El horror de los niños huérfanos de Rumania
La caída de Ceausescu dejó ver las deplorables
condiciones
en las que vivían decenas de miles de huérfanos
Tras la caída
de Nicolae Ceausescu en 1989, el mundo vio cara a cara las terribles condiciones en las que miles de niños vivían en los orfanatos de
Rumania durante la era
comunista.
Han pasado 26 años y algunos de esos niños se han convertido
en adultos que arrastran su pasado y que quieren que las autoridades de Rumania
reconozcan el hambre, el frío, las golpizas, los abusos sexuales y el abandono
que sufrieron en varias de esas instituciones. Y quieren algo más: una
disculpa.
El horror de los
niños huérfanos de Rumania
Esta foto de octubre de 1990 muestra a niños en el orfanato
de la ciudad de Buchea. A un año de la caída de Ceausescu, organizaciones de
derechos humanos denunciaron que las condiciones en los orfanatos no habían
cambiado lo suficiente. (Foto: Getty Images)
Rucareanu tiene 38 años y en compañía de otras personas que
crecieron en orfanatos en Rumania fundó la asociación Federeii, que busca que
las autoridades admitan el daño causado a decenas de miles de niños antes del
fin de la Guerra Fría.
"Fuimos aniquilados como seres humanos, silenciados,
humillados (…) Nuestras personalidades fueron disueltas", señaló
Rucareanu.
"Niños del
Decreto" El horror de los niños huérfanos de Rumania
En 1965, Ceausescu se convirtió en el líder del Partido
Comunista. Dos años después, prohibió los abortos y la contracepción para
mujeres menores de 40 años a través del decreto 770.
Uno de los objetivos de Ceausescu con el decreto 770 era
repotenciar la economía rumana. Dichas medidas buscaban evitar lo que era una
tendencia en Rumania tras la Segunda Guerra Mundial: su población se estaba
encogiendo. A las parejas se les animaba a tener tantos hijos como pudieran
para repotenciar la economía nacional. "Ceausescu quería aumentar la
población por encima del 50% en una sola década", le dijo a la BBC en el
2005 Florin Iepan, quien produjo el documental "Children of the
Decree" ("Niños del Decreto").
Y es que los niños que nacieron en los últimos 20 años del
comunismo fueron conocidos así, como los "Niños del Decreto".
En las décadas de los años 70 y 80, el número de niños bajo
el cuidado estatal aumentó. Más de 100.000 estaban en orfanatos.
En los 80, Ceausescu intentó repagar la deuda externa, lo
cual provocó recortes en el gasto público.
"Sin luz"
Las consecuencias de esos recortes y del decreto 770 los
sintieron las mujeres. Muchas familias terminaron con más hijos de los que
podían mantener y bastantes de ellos fueron los que poblaron las instituciones
estatales.
En el 2005, la BBC conversó con la maestra británica Monica
McDaid, quien en 1990 visitó Siret's Spitalul de Copii Neuropsihici, un
hospital psiquiátrico de niños en la ciudad de Siret, en el noreste de Rumania.
"Lo que vi era increíble", recordó McDaid.
"Era horrible". Había tres o cuatro bebés acostados en una cama y el
reducido personal disponible no les prestaba atención.
No había medicinas ni instalaciones para el aseo y tanto el
abuso físico como sexual eran una constante.
El horror de los
niños huérfanos de Rumania
"Una cosa que particularmente recuerdo fue el sótano.
Había niños que no habían visto la luz natural por años", indicó McDaid. "Recuerdo
cuando fueron sacados por primera vez.
La mayoría de ellos se aferraban a las paredes, subían sus manos para protegerse los ojos de la luz".
La mayoría de ellos se aferraban a las paredes, subían sus manos para protegerse los ojos de la luz".
Muchos niños fueron enviados a instituciones como la de Siret
porque no había cupos en orfanatos.
Mihai, un hombre que vivió en ese centro, le contó a la BBC
en el 2005 que los niños eran golpeados por el personal y que en muchos casos,
los niños menores eran víctimas de los abusos de los mayores.
"Mi vida era comer y dormir, solo existir", dijo.
Y es que, de acuerdo con el testimonio de otro residente del
lugar, a los niños se les daban medicinas, incluso aunque no estuvieran
enfermos.
"El personal nos inyectaba para calmarnos. No sé qué
era, pero nos hacía dormir por mucho tiempo", le señaló Vasil en el 2005 a
la BBC.
Reconciliación
Rucareanu le contó a GlobalPost que no conoció a su padre,
quien -cree- abandonó a su madre tras su nacimiento. La nueva pareja de su
madre lo golpeaba, por lo que empezó a huir de su hogar a los 6 años. Fue
enviado a un orfanato cerca de Bucarest, la capital de Rumania, y después fue
transferido a otro en la ciudad de Busteni, en el centro del país.
Rucareanu quiere que se establezca una comisión oficial para
investigar los orfanatos de la era comunista.
Su intención es empezar con una investigación personal. Se
quiere enfocar en un sujeto que prestaba servicios en el orfanato de Busteni,
donde él vivió. Sus recuerdos de él es que cometió múltiples abusos contra los
niños de ese centro.
Para Mirela Oprea, secretaria general de la organización
dedicada a la defensa de los derechos de los niños ChildPact, hasta que el
gobierno de Rumania no establezca un proceso de verdad y reconciliación,
personas como Rucareanu "lucharan con sus demonios en privado".
"Esos horrores fueron cometidos con dinero público y con
gran amargura y falta de sensibilidad hacia los niños", señaló Oprea a
GlobalPost.
De hecho, Oprea ha animado a Rucareanu y a otras víctimas a crear
Federeii.
Codutra Burda, quien era una educadora en la ciudad de
Sancrai, en el centro de Rumania, en 1989, vio los abusos que sufrieron muchos
niños.
Burda cree que ha pasado demasiado tiempo como para que se
lleve a cabo una investigación apropiada.
"En mi opinión, será difícil llegar a un resultado como
para decir: 'Este le solía pegar a este otro'. Pero una reparación moral masiva
es posible", le dijo a GlobalPost.
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