martes, mayo 02, 2023

Guerra, peste y muerte sometieron a América



Casi inmediatamente después del descubrimiento de América, aparecen las primeras epidemias de viruela y sarampión entre las poblaciones de las islas caribeñas: Una tras otra sufrían las consecuencias de las devastadoras enfermedades, así por ejemplo, la isla de La Española prácticamente perdió a toda su población nativa. Otras, como Cuba, Jamaica y Puerto Rico, también fueron terriblemente diezmadas.

Aunque en la hecatombe caribeña el principal papel lo jugaron las epidemias, el inhumano trato que sufrían los explotados aborígenes contribuyó en buena medida a su desaparición. De hecho el debilitamiento y la desnutrición resultantes del maltrato fueron factores que abonaron aún más el campo de las epidemias. Los nativos habían resultado sumamente susceptibles a las enfermedades transmitidas por vía respiratoria (incluidas, desde luego, el sarampión, la viruela y la influenza). Por esa razón se decía que el hálito de los españoles mataba al indio. El despoblamiento de las islas antillanas fue tan enorme, que los españoles se vieron forzados a importar mano de obra de otras regiones. Primero de la región del Darién (en Panamá) y después directamente del África. Esa necesidad fue precisamente lo que guiaría a las primeras exploraciones españolas hacia la masa continental. Para 1517 los estragos de las epidemias en las islas caribeñas habían hecho sucumbir casi totalmente a la población lugareña. Así, ante la amenaza de quedarse sin su esclavizada mano de obra, los emprendedores colonos constantemente organizaban expediciones para reclutar nuevos trabajadores para su empresa esclavista. Fue en ese año cuando el conquistador y gobernador de Cuba, Diego Velázquez de Cuéllar, organizó una expedición que sería guiada por Francisco Hernández de Córdoba.

El rumbo de este periplo llevaría directamente a este español a descubrir las costas de México. Un año después, el 18 de noviembre, otra histórica expedición partía de la isla de Cuba rumbo a los nuevos territorios recién descubiertos. Ésta era comandada por Hernán Cortés. Tres años después, el 13 de agosto de 1521, consumaba la enorme epopeya de conquistar al gran imperio mexica, el mayor y más poderoso estado de Mesoamérica. Indiscutiblemente esa hazaña fue posible gracias al genio militar desplegado por el conquistador de México. También, desde luego, porque a sus escasas huestes se sumaron como aliados miles de nativos que sufrían la opresión de los mexicas. Sus filas fueron nutridas especialmente por los habitantes del señorío de Tlaxcala. En la guerra contra Tenochtitlán, no sólo contó con el apoyo de los tlaxcaltecas. No, a la empresa bélica de Cortés se agregó un inesperado y temible protagonista: la viruela. Durante los 18 meses que precedieron a la caída de la ciudad de Tenochtitlán sucumbieron más de 250 mil mexicas. La gran mayoría como resultado del hambre y la epidemia que cundió durante el sitio de la capital del imperio. El mismo Cuitláhuac, el emperador que sucedió a Moctezuma II, sucumbió del mal durante el asedio.

[…] Pronto llegaron inmigrantes ibéricos… y con ellos, llegarían también enormes tribulaciones para la población aborigen.

Pero la crueldad y la opresión de los españoles sobre los indios no fue la causa principal de la casi desaparición de las culturas de la América precolombina. En bien de la simetría histórica y en honor de la verdad, debemos señalar que sólo es cierto en parte. […] La colosal hecatombe de las poblaciones nativas de América, los mayores hados funestos estuvieron personificados por un flagelo: las pandemias.

La gran hecatombe.

La dispersión de la primera gran enfermedad por la masa continental de América se inicia con el arribo de Narváez a México, cuando uno de sus soldados afectado de viruela inicia (sin saberlo ni proponérselo) el contagio y la propagación entre la población aborigen. En 1531 desembarca en Veracruz un marino español que viene acompañado no sólo de sueños de riqueza y poder, sino de un mal que resultará catastrófico para los indios: el sarampión. Esta enfermedad rápidamente se extiende por la costa oriental de México, de ahí a la cuenca del Anáhuac y finalmente a la costa pacífica. En un abrir y cerrar de ojos se desata la pesadilla. Los horrores de la viruela y del sarampión cobran millones de víctimas en unos cuantos años. Aunque no existen registros exactos, se ha estimado que antes de la conquista la población aborigen de la Nueva España quizá haya llegado a unos 25 millones. Pero el efecto acumulativo de las epidemias hizo que descendiera a unos 17 millones en 1532. Para 1548 apenas llegaba a unos seis millones; y para 1579 la cifra había disminuido a la increíble cantidad de dos millones. ¡El 92% del total de la población india había sucumbido! Las regiones costeras de México, tanto del Pacífico como del Golfo, quedaron prácticamente deshabitadas. El Valle de México perdió más del 80% de sus nativos. Mientras tanto, en el Perú se vivían horrores similares o, si cabe imaginarlo, aún peores.

