubeck fue galardonado con numerosos premios; fue uno de los primeros músicos que tuvo una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. Miembro Duke Ellington en la Universidad de Yale, con seis doctorados honoríficos. En 1987 recibió el Premio de las Artes de Connecticut y en 1988 el Consejo de Música Nacional le concedió el Premio American Eagle. En 1989 se le incluyó en el Panteón de las Artes de la Universidad del Pacífico, y el gobierno francés lo distinguió por su contribución a las artes. En abril de 1990, la Universidad de Fairfield le distinguió con el Premio Gerard Manley Hopkins. En 1992 la Asociación Connecticut Bar y el Simon's Rock College le premiaron por su carrera. También recibió el Premio BMI Jazz Pioneer y fue distinguido en esta organización por sus "amplias y destacadas contribuciones al mundo del jazz". En 1994, Dave Brubeck fue galardonado por el presidente Bill Clinton con la Medalla Nacional de las Artes. 

Dave Brubeck realizó su primera aparición para la discográfica Telarc como artista invitado con la Big Band Hit Parade. Por fortuna para la casa Telarc, Brubeck llevó su propio grupo a la misma y grabó Late Night Brubeck live en el Blue Note en 1993.

En julio de 2004 presentó un nuevo trabajo cuando ya contaba 83 años. Con el título de Private Brubeck remembers (El soldado Brubeck recuerda) rememora, acompañado sólo de su piano, las melodías que siempre asoció a la Segunda Guerra Mundial, entre ellas la inolvidable "Lili Marlene", "The last time I saw Paris" o "You'd be so nice to come to home to", de Cole Porter.


Autor: Cecilia Guiter Viader


http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=brubeck-dave


La destrucción de la  literatura según George Orwell


 Un  nuevo libro, 'El poder y la palabra', reúne 10 ensayos del autor británico  sobre el lenguaje, la política y la verdad. Compartimos una parte del texto, que parece haber sido escrito para la era de la 'posverdad'.

Hace cosa de un año asistí a una reunión del PEN Club con ocasión del tercer centenario de la Areopagítica de Milton, un panfleto, conviene recordarlo, en defensa de la libertad de prensa. La famosa frase de Milton sobre el pecado de «asesinar» un libro estaba impresa en los folletos repartidos con motivo del encuentro.

Había cuatro oradores en la tribuna. Uno pronunció un discurso sobre la libertad de prensa, pero solo en relación con la India; otro afirmó, dubitativo y en términos muy generales, que la libertad era buena; un tercero atacó las leyes sobre la obscenidad en la literatura, y el cuarto dedicó la mayor parte de su discurso a defender las purgas rusas. Durante el debate posterior, unos cuantos volvieron sobre la cuestión de la obscenidad y las leyes que la prohíben, mientras que los demás se limitaron a alabar la Rusia soviética. La libertad moral -la libertad de abordar sin tapujos cuestiones sexuales en una obra impresa- parecía gozar de la aprobación general, pero nadie aludió a la libertad política. En aquella reunión de varios centenares de personas, de las que probablemente la mitad estaban directamente relacionadas con el oficio de escribir, no hubo una sola que se atreviera a señalar que la libertad de prensa, si es que significa algo, consiste en la libertad de criticar y oponerse. 

Resulta muy significativo que ninguno de los oradores reprodujera la cita de la obra que supuestamente se estaba conmemorando, y tampoco se aludió a los muchos libros «asesinados» en nuestro país y en Estados Unidos durante la guerra. En conjunto, el encuentro fue una loa de la censura.*

