miércoles, agosto 17, 2016

Michel Foucault

Lectura - Taller

Filósofo francés que intentó mostrar que las ideas básicas que la gente considera verdades permanentes sobre la naturaleza humana y la sociedad cambian a lo largo de la historia. Sus estudios pusieron en tela de juicio la influencia del filósofo alemán Marx y del psicoanalista Freud. Foucault aportó nuevos conceptos que desafiaron las convicciones de la gente sobre la cárcel, la policía, la seguridad, el cuidado de los enfermos mentales, los derechos de los homosexuales y el bienestar.

Nacido en Poitiers, estudió filosofía occidental y psicología en la École Normale Supérieure de París. Durante la década del 60, encabezó los deptos. de filosofía de las U. de Clermont-Ferrand y Vincennes. En 1970 fue elegido para el puesto académico más prestigioso en Francia, en el Collège de France, con el título de profesor de Historia de los Sistemas de Pensamiento.

Las principales influencias en el pensamiento de Foucault fueron los filósofos alemanes Nietzsche y Heidegger. Nietzsche mantenía que la conducta humana está motivada por una voluntad de poder y que los valores tradicionales habían perdido su antiguo dominio opresivo sobre la sociedad. Heidegger criticó lo que llamó "nuestro actual entendimiento de ser tecnológico".

Foucault exploró los modelos cambiantes de poder dentro de la sociedad y cómo el poder se relaciona con la persona. Investigó las reglas cambiantes que gobiernan las afirmaciones que pueden ser tomadas de forma seria como verdaderas o falsas en distintos momentos de la historia.

Estudió también cómo las prácticas diarias permiten a la gente definir sus identidades y sistematizar el conocimiento; los hechos pueden ser entendidos como productos de la naturaleza, del esfuerzo humano o de Dios. Afirmaba que la concepción de las cosas tiene sus ventajas y sus peligros.

El pensamiento de Foucault se desarrolló en tres etapas. La primera, en Locura y civilización (1960), que escribió mientras era lector en la U. de Uppsala, en Suecia, reflejó cómo en el mundo occidental la locura -que alguna vez se pensó infundida por inspiración divina- llegó a ser considerada como enfermedad mental. En esta obra intentó exponer la fuerza creativa de la locura que había sido reprimida tradicionalmente por las sociedades occidentales.

En su segunda etapa escribió una de sus obras más importantes, Las palabras y las cosas (1966) done desarrolló una importante crítica al concepto de progreso de la cultura, al considerar que el discurso de cada época se articula alrededor de un «paradigma» determinado, y que por tanto resulta incomparable con el discurso de las demás. Del mismo modo, no podría apelarse a un sujeto de conocimiento (el hombre) que fuese esencialmente el mismo para toda la historia, pues la estructura que le permite concebir el mundo y a sí mismo en cada momento, y que se puede identificar, en gran medida, con el lenguaje, afecta a esta misma «esencia» o convierte este concepto en inapropiado.

La última etapa de Foucault empezó con la publicación de Vigilar y castigar, en 1975. Se preguntaba en este ensayo si el encarcelamiento es un castigo más humano que la tortura, pero se ocupa más de la forma en que la sociedad ordena y controla a los individuos adiestrando sus cuerpos; por ejemplo, un entrenamiento básico puede disciplinar y preparar a una persona para ser un soldado.

Los últimos tres libros de Foucault Historia de la sexualidad, Volumen I: Introducción (1976), El uso del placer (1984) y La preocupación de sí mismo (1984), son parte de una truncada historia de la sexualidad. En estos libros, rastrea las etapas por las que la gente ha llegado a comprenderse a sí misma en las sociedades occidentales como seres sexuales, y relaciona el concepto sexual que cada uno tiene de sí mismo con la vida moral y ética del individuo.

En todos los libros de este último periodo, Foucault intenta mostrar que la sociedad occidental ha desarrollado un nuevo tipo de poder, al que llamó bio-poder[i], es decir, un nuevo sistema de control que los conceptos tradicionales de autoridad son incapaces de entender y criticar.

En vez de ser represivo, este nuevo poder realza la vida. Foucault anima a la gente a resistir ante el Estado del bienestar desarrollando una ética individual en la que cada uno lleve su vida de tal forma que los demás puedan respetarla y admirarla.

Si hubiera que situar a Foucault en el pensamiento contemporáneo, se lo llamaría estructuralista (en líneas generales, quien aplica el modelo lingüístico a distintos campos del conocimiento) o se lo podría considerar el más célebre postestructuralista, ya que dio forma propia a ese legado. Él, sin embargo, prefería colocarse en la tradición más venerable que inició Kant, de quien se consideraba heredero directo.

