Mito de la Caverna
Mito con el que Platón describe nuestra situación respecto del conocimiento: al igual que los
prisioneros de la caverna que sólo ven las sombras de los objetos, nosotros
vivimos en la ignorancia cuando nuestras preocupaciones se refieren al mundo
que se ofrece a los sentidos. Sólo la filosofía puede liberarnos y permitirnos
salir de la caverna al mundo verdadero o mundo de las ideas.
En el libro VII de “República”
(514a-516d), Platón presenta el mito de la caverna. Es, sin duda, el mito más
importante y conocido de este autor. Platón dice expresamente que el mito
quiere ser una metáfora “de nuestra naturaleza respecto de su educación y de su
falta de educación”, es decir, sirve para ilustrar cuestiones relativas a la
teoría del conocimiento. Pero tiene también claras implicaciones en otros
dominios de la filosofía como la ontología, la antropología e incluso la
política y la ética; algunos intérpretes han visto también implicaciones
religiosas.
La descripción del mito tal
y como lo narra Platón en “República” se articula en varias partes:
1. Descripción dela situación de los prisioneros
en la caverna.
2.
Descripción del proceso deliberación de uno de ellos y de su acceso al mundo
superior o verdadero.
3.
Breve interpretación del mito.
Descripción de la situación de los prisioneros
Nos pide Platón imaginar que
nosotros somos como unos prisioneros que habitan una caverna subterránea. Estos
prisioneros desde niños están encadenados e inmóviles de tal modo que sólo
pueden mirar y ver el fondo de la estancia. Detrás de ellos y en un plano más
elevado hay un fuego que la ilumina; entre el fuego y los prisioneros hay un
camino más alto al borde del cual se encuentra una pared o tabique, como el
biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por
encima de él, los muñecos. Por el camino desfilan unos individuos, algunos de
los cuales hablan, portando unas esculturas que representan distintos objetos:
unos figuras de animales, otros de árboles y objetos artificiales, etc. Dado
que entre los individuos que pasean por el camino y los prisioneros se
encuentra la pared, sobre el fondo sólo se proyectan las sombras de los objetos
portados por dichos individuos.
En esta situación los
prisioneros creerían que las sombras que ven y el eco de las voces que oyen son
la realidad.
II. Proceso deliberación
del cautivo
A. Subida hacia el mundo exterior: acceso hacia el mundo
verdadero.
1. En el mundo subterráneo.
Supongamos, dice Platón, que
a uno de los prisioneros, “de cuerdo con su naturaleza” le liberásemos y
obligásemos a levantarse, volver hacia la luz y mirar hacia el otro lado de la
caverna. El prisionero sería incapaz de percibir las cosas cuyas sombras había
visto antes. Se encontraría confuso y creería que las sombras que antes
percibía son más verdaderas o reales que las cosas que ahora ve. Si se le
orzara a mirar hacia la luz misma le dolerían los ojos y trataría de volver su
mirada hacia los objetos antes percibidos.
2. En el mundo exterior.
Si a la fuerza se le arrastrara
hacia el exterior sentiría dolor y, acostumbrado a la oscuridad, no podría
percibir nada. En el mundo exterior le sería más fácil mirar primero las
sombras, después los reflejos de los hombres y de los objetos en el agua, luego
los hombres y los objetos mismos. A continuación contemplaría de noche lo que
hay en el cielo y la luz de los astros y la luna. Finalmente percibiría el sol,
pero no en imágenes sino en sí y por sí. Después de esto concluiría, con
respecto al sol, que es lo que produce las estaciones y los años, que gobierna
todo en el ámbito visible y que de algún modo es causa de las cosas que ellos
habían visto.
Al recordar su antigua
morada, la sabiduría allí existente y a sus compañeros de cautiverio, se
sentiría feliz y los compadecería. En el mundo subterráneo los prisioneros se
dan honores y elogios unos a otros, y recompensas a aquel que percibe con más
agudeza las sombras, al que mejor recuerda el orden en la sucesión de la
sombras y al que es capaz de adivinar las que van a pasar. Esa vida le
parecería insoportable.
B. Regreso al mundo
subterráneo, exigencia moral de ayuda a sus compañeros.
1. Confusión vital por la oscuridad de la
caverna.
Si descendiera y ocupara de
nuevo su asiento tendría ofuscados los ojos por las tinieblas, sería incapaz de
discriminar las sombras, los demás lo harían mejor que él, se reirían de él y
dirían que por haber subido hasta lo alto se le han estropeado los ojos y que
no vale la pena marchar hacia arriba.
2. Burla y persecución. Si intentase desatarlos
y conducirlos hacia la luz se burlarían de él, lo perseguirían y lo matarían.
III. Interpretación
A. Comparación
delas realidades.
Debemos comparar la región
visible con la morada-prisión y la luz del fuego que hay en ella con el poder
del sol.
B. Comparación
delos procesos.
El ascenso y contemplación
de las cosas de arriba es semejante al camino del alma hacia el ámbito
inteligible.
C. Valor de la Idea del Bien.
Objeto último y más difícil
del mundo cognoscible: la Idea del Bien.
