martes, mayo 02, 2023

La vida es del color del cristal con que se mire



Érase una vez, que en una esquina de la calle principal de un lugar muy acogedor, un vendedor de lentes, sobre un cajón de madera vieja, tenía su mercancía: lentes con cristales verdes, azules, amarillos, negros, rojos y anaranjados... de todos los colores.

El vendedor pregonaba: ¡¡¡Lentesss – anteojosss... de todooosss los colores!!!

Luego agregaba: ¡“la vida es del color del cristal con que se le mire”! ¡¡¡lentes – anteojos... de todos los colores!!!

Su voz llegaba a la calle siguiente.

Miguel, un joven un tanto pesimista, siempre miraba el lado malo de las cosas... Consideraba a la gente peor de lo que en realidad era. Y aun cuando hubiera sol pensaba en la tormenta que vendría. Consideró oportuno comprarse y claro, su color preferido: lentes de cristales negros.

-Pero con ellos verás todo oscuro, muchacho ¿Te gusta así?

-Pues sí.... y siguió caminando con sus lentes de cristales negros. Veía los árboles oscuros, las nubes grises y todo sombrío.

A Julián en cambio, le encantaba el verde, había nacido en el campo y lamentaba el color gris de los grandes edificios... El negro del asfalto y la escasez de pinos, de árboles y plantas.

-Por eso, le dijo al vendedor: Unos lentes verdes, por favor.

-Toma, muchacho.

Ahora con los lentes puestos, Julián veía, las calles, las personas de color de la hierba del campo. No era el campo, pero por lo menos todo lo veía verde y así lo recordaba. El vendedor seguía pregonando: Lentes¡¡¡¡ para ver la vida de colorreeeees!!!!

Acertó pasar por allí Margarita; una joven que siempre vestía de rojo porque para ella era el color alegre y más bonito. Su sueño era comprarse un carro rojo y después una casa roja... Toda alegre, con flores rojas... Margarita le compro al vendedor los lentes rojos. Y cuando se los puso veía los pájaros rojos y las casa rojas... También las estrellas rojas...

Todo el mundo como un corazón lleno de vida...

Por la calle donde estaba el vendedor, alguien había dejado caer una perla de gran valor, allí permanecía tirada en una esquina de la calle, sin que nadie la viera. ¡Y que bonita era! Pasó Miguel con sus anteojos negros, la vio y se dijo: “alguien dejo caer la piedra de la cauchera, ya no tendrá pajaritos. Y siguió su caminó.

Más Tarde pasó Julián... ¡mira que guisante más grande! Si Hubiera más, lo recogería para hacer una tortilla: pero uno sólo... Y siguió su camino dejando la perla. Como pasó por allí Margarita, creyó que la perla era un dulce de fresa que alguien después de chuparlo, lo había tirado allí; por eso no recogió la perla... Paso por ese lugar un niño, no se sabe su nombre, no compro al vendedor ningunos lentes. Le gustaba verlo todo del mismo color que tenían. Si el color era bonito muy bien... Si era feo así era...Él prefería las cosas en todo su realismo, le parecía mejor que cada cosa tuviera un color diferente.

Sería aburrido que todas las cosas tuvieran el mismo color. Era alguien que miraba la vida sin el color del cristal...Sin nada artificial...Por eso al pasar la esquina de la otra calle, vio la perla y la recogió. ¡Y salió preguntando:

¡El que mira la vida sin cambiarla de color, más pronto o más tarde le encuentra el verdadero valor!

Responde lo siguiente



1. ¿Con lentes de qué color miras la vida?

2. Explica la última frase del texto que aparece en letra verde

3. ¿A usted cómo le gusta ver la vida?

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