Por qué el mundo debe temerle al poder de una bomba de hidrógeno
Aunque el ensayo de Norcorea causó revuelo,
otros ya hicieron pruebas con bombas de hidrógeno.
El Tiempo.com
Por Juan
Diego Soler
Pocas invenciones
humanas generan tanto miedo y curiosidad como el poder de la energía nuclear.
Al liberar el poder del átomo, los humanos encontramos una fuente de energía
casi ilimitada con la que se iluminan ciudades y se impulsan naves espaciales
hasta el confín del sistema solar. Pero también descubrimos el potencial para
arrasar poblaciones en un instante y convertir en un desierto infértil al único
lugar del universo en el que -hasta ahora- se ha desarrollado nuestra especie.
Hasta hace unos
días, las consecuencias del poder nuclear más allá de nuestro control estaban
presentes en las imágenes de la devastación producida por el accidente en la
central nuclear de Fukushima (Japón) o en los desgarradores testimonios del
desastre de Chernóbil (Ucrania), relatados en la impecable pluma de la ganadora
del premio Nobel de Literatura en el 2015, Svetlana Alexievich. Pero nos habíamos olvidado de una amenaza apenas familiar para
quienes no experimentaron el mundo durante la Guerra Fría: la amenaza de un
arma nuclear.
El pasado 6 de
enero, el gobierno de la República Popular Democrática de Corea, que el mundo
conoce como Corea del Norte, manifestó haber detonado por primera vez una bomba de hidrógeno. Sin duda, un hecho de gran importancia geopolítica, rechazado
ampliamente por la comunidad internacional, y sobre el que aún hoy permanece un
manto de duda.
¿Pero qué es
exactamente una bomba de hidrógeno? En julio de 1945, en el desierto de Nuevo
México, Estados Unidos detonó por primera vez un arma cuyo poder destructivo
provenía de la reacción en cadena producida al dividir el núcleo de un átomo. Era
el resultado del ultrasecreto Proyecto Manhattan, que durante la Segunda Guerra
Mundial (1939-1945) empleó a muchos de los físicos más brillantes de la época.
Era la primera bomba de fisión (división) nuclear.
Esa fue la bomba
que se liberó sobre Hiroshima (Japón) segando la vida de más de 70.000
personas, dejando seriamente heridas a otras 70.000 y arrasando con un área de
más de 12 kilómetros cuadrados. Apenas unos días después, Nagasaki (Japón)
sufrió la misma suerte. La destrucción de ambas ciudades precipitó la
rendición de Japón y se convirtió en un macabro referente que impulsó a las
grandes potencias mundiales a desarrollar sus propias armas nucleares.
En noviembre de
1952, en una región apartada del desierto de Nevada (EE. UU), se detonó por
primera vez un tipo de bomba mucho más potente, impulsada no solamente por la
fisión nuclear sino por la fusión (unión) de átomos de hidrógeno: era la
primera bomba de hidrógeno (bomba-H).
La fusión nuclear
es el mecanismo que genera la energía en la estrellas. En el interior del Sol,
la presión producida por la gravedad hace que 620 toneladas de hidrógeno se
fusionen cada segundo. En el interior de una bomba-H, una serie de bombas de
fisión generan la presión que fusiona átomos de hidrógeno generando una
explosión más de 100 veces más poderosa que la de una bomba de fisión. Para finales de 1953 ya se habían completado 11 explosiones de
este tipo de artefactos en esa misma zona.
En 1956 llegaron a
la población estadounidense de St. George, en Utah, a unos 200 kilómetros de
los lugares de las pruebas nucleares, los equipos de filmación y los actores de
El Conquistador.
Esa
superproducción de cine, financiada por el millonario Howard Hughes, trataba
sobre la vida de Genghis Khan, emperador de los mongoles, quien era
interpretado por John Wayne.
Numerosos miembros
de las tribus nativas de la región fueron traídos como extras para recrear las
hordas de mongoles durante un rodaje extenuante, que al final tuvo que ser
terminado en Hollywood usando 60 toneladas de arena tomadas del lugar para
recrear las locaciones en un estudio.
Durante los
siguientes años, muchos de los integrantes de la producción fallecieron
víctimas del cáncer. Se dice que cerca de un centenar, de los más
de 200 participantes en el filme, fueron diagnosticados con la enfermedad. En
1963, el actor mexicano Pedro Armendáriz optó por el suicidio al saber que
padecía un cáncer de riñón. Ese mismo año falleció el director Dick Powell.
En 1974, fue la
actriz Agnes Moorhead y poco tiempo después John Wayne -el protagonista- y
Susan Hayward -la coprotagonista-. Inicialmente,
los diagnósticos de estos últimos se asociaron a otros factores, pero para 1980
casi la mitad de los miembros de la producción y un alto número de habitantes
de la zona habían padecido algún tipo de cáncer.
Después de los
Estados Unidos, solamente la Unión Soviética, el Reino Unido, China, Francia e
India han desarrollado y realizado pruebas con bombas de hidrógeno. Con estas,
son más de 2.000 las pruebas nucleares que se han hecho alrededor del mundo.
En 1996, la
Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó el Tratado de Prohibición
Completa de los Ensayos Nucleares (CTBT), según el cual cada Estado se
compromete a no realizar explosiones de ensayo de armas nucleares o cualquier
otra explosión nuclear. Dicho compromiso ha sido ratificado por todos los
países miembros de la ONU, con la excepción de 13 Estados, entre los cuales
están Corea del Norte, India y Pakistán, naciones que sí han realizado pruebas
nucleares posteriores a la entrada en vigencia del acuerdo.
Aun si el ensayo
nuclear de Corea del Norte fuera con un artefacto de menos poder que una
bomba-H, representa una seria amenaza para la paz y la seguridad mundiales. En
el mejor de los casos aleja más a esa nación de la comunidad internacional y
arriesga la salud de millones personas.
Juan Diego Soler. Ph. D. Investigador en astrofísica del CEA/Saclay,
Francia.
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