Mito con
el que Platón describe nuestra situación respecto del
conocimiento: al igual que los prisioneros de la caverna que sólo ven las sombras de los objetos, nosotros vivimos en la ignorancia cuando nuestras preocupaciones se refieren al mundo que se ofrece a los sentidos. Sólo la filosofía puede liberarnos y permitirnos salir de la caverna al mundo verdadero o mundo de las ideas.
En el libro VII de “República” (514a-516d), Platón presenta el mito de la caverna. Es, sin duda, el mito más importante y conocido de este autor. Platón dice expresamente que el mito quiere ser una metáfora “de nuestra naturaleza respecto de su educación y de su falta de educación”, es decir, sirve para ilustrar cuestiones relativas a la teoría del conocimiento. Pero tiene también claras implicaciones en otros dominios de la filosofía como la ontología, la antropología e incluso la política y la ética; algunos intérpretes han visto también implicaciones religiosas.
La descripción del mito tal y como lo narra Platón en “República” se articula en varias partes:
1. Descripción
dela situación de los prisioneros en la caverna.
2. Descripción
del proceso deliberación de uno de ellos y de su acceso al mundo superior o
verdadero.
3. Breve interpretación del mito.
Descripción
de la situación de los prisioneros
Nos pide
Platón imaginar que nosotros somos como unos prisioneros que habitan una
caverna subterránea.
Estos prisioneros desde niños están encadenados e inmóviles de tal modo que sólo pueden mirar y ver el fondo de la estancia. Detrás de ellos y en un plano más elevado hay un fuego que la ilumina; entre el fuego y los prisioneros hay un camino más alto al borde del cual se encuentra una pared o tabique, como el biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima de él, los muñecos. Por el camino desfilan unos individuos, algunos de los cuales hablan, portando unas esculturas que representan distintos objetos: unos figuras de animales, otros de árboles y objetos artificiales, etc. Dado que entre los individuos que pasean por el camino y los prisioneros se encuentra la pared, sobre el fondo sólo se proyectan las las sombras de los objetos portados por dichos individuos.
En esta situación los prisioneros creerían que las sombras que ven y el eco de las voces que oyen son la realidad.
II. Proceso deliberación del cautivo
A. Subida hacia el mundo exterior:
Acceso hacia el mundo verdadero.
1. En
el mundo subterráneo.
Supongamos, dice Platón, que a uno de los prisioneros, “de cuerdo con su naturaleza” le liberásemos y obligásemos a levantarse, volver hacia la luz y mirar hacia el otro lado de la caverna. El prisionero sería incapaz de percibir las cosas cuyas sombras había visto antes. Se encontraría confuso y creería que las sombras que antes percibía son más verdaderas o reales que las cosas que ahora ve. Si se le orzara a mirar hacia la luz misma le dolerían los ojos y trataría de volver su mirada hacia los objetos antes percibidos.
2. En
el mundo exterior.
Si a la fuerza se le arrastrara hacia el exterior sentiría dolor y, acostumbrado a la oscuridad, no podría percibir nada.
En el mundo exterior le sería más fácil mirar primero las sombras, después los reflejos de los hombres y de los objetos en el agua, luego los hombres y los objetos mismos. A continuación contemplaría de noche lo que hay en el cielo y la luz de los astros y la luna. Finalmente percibiría el sol, pero no en imágenes sino en sí y por sí. Después de esto concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las estaciones y los años, que gobierna todo en el ámbito visible y que de algún modo es causa de las cosas que ellos habían visto.
Al recordar su antigua morada, la sabiduría allí existente y a sus compañeros de cautiverio, se sentiría feliz y los compadecería. En el mundo subterráneo los prisioneros se dan honores y elogios unos a otros, y recompensas a aquel que percibe con más agudeza las sombras, al que mejor recuerda el orden en la sucesión de la sombras y al que es capaz de adivinar las que van a pasar. Esa vida le parecería insoportable.
B. Regreso al mundo subterráneo, exigencia moral de ayuda a sus compañeros.
1. Confusión
vital por la oscuridad de la caverna.
Si descendiera y ocupara de nuevo su asiento tendría ofuscados los ojos por las tinieblas, sería incapaz de discriminar las sombras, los demás lo harían mejor que él, se reirían de él y dirían que por haber subido hasta lo alto se le han estropeado los ojos y que no vale la pena marchar hacia arriba.
2. Burla y persecución. Si intentase desatarlos y conducirlos hacia la luz se burlarían de él, lo perseguirían y lo matarían.
III. Interpretación
A. Comparación
delas realidades.