No tiene nada de sorprendente. En nuestra época, la libertad intelectual está siendo atacada por dos flancos. Por un lado, están sus enemigos teóricos, los apologistas del totalitarismo, y, por otro, sus enemigos más inmediatos, los monopolios y la burocracia. Cualquier escritor o periodista que quiera conservar su integridad se ve más frustrado por la deriva general de la sociedad que por una persecución activa. Tiene en contra la concentración de la prensa en las manos de unos pocos magnates; la tenaza del monopolio existente en la radio y las películas; las reticencias del público a gastar dinero en libros, lo cual obliga a casi todos los escritores a ganarse la vida con trabajos periodísticos; las injerencias de organismos como el Ministerio de Información y el British Council, que ayudan al escritor a tener un sustento, pero que también le hacen perder el tiempo y le dictan sus opiniones, así como el constante ambiente bélico de los últimos diez años, a cuyos efectos distorsionadores no ha escapado nadie. Todo en nuestra época conspira para convertir al escritor, y a cualquier otro artista, en un funcionario de bajo rango, que trabaja en los asuntos que le dictan desde arriba y que nunca dice lo que considera la verdad. Al enfrentarse a su si no, no obtiene ayuda de los suyos; es decir, no hay ningún cuerpo de opinión que le garantice que está en lo cierto. En el pasado, al menos durante los siglos del protestantismo, la idea de la rebelión y la de la integridad intelectual estaban vinculadas. Un hereje -político, moral, religioso o estético- era alguien que se negaba a violentar su propia conciencia. 

Su perspectiva se resumía en las palabras del himno evangelista:

Atrévete a ser un Daniel,
atrévete a estar solo,
atrévete a ser firme en tu propósito,
atrévete a decirlo.**

Para poner este himno al día habría que decir «No te atrevas» al principio de cada verso, pues la peculiaridad de nuestra época es que quienes se rebelan contra el orden existente, en cualquier caso los más numerosos y representativos, se rebelan también contra la idea de la integridad individual. «Atreverse a estar solo» es criminal desde el punto de vista ideológico, y peligroso en la práctica. Fuerzas económicas difusas corroen la independencia del escritor y, al mismo tiempo, quienes deberían ser sus defensores se dedican a minarla. Es ese segundo proceso es el que me interesa.

La libertad de expresión y la libertad de prensa suelen ser atacadas con argumentos en los que no vale la pena detenerse. Cualquiera que tenga experiencia en pronunciar conferencias y haya participado en debates los conoce al dedillo. No pretendo rebatir la conocida afirmación de que la libertad es una ilusión, o la de que hay más libertad en los países totalitarios que en los democráticos, sino la mucho más peligrosa y defendible de que la libertad es indeseable y de que la honradez intelectual es una forma de egoísmo antisocial. Aunque suelen subrayarse otros aspectos de la cuestión, la controversia sobre la libertad de expresión y la libertad de prensa es en el fondo una controversia sobre si mentir es deseable o no. Lo que de verdad está en juego es el derecho a informar de los sucesos contemporáneos fielmente, o al menos con tanta fidelidad como lo permitan la ignorancia, el sesgo y el engaño a los que está sometido siempre cualquier observador. Al afirmar esto podría dar la impresión de que la única rama de la literatura a la que concedo importancia es el simple «reportaje», pero más adelante intentaré demostrar que la misma cuestión se plantea, de manera más o menos sutil, en todos los ámbitos literarios, y probablemente en todas las artes. Entretanto, es necesario despejar los aspectos intrascendentes en que suele envolverse a esta controversia.

