viernes, septiembre 02, 2016

La paz imposible de Sudán del Sur

ÁFRICA Las cinco claves que explican el por qué

La paz imposible de Sudán del Sur

Los 19 meses de guerra civil han dejado 50.000 víctimas y millones de desplazados

Entre las diversas causas se encuentran los viejos odios étnicos y el control por el crudo

Ambas partes matan con total impunidad y se ceban con la población local



                    Miembros de una milicia marchan contra el gobierno de Kiir en Nasir. AFP


CAROLINA VALDEHÍTA  Especial para EL MUNDO Nairobi

"Si no hay un acuerdo entre ambos bandos del conflicto de Sudán de Sur antes del 17 de agosto, habrá consecuencias", advirtió Barack Obama. Su frase no fue baladí y su público, reunido en la sala Nelson Mandela, el epicentro de la sede de la Unión Africana (UA) la aplaudió el pasado 28 de julio en Adis Abeba, la capital de Etiopía.

El eco de ese diecisiete de agosto ha estado latente desde entonces, y los días se han ido consumiendo como en un calendario de adviento. Ni siquiera la amenaza de sanciones por parte del Premio Nobel de la Paz ha supuesto una cercanía o pacto entre los promotores de la crisis: el presidente, Salva Kiir, y el ex vicepresidente, Riek Machar Teny. Las divergencias entre los rebeldes son cada vez más latentes y hay quienes no aceptan una nueva unión con el presidente Kiir. Por otro lado, hace unos días ambos bandos se reunieron durante más de dos días a puerta cerrada en Adis Abeba para alcanzar puntos en común: en lo único en que estuvieron de acuerdo, es que estaban en desacuerdo.

Por otro lado, un analista de la Autoridad Intergubernamental de Desarrollo (IGAD) -el organismo regional destinado a la mediación- se muestra receloso aún si las partes llegan a firmar un acuerdo el lunes. "Esta es la parte fácil, lo difícil es que haya lealtad y compromiso de las partes una vez implementado el acuerdo", dijo Mehari Taddele Maru. El Mundo desgrana las cinco claves principales que hacen que la paz sea casi inalcanzable en el país más joven del mundo.

Guerras continuadas

A principios de julio Sudán del Sur celebraba con agonía sus cuatro años de independencia. Una celebración que en lugar de resultar motivo de alegría mantiene a sus ciudadanos bajo una continua desolación y sufrimiento. Se trata de un territorio perseguido por la palabra conflicto, primero por las dos guerras civiles que vivió cuando era parte de Sudán, y posteriormente con las divergencias entre Kiir y Machar. La población sursudanesa es mayoritariamente cristiana, lo que causó innumerables matanzas cuando estaban bajo el mandato de Sudán, donde impera una rígida versión del Islam.

Según las estimaciones de Naciones Unidas, las dos primeras guerras se saldaron con 2.500.000 muertos y 5.000.000 desplazados, y en los últimos 19 meses hay más de 50.000 víctimas y dos millones de personas se han visto forzadas a abandonar sus casas. Con esas cifras, la organización estima que dos tercios de la población son dependientes de la ayuda internacional, mientras que un total de 10.500 cascos azules velan por la seguridad. Las dos guerras han dejado también numerosas armas que ahora están repartidas entre la población local.

Enemigos históricos

Más de cincuenta tribus conviven en un territorio que tiene más o menos la extensión de Francia. Esta población de 10 millones de habitantes se divide en una mayoría dinka (4 millones) y una perseguida minoría nuer (2 millones), mientras que el resto se reparte entre las distintas etnias. Esta mezcla no ha estado exenta de conflicto, y los dinka y los nuer permanecen históricamente enfrentados. Cuando se firmó la independencia, el hecho de que el presidente fuera dinka y el vicepresidente nuer era, por un lado, una demostración de la unión de los pueblos frente al enemigo común, y por el otro, una olla a presión que podía estallar en cualquier momento. Y lo hizo en 2013, con dos años de estrenada independencia.

