El filósofo del pensamiento débil
Considerado el último gran pensador italiano, fue también un miembro del Parlamento Europeo y pionero en la defensa de los derechos del colectivo LGTBI.
Matteo Montaldo
Lorena Pacho
Roma - 19
sept 2023
Partiendo
del pensamiento de Nietzsche, Heidegger -al que en sus últimos tiempos
interpretó como un pensador religioso-, y Gadamer, reinterpretó la
posmodernidad como una “liberación” de la metafísica totalizadora. Vattimo,
además, fue miembro del Parlamento Europeo y, como militante de izquierdas,
contribuyó activamente a la política italiana y europea. También resultó clave
en la divulgación de la filosofía en el país transalpino presentando programas
de televisión para la televisión pública italiana, la RAI y trabajando como
columnista para los diarios La Stampa y La Repubblica y para el semanario
L’Espresso.
Vattimo
fue también un pionero en la defensa de los derechos de las personas LGBTI,
definiéndose como “homosexual y cristiano”.
Autor de
obras como:
Las
aventuras de la diferencia (1979),
El
pensamiento débil (1983),
El fin de
la modernidad (1985),
La
sociedad transparente (1989),
Ética de
la interpretación (1989),
Creer que
se cree (1996),
Diálogos
con Nietzsche (2002), y
Nihilismo
y emancipación (2003).
Encumbrado
como el gran filósofo del posmodernismo, su teoría del pensamiento débil, una
crítica a la metafísica tradicional, concebida como réplica a la ética del
catolicismo y el marxismo, despertó filias y fobias en los años ochenta y
noventa del siglo pasado. “El pensamiento débil es una anarquía no sangrante.
Es demasiado débil para organizar atentados. Se trata de propiciar áreas de
libertad para los sujetos débiles, de emancipar al hombre.
Hay una
componente emancipadora en la desorganización de las democracias
tardoindustriales.
La
autonomía es un intento de disolución del Estado”, reflexionaba en una
entrevista con este diario en 1989, durante su etapa como profesor de
hermenéutica de la Universidad de Turín.
El
pensador marcó la escena filosófica del siglo XX con varias obras importantes.
En El fin de la modernidad, publicado en 1985, examina la superación de la
racionalidad moderna y la aparición de la posmodernidad. En Más allá de la
interpretación, de 1995 profundiza en la idea del pensamiento débil y se
focaliza en el papel central de la interpretación en la filosofía
contemporánea. En su obra están muy presentes temas como la religión y la fe,
como en Creer que se cree, donde propone un “cristianismo débil” para la era
posmoderna. En Después del cristianismo, por ejemplo, ahonda en la relación
entre posmodernidad y religión, y analiza las transformaciones de la fe en el
contexto actual. Le encantaba repetir la frase “la religión es un empujón para
luchar contra la injusticia”.
En su
pensamiento también está muy presente la idea del camino hacia la muerte y la
vida. “Si me da a elegir ahora preferiría morirme: sería una forma de cerrar
esto. No tengo miedo del más allá, sino del morir [hace un gesto como simulando
una parálisis]. Me siento muy naturalizado, soy alguien que en cierto momento
cesa”, señaló en otra entrevista con EL PAÍS en 2019 en su casa de Turín, de la
que apenas salía en sus últimos años, antes de recibir en Madrid la medalla de
Oro del Círculo de Bellas Artes. Revelaba también que esperaba la muerte
“moderadamente”. “Morir me sabe mal por el gato y por algún amigo. Pero no
tengo una gran imagen de la muerte. A veces escribo en las necrológicas de mis
amigos: ‘En la débil esperanza de un nuevo tiempo…’. Pero, vete a saber, lo que
me parece más creíble es que permanezcan las obras leídas. Encontraré a Kant...
Y espero no acabar en el infierno. Eso sí sería un problema: imagine a un padre
eterno divirtiéndose al verme arder en las llamas”, confesó.
Vattimo
no deja herederos de ningún tipo ni reconoce a ningún filósofo relevante en el
panorama actual. Su ingente archivo, de hecho, ha terminado en Barcelona
porque, como contó en su día, en Italia nadie se lo pidió.
Su
asistente y pareja desde hace más de una década, Simone Caminada, de 38 años,
dio a conocer su grave estado hace unos días, cuando publicó una foto de ambos
en el hospital que causó gran revuelo en el país transalpino y fue él quien
confirmó el fallecimiento del escritor.
En los
últimos años, su vida privada acabó en manos de la justicia. El pasado febrero,
Caminada fue condenado en primera instancia a dos años de prisión por un delito
de manipulación de persona incapaz cometido contra el propio Vattimo, quien,
sin embargo, durante el juicio, aseguró que nunca se había sentido engañado ni
manipulado. El juez consideraba en su sentencia que Caminada se aprovechó de la
fragilidad del filósofo, del que comenzó siendo su asistente hasta convertirse
en su compañero de vida, para expoliar su patrimonio.
Vattimo
siempre rechazó categóricamente este supuesto. El asunto ha generado ríos de
polémica en Italia, azuzados por varias personas del entorno del pensador que
se han enfrascado en un cruce de acusaciones. Los especialistas que han
examinado a Vattimo a lo largo del tiempo han dado opiniones contradictorias y
a veces opuestas sobre su estado psicológico. El filósofo asistió a casi todas
las vistas del proceso, aunque sus condiciones de salud se habían deteriorado
considerablemente. En una de las audiencias, ante las preguntas del fiscal, se
definió a sí mismo como “una persona que siempre intentaba ayudar y hacer
sentir bien a la gente que le rodeaba”.
Pero los
fiscales, que llegaron a utilizar incluso interceptaciones telefónicas,
concluyeron que Vattimo se encontraba en un estado de “total dependencia
psicológica de Caminada, mezclada con el miedo a la soledad y la conciencia de
que ya no podía valerse por sí mismo”. En diciembre pasado, los magistrados
intervinieron para suspender la unión civil que iba a celebrarse entre el
pensador y su ayudante. Aunque recientemente habían filtrado que tenían
intención de volver a intentarlo. Para la justicia, Vattimo se convirtió en sus
últimos meses de vida en víctima de un delito y congeló parte de sus bienes.
Además, hace unos días la fiscalía designó a un tutor de emergencia para
decidir exclusivamente sobre su tratamiento médico.
En su
ausencia, que deja a Italia cada vez más huérfana de referentes, sus ideas
seguirán viajando por el mundo.
BABELIA
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