Paulina Rivero Weber
La idea de que existen muchas
interpretaciones y muchas lecturas sobre una misma obra, sobre un evento o
sobre cualquier cosa, se la debemos fundamentalmente a Nietzsche. Para él, como
siglos atrás para Aristóteles, la verdad es simplemente inalcanzable para el
ser humano; mientras más perspectivas se tiene de aquello que se pretende
conocer, más cercanos estamos a la verdad, aunque nunca demos de lleno con
ella.
Entre esos criterios o parámetros
nietzscheanos está lo que Octavio Paz llamó “la completud”, esto es qué tan
completa es una interpretación. Hay interpretaciones sumamente pobres, que no
ven más que lo evidente del objeto o de la filosofía o de lo que sea que se
quiere conocer. Existen interpretaciones que son más veraces, dice Nietzsche
desde su primera gran obra, porque son más completas.
Pongamos un ejemplo: no es lo mismo
hablar de Nietzsche cuando se ha leído una de sus obras que cuando se ha leído
su obra completa. Y no es la misma comprensión la que se tiene cuando aparte de
leer su obra se ha leído su correspondencia, sus apuntes, su obra musical y su
vida.
Pero, ante todo, lo que desde mi
perspectiva marca una lectura es la empatía y la intención que se tiene al
leerla, esto es, la honesta apertura ante aquello que se lee. Yo conocí a un
colega que había dedicado su vida a Heidegger para demostrar que estaba
equivocado: imposible lograr una interpretación enriquecedora cuando lo que se
busca es simplemente negar al otro.
Apertura, dedicación, respeto y
capacidad de crítica son aspectos esenciales para una interpretación más
completa de cualquier fenómeno.
Paulina
Rivero Weber
Es
licenciada, maestra y doctora en Filosofía por la Facultad de Filosofía y
Letras de la UNAM. Sus líneas de investigación se centran en temas de Ética y
Bioética, en particular en los pensamientos de los griegos antiguos, así como
de Spinoza, Nietzsche, Heidegger.
No hay comentarios:
Publicar un comentario