En el artículo "Michel Foucault" que él mismo escribió para el Dictionnaire des philosophes bajo el seudónimo de Maurice Florence eso dice: "En la medida en que Foucault puede ser ubicado dentro de la tradición filosófica, hay que ubicarlo en la tradición kantiana, y su proyecto podría llamarse una historia crítica del pensamiento", que no debe confundirse con una historia de las ideas, o sea "con el análisis de los errores que se detectan luego de cometidos o con el desciframiento de las malas interpretaciones asociadas con estos errores sobre las que se apoya lo que hoy pensamos".

Su historia crítica del pensamiento es, en cambio, el análisis de las condiciones bajo las cuales se formaron o modificaron ciertas relaciones entre sujeto y objeto. No es, dice Foucault el relevamiento de progresivas adquisiciones sino el estudio de las formas según las cuales los discursos se articulan en un dominio (la locura, la delincuencia, la sexualidad).

Así, en Las palabras y las cosas (1966) analizó el desarrollo, entre los siglos XVIII y XIX, de las ciencias humanas: economía, ciencia natural, lingüística; y las estudió como conocimientos "objetivos" en relación con un "sujeto" (el Hombre).

En una entrevista, le preguntaron a Foucault si había que tomarlo por un idealista, nihilista, anti-marxista, anarquista o neoconservador; Foucault contestó orgulloso que había transitado casi todas esas veredas y aun otras más espurias "una tras otra y hasta simultáneamente. Ninguna de estas descripciones importa por sí,  pero en conjunto significan algo. Y admito que me gusta lo que significan".   

Pobló las ciencias sociales de un vocabulario técnico fructífero y polemizó con el existencialismo, el marxismo, el humanismo cristiano, el liberalismo, y al fin sedujo a partidarios de todas estas corrientes por un ejercicio más intenso que sistemático del pensamiento crítico.       

Foucault sabía pronunciarse de manera sutil, llegado el caso, y disparar sus objeciones dando un rodeo, sin nombrar a su blanco. En el primero de los tres volúmenes de su Historia de la sexualidad; por tomar un caso, sitúa la cuestión de la sexualidad en la problemática más amplia de la circulación de los discursos, y cuestiona la eficacia del "encarnizamiento en hablar del sexo en términos de represión". "Hablar contra los poderes, decir la verdad y prometer el goce; escribe; ligar entre sí la iluminación, la liberación y múltiples voluptuosidades (...). He ahí lo que sostiene en nosotros ese encarnizamiento: he ahí lo que quizás también explica el valor mercantil atribuido no sólo a todo lo que del sexo se dice, sino al simple hecho de prestar oído a aquellos que quieren eliminar sus efectos. Después de todo, somos la única civilización en la que ciertos encargados reciben retribución para escuchar a cada cual hacer confidencias sobre su sexo,  como  si  el deseo de  hablar de él y el interés que se espera hubiese desbordado las posibilidades de la escucha, algunos han puesto sus oídos en alquiler." Sin mencionarlo, ataca, sarcástico y agudo, al psicoanálisis, cuyos cultores procesan de tal modo la palabra foucaultiana que logran sortear su crítica.
  

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8. ¿Cómo se evidencia la anatomopolítica en la sociedad contemporánea?
9. ¿Cómo puede ser posible que a través de las prácticas diarias, la gente logre definir sus identidades y sistematizar el conocimiento? 





[i] Biopoder. Práctica de los estados modernos de "explotar numerosas y diversas técnicas para subyugar los cuerpos y controlar la población". Un biopoder que absorbe el antiguo derecho de vida y muerte que el soberano detentaba y que pretende convertir la vida en objeto administrable por parte del poder. En este sentido, la vida regulada debe ser protegida, diversificada y expandida. Su reverso, y en cierto sentido su efecto, es que para tales efectos es necesario justamente contar con la muerte, ya sea en la forma de la pena capital, la represión política, la eugenesia, el genocidio, etc., como una posibilidad que se ejerce sobre la vida por parte del poder que se fundamenta en su cuidado.

Distingue dos técnicas de biopoder que surgen en los siglos XVII y XVIII. Esta anatomopolítica se caracteriza por ser una tecnología individualizante del poder, basada en el escrutar en los individuos, sus comportamientos y su cuerpo con el fin de anatomizarlos, es decir, producir cuerpos dóciles y fragmentados. Está basada en la disciplina como instrumento de control del cuerpo social penetrando en él hasta llegar hasta sus átomos; los individuos particulares. Vigilancia, control, intensificación del rendimiento, multiplicación de capacidades, emplazamiento, utilidad, etc. Todas estas categorías aplicadas al individuo concreto constituyen una disciplina nueva. 

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