Debemos comparar la región visible con la morada-prisión y la luz del fuego que hay en ella con el poder del sol.
B. Comparación
delos procesos.
El ascenso y contemplación de las cosas de arriba es semejante al camino del alma hacia el ámbito inteligible.
C. Valor
de la Idea del Bien.
Objeto último y más difícil del mundo cognoscible: la Idea del Bien.
Idea del Bien: causa de todas las cosas rectas y bellas; en el mundo visible ha engendrado la luz y al sol, y en el ámbito inteligible es la productora de la verdad y de la inteligencia; es la realidad que es necesario ver para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo público.
SÍMBOLOS DEL MITO DE
LA CAVERNA Y SU INTERPRETACIÓN |
||
DIMENSIÓN
ANTROPOLÓGICA |
||
SÍMBOLOS DEL MITO |
INTERPRETACIÓN EN LA
VIDA REAL |
|
prisioneros |
el hombre en la medida en que vive inserto
en el mundo sensible y sus valores |
|
conocimiento de sí mismos como siendo meras
sombras |
identificación de la realidad humana con el
cuerpo |
|
liberación del prisionero |
liberación del hombre y descubrimiento del
mundo verdadero |
|
el cautivo pierde las cadenas, reconoce los
objetos en la caverna, sube al mundo exterior y reconoce los objetos del
mundo exterior |
el filósofo libera moral e intelectualmente
su alma de las limitaciones y ataduras del cuerpo y del mundo sensible y
asciende al mundo de las Ideas; práctica de la dialéctica o filosofía |
|
conocimiento de sí mismo en el mundo
exterior |
tras el ejercicio de la filosofía,
identificación de la realidad humana con el alma |
|
DIMENSIÓN ONTOLÓGICA Y EPISTEMOLÓGICA |
||
SÍMBOLOS
DEL MITO |
INTERPRETACIÓN
EN LA VIDA REAL |
|
TIPODE
REALIDAD |
TIPODE
REALIDAD |
TIPODE SABER |
MUNDO
SUBTERRÁNEO |
MUNDO
QUE SE DA A LOS
SENTIDOS
(o mundo sensible) |
OPINIÓN |
las sombras en el
fondo de la caverna |
las sombras y los
reflejos de los objetos |
conjetura |
los objetos de la
caverna |
los objetos naturales
y artificiales |
creencia |
la luz del fuego |
el sol |
|
MUNDO
EXTERIOR |
MUNDO
INTELIGIBLE O MUNDO DE
LAS IDEAS |
CIENCIA |
las sombras y reflejos
en el agua de las cosas exteriores |
las ideas matemáticas |
Pensamiento discursivo |
las cosas exteriores
mismas y, por la noche, la luna y los objetos celestes |
las Ideas superiores |
inteligencia |
el sol mismo |
la Idea de Bien |
|
Conocimiento como subida al mundo exterior |
conocimiento o ciencia estricta o filosofía
como “ascensión al ser” (al mundo de las Ideas) |
DIMENSIÓN MORAL y POLÍTICA DEL MITO |
|
SÍMBOLOS DEL MITO |
INTERPRETACIÓN
EN LA VIDA REAL |
necesidad en el
proceso de liberación del prisionero (por eso Platón emplea con frecuencia
expresiones del tipo “si le forzáramos”, “si a la fuerza se le arrastrara”) |
el destino del hombre
no es el mundo físico sino el mundo absoluto y divino de las Ideas, por lo
que es necesaria la dialéctica o filosofía para el cumplimiento de dicho
destino; legitimidad del autoritarismo ilustrado platónico |
el prisionero liberado
baja de nuevo al mundo de la caverna |
el filósofo no puede
limitarse a la mera contemplación de las ideas; tiene la obligación moral de
volver su mirada hacia el mundo y ayudar a la liberación de las demás
personas |
el prisionero liberado
que es perseguido y asesinado por sus compañeros |
el proceso y muerte de
Sócrates y de todos aquellos que insisten en mostrar la verdad a los hombres |
comprensión del papel
que tiene el sol en la vida, realidad y gobierno de las cosas |
comprensión del papel
que tiene la Idea del Bien como el principio que crea, da inteligibilidad a
la realidad e ilumina la vida moral y política |
El Mito
Platón nos ofrece en el famoso texto siguiente el mito de la caverna, metáfora de la situación del hombre en relación a la verdad y al ser y concentrada imagen de las tesis más importantes de su filosofía.
"I. -Y a continuación -seguí- compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza. Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto; y a lo largo del camino suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquéllos sus maravillas.
-Ya lo veo -dijo.
