Por qué es el objeto más misterioso de la historia de la tecnología
De no haber sido por una tormenta en la rocosa isla griega de Anticitera hace poco más de un siglo, uno de los objetos más desconcertantes y complejos del mundo antiguo quizás no habría sido descubierto jamás.
Tras refugiarse en la isla, un equipo de buscadores de esponjas marinas decidió ver si tenían suerte bajo esas aguas, se toparon en cambio con los restos de una galera romana que había naufragado en medio de otra tormenta hacía 2.000 años, cuando el Imperio romano empezó a conquistar las colonias griegas en el Mediterráneo.
En la arena del fondo del mar estaba el cúmulo más grande de tesoros griegos que se haya encontrado jamás. Entre las hermosas estatuas de cobre y mármol estaba el objeto más intrigante de la historia de la tecnología. Es de bronce corroído, no más grande que una laptop moderna, hecha hace 2.000 años en la antigua Grecia. Se le conoce como el mecanismo de Anticitera. Y resultó ser una máquina del futuro.
"Si no lo hubieran descubierto en 1900, nadie se habría
imaginado, ni siquiera creído, que algo así existía... ¡es tan
sofisticado!", le dice a la BBC el matemático Tony Freeth.
"¡Imagínate: alguien, en algún lugar de la antigua Grecia,
hizo una computadora mecánica!", exclama el físico griego Yanis Bitzakis
quien, como Freeth, es parte del equipo internacional de investigación del
asombroso artefacto.
"Es un mecanismo de una genialidad realmente
sorprendente", añade Freeth. No están exagerando.
Tuvieron que pasar unos 1.500 años antes de que algo que se
aproximara al mecanismo de Anticitera volviera a aparecer, en la forma de los
primeros relojes mecánicos astronómicos, en Europa. Sin embargo, éstas son las
conclusiones; entender qué era el misterioso objeto tomó tiempo, conocimientos
y esfuerzo.
Imposiblemente adelantado a su tiempo
Uno de los problemas era su anacronismo. El primero en examinar
en detalle los 82 fragmentos recuperados fue el físico inglés y padre de la
cienciometría Derek J. de Solla Price. Empezó en los años 50 y en 1971, junto
con el físico nuclear griego Charalampos Karakalos, tomó imágenes con rayos X y
rayos gamma de las piezas.
Descubrieron que había 27 ruedas de engranaje adentro, y que era
tremendamente complejo.
Los expertos habían logrado fechar con considerable precisión
algunas de las otras piezas encontradas entre el año 70 a.C. y 50 a.C. Pero un
objeto tan extraordinario no podía datar de esa época. Quizás era mucho más
moderno y sólo por casualidad había caído en el mismo sitio, pensaban varios.
127 y 235 dientes
Price adivinó que contar los dientes en cada rueda podía dar
alguna pista sobre la función de la máquina.
Con imágenes bidimensionales, las ruedas se superponían, lo que
dificultaba la tarea, pero logró establecer dos números: 127 y 235.
"Esos dos números eran muy importantes en la Grecia
antigua", señala el astrónomo Mike Edmunds.
¿Sería posible que los estuvieran usando para seguir el
movimiento de la Luna?
La idea era revolucionaria y tan avanzada que Price dudó de la
autenticidad del objeto.
"Si los científicos griegos antiguos podían producir estos
sistemas de engranaje hace dos milenios, toda la historia de la tecnología de
Occidente tendría que reescribirse", resalta Freeth.
¿Lograron mecanizar sus conocimientos?
La Grecia de hace dos milenios es una de las culturas más
creativas que hayan existido jamás, así que no estaba en tela de juicio cuán
magnífico fue su desarrollo en todos los campos, incluso en astronomía,
considerada entonces como una rama de las matemáticas.
Sabían cómo se movían los cuerpos celestiales en el espacio,
podían calcular sus distancias y conocían la geometría de sus órbitas.
