Estanislao Zuleta y la educación
Un aleccionador y vigente texto, construido a partir de su artículo: ”Educación,
disciplina y voluntad de saber”, publicado
en 1988.
Uno de los grandes
aportes del maestro Estanislao Zuleta fueron sus reflexiones sobre la
educación. Tuve la fortuna de entrevistarlo en 1985, La educación un campo de combate, una
extensa y fructífera conversación en la cual quedaron plasmadas sus inquietudes
y preocupaciones por lo que él llamo “una de las mayores tragedias
colombianas”. Al conmemorarse los 25 años de su muerte (febrero 17 de 1990) y
los 80 de su nacimiento (3 de febrero de 1935) quiero rendir un homenaje
personal a su vida y obra, trayendo a valor presente un aleccionador y vigente
texto, construido a partir de su artículo Educación,
disciplina y voluntad de saber, publicado
en 1988.
* * *
“La educación es quizá
una de las mayores tragedias colombianas: una educación realizada para que los
individuos no actúen, para que no sean sujetos de su historia, que es una
manera de impedir, de controlar el pensar y el actuar. Una educación para la
uniformidad, inhibitoria del pensamiento, el deseo y el saber.
Tal es el caso de la
educación católica que ha primado y sigue primando en nuestra educación,
así se denomine de manera distinta y cuya característica es la de ser una
educación de la intimidación, en la cual quien no esté de acuerdo o se someta
está condenado, es un hereje. Para este tipo de educación resulta incómodo el
individuo que introduce la duda, que desarrolla la capacidad de dudar, que se
hace y hace preguntas a los otros, lo cual es esencial para que el ser humano
se forme, para que pueda existir efectivamente una relación educativa creadora.
A esta realidad no
escapa tampoco la escuela activa, identificada con el pensamiento liberal de
los años 30. Su ideario civilizador en el fondo era una educación
domesticadora. Domesticadora para el trabajo y las demandas del naciente
capitalismo. Una escuela que no tenía en cuenta el problema fundamental y
esencial de la enseñanza: abrir un campo en el cual se pueda pensar y no
simplemente o exclusivamente crear un mercado de profesionales donde haya
médicos, ingenieros, abogados, etc.
Es muy distinto abrir un
mercado de profesiones, una demanda de trabajo calificado, que abrir un campo
de pensamiento en el que la gente pueda pensar, pensar contra sí mismo, contra
lo establecido, dudar, dudar de sí mismo, dudar de lo que se ha creído, de los
otros, de los poderosos, dudar de los débiles. Alguien que no sólo sabe
realizar un trabajo sino que también sabe quién es él, en qué sociedad vive,
qué busca. Si la educación no da cuenta de este aspecto, es una fatalidad
cultural.
Para que un maestro
logre efectivamente despertar el interés y la atracción por lo que enseña
necesita prescindir de la disciplina que nos obliga no sólo a ir a clase, sino
a estudiar materias que no nos interesan o no queremos sencillamente. Sería el
mayor logro de la educación. Se lograría que sus clases, sus enseñanzas, sus
opiniones fueran tan interesantes para sus alumnos, los atrajeran, como cuando
van a hacer las cosas que les son prohibidas. Hasta ahora la escuela está en
contra del deseo, el deseo en todos los sentidos.
Por ejemplo, uno como
estudiante tiene la sensación y la convicción de que la clase es lo más
indeseado del mundo, es un estado de intimidación, donde se debe permanecer
atento y callado frente a algo que no interesa ni motiva. En cambio, el recreo
es una maravilla, es algo que se desea, es lo contrario de la clase. ¿Cuándo
ocurrirá que la clase sea tan deseable como el recreo?,
Enseñar es incitar a
amar lo que uno desea, todo lo demás son catálogos, enseñanzas huecas, datos de
profesores.
