Camanchaca
Agua barata
La “camanchaca” es una densa capa de nubes de tipo “stratus” o “stratocúmulos” que se
originan por la interacción de los vientos que proceden del mar (cargados de
humedad), y la presencia de los cordones montañosos de los Andes. Estas nubes
“orográficas” (producto del relieve del terreno) se internan entre los valles,
quebradas y mesetas, en la forma de nubes rastreras o bancos de nieblas que
localmente se denominan “camanchacas”.
Este fenómeno meteorológico, se da preferentemente en invierno y con
relativa frecuencia en las costas del Pacífico, desde algunas zonas del Ecuador
hasta el norte de Chile. En zonas de Perú y Chile, es la única fuente natural
de agua: las densas nubes, al estar compuestas por diminutas gotitas de agua
(tan livianas que están en suspensión), si se encuentran con algún cuerpo u objeto
a su paso, colisionan entre ellas y se agrandan, permitiendo que caigan por
gravedad. Otro modo de obtener agua de este meteoro es por medio del vapor de
agua presente en el aire, que al chocar con determinadas superficies se
condensa, formando gotas.
Así, en medio de una de las regiones más secas del planeta, se puede
tener un ambiente húmedo que ha permitido el desarrollo de actividades
impensadas para un desierto, generando ecosistemas donde crecen hierbas y
arbustos, que a su vez favorecen la concentración de fauna.
Por medio de dispositivos llamados atrapanieblas, se puede captar un
recurso de de agua potencial, en forma natural. Si se dan las condiciones
apropiadas (como sucede en las costas de Chile, Perú, Namibia y Australia
occidental), es probable esperar
rendimientos en torno de los 2 a 10 lt/m2 por día, mientras que en
algunos proyectos pueden alcanzarse los 25 lt/m2 por día.
Hay proyectos actuales que implican la provisión de agua potable para
pequeñas poblaciones y para el riego.
http://www.mimeteo.com/blog/medioambiente/camanchaca/
Atrapando agua de las nubes
Por
Patricia Peña, Servicio Informativo Iberoamericano de la OEI, Santiago de
Chile.
Los atrapanieblas de la caleta Chungungo, en la IV región, ubicada al
norte de La Serena, son un invento especial. Este ingenioso artefacto vino a
solucionarle una serie de problemas a una pequeña localidad de pescadores de
apenas 350 habitantes. Y de paso, los convirtió en la primera comunidad a nivel
mundial en consumir agua que sabe diferente, porque es agua que vino de las
nubes.
La experiencia fue aplaudida de pie por la comunidad internacional, que
se dedica a este tema, en el Primer Congreso de Nieblas y Colección de Agua realizado en agosto de 1998 en Vancouver, Canadá.
¿Qué hace un atrapaniebla? Atrapar las microscópicas gotas de agua que
contiene la denominada "camanchaca" o neblina costera. Algo no
despreciable cuando se trata de facilitar la vida en una comunidad que no tenía
acceso al agua potable y que está expuesta al avance del desierto.
La idea no es nueva; pero Chile es pionero en hacer de un simple invento
una estrategia multidisciplinaria para ponerlo en práctica en un poblado. En la
experiencia se unieron varias instituciones que hoy día tienen el mérito de
estar exportando al mundo su metodología o know how. Entre ellas: el Instituto
de Geografía de la U. Católica, la Corporación Nacional Forestal (Conaf), e
investigadores de la Universidad de La Serena, entre otros, en colaboración con
el Servicio Atmosférico de Canadá, y financiado por el Centro Internacional de
Investigaciones para el Desarrollo.
Chungungo, un pueblo que revivió
Cuenta la historia que Chungungo era una de esas típicas caletas de
pescadores que hay en el norte chileno, donde es característica la falta de
acceso al agua potable. Cerca de un tercio de sus habitantes había abandonado
el pueblo buscando mejores perspectivas de vida. Era lógico, porque la vida
diaria se hacía difícil, dependiendo sólo del agua transportada por un camión
municipal aljibe que establecía una cuota semanal de 200 litros por familia.