¿Habrían sido capaces de meter astronomía y matemáticas
complejas en un artilugio y programarlo para que siguiera el movimiento de la
Luna?
El número 235 que había encontrado Price era la clave del
mecanismo para computar los ciclos de la Luna.
"Los griegos sabían que de una nueva Luna a la siguiente
pasaban en promedio 29,5 días. Pero eso era problemático para su calendario de
12 meses en el año, porque 12 x 29,5 = 354 días, 11 días menos de lo
necesario"", le explica a la BBC Alexander Jones, historiador de
astronomía antigua.
"El año natural, con las estaciones, y el año calendario
perderían la sincronía".
No obstante, también sabían que 19 años solares son casi
exactamente 235 meses lunares, un ciclo cuyo nombre es metónico.
"Eso significa que si tienes un ciclo de 19 años, a largo
plazo tu calendario va a estar en perfecta sintonía con la estaciones".
Como confirmándolo, en uno de los fragmentos del mecanismo de
Anticitera encontraron el ciclo metónico.
Revoluciones
Gracias a los dientes de las ruedas de engranaje, el mecanismo
empezó a revelar sus secretos.
Las fases de la Luna eran inmensamente útiles en esa época.
De acuerdo a ellas se determinaba cuándo sembrar, cuál era la
estrategia en la batalla, qué día eran las fiestas religiosas, en qué momento
pagar las deudas o si podían hacer viajes nocturnos.
El otro número, 127, le sirvió a Price para entender otra
función relacionada con nuestro satélite natural: el aparato también mostraba
las revoluciones de la Luna alrededor de la Tierra. Tras 20 años de intensa
investigación, Price concluyó que ya había resuelto el acertijo. Sin embargo,
quedaban piezas del rompecabezas por encajar.
El futuro 223
El siguiente paso requirió de tecnología hecha a la medida. Y un
equipo internacional de expertos dedicado a investigar el mecanismo de
Anticitera.
El equipo logró convencer a Roger Hadland, ingeniero de rayos X,
de que diseñara y llevara al Museo Arqueológico Nacional en Atenas una máquina
especial para hacer imágenes tridimensionales del mecanismo. Y, valiéndose de
otro aparato que realzó los escritos que cubren buena parte de los fragmentos,
los investigadores encontraron una referencia a los engranajes y a otro número
clave: 223.
Tres siglos antes de la edad de oro de de Atenas, los antiguos
astrónomos babilonios descubrieron que 223 lunas tras un eclipse (18 años y 11
días, conocido como un ciclo de saros), la Luna y la Tierra vuelven a la misma
posición de manera que probablemente se producirá otro parecido.
"Cuando había un eclipse lunar, el rey babilonio dimitía y
un substituto asumía el mando, de manera que los malos augurios fueran para él.
Luego lo mataban y el rey volvía a asumir su posición", cuenta John
Steele, experto en Babilonia del Museo Británico. Y resulta que 223 era el
número de otra de las ruedas del artilugio.
El mecanismo de Anticitera podía ver el futuro... podía predecir
eclipses.
No sólo el día, sino la hora, la dirección en la que la sombra
cruzaría y el color del que se iba a ver la Luna.
Todo dependía de la Luna.
Como si eso no fuera suficientemente asombroso, descubrieron
otra maravilla.
El ciclo de saros dependía del patrón del movimiento de la Luna
y "nada sobre la Luna es sencillo", declara Freeth.
"No sólo su órbita es elíptica -de manera que viaja más
rápido cuando está más cerca de la Tierra-, sino que esa elipse también rota
lentamente, en un período de 9 años".
¿Podía el mecanismo de Anticitera rastrear ese sendero
fluctuante de la Luna?
Efectivamente, podía: dos ruedas de engranaje más pequeñas, una
de ellas con una pinza para regular la velocidad de rotación, replicaban con
precisión el tiempo que se demora la Luna en orbitar, mientras que otra, con 26
dientes y medio compensaba por el desplazamiento de la órbita.