Los enemigos de la libertad intelectual acostumbran a defender su postura anteponiendo la disciplina al individualismo y dejan en un segundo plano, siempre que pueden, la cuestión de la verdad y la mentira. Aunque la intensidad de los ataques puede variar, el escritor que se niega a transigir en sus opiniones siempre acaba siendo tildado de egoísta. Es decir, se le acusa, o bien de querer encerrarse en una torre de marfil, o bien de hacer un alarde exhibicionista de su personalidad, o bien de resistirse a la corriente inevitable de la historia en un intento de aferrarse a privilegios injustificados. Los católicos y los comunistas coinciden en dar por sentado que sus oponentes no pueden ser honrados e inteligentes al mismo tiempo. Ambos defienden de manera tácita que «la verdad» ya ha sido revelada y que el hereje, o bien es idiota, o bien conoce «la verdad» y se opone a ella por motivos egoístas. En la literatura comunista, los ataques contra la libertad intelectual suelen enmascararse con oratoria sobre el «individualismo pequeñoburgués», «las ilusiones del liberalismo decimonónico», etcétera, respaldada por descalificaciones como «romántico» y «sentimental» que, al no tener un significado claro, son difí­ ciles de refutar. De ese modo, la controversia se ve apartada del verdadero problema. Es posible aceptar, como hace la mayoría de la gente ilustrada, la tesis comunista de que la libertad pura solo existirá en una sociedad sin clases y de que se es más libre cuando se trabaja en pro del advenimiento de dicha sociedad. Pero junto con eso se introduce la afirmación de que el Partido Comunista tiene como objetivo el establecimiento de una sociedad sin clases, y de que en la URSS dicho objetivo está en vías de cumplirse. Si permite que lo primero lleve aparejado lo segundo, puede justificarse casi cualquier asalto al sentido común y la decencia.

Sin embargo, se ha eludido la cuestión principal. La libertad intelectual es la libertad de informar de lo que uno ha visto, oído y sentido, sin estar obligado a inventar hechos y sentimientos imaginarios. Las habituales diatribas contra el «escapismo», el «individualismo», el «romanticismo» y demás son solo un truco escolástico, cuyo objetivo es hacer que la perversión de la historia parezca aceptable.

* Es de justicia admitir que las celebraciones del PEN Club duraron una semana o más y que no siempre tuvieron ese tono. A mí me tocó un mal día. Pero un estudio de los discursos (impresos con el título La libertad de expresión) demuestra que casi nadie en nuestro tiempo es capaz de hablar de un modo tan rotundo a favor de la libertad intelectual como Milton hace trescientos años; y eso que él escribía en plena guerra civil. (N. del A.)

** «Dare to be a Daniel, / Dare to stand alone; / Dare to have a purpose firm, / Dare to make it known.»


http://www.revistaarcadia.com/libros/articulo/george-orwell-sobre-la-destruccion-de-la-literatura-moderna/65713



"Fernando  Garavito era un ser de pasiones profundas":
Édison Marulanda Peña
  Cultura

Ángel Castaño Guzmán
 
Entrevista con Édison Marulanda Peña escritor de  "Más que Juan Mosca. Fernando Garavito, escritor y hereje", sobre el poeta y columnista colombiano muerto en 2010 en un accidente de tráfico.


El periodista Édison Marulanda Peña, luego de seguirle la pista al Cardenal Darío Castrillón y publicar sobre él un libro con prólogo de Javier Darío Restrepo, acaba de sacar al mercado con la editorial de la Universidad de Antioquia el ensayo biográfico Más que Juan Mosca. 

Fernando Garavito, escritor y hereje, sobre el poeta y columnista colombiano muerto en 2010 en un accidente de tráfico.

¿Qué piensa de la tradición colombiana de las biografías? ¿Han sabido los biógrafos colombianos huir del hechizo de los personajes cuya vida abordan para dejar investigaciones serias?

Para empezar, amplío una idea de la introducción del libro Más que Juan Mosca. Fernando Garavito, escritor y hereje: en Colombia no existe una tradición de biógrafos renombrados, porque no hay un interés genuino en buscar que la biografía se consolide como un campo de la escritura testimonial. No sé si llamarla ironía o paradoja divertida, se trata del hecho que el biógrafo más reconocido entre nosotros es un exsacerdote irlandés-australiano, Walter Joe Broderick (con nacionalidad colombiana desde hace poco tiempo), autor de tres biografías; contratado para la primera, Camilo, el cura guerrillero (1975), por una editorial estadounidense porque aquí ninguna del sector pudo despojarse del prejuicio para contar la vida de un personaje singular en nuestro medio, por ser una síntesis de científico social, revolucionario y mártir: Camilo Torres Restrepo, de cuya muerte se están cumpliendo 50 años. 