Pilar Cereceda, investigadora del Instituto de Geografía de la U. Católica
de Chile, conoce bien este largo proceso, pues ella formó parte del grupo de
científicos y especialistas que se dedicó a demostrar la factibilidad de una
iniciativa como esta. "Chile no ha inventado nada, pero sí podemos decir
que somos los pioneros en cuanto a investigación, estudios de topografía y
posibilidades de uso y aplicaciones de tecnología, como el atrapanieblas",
señala esta entusiasta geógrafa.
En 1980, la Corporación Nacional Forestal (Conaf) instaló la primera
malla de atrapaniebla. El proyecto original pretendía captar una cantidad de
agua suficiente como para forestar la cumbre de la vieja mina El Tofo, y crear
una especie de reserva forestal con especies autorregantes. "Nos demoramos
como dos años en conseguir los dineros para comprar las cañerías, y en todo ese
tiempo habíamos tenido que botar el agua al cerro porque no había lugar para
almancenarla.
Muchas veces nos encontrábamos con el prejuicio de que lo que estábamos
proyectando no era investigación", recuerda Pilar Cereceda.
Cuando sus ejecutores se dieron cuenta de la existencia de la caleta,
ubicada a sólo 9 kms., y de sus tremendas necesidades de agua potable, el
objetivo final cambió radicalmente. Entonces, la geografía se mezcló con la
antropología, para desarrollar un proyecto que iba a tener un impacto social.
Recién entonces, los habitantes del pueblo se mezclaron con los científicos que
estaban sacando agua de la camanchaca.
"Se podría decir que esa fue una limitante del proyecto y de la
investigación, pero creo que lo que teníamos era miedo de crear falsas
expectativas sobre algo que, a lo mejor, después no iba a funcionar",
explica la investigadora.
En 1985, gracias a los antecedentes y datos básicos que se habían
recogido, se consiguieron los fondos del Centro Internacional de Investigación
para el Desarrollo, para llevar a cabo la siguiente etapa. Los primeros 50
atrapanieblas para obtener agua para consumo humano los hizo la Conaf en 1987,
y la gente del pueblo organizó su primer Comité de Agua Potable Rural.
En mayo de 1992, luego de 7 años de estudios y experimentos científicos,
se instaló el sistema de cañerías plásticas para abastecer de agua al pueblo. Esta
modesta experiencia demostraba que con voluntad y una buena (y sencilla) base
técnica era posible generarle a un pueblo de 100 familias, un sistema de agua
para beber.
A la caza de las gotas de agua
Waldo Canto, director regional de Conaf de la IV región, señala que el
conocimiento, utilidad y efectos de estas neblinas costeras data de por lo
menos hace unos 5 mil años. Grupos humanos del litoral y del interior de
Sudamérica, especialmente en Perú, recolectaban agua de árboles y arbustos o de
fuentes que excavaban a los pies de los cerros costeros hasta donde se filtraba
el agua después de que las nubes chocaban con ellos.
¿Cómo replicaron esta antigua práctica? Gracias al fenómeno de la
camanchaca. Carlos Espinoza, profesor en Física y Matemática, fue pionero en
desarrollar una alternativa de uso concreto de la neblina costera. En 1956, la
ciudad de Antofagasta, (norte de Chile), sufrió la peor crisis de falta de agua
potable. Espinoza realizó una serie de observaciones directas junto al jesuita
Germán Saa y el ingeniero Nicolás Lianfranco en el cerro más alto de la ciudad.
Instalaron un primer panel de atrapaniebla fabricado con hilos de nylon. En
1963 patentaron el invento y años más tarde lo cedieron a la U. Católica del
Norte que, a su vez, la traspasó a la Unesco.
Waldo explica que la "camanchaca" es una nube en contacto con
el suelo, compuesta de pequeñas gotas de agua que en la costa del norte chileno
se produce todo el año, aunque su intensidad disminuye entre otoño e invierno.
Los atrapanieblas están hechos de postes de eucaliptos y malla Raschel -que en
los campos chilenos se utiliza para proteger del viento a cultivos como el
kiwi, la papaya o los paltos-. Para cada uno de los atrapanieblas se utilizan
algo más de 4.000 mts. de malla.
