El 19 de
septiembre de 2023 fallece el filósofo italiano Gianni Vattimo, uno de los
pensadores más importantes de nuestra época. Acuñó y explicó el concepto de
«pensamiento débil», expresando su rechazo a las verdades eternas e inmutables.
Recogemos
las diez claves fundamentales para entender su pensamiento. Un pensamiento que
ha estado en las grandes discusiones filosóficas de su tiempo y que, a su vez,
ha sembrado los debates por venir.
Por Javier
Correa Román e Irene Gómez-Olano
Índice
1.
Heredero de Nietzsche
2.
Siguiendo la estela de Heidegger
3.
Diálogo con Gadamer
4.
Pensamiento débil
5. Una
apuesta por la solidaridad y la compasión
6. Hacia
una religión no dogmática
7. Pensar
a Dios en una sociedad secularizada
8.
Recuperar la estética en el ocaso del arte
9.
Diálogo intercultural e interreligioso
10.
Europa y la identidad europea
La
filosofía europea se ha caracterizado históricamente por tener unos focos
geográficos muy delimitados. El más famoso probablemente sea la Grecia clásica,
donde nacieron los grandes maestros de la filosofía (Sócrates, Platón y
Aristóteles) y las grandes escuelas éticas de la Antigüedad (epicúreos,
estoicos, cínicos y escépticos). Pero no siempre ha sido Grecia el centro de la
filosofía europea. A partir de la modernidad, especialmente en la Ilustración,
los centros del pensamiento han sido principalmente tres: Reino Unido, Francia
y Alemania.
Desde hace unas décadas hay un nuevo polo
en la geografía filosófica del continente: Italia.
Tras el
colapso del posmodernismo francés, las nuevas lecturas de Nietzsche y Heidegger
(también de Gadamer, aunque sea un autor contemporáneo) se hicieron en el país
italiano. Surgió toda una nueva generación de filósofos y filósofas de Italia:
Maurizio Ferraris, Roberto Esposito, Rosi Braidotti… Una generación que ha
recuperado la iniciativa filosófica y ha sembrado el panorama del pensamiento
europeo de nuevas propuestas.
El padre de esta generación es, sin duda,
Gianni Vattimo.
Vattimo
fue el gran pionero a la hora de realizar determinadas lecturas de los autores
contemporáneos y aglutinó en torno a él a los filósofos de una generación, bien
sea en un diálogo amistoso, bien sea en una cordial disputa filosófica. Toda
una vida entregada al pensamiento. Recogemos las diez claves más importantes
para entender el pensamiento de este filósofo que pasará a la historia de
nuestro siglo.
1. Heredero de Nietzsche.
Tres son
las grandes influencias de Vattimo: Friedrich Nietzsche, Martin Heidegger y
Hans-Georg Gadamer. En realidad, y por qué no decirlo, todas se resumen en una:
la estela nietzscheana que tanto ha marcado a la filosofía europea en los
últimos ciento cincuenta años.
A grandes
rasgos, Vattimo acepta los grandes puntos de la filosofía de Nietzsche y
construye su propia filosofía desde el diagnóstico nietzscheano de la cultura,
una cultura nihilista que no puede resucitar a Dios.
El
esfuerzo teórico de Vattimo será el mismo que el de Nietzsche: desenmascarar,
allá donde nadie sospecha, la huella de un pensamiento totalizador;
desenmascarar los enmascaramientos y mostrar que detrás de todos los grandes
fundamentos (históricos, filosóficos o biológicos -o lo que sea-) se encuentra
una determinada voluntad de poder que quiere hacerse pasar por natural.
Por este
motivo, el pensamiento de Vattimo es un pensamiento «posmetafísico», un
pensamiento sin fundamentos, sin pretensiones totalizadoras, que no se basa en
el concepto de verdad objetiva (pues toda verdad objetiva es, en realidad, una
visión parcial que se quiere hacer pasar por absoluta). Desde la perspectiva de
Vattimo, la filosofía debe alejarse de los grandes relatos metafísicos, aceptar
la pluralidad de perspectivas y renunciar a la búsqueda de fundamentos
absolutos.
Por
último, Vattimo considera que el nihilismo no debe considerarse un mal o una
enfermedad a combatir, sino la única posibilidad de nuestra sociedad. Y es que,
a nosotros, a los seres humanos del siglo XXI, nada nos queda, en el sentido de
nada seguro, nada hay que sea cierto, sin ninguna duda. Y con esa nada tenemos
que lidiar. En Filosofía del presente escribió Vattimo: «Hoy, no es que no nos
sentimos a gusto porque somos nihilistas, sino porque somos todavía muy poco
nihilistas, porque no sabemos vivir hasta el fondo la experiencia de la
disolución del ser».
El
nihilismo que propone Vattimo no es, entonces, un nihilismo resentido o
nostálgico; tampoco un nihilismo fuerte que quiera edificar el mismo desastre
sobre unas ruinas que ya no pueden revivirse. El nihilismo de Vattimo es un
nihilismo débil, que aprende a vivir en un mundo donde el conocimiento es
situado y nunca total, donde la realidad que conocemos siempre es parcial y
nunca absoluta.