Como consecuencia de las epidemias, en el valle de Rimac (Lima) la mortandad alcanzó la terrorífica cifra de 95%. En la región costera del antiguo imperio inca la situación fue mucho más trágica, al grado que desaparecieron poblaciones enteras. Cien años después aún había pruebas que testificaban aquel pavoroso desastre. En 1685, mientras efectuaba un viaje de la ciudad de Lima a la de Paita, el marqués de Varinas describió: Observa uno a breves intervalos montones de calaveras y huesos de estos desdichados, que horrorizan a quienes viajan por el camino. El mismo marqués de Varinas estimó que, de los dos millones de indios que en otro tiempo habitaban la región costera de Paita, apenas sobrevivían unos 20 mil. La mortandad había llegado a la sobrecogedora cifra de 99% del total de la población.

Lo mismo en México que en Perú la tremenda catástrofe sólo requirió de un poco más de 50 años para consumarse. Durante el curso de las terribles pandemias de viruela y sarampión, y de otras enfermedades que se sumarían a éstas, América perdió no menos de 50 millones de habitantes. En comparación, la peste bubónica que asoló a Europa durante el siglo XIV cobró unos 25 millones de vidas, lo cual tampoco deja de ser aterrador. La peste alcanzó una mortandad de 33% entre las poblaciones europeas, mientras que las pandemias sufridas en los territorios conquistados por los españoles en el Nuevo Mundo costaron la vida a más del 90% de los habitantes nativos. Nunca antes ni después la historia del mundo ha registrado una catástrofe demográfica de tan descomunal magnitud… y letalidad extrema al continente americano: lepra, difteria, peste bubónica y tifus, las cuales provenían directamente del congestionado mundo Mediterráneo.

También arribaron la fiebre amarilla y la malaria, éstas venían con el inhumano cargamento de las bodegas de los buques negreros provenientes de África. Enfermedades que afectaban por igual a los españoles, que a indios, mestizos o negros.

[…] La viruela, el sarampión y las condiciones en que eran mantenidos, habían sangrado y debilitado tanto a los nativos, que ya prácticamente era un terreno fértil para cualquier infección. Todas adquirieron características endémico-epidémicas y su conjunción fue la causa de la enorme tragedia demográfica.

Nunca antes ni después una población había enfrentado al mismo tiempo tantas epidemias de enfermedades tan letales. Cada nombre de ellas, viruela, peste, influenza, sarampión, malaria, etcétera, evoca por sí mismo una tragedia en la historia humana. Y ahora las poblaciones nativas de los territorios conquistados por los europeos en América debían enfrentarlas a todas en condiciones totalmente desventajosas: sin contar con ninguna defensa inmunológica; vírgenes de contactos previos; sufriendo guerras, asedio y opresión; y con una calidad de vida disminuida. Pero lo más pasmoso de todo no es la exorbitante magnitud que esas terribles pandemias alcanzaron ni la espeluznante mortandad que ocasionaron. No, lo verdaderamente increíble es que hubieran quedado sobrevivientes. De hecho, en algunos sitios, no quedó ninguno.

Tal fue el caso de los habitantes originales de las islas del Caribe. La extinción de la población nativa de las Antillas fue total: en 1540 no quedaba ni un solo sobreviviente.

Tomado y adaptado de: ‘La mayor catástrofe demográfica la historia’.

https://www.medigraphic.com/pdfs/abc/bc-2010/bc104i.pdf


Análisis Crítico y Comprensión Lectora

1. ¿Qué le llamó la atención de lo narrado por el autor del artículo?

2. El costo de la invasión española al continente americano fue muy alto; después de la explotación y el maltrato: ¿Valió la pena su legado de idioma, religión y mestizaje?

3. ¿Debería España tener programas de cooperación financiera y técnica para compensar y resarcir el daño y el maltrató a los indígenas de los territorios que invadió y explotó?

4. Somos el resultado de un mestizaje a la fuerza, involuntario: indígenas - blancos (europeos) y negros (africanos), ¿se siente orgulloso de este legado cultural? ¿Qué piensa sobre esto?

5. ¿Qué piensas sobre lo ocurrido a los indígenas durante la invasión española al continente americano?



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