ÁFRICA
Sudán del Sur: violación masiva en la habitación del pánico
Militares sursudaneses asaltan a
cooperantes
ante la pasividad de las tropas de la ONU
Avisaron al batallón de la ONU
para que fuera a protegerles.
Nadie acudió al hotel
ALBERTO ROJAS
20/08/2016
Interior de los
almacenes del Programa Mundial de Alimentos en Juba, saqueados por los
militares del Gobierno de Sudán del Sur. ALBERT
GONZALEZ FARRAN AFP
El soldado colocó el cañón de su AK47 en la sien de
una de las cooperantes estadounidenses. "Si no tienes sexo conmigo haré
que cada uno de mis compañeros te viole y luego te dispararemos en la cabeza".
Ante esa tesitura, sin alternativa posible, la cautiva accedió a acostarse con
el militar, que incumplió su promesa (ser sólo asaltada por él). Al final de la
tarde esa mujer había sido violada por 15 hombres al
grito de "abre las piernas".
El 11 de julio, tras una sangrienta batalla en Juba, capital de Sudán
del Sur, con más de 300 muertos, los militares Dinka del presidente Salva Kiir
se impusieron a los rebeldes Nuer de
Riek Machar, que acaba de exiliarse en el Congo. Como celebración,
la soldadesca comenzó tres días después una orgía de robos, saqueos,
violaciones masivas y asesinatos por toda la ciudad mientras que los perros se
comían los cadáveres sin enterrar en las calles. El reportero de Associated Press Jason Patinkin ha publicado una investigación
estremecedora de lo sucedido en uno de los
lugares asaltados, el hotel Terrain, con testimonios estremecedores de las
cooperantes, la mayoría procedentes de EEUU.
No es la primera vez que los militares de Sudán del Sur violan a
extranjeras en las calles de Juba, pero nunca se han registrado asaltos con esa
violencia ni tan seguidos. El asalto del hotel Terrain no sucedió de manera inesperada. Entre 80 y 100
soldados intentaron entrar varias veces en el recinto hasta que lo consiguieron.
Una vez dentro, todo el personal extranjero (unas 20 personas) se
refugió en la conocida como "habitación de seguridad" o "sala
del pánico", un espacio autónomo, habitual en los recintos de expatriados,
donde hay comida y agua para varios días, además de puertas blindadas y una
radio para pedir auxilio.
Los soldados del gobierno, identificados algunos con los
galones de la guardia presidencial del presidente Kiir, estuvieron
una hora intentando entrar a esa sala, disparando contra las puertas de metal,
hasta que lo consiguieron. Dentro mataron a un periodista sursudanés,
estuvieron divirtiéndose con otros cooperantes masculinos, a los que sometieron
a golpes, insultos, vejaciones, ejecuciones simuladas y fueron
obligados a asistir a las violaciones masivas a sus cinco compañeras con
un arma en la cabeza.
La gravedad del asunto no acaba aquí: los cooperantes pidieron
ayuda a Naciones Unidas ante lo que se les venía encima. Además, la
propia embajada de EEUU en la ciudad también se puso en contacto con los cascos
azules para que intentaran evitarlo. Contactaron incluso con el batallón
específico que se ocupaba de la seguridad en esa zona de Juba. En lo que es un nuevo fracaso en la protección de civiles,
las tropas internacionales de la UNMISS nunca acudieron al recinto. Su
respuesta («no podemos enviar a ningún equipo ahora») llegó
una hora después de las violaciones.
Por la mañana, un equipo de seguridad armado perteneciente a una empresa
privada tuvo que desplazarse al hotel Terrain a sacar a las mujeres violadas de
allí. "Los cascos azules tienen miedo de salir de sus bases", dice una fuente en Juba.
"Siempre ignoran las llamadas de socorro". Lo mismo sucedió con un grupo de mujeres locales, violadas por militares con impunidad a 100 metros de la
puerta del Centro de Protección de Civiles, ante la vista de los
soldados de la ONU.
El hotel Terrain es un lugar habitual de los expatriados todos los
domingos, uno de los pocos donde los cooperantes pueden disfrutar de piscina,
pista de padel y bar con licores de importación.
Durante el asalto de las dos salas de seguridad, algunos cooperantes se
encerraron en los servicios. Tardaron una hora y media en descubrirlos. Cuando
eso sucedió, a los hombres les dispararon en las piernas y a las mujeres las
violaron. Una de ellas declaro que el soldado que la violaba le decía: "Cariño, vente y cásate conmigo, esto es como una primera
cita".
El saqueo posterior incluyó los almacenes del Programa Mundial de
Alimentos, donde se llevaron comida, vehículos y material por valor de 23
millones de euros. Esos productos eran esenciales para que la
población no muera de hambre.
En plena guerra civil, con el país arruinado y con los acuerdos de paz
tirados a la basura, la ayuda externa es el único hilo de vida que le queda a
la población sursudanesa. Atacar de esa manera a las ONG, acusándolas de
promover la rebelión de Machar, como han hecho varios líderes en Juba, parece
un suicidio. Con los precios del petróleo en mínimos históricos, el presupuesto
nacional depende de Estados Unidos y su ayuda al desarrollo.
Pero el gobierno de Barack Obama está alejándose cada vez más de este
ejecutivo de Salva Kiir, responsable de atrocidades documentadas y de una
corrupción imparable. Juba es hoy una ciudad sin ley.
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