El director regional de la Conaf en la IV región, señala que actualmente
existen 85 atrapanieblas en Chungungo y que su "producción" llega a
los 300 mil litros mensuales de agua (equivalentes al transporte de 30 camiones
aljibes). La cifra aumenta o disminuye según la cantidad y calidad de la niebla
que se forma en el lugar. Los mejores meses para la recolección de agua son en
los de la primavera y los peores en el otoño. En el mes de menor recolección
(mayo de 1985) apenas se recolectaron 50 mil litros. En el invierno del año
pasado hubo algunos problemas porque los temporales botaron la mayoría de los
paneles. Por eso es necesario mantener agua de reserva y no dejar de lado las
entregas que hacen los municipios a través de los camiones aljibe.
La geógrafa Pilar Cereceda explica que "uno siempre está
dependiendo de la neblina o camanchaca, pero con la actual capacidad de reserva
que existe en la zona (unos 150 metros cúbicos) se puede pasar hasta 10 días
sin ella. Por eso es muy importante trabajar con la comunidad en todo el
proceso y en un programa de uso sustentable del recurso, y a no elevar el costo
que significa para el pueblo".
Hoy, la gente de Chungungo es dueña de todo el sistema, y la Corporación
Nacional Forestal mantiene su trabajo de asesoría para que puedan lograr un
buen manejo de este recurso. Hay que renovar las mallas cada 5 años, y cada 10
años el sistema de transporte a través de las cañerías de plástico. De todo
esto deberá hacerse cargo el Comité de Adelanto del pueblo. Pero el ánimo no ha
decaído, porque han visto los beneficios del sistema. Por ejemplo, con el agua
que se logra reservar se riega una parcela en la que se le enseñó a la gente
técnicas de cultivo para obtener tomates, lechugas, acelgas o pepinos.
"Junto con la llegada del agua llegó la extensión de la electricidad, y
mucha de la gente que se había ido del pueblo regresó, y este volvió a crecer,
porque existen las condiciones para tener una mejor calidad de vida en él: las
mujeres pueden salir a trabajar, hay mejores estándares de higiene, pueden
comer sus propias verduras o inclusive tener jardines o una pequeña
plaza", concluye Pilar.
Ahora, el desafío es investigar qué otros pueblos del norte del país, ya
sea en la costa o en el interior, pueden beneficiarse también de este simple y
económico artefacto, bien para el consumo humano o para regadío de cultivos en
una zona tan árida como el norte chileno.
Cómo funciona un atrapaniebla
Cada uno de los paneles de un atrapaniebla está cubierto de una malla
cuya textura es de un diámetro tan pequeño que sólo puede ser atravesado por la
punta de un lápiz. Cuando hay camanchaca o niebla, dependiendo de la cantidad
de humedad -más o menos densa-, cada metro de malla puede atrapar de 4 a 15
litros diarios, o sea entre 16 a 21 mil litros en un día.
El sistema permite interceptar el flujo de la niebla de alta densidad o
humedad. Para esto es necesario ubicar los paneles en dirección perpendicular
al viento y a una altura de entre 700 a 900 metros sobre el nivel del mar. La
idea es atrapar la camanchaca.
Cuando ocurre, las miles de gotas son capturadas por las redes.
Acumulándose una con otra forman otras más grandes que terminan cayendo por su
propio peso a una canaleta plástica. Luego, son llevadas a un estanque cerrado
para evitar su contaminación con el aire del exterior y mantener su pureza.
Posteriormente, el agua es transportada, gracias a la misma pendiente del
cerro, a través de una cañería que, en el caso de Chungungo, se extiende por 7
kilómetros. Al llegar al pueblo se la almacena en estanques de 100, 50 y 30
litros, y se le aplica un proceso de purificación con filtros de arena de
cuarzo y de cloración. Entonces, queda lista para su distribución en las 120
casas de Chungungo.
En los 100 días en que no hay camanchaca en la zona, el pueblo depende
del agua que se ha dejado en rerserva y del abastecimiento municipal. OEI.
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