DENUNCIA DE
MÉDICOS SIN FRONTERAS
Malakal, radiografía de una masacre evitable en
Sudán del Sur
Imagen del Centro de Protección de Civiles de Malakal, quemado después de la batalla. MSF
MSF publica un duro informe sobre la fallida respuesta de los cascos azules de Naciones Unidas en la matanza de civiles el pasado febrero
Entre 25 y 65 personas murieron, más de 108
resultaron heridas y más de 30.000 fueron desplazadas.
La intervención militar de la ONU se demoró
toda la noche. Cuando intervino, la mitad del campo había sido destruida
ALBERTO ROJAS Madrid
La guerra civil de Sudán del Sur ha servido para poner en marcha un nuevo tipo de sistema de
protección de civiles en bases de Naciones Unidas.
Hasta seis grandes recintos, repartidos por las áreas más
castigadas del país, dan cobijo hoy a casi 200.000 personas que huyen de la
limpieza étnica que los bandos enfrentados comenzaron en el año 2013. El
pasado 17 de febrero este sistema sufrió su primer gran desafío. Y falló.
En el interior de la base de Malakal,
con 52.000 desplazados en su interior, se vivió una auténtica batalla entre jóvenes de etnia Nuer y
Shilluk, dos minorías, y soldados del ejército de origen Dinka.
Que esto suceda en un recinto cerrado por fortificaciones y vigilado por
cientos de cascos azules resulta extraño. Que además entre 50 y 100 hombres
armados irrumpan desde el exterior, a plena luz del día, haciendo un agujero en
la valla bajo una de las torretas de vigilancia y disparando
contra todo lo que se mueve sólo puede ser escandaloso.
Para Médicos Sin Fronteras, organización que perdió a dos
de sus trabajadores en el enfrentamiento, "la Misión de las
Naciones Unidas en Sudán del Sur (UNMISS) incumplió su mandato de salvaguarda de la población que residía en
el centro de Protección de Civiles. Este incumplimiento se
produjo a pesar de la fuerte presencia de efectivos militares cuando el centro
de las Naciones Unidas fue atacado". Ese
efectivo militar contaba con cientos de soldados ruandeses e indios repartidos
por todo el perímetro y
continuamente en movimiento en patrullas por el interior y exterior de la base.
"La normativa de seguridad de Naciones Unidas impidió su
intervención durante una corta pero aun así muy aguda emergencia, en la que las
necesidades eran mayores y en la que se podían haber evitado muchas
muertes", dice la organización médico-sanitaria. "UNMISS no adoptó
ninguna acción inmediata cuando los enfrentamientos se iniciaron el 17 de
febrero y cuando, más tarde, un grupo externo fuertemente armado atacó el PoC.
Un día después, cuando las hostilidades habían cesado, el número de víctimas mortales,
se calculó, dependiendo de los informes, entre 25 y 65 personas,
más de 108 habían resultado heridas y más de 30.000 habían sido
desplazadas".
Cuando MSF habla de un grupo fuertemente armado, se refiere a
soldados sursudaneses, con el uniforme del gobierno, irrumpiendo en la base a
plena luz del día. Los militares indios y ruandeses se vieron ante un dilema. Los asaltantes no eran simples
milicianos, sino militares pertenecientes al ejército del país.
El mandato de la misión UNMISS es "ayudar al Gobierno en el cumplimiento de sus responsabilidades relativas a la prevención,
mitigación y solución de los conflictos y la protección de los civiles".
¿Pero qué sucede si es el propio Gobierno el que los ataca?
Ante la duda, comenzó un ciclo de llamadas, de teniente a
capitán, de capitán a comandante, de comandante a general... El problema saltó de la parte
militar a la parte política de la misión... "Llegaron a llamar a Nueva
York para pedir permiso para intervenir", afirma una
fuente de UNMISS que prefiere mantenerse en el anonimato. "Era de noche, así que nadie cogió el teléfono
hasta las tres de la tarde del día siguiente con una respuesta. Y en aquel momento,
ya era tarde".
En cuanto a sus condiciones, como ya publicó EL MUNDO, la ONG denuncia que "el espacio disponible por persona es sólo
un tercio de los estándares mínimos aceptables internacionalmente. La
distribución de comida se mantiene a niveles de subsistencia y la provisión de
agua no llega, a menudo, a los 15 litros por persona y día (el estándar mínimo
internacional según las normas Esfera). Al mismo tiempo, los actos de violencia
sexual son habituales en el campo, lo que hace de la vida diaria una
apuesta".
http://www.elmundo.es/internacional/2016/06/22/576ab29de5fdea6a678b460a.html
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