Un escritor y periodista valorado por la tenacidad reflejada en sus investigaciones biográficas de personajes históricos es Enrique Santos Molano. Por lo menos dos trabajos suyos tienen que estar en una suerte de “canon” de la biografía colombiana: El corazón del poeta. Los sucesos reveladores de la vida y la verdad inesperada de la muerte de José Asunción Silva (1992), donde expone la polémica tesis del asesinato del poeta modernista, elemento que convierte su texto en un ensayo con tono de relato. El segundo es Nariño, filósofo revolucionario, con dos ediciones (1999/2013), donde reivindica al intelectual perseguido por sus ideas libertarias, que bebió de la Ilustración. Por cierto, el poder corroborar cuántas ediciones aguanta una biografía sobre un personaje que no sea histórico (Bolívar, Santander, Nariño, Miranda, Manuelita Sáenz, etc.), podría ser un criterio para saber si en Colombia hay o no lectores formados para este género de escritura híbrida.   

Hay que subrayar el aporte de Indalecio Liévano Aguirre al desarrollo del ensayo biográfico en el país de la primera mitad del siglo pasado, proclive al melodrama, los versos ripiosos y las pasiones políticas azuzadas desde la prensa doctrinaria y los radio-periódicos militantes. La novedad de su libro Rafael Núñez (1944), consiste en que el análisis de las ideas políticas y económicas que adopta el regenerador, como de su creación en la poesía, no es relegado para favorecer la anécdota de sus vicisitudes amorosas. A lo que debe sumarse la tersura del estilo del joven biógrafo, que no permite a su orientación liberal ninguna diatriba contra “el hombre más odiado por el liberalismo colombiano”. Y lleva un prólogo de Eduardo Santos, quien supo ponderar los méritos del trabajo de aquel estudiante de derecho que lo presentó como tesis de grado.  

Sucede que existe una suerte de círculo irrompible: las editoriales nacionales no apuestan por abrir una colección de escritura biográfica (memorias, perfil, biografía novelada, ensayo biográfico), porque no hay un nicho de lectores formados en esta sensibilidad, y temen el fracaso de su inversión. Basta con recordar la experiencia de Panamericana hacia la mitad de la década anterior cuando Conrado Zuluaga creó y dirigió un experimento loable: la colección 100 Personajes 100 autores. Diez años después todavía quedaban muchos ejemplares en las agencias regionales y para mover este capital inactivo apelaban a las promociones como pague 2 y lleve 3. Hay trabajos fruto de la lucidez, bastaría con recordar el ensayo biográfico Hannah Arendt. Una vida del siglo XX de Hernando Valencia Villa (el jurista pereirano exiliado en España desde 1995, cuando era el procurador delegado para los derechos humanos); consigue entusiasmar al lector tanto por los hechos hilvanados y la relación intelectual de Arendt con sus maestros Jaspers y Heidegger, como por las ideas de esta pensadora política perseguida en la Alemania Nazi, que fue capaz de confrontar a su propia comunidad judía después del Holocausto cuando expuso al mundo su tesis de la banalidad del mal, al cubrir el juicio de Adolf  Eichmann en Jerusalén como enviada de la revista New Yorker. En cambio, me dejó un sinsabor enorme el trabajo de Ricardo Silva Romero, Woody Allen: incómodo en el mundo (2004), quizá porque aceptó ser “biógrafo” por encargo, sin vocación.  

En relación con mi trabajo reciente acerca de Fernando Garavito Pardo, ya Pablo Montoya –el poeta, músico y novelista– sentenció en una conversación: “No esperes lectores para tu texto sobre Garavito, porque en este país solo se leen biografías de Pablo Escobar”.

