Dime con quién andas...
¿Lucha anticorrupción? El Gobierno empoderó a
'musas y ñoños' a cambio del apoyo a la reelección.
Mauricio Vargas
La buena noticia es que la corrupción, ese terrible mal que corroe las instituciones y debilita la democracia, se ha instalado en el centro del debate. Como sucede con los adictos, si Colombia no
empieza por reconocer que está enviciada con ese mal, será imposible que lo
enfrente. La mala noticia es que el tema se ha convertido en bandera de la
campaña política que se avecina: no olvidemos que ese populismo de
saltimbanquis gritones es el mismo que llevó a la Casa Blanca a Donald Trump,
ni que en Colombia puede tomar la forma de un mesías de derecha, de izquierda o
hasta ‘verde’.
Pero volvamos a lo bueno: que el tema
esté en la mesa y que todo indique que la Fiscalía anda en la tarea de destapar
y de llevar a la cárcel a los responsables. Tras meses de no hablar sino de
paz, el presidente Juan Manuel Santos desempolvó unas normas anticorrupción
para tanta contratación con fundaciones de bolsillo de los políticos. Claro que,
por el camino de la generalización, enlodó a fundaciones decentes que hacen
bien su trabajo. Sabido es que hoy, a la hora de comunicar, la administración
Santos es un desastre.
El problema del Presidente frente a
la corrupción no es, sin embargo, de normas. Podría dictar un código draconiano
con pena de muerte a los saqueadores del erario y quién sabe qué más, pero no
resultaría convincente: su falta de credibilidad para enarbolar este estandarte
es absoluta.
Santos ve la paja en el ojo de su
antecesor y tenaz opositor, Álvaro Uribe, y no la viga en el propio. Y es
cierto que muchos funcionarios del anterior doble mandato cometieron actos de
corrupción, como ocurrió con los gobiernos que a su vez lo antecedieron y que
vieron crecer ese mal sin atajarlo. Pero de ahí a insinuar, como hace Santos,
que los funcionarios uribistas eran diablos y los santistas unos santos hay
mucho trecho.
Los escándalos –Odebrecht,
Cafesalud, ‘carruseles’ de educación y salud en Córdoba, Juegos Deportivos
nacionales en el Tolima, contratación con fundaciones por Fondepaz– demuestran
que los responsables de la doble administración santista tienen mucho que
explicar. Y eso cubre a ministros, viceministros, secretarios de la Casa de
Nariño y de ahí para abajo. El problema es la complacencia demostrada por este
gobierno con los sectores políticos más corruptos.
Dime con quién andas y te diré quién
eres: si ‘Ñoños’ y Musas cuentan con un gigantesco poder, es porque el Gobierno
pagó con generosidad el apoyo que le dieron a la reelección. La maquinaria
santista en Córdoba produjo 340.000 votos en la segunda vuelta de las
presidenciales, un 40 por ciento de la ventaja que Santos le sacó a Óscar Iván
Zuluaga. El pago fue la dirección del Fonade, entre otros bocados, ¡una entidad
que contrata 8 billones de pesos anuales!
El clientelismo no es invento de
Santos. Pero este gobierno le dio una vuelta de tuerca que ha resultado
funesta: tras décadas en que los presidentes les entregaban a sus amigos
políticos cuotas en la burocracia, la administración Santos decidió entregarles
porciones gigantescas de la contratación. Y no solo en Fonade. Por la vía de
los cupos indicativos, un congresista consigue incluir una obra en el
presupuesto nacional. El parlamentario ya sabe qué contratista la realizará y
tiene pactada una tajada.
Es la ‘mermelada’ que tanto ha
defendido el propio Presidente con el argumento de que “son obras para las
regiones”, cuando la realidad es que muchas de esas obras, si arrancan, quedan
a mitad de camino. Es la ‘mermelada’ criminal que ha empoderado y enriquecido a
varios en la Unidad Nacional santista. Por eso el Gobierno no es creíble cuando
anuncia, con bombos y platillos, medidas contra la corrupción. Y por eso, el tema
quedará como juguete de la campaña electoral, en beneficio del populista que
más grite.
MAURICIO VARGAS
mvargaslina@hotmail.com
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/dime-con-quien-andas-mauricio-vargas-columnista-el-tiempo/16803435
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