domingo, febrero 12, 2017

Delincuencia estrato 6


Los tiempos han cambiado. Hoy estamos frente a megadelincuentes pertenecientes a "familias de bien".


¿Te gustan las películas? pregunta el negrísimo jefe del hampa de la ciudad de Kansas. Sí, no me disgustan, responde el blanquísimo joven delincuente. No te las recomiendo, agrega el jefe mafioso, porque han contado mentiras de cómo son los negros. El asimétrico diálogo entre maleantes ocurre en Kansas City, el inquietante filme de Robert Altman y uno de los favoritos de Martin Scorsese que, a ritmo de jazz, recrea el listón de valores de los bajos fondos durante «La Gran Depresión» ocurrida en los Estados Unidos en los años treinta. Mientras los de abajo pagaban la crisis, los de arriba amañaban elecciones y usufructuaban las ventajas del poder.     

La película que nos venían enseñado en Colombia era la de unos honorables políticos y empresarios que estaban «haciendo patria». En la película los culpables de todos los males de la república eran los «malpararidos» guerrilleros o los cientos de raponeros que flagelan las calles del país. De un día para otro nos anunciaron -como decía el jefe del hampa de Kansas- que todo lo que se veía en la película era mentira y que la verdad es que en Colombia hay unos ladrones que, disfrazados de políticos o de «gentes de bien», vienen saqueado las arcas públicas.  

Los guerrilleros, lógicamente, no pintan nada en esta película porque las cuantiosas licitaciones las realizan los ministros de Estado, viceministros, gobernadores y alcaldes. Se necesitarían, además, miles de carteristas callejeros para juntar los 6.5 millones de dólares que, según las pesquisas de la Fiscalía, recibió como soborno y de un solo contado, el ex viceministro de transporte, Gabriel García Morales, para beneficiar a un clan de empresarios que estaban «haciendo patria».

Hace unos años los megadelincuentes colombianos venían de la barriada. Gente a pie de calle. Como Pablo. Como tantos otros que murieron en su ley. Eran mal hablados y se alimentaban con comida de vagabundos. Asaltaban bancos y joyerías. Traficaban. Mataban a quien se interpusiera en su camino. Repartían billete entre la gente de las barriadas. Sobornaban a policías y políticos. Salvaban a empresarios quebrados. Financiaban reinados de belleza. Entraban y salían de las prisiones. Sus existencias transcurrían sobre el filo de un puñal. Llevaban un escalofriante tren de vida con el dinero obtenido en el tráfico de drogas.

Los tiempos han cambiado. Hoy estamos frente a megadelincuentes pertenecientes a «familias de bien» que, a troche y moche, se han graduado en las más caras universidades del país y han conseguido, a troche y moche, algún cartón en el extranjero. Viven en lujosos condominios. Visten y comen bien. Son miembros de número de los más elitistas clubes privados. Salen retratados en las páginas sociales de la prensa nacional y de provincia. Opinan en los programas de radio y televisión. Cuando algo se mueve contra ellos se muestran indignados y hablan de «persecuciones políticas». Llevan un lujoso tren de vida con el dinero de los contribuyentes. 

Los megadelincuentes de estrato seis no aparecían en las películas que nos exhibían, o sí aparecían en alguna, era en el papel de «buenos». Esta banda de megadelincuentes se apoderaron del dinero público porque los órganos de investigación y control (Fiscalía, Procuraduría, Contraloría y Defensoría) estaban mirando para otra parte. Mientras los megadelincuentes hacían de las suyas, los funcionarios -como el ex procurador Alejandro Ordoñez- buscaban «castrochavistas» hasta en la sopa para represaliarlos o abrían «trascendentales» debates sobre los pájaros preñados o si los ángeles eran varones o hembras.
El coto de caza de los megadelincuentes estrato seis ha sido extenso: Agro Ingreso Seguro, Coomeva EPS, Caprecom, Transmilenio Calle 26, Reficar, SaludCoop EPS, Interbolsa y un largo etcétera. Estos casos apenas son la punta del iceberg puesto que en Colombia se ha entronizado y aceptado por la mayoría de los operadores políticos tradicionales, una estructura corrupta que comienza en las altas esferas gubernamentales y se extiende hasta los ámbitos departamentales y municipales. Este prontuario de la infamia encuentra también su parte macabra: la violación, tortura y asesinato de la niña Yuliana Samboní a manos de Rafael Uribe, un verdugo de estrato seis.      

La situación de Colombia puede verse reflejada en el espejo de España. Banqueros, exministros, presidentes de comunidades autónomas, empresarios, lobistas, alcaldes y políticos profesionales que actuaban a sus anchas durante la época de las vacas gordas, cayeron en desgracia y fueron puestos tras las rejas cuando la crisis económica tocó fondo y la opinión pública despertó de una quimera. Cuatro factores se vienen juntando en España contra la corrupción: indignación popular callejera, voceros políticos anticorrupción, prensa implacable contra los corruptos y jueces que actúan sin miedo y con independencia. Colombia entra en un periodo de desaceleración económica y crisis que, sumado a la reforma tributaria, atacará los bolsillos de las capas medias y populares. Poca plata y unos saqueadores estrato seis llevándosela. ¡Vaya película! 

La campaña electoral que se avecina en Colombia es una oportunidad excepcional para desenterrar a todos los operadores políticos que están untados de fango hasta las orejas. El Fiscal, el Procurador, el Contralor y el Defensor que, fueron elegidos a través de acuerdos entre políticos, tienen la oportunidad de sacudirse de sus mentores y formar una especie de cuarteto que al igual que «Los Intocables» actúen a saco contra los megadelincuentes de estrato seis. Medios de comunicación y jueces: ¡Destapen! ¡Juzguen!    

Remate: Puerto Rico y el Caribe están de júbilo. Después de 35 años de cárcel el presidente Obama indultó al prisionero político Oscar López Rivera. La alcaldesa de San Juan de Puerto Rico, mediante orden ejecutiva, prepara un apoteósico recibimiento del patriota puertorriqueño, cuya libertad fue reclamada por Calle 13, Ricky Martín, Rubén Blades, Danny Rivera y centenares de personalidades del Caribe y el mundo.

* Escritor y analista político 

http://www.semana.com/opinion/articulo/yezid-arteta-davila-la-corrupcion-de-altos-estratos/512491



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