Después de la investigación sobre el columnista y poeta Fernando Garavito, ¿cuáles son en su opinión los rasgos más fascinantes de su personalidad y de su carrera periodística?

Permítame descartar el calificativo “fascinantes” para mostrar un poco de realismo y ecuanimidad. Aunque en el libro advierto que por ser un ensayo se escribe desde la subjetividad, es una mirada personal de su vida, pasión -el exilio de 8 años es equiparable- y la obra variopinta.

De esta manera empalmo con uno de los rasgos de la personalidad compleja de Fernando Garavito: era un ser de pasiones profundas, fiel a sus amores y odios. Cuando él fungía de uno de los “Tres mosqueteros”, defendía desde su columna en la revista Cambio la Administración de su amigo Ernesto Samper (los otros dos espadachines eran D’Artagnan  y Hernando Santos), con la gobernabilidad socavada por el Proceso 8000, Garavito era vehemente. Y, al mismo tiempo, alternaba la invectiva con la sátira contra el jerarca que presidía el episcopado colombiano, Pedro Rubiano, el autor de la famosa parábola del elefante, a quien el periodista llamaba “Rubi, cardenal, Ano”, parodiando la tradición de los purpurados católicos al firmar documentos.

En un plano más íntimo, hay que decir que  Garavito era un hombre triste, incluso lo afirma en poemas como “En el umbral de la vida” del libro Ilusiones y erecciones (1989): “Este fue Fernando Garavito /con su tristeza y con su gula. /Vivió y fue escrito y amado /pero él prefirió romperse /en mil pedazos menos uno”. También lo expresaría luego en  artículos y durante los años del ostracismo en correos personales. Esto no es óbice para destacar su manejo magistral del humor en los temas que se le antojara o cuando departía en reuniones privadas con sus amigas Ana Fernanda Urrea y María Elena Triana.

Vivió desmesuradamente en el reino de la lectura desde los nueve años. Tal vez esta relación estrecha con los libros, especialmente de literatura, le concedió un poco de felicidad silenciosa, una suerte de fórmula secreta para soportar la lucidez con que analizaba las anomalías del país y los abusos de poder de las élites.

Quizá lo que más hay que resaltar, es su obsesión de experimentación con el lenguaje. Esto que se espera de los grandes literatos, Fernando Garavito tuvo la osadía de hacerlo en artículos de opinión, en reportajes, entrevistas y poemas. Este hallazgo lo explico en el capítulo 3. Un heterodoxo quiere cambiar el estilo del género opinión.  

Garavito, usted lo dice en el libro, es poco recordado hoy como poeta. ¿Cuál fue su aporte a la lírica nacional?

Retomo una reflexión de Hernando Téllez, que está en “Litigio de la poesía”, un ensayo de 1947, porque me sirve de igual modo que a cualquier lector de este exigente género, para detectar cuándo se está ante la poesía genuina o ha sido adulterada por exceso u omisión de uno de dos componentes inherentes a esta. El tránsito de lo estrictamente poético a lo incuestionablemente antipoético –sostiene Téllez– ocurre cuando las nociones intelectuales del poeta consiguen predominar sobre la pura emoción. Y añade que hasta ese momento el equilibrio entre idea y emoción, entre concepto y sentimiento, entre intuición y razón, era perfecto, inobjetable, equitativo. Había llegado al punto exacto de mutua correspondencia, indispensable para conseguir un resultado estrictamente poético. Pero al sobrevenir, en beneficio de la inteligencia, el rompimiento de ese providencial convenio, la sustancia poética se altera. En consecuencia, la emoción, la intuición, el sentimiento debilitan así sus posibilidades y, al mismo tiempo, la poesía se desvanece. Lo que queda, ya no es poesía sino una ficción de ella, un alarde de la inteligencia, una expresión de lo intelectualmente razonable, presentado bajo el esquema formal de lo poético. Pero la auténtica poesía ha desaparecido, asegura el crítico Téllez. Y advierte, que no está sugiriendo que la función lógica y razonable de la inteligencia deba quedar por fuera del trabajo intelectual que demanda la poesía.