Idea
del Bien: causa de todas las cosas rectas y bellas; en el mundo
visible ha engendrado la luz y al sol, y en el ámbito inteligible es la
productora de la verdad y de la inteligencia; es la realidad que es necesario
ver para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo público.
SÍMBOLOS DEL MITO DE LA CAVERNA Y SU INTERPRETACIÓN
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DIMENSIÓN ANTROPOLÓGICA
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SÍMBOLOS DEL MITO
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INTERPRETACIÓN EN LA
VIDA REAL
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prisioneros
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el hombre en la medida en que vive inserto en el mundo sensible y sus
valores
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conocimiento de sí mismos como siendo meras sombras
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identificación de la realidad humana con el cuerpo
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liberación del prisionero
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liberación del hombre y descubrimiento del mundo verdadero
(Mundo de las Ideas) |
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el cautivo pierde las cadenas, reconoce los objetos en la caverna,
sube al mundo exterior y reconoce los objetos del mundo exterior
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el filósofo libera moral e intelectualmente su alma de las
limitaciones y ataduras del cuerpo y del mundo sensible y asciende al mundo
de las Ideas; práctica de la dialéctica o filosofía
|
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conocimiento de sí mismo en el mundo exterior
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tras el ejercicio de la filosofía, identificación de la realidad
humana con el alma
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DIMENSIÓN
ONTOLÓGICA Y EPISTEMOLÓGICA
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SÍMBOLOS
DEL MITO
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INTERPRETACIÓN EN LA VIDA REAL
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TIPODE REALIDAD
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TIPODE REALIDAD
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TIPODE SABER
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MUNDO SUBTERRÁNEO
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MUNDO QUE SE DA A LOS SENTIDOS (o mundo sensible)
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OPINIÓN
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las sombras en el fondo de la caverna
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las sombras y los reflejos de los objetos
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conjetura
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los objetos de la caverna
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los objetos naturales y artificiales
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creencia
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la luz del fuego
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el sol
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MUNDO
EXTERIOR
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MUNDO
INTELIGIBLE O
MUNDO DE
LAS IDEAS
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CIENCIA
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las sombras y reflejos en el agua de las cosas exteriores
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las ideas matemáticas
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Pensamiento discursivo
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las cosas exteriores mismas y, por la noche, la luna y los objetos
celestes
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las Ideas superiores
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inteligencia
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el sol mismo
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la Idea de Bien
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Conocimiento como subida al mundo exterior
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conocimiento o ciencia estricta o filosofía como “ascensión al ser” (al mundo de las
Ideas)
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DIMENSIÓN
MORAL y POLÍTICA DEL MITO
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SÍMBOLOS
DEL MITO
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INTERPRETACIÓN
EN LA VIDA REAL
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necesidad en el proceso
de liberación del prisionero (por eso Platón emplea con frecuencia
expresiones del tipo “si le forzáramos”, “si a la fuerza se le arrastrara”)
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el destino del hombre
no es el mundo físico sino el mundo absoluto y divino de las Ideas, por lo
que es necesaria la dialéctica o filosofía para el cumplimiento de dicho
destino; legitimidad del autoritarismo ilustrado
platónico
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el prisionero liberado
baja de nuevo al mundo de la caverna
|
el filósofo no puede
limitarse a la mera contemplación de las ideas; tiene la obligación moral de
volver su mirada hacia el mundo y ayudar a la liberación de las demás
personas
|
el prisionero liberado
que es perseguído y asesinado por sus compañeros
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el proceso y muerte de
Sócrates y de todos aquellos que insisten en mostrar la verdad a los hombres
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comprensión del papel
que tiene el sol en la vida, realidad y gobierno de las cosas
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comprensión del papel
que tiene la Idea del Bien como el principio que crea, da inteligibilidad a
la realidad e ilumina la vida moral y política
|
El Mito
Platón nos ofrece en el
famoso texto siguiente el mito de la caverna, metáfora de la situación del
hombre en relación a la verdad y al ser y concentrada imagen de las tesis más
importantes de su filosofía.
"I. -Y a continuación -seguí- compara con la siguiente escena el
estado en que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla
nuestra naturaleza. Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea
provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de
toda la caverna y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las
piernas y el cuello de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente
hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de
ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el
fuego y los encadenados, un camino situado en alto; y a lo largo del camino
suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se
alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben
aquéllos sus maravillas.
-Ya lo veo -dijo.
-Pues bien, contempla ahora,
a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda clase de objetos
cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales hechas
de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores
habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados.
-Qué extraña escena
describes -dijo- y qué extraños pioneros!
-Iguales que nosotros
-dije-, porque, en primer lugar ¿crees que los que están así han visto otra
cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego
sobre la parte de la caverna que está frente a ellos?
-¡Cómo -dijo-, si durante
toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas?
-¿Y de los objetos
transportados? ¿No habrán visto lo mismo?
-¿Qué otra cosa van a ver?
-Y, si pudieran hablar los
unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas
sombras que veían pasar ante ellos? Forzosamente.
-¿Y si la prisión tuviese un
eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que, cada vez que hablara
alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino
la sombra que veían pasar?
-No, ¡por Zeus! -dijo.