Es importante que los
luchadores por la educación entendamos claramente que si la educación no enseña
al hombre a luchar por sí mismo, a criticase a sí mismo, a criticar a la
sociedad en que vive, esa educación es nefasta.
Hay una relación
necesaria, generalmente mala, entre educación y autoridad. La autoridad no ha
sido nunca buena educadora. Esto ya lo sabían los griegos. La educación no es
ni debe ser necesariamente domesticación. Cuando la educación no es más que
convertir al otro en la imagen que nosotros tenemos del deber ser, es una mala
educación.
Cuando, por el
contrario, la educación permite al individuo pensar por sí mismo y ser lo que
él quiera, es una educación deseable, aunque muy difícil de alcanzar, porque la
educación ha sido casi siempre obligación, imposición, deber de llegar a ser lo
que determinen los que mandan.
No hay igualdad efectiva
entre los hombres sino en la razón. En nuestro medio educativo no ha existido
una pedagogía racional ni en sus modelos educativos, ni en los discursos que
hablan de la educación, en sus prácticas y métodos de enseñanza, ni en las
relaciones de la educación con la cultura y la política. Ello explica el
autoritarismo, el dogmatismo, la intolerancia, el individualismo improductivo y
sectario que recorre nuestras aulas y la sociedad.
Donde no existe
racionalidad no puede existir la democracia, sólo se puede hablar de ella o
actuar en su nombre, incluso gobernar.
Platón para responder
¿qué es la democracia?, se hace esta pregunta: ¿de dónde proviene el poder
legítimo y efectivo del capitán de un barco? Y respondía: por ser el que mejor
conocía los vientos, los mares, la geometría, la astronomía, y no porque lo
hubieran nombrado los marinos, o se hubiera tomado por la fuerza el barco, en
cuyo caso sería un tirano. Su autoridad era legítima y efectiva porque sabía
más que todos los demás marinos de aquello que a todos interesaba. Una bella
idea sobre el origen y legitimidad del poder, pero desgraciadamente no
suficiente. Insuficiente por cuanto podría ocurrir que la inmensa mayoría de la
tripulación quisiera ir a un lugar distinto al que quiere el capitán, en cuyo
caso el poder legítimo es el de la tripulación, también la mayoría puede tener
la razón en un momento determinado.
Los campesinos saben que
requieren tierra, sin necesidad de que existan burócratas o políticos que les
señalen tal urgencia; la gente desempleada sabe y necesita un empleo; también
es preciso que la gente tenga expresión y posibilidades políticas y las gentes
lo saben.
De la misma manera, en
la educación lo que necesitamos no son técnicos o misiones extranjeras, sino
hombres que quieran educar y quieran educarse a sí mismos, pensar la educación
y lo que hacen.
Estas reflexiones son un
llamado a los educadores, a los maestros colombianos para que se eduquen
a sí mismos, luchen por sí mismos por una nueva sociedad, y para ello necesitan
de su autonomía, de su racionalidad, ser sujetos de su historia y de su labor
pedagógica y educativa”.
ADENDO: En nuestro sistema educativo la gente adquiere la disciplina desgraciada
de hacer lo que no le interesa; de competir por una nota, de estudiar por miedo
a perder el año. Más adelante trabaja por miedo a perder el puesto. Desde la
niñez el individuo aprende a estudiar por miedo, a resolver problemas que
a él no le interesan. Puede que el tipo de educación actual sea muy mala desde
el punto de vista del conocimiento, pero es ideal para producir un “buen
estudiante”, al que no le interesa aprender pero sí sacar cinco, y que solo
estudia por el miedo a perder el año. Una educación así es ideal para el
sistema y sus intereses.”
http://www.las2orillas.co/estanislao-zuleta-y-la-educacion/?utm_source=Las2Orillas&utm_campaign=157eafa7e7-_29_02_16_Mailing_Las2orillas&utm_medium=email&utm_term=0_c8e983cea9-157eafa7e7-96021685
No hay comentarios:
Publicar un comentario