En la mañana del
viernes 20 de julio de 1810, criollos y españoles convergen en la Plaza Mayor
de Santafé, centro de la ciudad, durante el tradicional día de mercado.
Los campesinos,
cargados con todo tipo de mercancía, llenan la Plaza con toldos improvisados.
La algarabía retorna al lugar, el mismo en el que vive el Virrey Antonio José
Amar y Borbón Arguedas.
En la esquina de
la Calle Real, sobre la 11, el almacén del comerciante español, José González
Llorente, abre sus puertas desde muy temprano, como de costumbre. Diademas,
tejidos, sombreros, juegos de vajilla y floreros se exhiben en sus lujosas
vitrinas.
Esto fue lo que
pasó el 20 de julio de 1810
Las
conversaciones de negocios se confunden con las tertulias políticas, que se
tejen en torno a la atmósfera de aquel día en el que se respira un
desapercibido aroma a revolución.
Españoles y
criollos confluyen allí para intercambiar reales, adquirir exclusivos objetos
europeos y solicitar préstamos, como el del particular florero causante de la
discordia.
Llorente,
también esposo de la criolla, María Dolores Ponce, es el centro de atención de
algunas de las conversaciones, preocupándose por mantener relaciones cercanas
con ambas caras de la sociedad santafereña.
¿Qué fue lo que
inició la pelea del Día de la independencia?
Cerca de las
11:30 a.m., el criollo, don Luis De Rubio, interrumpía una de las tantas
conversaciones del popular comerciante. Busca un florero en calidad de
préstamo, para un banquete de bienvenida del Comisionado Regio, Antonio
Villavicencio, al que los españoles no están invitados.
Sorprendido,
Llorente cuestiona no haber recibido la invitación de los criollos, a lo que De
Rubio responde con evasivas. Pero, la conversación se acalora cuando el
comerciante se niega a la petición, argumentando que el artículo está
maltratado debido a los recientes préstamos, por lo que corre el riesgo de
perder su valor.
Pelea de
Llorente
En la tienda
también se encuentra Antonio Morales y su hermano, también criollos. Entre
tanto, el director del observatorio astronómico, Francisco José de Caldas, pasa
por el frente del establecimiento e interviene en la conversación, juzgando
duramente al español.
Ante la presión
de los criollos, el comerciante asegura que desprecia "a Villavicencio y a
todos los americanos (criollos)". Palabras que alimentan la ira del mayor
de los Morales, quien le propina un puñetazo en la cara.
Los hermanos
Morales empiezan a vociferar en la Plaza Mayor que Llorente está lanzando improperios
a don Luis de Rubio y a los americanos; al tiempo que los agitadores, entre los
que se encuentra José María Carbonell, desatan la rabia del pueblo que cansado
de la represión española clama por su emancipación que terminó en el histórico
día de la independencia.
El grito de
Independencia de Colombia
¡Queremos Junta!
¡Viva el Cabildo! ¡Abajo el mal gobierno!, se escucha en las calles de Santafé.
Abucheos a los que los indios, plebeyos, blancos y esclavos se adhieren en un
grito unánime.
Atemorizado,
Llorente se refugia en la casa del español, Lorenzo Marroquín; mientras el
pueblo arde en llamas y el Virrey, incrédulo, ve cómo los americanos se toman
la Plaza Mayor. Los criollos, que durante mucho tiempo fueron menospreciados
por los españoles, ahora tienen el poder de Santafé.
Liderados por
José Acevedo y Gómez, José María Carbonell y Camilo Torres, logran convocar a
un cabildo abierto, cuyo fin es lograr que los cabildantes tengan el poder de
elegir a sus gobernantes y crear una Junta Suprema de Gobierno.
El Virrey,
aterrorizado, concede un cabildo extraordinario y ante su negativa de gobernar,
es el criollo, José Miguel Pey, quien toma su lugar.
Los semblantes
de revolución de los criollos se disipan, los ánimos se apaciguan y la gritería
desaparece cuando, a las 6 de la tarde, se firma el Acta de la Independencia,
que marca el fin de una era opresiva para los americanos; antes, destinados a
vivir bajo el yugo de los españoles.
¿Por qué se
rebelaron los criollos?
¿Qué cambió con
el grito de independencia?
Vivían
inconformes al sentir una evidente exclusión de los españoles para acceder a
altos cargos políticos y, como si fuera poco, también debían pagar más
impuestos. Eran humillados y menospreciados.
Sucesos
históricos previos al 20 de julio de 1810, como la Revolución de los Comuneros,
liderada por Manuela Beltrán, en 1871; la Declaración de los Derechos del
Hombre, por Antonio Nariño; la publicación del Memorial de Agravios, que reunía
las quejas de los criollos en contra de los españoles; y, la usurpación de la
corona española por parte de Napoleón Bonaparte, lograron crear un pensamiento
independentista por parte del pueblo oprimido por el dominio español.
Fue así como un
grupo de intelectuales criollos crearon la Junta de los Notables, integrada,
entre otros, por José Miguel Pey, Camilo Torres, Acevedo Gómez, Joaquín
Camacho, Jorge Tadeo Lozano y Antonio Morales; quienes solían reunirse en el
Observatorio Astronómico, bajo la dirección de Francisco José de Caldas.
El préstamo del florero fue solo la excusa perfecta para desatar una asonada que terminaría con la firma de un documento que declaraba la creación de una Junta Suprema de Gobierno, así como la liberación de la sociedad criolla del poder del Virrey Amar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario