Testigos del horror Elespectador.com
Siria. La guerra, que comenzó en marzo de
2011 ha dejado huellas imborrables en 14 millones de niños. Según datos del
Observatorio Sirio de Derechos Humanos, 11.500 pequeños han muerto en este
conflicto. Millones necesitan ayuda.
Más de
cuatro años de guerra están dejando profundas cicatrices en los niños sirios.
Los que logran escapar vivos de las balas, las armas químicas y la pérdida de
su familia tratan de recuperarse del trauma y el estrés.
De
acuerdo con Unicef, 5,6 millones de niños viven en condiciones extremas dentro
de Siria, como pobreza, desplazamiento y estado de sitio. Hace apenas un año la
ONU había denunciado el riesgo de que se “pierda una generación entera de
niños”.
Relatos de
pequeños que han sobrevivido hablan de abusos físicos y sexuales, han sido
sometidos a simulacros de ejecuciones, quemados con cigarrillos, encerrados en
solitario y expuestos a torturas de sus familiares. Muchos han sido mutilados o golpeados para obtener confesiones o presionar a familiares para
que se entreguen. Cerca de 2 millones de niños viven como refugiados en Líbano,
Jordania, Irak, Turquía, Egipto y otros países del norte de África. Estas son
algunas historias.
Shahad tiene
cuatro años y desde hace casi dos está en un campo de refugiados en Jordania.
Según le relató su mamá, Majda Ibrahim, a la Agencia de la ONU para los
Refugiados (Acnur), la pequeña perdió el habla después de que un mortero
explotara en su casa. “Pensaron que no había sobrevivientes, pero mis hijos y
yo resultamos ilesos. Shahad entró en shock. Duró cuatro días tuvo fiebre y
cuando se recuperó no podía ir al baño sola y, lo peor, dejó de hablar”.
Un psicólogo
le diagnosticó trauma, al igual que a muchos niños que llegan de Siria. “Nos
dijo que su mente había retrocedido a la de un bebé, había perdido el habla y
toda esa etapa de su vida se perdió”. Se encontró con cientos de niños en sus
mismas condiciones, niños de hasta 17 años que se han convertido en bebés por
cuenta del horror. “Hay cientos de niños que han visto cosas que no deberían,
que han visto la muerte y el horror”, dijo Sameh, otro sobreviviente.
Los que se
quedaron en Siria, que se calcula son cerca de 3 millones, no han podido ir a
la escuela en cuatro años. Muchos no pueden dormir por temor a que durante la
noche caigan bombas en sus casas y muchos, según testimonios recogidos por
Unicef, aún tienen esperanza. Ahmed, de 10 años,
quiere ser médico, Dala profesora, pero lleva dos años sin asistir al colegio.
Human no ha dormido en una cama desde hace dos años.
Varios
pequeños le han contado a Save the Children que han visto a sus amigos y
familiares morir. Pasan hambre y cuando están enfermos no disponen de medicina,
ni siquiera de agua potable. Ir a la escuela es muy peligroso, pues los
colegios son blanco de los ataques.
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