2. Siguiendo la estela de Heidegger.
Sigamos
con la estela nietzscheana. Del maestro a su principal heredero: Martin
Heidegger. De este filósofo, Vattimo hereda la concepción «epocal» del ser, es
decir, la postura según la cual el ser no es, sino que acontece. Para Vattimo,
como para Heidegger, que algo sea no quiere decir otra cosa que ese algo ocurre
como un acontecimiento, como una apertura de sentido en un campo de experiencia
mediado entre la realidad y el ser humano.
Este
campo de apertura donde el ser acontece es principalmente discursivo en la
medida en que es en lenguaje donde el ser puede ser comprendido y mostrado.
Vattimo asume la célebre sentencia de Heidegger según la cual el ser humano es
el pastor del ser y el lenguaje su morada. En Más allá del sujeto: Nietzsche,
Heidegger y la hermenéutica escribe Vattimo:
«Al final, el pensamiento de
Heidegger parece resumirse en el hecho de haber sustituido la idea de ser como
eternidad, estabilidad, fuerza por aquella de ser como vida, maduración,
nacimiento y muerte: no es lo que permanece, es de forma eminente […] lo que
deviene, que nace y muere. Asumir este nihilismo peculiar es la verdadera
realización del programa indicado por el título Ser y tiempo».
Vattimo
hereda también de Heidegger la destrucción de la metafísica y, para ello,
Vattimo utiliza dos términos del filósofo alemán. El primero es el de
Verwindung, que en nuestro idioma involucra diversos significados (cura,
aceptación, resignación, alivianamiento…) y que se usa para señalar nuestra
reposición de una enfermedad (la metafísica clásica), una metafísica de la que
no podemos desprendernos tan fácilmente, pero que debemos revisar
constantemente.
La otra
noción heideggeriana que Vattimo toma para afrontar el fin de la metafísica -o,
al menos, su crisis- es la noción de Andeken (rememoración). Y es que rememorar
nuestra tradición metafísica nos puede ayudar a encontrar nuevas posibilidades
para salir del propio destino que ella nos impone. No es, en ningún caso, una
rememoración nostálgica o dogmática, sino la búsqueda de los desvíos que nunca
se produjeron, pero que todavía hoy claman por otras formas posibles de pensar.
3. Diálogo con Gadamer.
Es de
sobra conocida la calificación que Habermas hizo de Gadamer, de quien dijo
haber «urbanizado» la filosofía de Heidegger (que es, a su vez y en nuestra
forma de verlo, una «academización» de la filosofía de Nietzsche). Gadamer
profundizó en la ontología hermenéutica del maestro, defendiendo que «el ser
que puede ser comprendido es lenguaje».
Vattimo
trabaja mano a mano con la hermenéutica filosófica de Gadamer y con ella es con
la que ha tenido el diálogo más fecundo. Para Vattimo, el ser humano es un ser
que comprende, y la verdad no es otra cosa que la interpretación de la
realidad, es decir, el proceso de desvelamiento de un sentido antes velado.
Así, Vattimo defendió que no existe una verdad definitiva, sino que debemos
adoptar un enfoque histórico y aceptar que toda interpretación de la realidad
es temporal y fragmentaria. Todo esto tiene relación, como puede observarse, con el «giro lingüístico»
al que se somete la filosofía desde Ludwig Wittgenstein.
4. Pensamiento débil.
Vattimo
es conocido en el panorama filosófico como el padre del «pensamiento débil»
(pensiero debole).
Término acuñado
por Vattimo en un escrito a comienzos de los años 80 del siglo pasado. En ese
escrito, el pensamiento débil se postula ya como una filosofía que aspira a
debilitar la metafísica: debilitar sus rígidas y altivas pretensiones de
totalizar el mundo con su pensamiento y de acercarse a lo débil, a lo
vulnerable, a lo frágil.
El
pensamiento débil es, pues, el resultado de hacer filosofía después de la
célebre «muerte de Dios». Si no podemos aspirar a saberes totales, a verdades
objetivas y eternas, entonces tendremos que aprender a hacer otro tipo de
filosofía, una filosofía débil, una filosofía que no puede basarse en el férreo
concepto tradicional de verdad, sino que debe abrazar su inevitable localidad,
su inevitable componente de saber situado. En fin, una filosofía que no se crea
por encima de la historia ni de la cultura (¡ni del tiempo!), sino una
filosofía que, aun siendo hija de su tiempo, pueda decir algo del mismo.
La
metafísica que construye el pensamiento débil es, por supuesto, una ontología
que no cree en un ser absoluto y estable («ontología débil» la llamó Vattimo).
Todo lo contrario. La ontología débil de Vattimo entiende que el ser es
fundamentalmente un evento y se constituye en la realidad como proceso. De esta
forma, la identidad ya no es vista como lo idéntico consigo mismo que escapa
del tiempo, sino como un flujo, como un proceso.