Entonces, lo que debe conseguir el poeta en su proceso creativo es un equilibrio entre las fuerzas del intelecto y el sentimiento, para evitar la dominación de una u otra en detrimento de la capacidad de conmover y sugerir al pensamiento, que caracteriza a la poesía.

A mi modo de leer, en varios de los poemas de Fernando Garavito, concretamente de sus dos primeros libros, Já (1976) e Ilusiones y erecciones (1989), aunque se apela a un lenguaje fresco, del cotidiano, sin pretensión erudita y los asuntos de sus versos se alimentan de las vivencias del individuo, los sueños, la realidad social, el entorno privado, el medio laboral, se capta sobre todo en la experimentación ese esfuerzo de la inteligencia por decirlo todo a su manera sin tomar en cuenta a la emoción; y el sentimiento ha escapado ante la negación de su derecho a decir.

Por otra parte, en unos textos sin la forma de versos, se nota la actitud provocadora del “antipoema” en la senda del expresionismo, que puede encontrar como antecesor en el sur a Oliverio Girondo con Espantapájaros (1932).  Desde luego que no estoy generalizando esta característica en toda la producción poética de Fernando Garavito. Por cierto, no aparece en las antologías del género en la centuria anterior. Con excepción de Antología de la poesía colombiana del siglo XX (De los Nuevos hasta los más nuevos) (1996) Tomo II, compilación de Rogelio Echavarría. Si el crítico y poeta Harold Alvarado hubiese querido concederle un lugar a la poesía de Garavito Pardo, el capítulo donde quedaría su morada de papel y tinta es “Una generación desencantada”, allí tiene su corona de laurel María Mercedes Carranza. Él siempre la admiró y hasta quiso emular en sus búsquedas con la palabra, como lo menciona en los correos que preceden el libro póstumo De la luna y el sol. Palabras para las Romanzas sin palabras de Félix Meldelssohn (Letra a Letra, 2015). Es un trabajo tejido con textos herméticos como homenaje a Priscilla Welton, su esposa quien falleció en 2007 en USA, donde el logro evidente del poeta Garavito es haber liberado su voz de adjetivos y adverbios con clara intención minimalista, consiguiendo esta vez la convivencia armónica de las fuerzas de la razón y el sentimiento. Para la muestra el poema Academia de ballet: “Se es lo que se sueña, /el amor y su herida… /Se sueña lo que tal vez será, /la huella de Giselle / bajo los árboles” (p. 54).

http://www.elespectador.com/noticias/cultura/fernando-garavito-era-un-ser-de-pasiones-profundas-edis-articulo-668750



Crucigrama Competencias Ciudadanas













Notas 2° Período
 Economía y Política 
 Grupo 10°2




Competencias Ciudadanas
               Actividad "Apareamiento"






Chet Baker

 "Almost blue"








Chet Baker

la autodestrucción del genio salvaje del  jazz

La obra de Chet Baker, profundamente sensual         e hipnótica, contrasta con el caos de su vida

Sofá Sonoro
Alfonso Cardenal Regueiro

La música de Chet Baker es profundamente seductora, triste, evocadora. El genial trompetista, uno de los músicos más atractivos de la historia, tenía un don, una capacidad única para transmitir emociones a través del viento que cruzaba su trompeta como el aliento del que está apunto de desfallecer. Su vida, en cambio, fue terriblemente desastrosa. Todo el talento que tenía como músico, todos esos dones, chocaban con una personalidad destructiva y egoísta asfixiada por las adicciones. Como Charlie Parker o como Bill Evans, junto a los que tocó, Baker se destrozó con las drogas hasta hurgar en lo más profundo del pozo más hondo.

