domingo, abril 10, 2016

El origen que motivó la Guerra de Troya

Cuenta la leyenda que a la boda del héroe griego Peleo con la diosa del mar, Tetis, no fue invitada la quisquillosa diosa Eris. Esta, enojada por el divino desaire, ideó una peculiar venganza cuyo "imprevisto" desenlace dio lugar a nuestra sangrienta historia.

Eris colocó, en el lugar donde se celebró el banquete de bodas, una manzana de oro con una inscripción que decía, "para la mejor y más bella entre las diosas". Las diosas comenzaron inmediatamente a "disputarse" el derecho a quedarse el presente, tres de ellas quedaron finalistas: Hera la hermana y esposa de Zeus, reina de las diosas, protectora de los matrimonios,  Atenea, hija de Zeus, poderosa guerrera, de gran sabiduría y destreza en las bellas artes, y, por último, Afrodita, la diosa de la pasión que, nacida de la enrojecida espuma del mar, era considerada hija de Zeus.

Ante aquellas encolerizadas pero divinas hembras, ninguno de los dioses se atrevió a mediar en la contienda y decidieron delegar, el arbitraje y la elección de la mejor, en un mortal.

Las tres diosas, precedidas por el dios Hermes, que actuaría como mensajero, descendieron del Olimpo para entrevistarse con el hermoso príncipe Paris, hijo del rey Príamo de Troya y de su esposa Ecuba. Paris, en aquellos días, se encontraba cuidando un rebaño de ovejas en el Monte Ida.

Las diosas, haciendo gala de su gran poder de seducción, se pusieron inmediatamente a la tarea de sobornar al hermoso príncipe troyano, en cuyas manos se hallaba tan transcendente decisión para el futuro prestigio de las olímpicas.

Hera le ofreció reinar sobre Asia y Europa; la marcial Atenea le prometió habilidad militar y fama, y Afrodita le propuso que le entregaría a Helena, la más bella mujer del Egeo, desde antaño deseada y pretendida por todos los reyes, príncipes y héroes guerreros de la época.

Paris, probablemente cansado del bucólico pastoreo de ovejas, eligió, sin dudarlo un instante, la oferta de Afrodita. La decisión despertó la ira de las otras diosas que le juraron calladamente rencor eterno.

Pocas jornadas después, Paris embarcó hacia Grecia en compañía del héroe troyano Eneas. Su destino final fue Esparta, donde Helena residía con su esposo Menelao, rey de Esparta y hermano del poderoso Agamenón, rey de Micenas. Se hospedó en casa de Menelao y, cuando este tuvo que partir para resolver rutinarios asuntos de gobierno, raptó a Helena.

Pero el rapto de Helena, no solo fue una grave ofensa al anfitrión, sino también a Zeus, que a través de una de sus múltiples personalidades, Zeus Xenius, había apadrinado, en su día, esa unión. Con esto, Paris, se gano la enemistad de Zeus que unida a la, ya obtenida, de las diosas no favorecidas en el juicio de "La Manzana de Oro", Hera y Atenea, traerían para él y para su pueblo la cruenta tragedia de una interminable guerra.

Para mayores males, los numerosos y anteriores pretendientes de Helena, hasta su enlace con Menelao, consideraron el rapto como una traición a su honor, pues cuando fueron aspirantes al favor de la bella se juramentaron para defender el honor del que fuese elegido, como esposo, por la bella Helena, "la de larga melena". Agamenón, el más poderoso de los reyes griegos, asumió el mando de la expedición de rescate de su cuñada y de castigo de los troyanos.
http://www.diomedes.com/manzanatext.htm






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