Y, por si fuera poco, al examinar lo que queda de la parte
frontal del aparato, el equipo de expertos concluyó que solía tener un
planetario como lo entendían en ese momento: con la Tierra en el centro y cinco
planetas girando a su alrededor.
"Era una idea extraordinaria: tomar teorías científicas de
la época y mecanizarlas para ver qué pasaría días, meses y muchas décadas
después", subraya el matemático.
Un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma
"Esencialmente fue la primera vez que la raza humana creó
una computadora", añade Freeth.
"Es verdaderamente increíble que un científico de esa época
descubrió cómo usar ruedas de engranaje de bronce para rastrear los complejos
movimientos de la Luna y los planetas".
Pero... ¿quién fue?
Nuevamente, exploraron lo que nos quedó del fabuloso artilugio
para buscar la respuesta.
Una pista estaba en otra de sus funciones.
El mecanismo de Anticitera predecía además la fecha exacta de
los Juegos Panhelénicos: los Juegos de Olimpia, los Juegos Píticos, los Juegos
Ístmicos, los Juegos Nemeos.
Lo curioso es que, aunque los Juegos de Olimpia eran los más
prestigiosos, los Ístmicos, en Corinto, aparecen en letras mucho más grandes. Además,
los expertos ya habían notado que los nombres de los meses que aparecían en
otra rueda eran corintios.
La evidencia apuntaba a que el diseñador era un corintio y que
vivía en la colonia más rica gobernada por esa ciudad: Siracusa. Y Siracusa era
el hogar del más brillante de los matemáticos e ingenieros griegos: Arquímedes.
Nada más y nada menos que quizás el científico más importante de
la Antigüedad clásica, el hombre que había determinado la distancia a la Luna,
encontrado cómo calcular el volumen de una esfera y de ese número fundamental
π; que había asegurado que con una palanca movería el mundo y tanto más.
"Sólo un matemático tan brillante como Arquímedes podría
haber diseñado el mecanismo de Anticitera", opina Freeth.
Lo cierto es que Arquímedes estaba en Siracusa cuando los
romanos llegaron a conquistarla y que el general Marco Claudio Marcelo ordenó
que no lo mataran, pero un soldado lo hizo.
Siracusa fue saqueada y sus tesoros enviados a Roma. El general
Marcelo sólo se llevó dos piezas consigo, ambas -dijo- eran de Arquímedes. El
equipo de investigación piensa que eran versiones anteriores del mecanismo.
Un indicio se encuentra en una descripción que escribió el
formidable orador Cicero de una de las máquinas de Arquímedes que vio en la
casa del nieto del general Marcelo.
"Arquímedes encontró la manera de representar con precisión
en un sólo aparato los variados y divergentes movimientos de los cinco planetas
con sus distintas velocidades, de manera que el mismo eclipse ocurre en el
globo que en la realidad".
¿Qué pasó con la brillante tecnología griega que produjo la
primera computadora? ¿Por qué no se desarrolló? ¿Por qué se perdió?
Como tantas otras cosas, con la caída de los griegos y luego los
romanos, los conocimientos "emigraron" hacia el oriente, donde los
bizantinos los guardaron por un tiempo y luego pasaron a los eruditos árabes.
El segundo artilugio con engranajes de bronce más antiguo que se
conoce es del siglo V e inscripciones en árabe. Y en el siglo XIII los moros
llevaron esos conocimientos de vuelta a Europa.
Investigaciones previas establecieron que el mecanismo estaba
metido en una caja de madera, que no sobrevivió el paso del tiempo.
Una caja que contenía todo el conocimiento del mundo, el tiempo,
el espacio y el Universo.
"Es un poco intimidante darse cuenta de que justo antes de la caída de su gran civilización, los antiguos griegos habían llegado tan cerca a nuestra era, no sólo en su pensamiento sino también en su tecnología científica", dijo Derek J. de S. Price.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-36592050
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