-Pues bien, contempla ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda clase de objetos cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales hechas de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados.
-Qué extraña escena describes -dijo- y qué extraños pioneros!
-Iguales que nosotros -dije-, porque, en primer lugar ¿crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos?
-¡Cómo -dijo-, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas?
-¿Y de los objetos transportados? ¿No habrán visto lo mismo?
-¿Qué otra cosa van a ver?
-Y, si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas sombras que veían pasar ante ellos? Forzosamente.
-¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que, cada vez que hablara alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la sombra que veían pasar?
-No, ¡por Zeus! -dijo.
-Entonces no hay duda -dije yo- de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las sombras de los objetos fabricados.
-Es enteramente forzoso -dijo.
-Examina,
pues -dije-, qué pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su
ignorancia y si, conforme a naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno
de ellos fuera desatado y obligado a levantarse súbitamente y a volver el
cuello y a andar y a mirar a la luz y cuando, al hacer todo esto, sintiera
dolor y, por causa de las chiribitas, no fuera capaz de ver aquellos objetos
cuyas sombras veía antes, ¿Qué crees que contestaría si le dijera alguien que
antes no veía más que sombras inanes y que es ahora cuando, hallándose más
cerca de la realidad y vuelto de cara a objetos más reales, goza de una visión
más verdadera, y si fuera mostrándole los objetos que pasan y obligándole a
contestar a sus preguntas acerca de qué es cada uno de ellos? ¿No crees que
estaría perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más verdadero
que lo que entonces se le mostraba?
-Mucho más -dijo.
II. -Y, si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, ¿no crees que le dolerían los ojos y que se escaparía volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría que éstos son realmente más claros que los que le muestran?
-Así es -dijo.
-Y, si se lo llevaran de allí a la fuerza -dije-, obligándole a recorrer la áspera y escarpada subida, y no le dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, ¿no crees que sufriría y llevaría a mal el ser arrastrado y, una vez llegado a la luz, tendría los ojos tan llenos de ella que no sería capaz de ver ni una sola de las cosas a las que ahora llamamos verdaderas?
-No, no sería capaz -dijo-, al menos por el momento.
-Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo que vería más fácilmente serían, ante todo, las sombras, luego, las imágenes de hombres y de otros objetos reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos. Y después de esto le sería más fácil el contemplar de noche las cosas del cielo y el cielo mismo, fijando su vista en la luz de las estrellas y la luna, que el ver de día el sol y lo que le es propio.
-¿Cómo
no?
-Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro lugar ajeno a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que él estaría en condiciones de mirar y contemplar.
-Necesariamente -dijo.
-Y,
después de esto, colegiría ya con respecto al sol que es él quien produce las
estaciones y los años y gobierna todo lo de la región visible y es, en cierto
modo, el autor de todas aquellas cosas que ellos
veían.
-Es evidente -dijo- que después de aquello vendría a pensar en eso otro.
-¿Y qué? Cuando se acordara de su anterior habitación y de la ciencia de allí y de sus antiguos compañeros de cárcel, ¿no crees que se consideraría feliz por haber cambiado y que les compadecería a ellos? Efectivamente.
-Y, si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o recompensas que concedieran los unos a aquellos otros que, por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban y acordarse mejor de cuáles de entre ellas eran las que solían pasar delante o detrás o junto con otras, fuesen más capaces que nadie de profetizar, basados en ello, lo que iba a suceder, ¿crees que sentiría aquél nostalgia de estas cosas o que envidiaría a quienes gozaran de honores y poderes entre aquéllos, o bien que le ocurriría lo de Homero, es decir, que preferiría decididamente «ser siervo en el campo de cualquier labrador sin caudal » o sufrir cualquier otro destino antes que vivir en aquel mundo de lo opinable?
-Eso es lo que creo yo -dijo-: que preferiría cualquier otro destino antes que aquella vida.
-Ahora fíjate en esto -dije-: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, ¿no crees que se le llenarían los ojos de tinieblas como a quien deja súbitamente la luz del sol?
-Ciertamente -dijo.
-Y, si
tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido constantemente
encadenados, opinando acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele
asentado todavía los ojos, ve con dificultad -y no sería muy corto el tiempo
que necesitara para acostumbrarse-, ¿no daría que reír y no se diría de él que,
por haber subido arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la
pena ni aun de intentar una semejante ascensión? ¿Y no matarían, si encontraban
manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y hacerles
subir?
-Claro que sí-dijo.
