martes, junio 27, 2023

Czesław Miłosz

 







Encuentro
Estuvimos paseando a través de los campos
en un vagón al amanecer.
Una herida rosa roja en la oscuridad.

Y de pronto una liebre atravesó la carretera.
Uno de nosotros la señaló con la mano.
Eso fue hace tiempos. Hoy ninguno de ellos está vivo,
Ni la liebre, ni el hombre que hizo el ademán.

¿Oh, amor mío, dónde están ellos, a dónde han ido?
El destello de una mano, la línea de un movimiento,
el susurro de los guijarros.
Pregunto no con tristeza, sino con asombro.




Estudio de la soledad
¿Un guardián de conductos de larga distancia en el desierto?

¿Un equipo de un solo hombre para una fortaleza en la arena?

Quienquiera que él fuera. 
Al alba vio las surcadas montañas

El color de las cenizas, encima la fundida oscuridad,

Saturada de violeta, irrumpiendo en un fluido carmín,

Aún permanecerían, inmensos, en la luz naranja.

Día tras día. 
Y, antes que lo notara, 
año tras año.

¿Para quién, pensó, ese esplendor? 
¿Para mí, solitario?

Aún permanecerá aquí por mucho tiempo después que yo perezca.

¿Qué es eso en el ojo de una lagartija? 
O cuándo fue visto 
por un pájaro migratorio?

¿Y si yo soy toda la humanidad, 
existe ella a si misma sin mí?

Y sabía que no se acostumbraba pregonarlo, 
por ninguno de ellos se salvaría.



Dedicatoria



Vosotros, a quienes no pude salvar,
Escuchadme.
Intentad entender estas simples palabras, ya que de otras me avergonzaría.
Os juro que en ellas no hay hechicería.
Os hablo en silencio como una nube, como un árbol.

Aquello que me fortaleció a mí, para vosotros fue mortal.
Confundisteis el adiós a una época, con el advenimiento de una nueva
-Odio confabulado de belleza lírica.
Fuerza ciega de forma completa.

He aquí un valle polaco de ríos anémicos. Y un inmenso puente
Perdiéndose en la niebla. He aquí una ciudad vencida,
Y el viento arroja alaridos de gaviotas sobre vuestra tumba
Mientras os hablo.

¿Qué clase de poesía es aquella que no salva
Naciones o pueblos?
Una conspiración de mentiras oficiales.

Una tonadilla de borrachos cuyas gargantas serán cortadas de inmediato,

Una conferencia para señoritas.

He deseado la buena poesía sin saberlo,

He descubierto, ya tarde, su saludable objetivo.

En ella y sólo en ella, encuentro salvación.
Se solía esparcir millo o alpiste sobre las tumbas,
para alimentar a los muertos que volvían disfrazados de pájaros.

Aquí os dejo este libro, vosotros quienes alguna vez vivisteis
Para que nunca más volváis.



El paisaje
El paisaje no necesitaba nada excepto glorificación.

Excepto mensajeros reales que trajeran sus dones:
Un nombre con un atributo y un verbo inflexivo.
Si solamente preciosos robles copiosamente brillaran
Cuando nuestros bravos estudiantes, en un camino sobre el valle,
Pasean y cantan «La Oda a la Alegría».

Si al menos un solitario pastor grabara cartas en una corteza.

El paisaje no necesitaba nada excepto glorificación.
Pero no existían mensajeros. Matorrales, oscuras gargantas,
Bosque colgando del bosque, pájaro de largo gemido.

¿Y quién aquí podría iniciar una frase?

El paisaje era, quien conoce, probablemente hermoso.
Allá abajo, todo estaba derrumbándose: las salas del castillo,
Las callejuelas detrás de la catedral, los bordellos, las tiendas.

¿Y ni un alma. Por tanto, de dónde podrían venir mensajeros?
Después de olvidados desastres, yo estaba heredado a la tierra,
Abajo, a la playa del mar y, arriba, a la tierra, al sol.




La caída
La muerte de un hombre es como la caída de una poderosa nación
Que tuvo valientes ejércitos, capitanes y profetas,
Y ricos puertos y barcos en todos los mares,
Pero ahora no socorrerá ninguna sitiada ciudad,

No entrará en ninguna alianza,
Porque sus ciudades están vacías, su población dispersa,
Su tierra que una vez proveyó de cosechas está saturada de cardos,
Su misión olvidada, su lengua perdida,
El dialecto de un pueblo puesto sobre inaccesibles montañas.




Traducción de Rafael Díaz Borbón

https://www.zendalibros.com/5-poemas-de-czeslaw-milosz/

 

















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