Movimiento filosófico del siglo XX que pone en la existencia el centro
de toda la reflexión filosófica
Cuando los filósofos que se incluyen en este movimiento reivindican la
reflexión sobre la existencia como el tema filosófico fundamental no se
refieren a la existencia como categoría abstracta, ni a la existencia de las
cosas o realidades no humanas, se refieren a la existencia humana concreta.
Y en su tratamiento de esta existencia emplean dos estrategias:
· Como método filosófico, rehúyen el
pensamiento especulativo, la construcción de teorías filosóficas a partir de
puros conceptos, y prefieren el método fenomenológico, entendido
básicamente como fidelidad absoluta a lo dado, a lo realmente experimentado,
como descripción de lo que se ofrece inmediatamente en la esfera de la vida; su
actitud contraria a los enfoques abstractos de lo humano les lleva también a
criticar el uso de la razón matematizante para la comprensión de la realidad
humana, y por lo tanto a recelar de la ciencia y de la técnica;
· En cuanto a las facetas fundamentales de la
existencia objeto de su interés, atienden básicamente a la dimensión de la
finitud en el mundo humano: la temporalidad, la muerte, la culpa, la
fragilidad de la existencia, la responsabilidad, el compromiso, la
autenticidad, la subjetividad, la libertad.
El existencialismo comienza en el período de entre guerras y tiene su
máximo momento de esplendor tras la segunda guerra mundial, particularmente en
Francia. Es habitual señalar a Søren Kierkegaard (1813-1855) como un
precursor de esta corriente; el propio Jean-Paul Sartre (1905-1980), en
su obra “El existencialismo es un humanismo”, destaca dos versiones en este
movimiento:
· El existencialismo católico: Karl Jaspers
(1883-1969) y Gabriel Marcel (1889-1973);
· El existencialismo ateo: en donde sitúa a Martin
Heidegger (1889-1976) y a su propia filosofía.
En la citada obra, Sartre atribuye a su versión del existencialismo los
siguientes rasgos:
1. Tesis
fundamental
Es un
ateísmo consecuente; puesto que Dios no existe, no existe la naturaleza humana;
el hombre no tiene esencia o naturaleza, es lo que él mismo se ha hecho; en la
existencia precede a la esencia.
2. El
hombre es un proyecto que se vive subjetivamente
Lo que
mueve a las personas son sus proyectos, su preocupación por la realización de
su ser; pero estos proyectos y los ideales involucrados en ellos, no existen
previamente a su decisión de realizarlos, no están trazados previamente por un
destino, una naturaleza o una tabla de valores objetivos.
3. El
hombre es responsable de sí mismo y de todos los hombres
Somos
responsables de nosotros mismos porque lo que somos depende de lo que hemos
querido ser, no de un destino divino, ni de una circunstancia social, ni de una
predisposición biológica o natural; pero somos también responsables de los
demás porque al elegir unos valores, elegimos una imagen del hombre tal y como
debe ser; “nuestra acción compromete a la humanidad entera”.
4. La
libertad humana trae consigo los sentimientos de angustia, desamparo y
desesperación.
Angustia
ante el hecho de que es uno mismo el responsable de sí mismo y de los demás;
desamparo porque la elección se hace en soledad, no existe una tabla de valores
en la que apoyarse, ni ningún signo que nos indique la conducta a seguir, es
preciso inventarse la moral; y desesperación porque no es posible un control
completo de la realidad en la realización del proyecto, porque siempre hay que
contar con factores imprevistos, con la posibilidad de que se truequen nuestras
buenas intenciones en malos efectos.
5. Es una
doctrina de la acción, contraria al quietismo
Para el existencialismo sólo hay realidad en la acción, el hombre existe en la medida en que se realiza, es el conjunto de sus actos y nada más. Este pensamiento tiene dos caras: por un lado, es duro para aquellas personas descontentas con lo que son, para los que no han triunfado en la vida; estas personas pueden engañarse diciendo que en realidad el conjunto de sus actos no muestra su auténtica valía, diciendo que hay en ellos capacidades, talentos o disposiciones desaprovechadas, que el mundo les ha impedido dar de sí todo lo que realmente son. Pero, por otro lado, esta doctrina es optimista pues declara que el destino de cada uno de nosotros está en nuestra mano y nos predispone a la acción, a no vivir de sueños, de esperanzas, a dejar de lado nuestra miseria y realizar nuestro proyecto: el héroe no nace héroe, se hace héroe; si se es cobarde es como consecuencia de una decisión, no porque fisiológicamente o socialmente se esté predispuesto para ello; el cobarde se hace cobarde, pero hay siempre para el cobarde una posibilidad de no ser por más tiempo cobarde, como para el héroe la de dejar de ser héroe.
6. Es
una doctrina que reivindica la intersubjetividad
Aunque parte del cogito como la verdad indudable, no defiende el aislamiento de la subjetividad, pues considera que sólo en el trato con el otro, en el reconocimiento que el otro hace de nuestro ser, en la presencia de su mirada, sólo así nos hacemos conscientes de nuestro propio ser, de nuestra propia realidad.
7. Frente a la noción de “naturaleza humana”
defiende la existencia de la “condición humana”
Aunque no
existe una esencia común a todos los hombres, Sartre cree que sí se puede
hablar de ciertos rasgos formales y universales que permiten la identificación
de la humanidad como un todo y el reconocimiento y comprensión del proyecto de
cada individuo y de cada cultura; la libertad, la indigencia de la
existencia, la sociabilidad, son estructuras antropológicas que desvelan la condición humana.
8. Es
una doctrina que permite el compromiso moral y la crítica de la conducta
inauténtica
Aunque
los valores se inventan, no todos tienen el mismo valor, pues algunas
elecciones están fundadas en el error y otras en la verdad; la conducta de mala
fe, por ejemplo, se basa en el error, en el error de excusarse en las pasiones,
en el determinismo, en el destino, o el error de declarar ciertos valores como
existentes de modo objetivo e independiente de mi voluntad. La actitud
auténtica es la de buena fe, la de aquél que asume la responsabilidad
completa de su acción y situación, la de aquél que tiene como lema moral la
realización de la libertad propia y ajena.
9. Para el existencialismo el mundo, la vida,
no tiene un sentido a priori
Declara
que Dios no existe, por lo que la vida misma carece de sentido; sólo se puede
hablar del sentido que cada uno le da, de los valores que cada uno inventa.
10. El
existencialismo es un humanismo
Pero no un humanismo que valore a la humanidad por la excelencia de alguno de sus miembros, ni por la supuesta bondad de la humanidad en su conjunto; es un humanismo por declarar que no hay otro legislador que el hombre mismo, por afirmar la libertad y la necesidad de trascender la situación, de superarse a sí mismo, por reivindicar el ámbito de lo humano como el único ámbito al que el hombre pertenece.
http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia/Filosofiacontemporanea/Sartre/Sartre-Existencialismo.htm
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