III. -Pues bien -dije-, esta imagen hay que aplicarla toda ella, ¡oh, amigo Glaucón!, a lo que se ha dicho antes; hay que comparar la región revelada por medio de la vista con la vivienda-prisión y la luz del fuego que hay en ella con el poder del sol. En cuanto a la subida al mundo de arriba y a la contemplación de las cosas de éste, si las comparas con la ascensión del alma hasta la región inteligible no errarás con respecto a mi vislumbre, que es lo que tú deseas conocer y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo cierto. En fin, he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien, pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas, que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en el inteligible es ella la soberana y productora de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública.
-También
yo estoy de acuerdo -dijo-, en el grado en que puedo estarlo."
Platón, República, libro VII
Tomado de http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia/Filosofiagriega/Platon/MitodelaCaverna.htm
Análisis e interpretación
«Platón sintetizó el propio pensamiento en sus múltiples dimensiones en el célebre ‘mito de la caverna’ que puede ser interpretado de acuerdo con cuatro niveles.
1) el nivel ontológico según el cual lo que hay dentro de la caverna es el mundo material y lo que hay afuera, el suprasensible.
2) a nivel gnoseológico según el cual lo interno de la caverna representaría el conocimiento sensible (opinión) y la de afuera, el conocimiento de las Ideas.
3) a nivel teológico, según el cual lo interno y lo externo representaría la esfera mundana material y la espiritual respectivamente.
4) a nivel político porque implica un retorno a la caverna de quien había conquistado su libertad, por solidaridad con sus compañeros que están aún prisioneros y con el fin de difundir la verdad.»
Tomado de: Reale, Giovanni, y Antíseri, Dario. 2ª edición, 2010. Historia de la filosofía. 1. Filosofía pagana antigua. Universidad Pedagógica Nacional. Editorial San Pablo. Bogotá, página 250.
«La alegoría de la caverna pretende poner de manifiesto el estado en que, con respecto a la educación o falta de ella, se halla nuestra naturaleza, es decir, el estado en que se halla la mayoría de los hombres con relación al conocimiento de la verdad o a la ignorancia.
Así, los prisioneros representan a la mayoría de la humanidad, esclava y prisionera de su ignorancia e inconsciente de ella, aferrada a las costumbres, opiniones, prejuicios y falsas creencias de siempre. Estos prisioneros, al igual que la mayoría de los hombres, creen que saben y se sienten felices en su ignorancia, pero viven en el error, y toman por real y verdadero lo que no son sino simples sombras de objetos fabricados y ecos de voces.
Este aspecto del mito sirve a Platón para ejemplificar, mediante un lenguaje plagado de metáforas, la distinción entre mundo sensible y mundo inteligible (dualismo ontológico), y la distinción entre opinión y saber (dualismo epistemológico). La función principal del mito es, no obstante, exponer el proceso que debe seguir la educación del filósofo gobernante, tema central del libro VII. Este proceso está representado por el recorrido del prisionero liberado desde el interior de la caverna hasta el mundo exterior, y culmina con la visión del sol. El mito da a entender que la educación es un proceso largo y costoso, plagado de obstáculos y, por tanto, no accesible a cualquiera.
El prisionero liberado debe abandonar poco a poco sus viejas y falsas creencias, los prejuicios ligados a la costumbre; debe romper con su anterior vida, cómoda y confortable, pero basada en el engaño; ha de superar miedos y dificultades para ser capaz de comprender la nueva realidad que tiene ante sus ojos, más verdadera y auténtica que la anterior. De ahí que el prisionero deba ser “obligado”, “forzado”, “arrastrado”, por una “áspera y escarpada subida”, y acostumbrarse poco a poco a la luz de fuera, hasta alcanzar el conocimiento de lo auténticamente real, lo eterno, inmaterial e inmutable: las Ideas. Pero no acaba aquí la tarea del filósofo: una vez formado en el conocimiento de la verdad, deberá “descender nuevamente a la caverna” y, aunque al principio se muestre torpe y necesite también un período de adaptación, deberá ocuparse de los asuntos humanos, los propios del mundo sensible (la política, la organización del Estado, los tribunales de justicia, etc.).
Es muy
importante relacionar este mito con los conocimientos generales sobre la
filosofía de Platón, en especial con la teoría de las Ideas, la distinción
entre conocimiento y opinión, etc., y poner especial atención en interpretar
correctamente las abundantes metáforas del mito (“la visión”, “las cadenas”,
“las cosas del interior”, “las cosas de arriba”, “el sol”, etc.) traduciéndolas
a los respectivos conceptos de la filosofía platónica.»