-Entonces no hay duda -dije
yo- de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las sombras
de los objetos fabricados.
-Es enteramente forzoso
-dijo.
-Examina, pues -dije-, qué
pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su ignorancia y si,
conforme a naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos fuera
desatado y obligado a levantarse súbitamente y a volver el cuello y a andar y a
mirar a la luz y cuando, al hacer todo esto, sintiera dolor y, por causa de las
chiribitas, no fuera capaz de ver aquellos objetos cuyas sombras veía antes,
¿qué crees que contestaría si le dijera alguien que antes no veía más que
sombras inanes y que es ahora cuando, hallándose más cerca de la realidad y
vuelto de cara a objetos más reales, goza de una visión más verdadera, y si
fuera mostrándole los objetos que pasan y obligándole a contestar a sus
preguntas acerca de qué es cada uno de ellos? ¿No crees que estaría perplejo y
que lo que antes había contemplado le parecería más verdadero que lo que
entonces se le mostraba?
-Mucho más -dijo.
II. -Y,
si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, ¿no crees que le dolerían
los ojos y que se escaparía volviéndose hacia aquellos objetos que puede
contemplar, y que consideraría que éstos son realmente más claros que los que
le muestran?
-Así es -dijo.
-Y, si se lo llevaran de
allí a la fuerza -dije-, obligándole a recorrer la áspera y escarpada subida, y
no le dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, ¿no crees que
sufriría y llevaría a mal el ser arrastrado y, una vez llegado a la luz,
tendría los ojos tan llenos de ella que no sería capaz de ver ni una sola de
las cosas a las que ahora llamamos verdaderas?
-No, no sería capaz -dijo-,
al menos por el momento.
-Necesitaría acostumbrarse,
creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo que vería más
fácilmente serían, ante todo, las sombras, luego, las imágenes de hombres y de
otros objetos reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos. Y
después de esto le sería más fácil el contemplar de noche las cosas del cielo y
el cielo mismo, fijando su vista en la luz de las estrellas y la luna, que el
ver de día el sol y lo que le es propio.
-¿Cómo no?
-Y por último, creo yo,
sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro lugar
ajeno a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo,
lo que él estaría en condiciones de mirar y contemplar.
-Necesariamente -dijo.
-Y, después de esto,
colegiría ya con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los
años y gobierna todo lo de la región visible y es, en cierto modo, el autor de
todas aquellas cosas que ellos veían.
-Es evidente -dijo- que
después de aquello vendría a pensar en eso otro.
-¿Y qué? Cuando se acordara
de su anterior habitación y de la ciencia de allí y de sus antiguos compañeros
de cárcel, ¿no crees que se consideraría feliz por haber cambiado y que les
compadecería a ellos? Efectivamente.
-Y, si hubiese habido entre
ellos algunos honores o alabanzas o recompensas que concedieran los unos a
aquellos otros que, por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban
y acordarse mejor de cuáles de entre ellas eran las que solían pasar delante o
detrás o junto con otras, fuesen más capaces que nadie de profetizar, basados
en ello, lo que iba a suceder, ¿crees que sentiría aquél nostalgia de estas
cosas o que envidiaría a quienes gozaran de honores y poderes entre aquéllos, o
bien que le ocurriría lo de Homero, es decir, que preferiría decididamente «ser
siervo en el campo de cualquier labrador sin caudal » o sufrir cualquier otro
destino antes que vivir en aquel mundo de lo opinable?
-Eso es lo que creo yo
-dijo-: que preferiría cualquier otro destino antes que aquella vida.
-Ahora fíjate en esto
-dije-: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, ¿no
crees que se le llenarían los ojos de tinieblas como a quien deja súbitamente
la luz del sol?
-Ciertamente -dijo.
-Y, si tuviese que competir
de nuevo con los que habían permanecido constantemente encadenados, opinando
acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele asentado todavía los ojos,
ve con dificultad -y no sería muy corto el tiempo que necesitara para
acostumbrarse-, ¿no daría que reír y no se diría de él que, por haber subido
arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aun de
intentar una semejante ascensión? ¿Y no matarían, si encontraban manera de
echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y hacerles subir?
-Claro que sí-dijo.
III. -Pues bien -dije-, esta
imagen hay que aplicarla toda ella, ¡oh, amigo Glaucón!, a lo que se ha dicho
antes; hay que comparar la región revelada por medio de la vista con la
vivienda-prisión y la luz del fuego que hay en ella con el poder del sol. En
cuanto a la subida al mundo de arriba y a la contemplación de las cosas de
éste, si las comparas con la ascensión del alma hasta la región inteligible no
errarás con respecto a mi vislumbre, que es lo que tú deseas conocer y que sólo
la divinidad sabe si por acaso está en lo cierto. En fin, he aquí lo que a mí
me parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es
la idea del bien, pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa
de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas, que, mientras en el
mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en el inteligible es
ella la soberana y productora de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza
que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública.
-También yo estoy de acuerdo
-dijo-, en el grado en que puedo estarlo."
Platón, República, libro VII
Tomado de http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la- filosofia/Filosofiagriega/Platon/MitodelaCaverna.htm
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