Chet Baker conquistó la gloria en los clubes de jazz de Estados Unidos gracias a su don, a ese sonido suave de la Costa Oeste de EEUU. Baker transformó el jazz en algo diferente tanto por su música como por su imagen de actor de Hollywood rebosante de carisma y elegancia. Todo el mundo quería estar cerca de él y tuvo el mundo entre sus manos. Pero en ese mundo abundaban las drogas, drogas duras que todavía eran legales y que circulaban en todo tipo de entornos y ciudades. Baker acabó preso de ellas. Arruinado por ellas tanto en lo económico como en lo personal.

Cayó en un círculo vicioso de deudas, mentiras y divorcios mientras su música seguía creciendo. Devoró el mundo y a la par fue devorado por él, como Paker, como muchos más de aquella generación bendecida por la música y maldecida por sus pactos con el diablo. Agotado, Baker se trasladó a Europa, aunque poco cambió. Las drogas seguían estando al alcance, abundaban los admiradores dispuestos a invitarle y no faltaban los médicos que accedían, a cambio de dinero, a facilitar recetas para heroína y cocaína. Baker montó su propia red de suministro, aunque también tuvo épocas de control en las que sujetado por alguna de sus parejas consiguió centrarse en la música, la única compañera que nunca le abandonó, la tabla sobre la que se mantuvo a flote en las peores épocas.
Pero sus vicios acabaron también afectando a su música. En los años sesenta acabó pasando algo más de un año en la cárcel. A su salida de prisión editó el eterno ‘Chet is back’, aunque en realidad no había vuelto. 

La droga provocó su expulsión de Italia, Francia y Alemania hasta que finalmente fue deportado a EEUU. De vuelta a casa terminó de tocar fondo cuando unas deudas fueron la causa de una paliza que le destrozó la boca afectando a su forma de tocar. Sin embargo, consiguió resurgir, volver a grabar y a tocar con acierto durante los años setenta y buena parte de los ochenta. Volvió a encontrar el amor y la estabilidad, cambió la heroína por la metadona y puso orden en su caos. Siguió grabando discos de todo tipo, directos, tríos y con orquesta. Eso nunca dejó de hacerlo. Era su consuelo y su fuente de ingresos.

En los años ochenta, Baker inició una nueva etapa de su vida. Volvió a instalarse en Europa a finales de los 70 y centró su carrera en los escenarios europeos. Dejó de lado el estudio y sus discos apenas cruzaron el Atlántico ni tuvieron gran trascendencia. Vivía de tocar y sobre las tablas había noches de todos los colores. En esos años fue reclutado por un admirador como Elvis Costello para grabar con él y volvió a girar por Japón, donde su estrella nunca perdió el brillo de sus mejores años.

Su imagen, por esta época, estaba muy deteriorada y parecía mucho mayor de lo que era. Sin embargo, su magia seguía apareciendo de noche en noche. Una de ellas quedó para el recuerdo de los aficionados madrileños cuando actuó en el San Juan Evangelista junto a Phillipp Catherine y Marc Johnson. Unas semanas después murió en un hotel de Ámsterdam. Junto a la plaza en la que falleció, tras caerse -o arrojarse- por una ventana, las autoridades de la capital holandesa pusieron una placa que sustituyó a los improvisados homenajes que habían instalado sus seguidores en ese rincón junto a la estación central.

Chet Baker no llegó a ver ‘Lets get lost’, el espectacular documental rodado por Bruce Weber estrenado poco después. Weber se acercó mucho a Baker y entendió su historia, sus contradicciones, sus mentiras. 

Desnudó al personaje retratándole con todos sus matices, narrando su historia con honestidad, sin ensalzar el mito ni derribar al hombre. Diez años después del documental de Weber se publicaron las memorias perdidas de Chet Baker, unas anotaciones sin orden que encontró su mujer Carol tras la muerte del músico. El relato de Baker muestra una cara más del trompetista, sus demonios y sus pasiones. Son apenas 120 páginas, pero en ellas, escritas quizá sin intención editorial, Baker se confiesa como quien hablar con uno mismo recordando errores, éxitos, amigos y amoríos. Un relato íntimo que exhibe la naturaleza misma del artista, de ese artista maldito.