Tomado de:
EL Mito de la caverna
Es uno de los relatos más expresivos de toda la historia del pensamiento occidental, una alegoría de la teoría de las ideas, así como un relato antropológico de la conflictiva situación humana A partir de este mito se descubren las piezas elementales de la ruta que traza Platón para lograr acceder al conocimiento verdadero.
El conocimiento es acercamiento a la verdad, superando ignorancia y el engaño.
¿Dónde reside la verdad?
Como hemos visto, por oposición al mundo
cambiante y confuso que nos rodea, la verdad está en el mundo ideal o
inteligible, por eso, el conocimiento se entiende como un proceso de
acercamiento y contemplación de las ideas.
La ciencia es conocimiento, no de casos
concretos, sino de la idea universal a la que imitan.
Por eso, tener conocimiento científico, consiste en conocer cuál es la esencia del problema investigado, analizado.
A las cuatro clases de objetos resultantes, dos sensibles y dos inteligibles, Platón les atribuye una operación mental o vía de conocimiento diferente. Respecto a las imágenes, que son sombras de las cosas, sólo podemos tener suposiciones o conjeturas; si nos fijamos en que las imágenes son sombras de cosas que son, a su vez, simples copias. ¿qué nombre tendría nuestro conocimiento de los animales y de las cosas que son copias o apariencias de la verdadera realidad? Creencia o fe. Así, pues, tanto las suposiciones como las creencias no son más que opiniones, no auténtico conocimiento.
Con respecto a los objetos matemáticos, nuestra vía de conocimiento es el pensamiento razonado o razón discursiva. La herramienta del conocimiento más alto, el de las ideas, es, para Platón, la inteligencia pura o razón intuitiva, la única que puede acceder a la visión de las ideas o formas y alcanzar la verdadera realidad.
El
conocimiento de la razón discursiva y el de la razón intuitiva, constituyen
conocimiento, ciencia, episteme.
Esquema:
La teoría de las Ideas representa el núcleo de la filosofía platónica, a través del cual se articula su pensamiento.
Platón distingue dos modos de realidad: inteligible, que denomina "Idea", y tiene las características de ser inmaterial, eterna, (ingenerada e indestructible), siendo ajena al cambio, y constituye el modelo o arquetipo de la otra realidad, la sensible, constituida por lo que ordinariamente llamamos cosas, y que tiene las características de ser material, corruptible, (sometida al cambio, esto es, a la generación y a la destrucción), y que resulta no ser más que una copia de la realidad inteligible. La 1ª forma de realidad, constituida por las Ideas, representaría el verdadero ser, mientras que de la 2ª forma de realidad, las realidades materiales o "cosas", hallándose en un constante devenir, nunca podrá decirse de ellas que verdaderamente son.
Sólo la Idea es susceptible de un verdadero conocimiento o "episteme", mientras que la realidad sensible, las cosas, sólo son susceptibles de opinión o "doxa".
El alma contempla, antes de su unión con el cuerpo, las Ideas. El Demiurgo modela la materia ateniéndose al modelo de las Ideas. Platón separó las Ideas de las cosas, entre lo sensible y lo inteligible como una característica propia de ella; "separación" entre la realidad inteligible, llamada también mundo inteligible y la realidad sensible o mundo visible, que aboca un dualismo.
Lo inteligible. En cuanto a las Ideas, en la medida en que son el término de la definición universal representan las "esencias" de los objetos de conocimiento, es decir, aquello que está comprendido en el concepto; pero con la particularidad de que no se puede confundir con el concepto, por lo que las Ideas platónicas no son contenidos mentales, sino objetos a los que se refieren los contenidos mentales designados por el concepto, y que expresamos a través del lenguaje. Esos objetos o "esencias" subsisten independientemente de que sean o no pensados, son algo distinto del pensamiento. Las Ideas son únicas, eternas e inmutables y, al igual que el ser de Parménides, no pueden ser objeto de conocimiento sensible, sino solamente cognoscibles por la razón.
No siendo objeto de la sensibilidad, no pueden ser materiales. Las Ideas son el modelo de las cosas, por lo que la realidad sensible es el resultado de la copia o imitación de las Ideas. La relación entre ese ser inmutable y la realidad sometida al cambio, es decir entre las Ideas y las cosas. Esa relación es explicada como imitación o como participación: las cosas imitan a las Ideas.
La realidad sensible se caracteriza por estar sometida al cambio, a la movilidad, a la generación y a la corrupción.
Referenciado y fundamentado de: Historia de la filosofía.
Barcelona: Grupo Editorial Edebé, 2009. Páginas: 38, 40-42,
52.
Adaptación: profesor eduardo adrián pulgarín utsman
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