La crisis comenzó después de que Kiir destituyera a los oficiales de nuer del gobierno, incluido el vicepresidente. Machar y sus seguidores intentaron dar un golpe de estado, y acusaron al presidente de estar llevando al país hacia una dictadura. Las diferencias y odios entre unos y otros son tan ancestrales, que parece harto complicado el que alguna de las partes esté dispuesta a dar su brazo a torcer.

Mediadores ineficaces

Si bien el diálogo entre Kiir y Machar es improductivo, tampoco las mediaciones internacionales están llegando a buen puerto. Es más, un portavoz estadounidense dijo a propósito de la reciente visita de Obama en África, que hay indicios de que el gobierno de Sudán está enviando armas a los rebeldes liderados por Machar, mientras que Uganda está prestando sus apoyos a las fuerzas gubernamentales.

Hasta ahora, las mediaciones se han llevado a cabo con cinco representantes de la Unión Africana (UA) -Sudáfrica, Chad, Nigeria, Argelia y Ruanda- y seis del IGAD -Djibouti, Etiopía, Kenia, Somalia, Sudán y Uganda. Sin embargo, las organizaciones de derechos humanos han solicitado la colaboración de Naciones Unidas (ONU) y la UA para mediar por el cese de la violencia además de iniciar las investigaciones que determinen quiénes son los responsables de estas atrocidades.

Estados Unidos se ha mostrado desde un principio en pos de la causa de la independencia y libertad de Sudán del Sur, ya que observaron el conflicto desde el lago ideológico y apoyaron a los cristianos, a quienes consideraron víctimas de los ataques sudaneses.

Control del crudo

Las primeras jornadas de independencia eran puro optimismo. El reparto de tierras tras su escisión de Sudán otorgaba al joven estado el 75% de las reservas de crudo, algo que no contentó demasiado al gobierno de Omar al Bashir. Sin embargo, las empresas destinadas a refinar el crudo están asentadas en Sudán, con lo que el oro negro ha de viajar por los oleoductos de Sudán para llegar al Mar Rojo y sus destinatarios finales. Como castigo, Sudán aumentó de manera radical las tasas en transporte, dificultando al sur la venta de petróleo al exterior.

El país es uno de los principales estados petroleros del continente y se esperaba que su crecimiento tras la independencia fuera de un 35% en los primeros años, gracias a la llegada de compañías extranjeras. La situación actualmente es completamente contraria y el estado está al borde del colapso económico, ya que las exportaciones han caído un 50% así como el precio del crudo, siendo China el principal afectado debido a su presencia e inversión en el área. Actualmente los rebeldes controlan las zonas norteñas de Unity y Malakal desde finales de 2013.

Desprecio a la población

Para Human Rights Watch (HRW), el conflicto y los ataques a la población alcanzan los crímenes de guerra y los asesinatos y violaciones pueden constituir crímenes contra la humanidad. Ambos bandos matan con total impunidad y se ceban con la población local. Los supervivientes de los ataques acusan directamente al gobierno y a las milicias aliadas de llevar a cabo una campaña en contra de la población local, que ha causado multitud de saqueos, destrucción, muertes y ha desplazado a más de 100.000 personas de sus casas.

  

Varios adultos arrastran a un niño quemado en Rubkona. REUTERS

"La ofensiva devastadora es lo último que estamos viendo en un conflicto caracterizado por tener un sorprendente desprecio hacia la población civil", ha dicho el director de HRW en África, Daniel Bekele. Según las evidencias de HRW, las víctimas fueron ahorcadas, fusiladas o quemadas vivas, incluyendo también a niños y ancianos se encuentran entre ellas. Además, quienes sufren la peor parte de esta brutal ofensiva siguen siendo las mujeres y las niñas, puesto que son violadas, secuestradas, golpeadas y obligadas a trabajos forzosos por parte de los combatientes.



http://www.elmundo.es/internacional/2015/08/17/55d09ceeca4741fe4f8b4573.html



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