La de Baker es la historia de una caída, de una vida perdida. Historias que pueden resultar morbosas pero que en realidad son terriblemente tristes. Es la pérdida de un talento especial, consumido y derrotado, malgastado y destruido. Hay artistas que han llegado a la cima a base de trabajo, lo de Baker era instintivo. Mientras algunos músicos se mataban ensayando para mejorar, Baker lo hacía todo de un modo tremendamente natural. La música fluía en él como el aire que respiraba. No era trabajo, no era difícil.

Era algo innato. Adentrarse en su historia resulta aterrador, hacerlo en su música es justo lo contrario. Otro contraste más de Chet Baker. Su música, que pasó por distintas etapas y fases, sigue apareciendo como algo puro, elegante, hipnótico.

Los discos de Baker, con sus aciertos y fallos, poco tienen que ver con la crónica de su vida. Volver a sus canciones relaja, abstrae, parece un regalo que anestesia de los males que nos persiguen. Una vía de escape a la realidad. Sus trabajos con Charlie Paker, sus grabaciones con Bill Evans, sus discos para Blue Note o sus encuentros con Gerry Mulligan son historia del jazz, una historia en blanco y negro, como el contraste entre la brillante música y la oscura historia de Chet Baker.


http://cadenaser.com/programa/2015/08/21/sofa_sonoro/1440172373_807625.html




VERIFICACIÓN DEL ESTADO EN SISBEN PARA  ESTUDIANTES DE GRADO 11

El Instituto Colombiano para la Evaluación de la Educación - ICFES, informa que los jóvenes que presentaron la prueba de Estado SABER 11 y que se encuentran en estado de “verificación” en el SISBEN, deben gestionar la corrección debido a que, para acceder a cualquier fondo de financiación de educación superior, es importante encontrarse “activo” en el mencionado sistema.

El plazo máximo para que los estudiantes corrijan su estado ante el SISBEN es este 27 de septiembre.

En caso de presentar alguna inquietud, podrá comunicarse con la funcionaria Andrea Vásquez Montoya 5148343 o directamente con el ICFES en la línea nacional gratuita 018000519535

Asunto: Consulta estado en el SISBÉN

Enviamos información complementaria sobre el mensaje que remitió el ICFES sobre la verificación del estado en el SISBEN de los estudiantes para el acceso a fondos de financiación de educación superior.   

Los estudiantes pueden validar el estado en el SISBÉN en la siguiente página: https://www.sisben.gov.co/

en la opción Consulte aquí su puntaje del Sisben








Sí el estudiante se encuentra en estado de “verificación”, debe dirigirse a cualquiera de los siguientes puntos de Atención del Sisbén y gestionar la respectiva corrección:

· Centro de Servicios Alpujarra (sótano Alcaldía de Medellín)
· Mascerca Belén
· Mascerca El Poblado
· Mascerca Guayabal
· Mascerca Castilla
· Mascerca La Floresta
· Casa de Gobierno San Cristóbal
· Casa de Gobierno San Antonio de Prado
· Casa de Gobierno Santa Elena
· Casa de Gobierno Altavista
· Casa de Gobierno Palmitas
· Centro de Servicios Lusitania
· Unidad permanente Justicia el Bosque
· Parque Biblioteca La Ladera

La corrección debe realizarse debido a que uno de los requisitos para acceder a cualquier fondo de financiación de educación superior, es encontrarse “activo” en el mencionado sistema.

Si su estado es “VALIDADOno deberá realizar ninguna corrección
El plazo máximo para que los bachilleres corrijan su estado ante el SISBÉN es el 27 de septiembre de 2017