5. Una apuesta por la solidaridad y la
compasión.
Comunismo
hermenéutico de Heidegger a Marx, de Gianni Vattimo y Santiago Zabala (Herder
Editorial).
Durante
su vida, los interrogantes éticos y políticos no le fueron indiferentes.
Vattimo apostó por desarrollar un pensamiento basado en la solidaridad en la
compasión en obras como Nihilismo y emancipación (2003), Ecce comu (2007) y Comunismo
hermenéutico (2010).
Su punto
de partida fue que vivimos en un mundo atravesado por la diversidad cultural y
su diálogo debido a la globalización. Es por este motivo que apostó por un
pensamiento «débil» también en este terreno, porque renunció a buscar normas y
principios universalizables para apostar por la multiplicidad de perspectivas y
la contingencia.
La
solidaridad emerge así como un valor fundamental que puede dar coherencia al
comportamiento humano en un mundo fuertemente fragmentado, carente de
fundamentos éticos absolutos, porque la solidaridad requiere de una comprensión
y una empatía previas que nos permiten entender esas múltiples perspectivas.
Se puede
considerar, por tanto, que Vattimo rechazó una moralidad absoluta y
prescriptiva para dar lugar a un enfoque flexible, contextual y circunstancial.
Es un enfoque abierto a la diferencia y la diversidad que el filósofo plasmó no
solo en su obra, sino también en su actividad política, opuesto a la violencia
y al fundamentalismo.
6. Hacia una religión no dogmática
Vattimo es considerado uno de los pensadores religiosos más relevantes
del último medio siglo. Fue educado en la tradición católica, pero en su
pensamiento encontramos una interpretación «posmetafísica» del cristianismo.
Una interpretación que trata de alejarse del dogmatismo de la Iglesia,
abrazando una comprensión más inclusiva y tolerante. Esto tiene relación con su
rechazo de cualquier tipo de dogma, incluido el de la fe rígida y la ortodoxia
cristiana.
Su pensamiento hermenéutico es aplicado, además, al contexto religioso.
Frente a una visión inflexible del texto bíblico, Vattimo propone que las
escrituras sagradas sean interpretadas de manera contextualizada, reconociendo
que su significado puede ser variable dependiendo del contexto.
Desde su visión de rechazo a las verdades eternas e inmutables, el
pensador italiano propuso desmitificar la religión. Es decir, propuso una
visión de los relatos religiosos que considerara que son metáforas o relatos
simbólicos, y no verdades literales. Esto no solo no es un ataque a la fe
personal, como propondrían los dogmáticos, sino que es un requisito para que
esta siga dándose en un contexto que cada vez es más global y plural.
La potencia del pensamiento del catolicismo se encuentra, sostuvo
Vattimo, en su apuesta ética por la solidaridad y la compasión. Su filosofía
moral, basada en estos principios, bebe de la tradición cristiana,
especialmente de la enseñanza de amor al prójimo.
7. Pensar a Dios en una sociedad
secularizada.
El concepto de «secularización» es uno de los más discutidos en filosofía
desde la modernidad. Procede de la tradición cristiana y quiere decir algo
parecido a «sacar del claustro». Secularizar era, por tanto, autorizar a un
religioso a vivir fuera del edificio claustral o reintroducirlo en la sociedad
librándole de algunos de sus votos. El término proviene del latín saeculum, que
refiere a la vida mundana, y a su vez este remite a seglar (el que vive en el
siglo) por contraste a regular (el que vive sujeto a una regla, por ejemplo, en
un convento).
Pese a ser un término con grandes connotaciones religiosas, el
pensamiento moderno lo utilizó como sinónimo del proyecto de desacralización de
la sociedad; es decir, como sinónimo de alejamiento de las imágenes metafísicas
del mundo y la irracionalidad del mito (¿religioso?) para dar paso al proyecto
racional de la Ilustración. Marx Weber, en La ética protestante y el espíritu
del capitalismo, mostró cómo esa racionalización no terminó de resolver los
problemas que pretendía, porque generó un nuevo tipo de violencias.
Vattimo parte de estos problemas que genera la racionalización
capitalista para pensar la sociedad contemporánea. La secularización que él
propuso tiene que ver con su proyecto de abandonar la metafísica y sus dogmas,
pero también la violencia que una metafísica de lo contingente propia de la
contempo-raneidad puede llegar a generar.
Por tanto, la secularización que defiende consiste en acabar con una
visión inamovible de la realidad para dar paso a una visión hermenéutica débil.
El ser, planteó Vattimo en su artículo Metafísica, violencia y secularización,
«se libera de sus connotaciones violentas; de ‘principio’ que era se vuelve
palabra, discurso, interpretación». La violencia acaba para dar paso al amor
cristiano (caritas) y al fin de la modernidad.
8. Recuperar la estética en el ocaso
del arte.
La perspectiva de Vattimo sobre el arte es similar a la de otros autores
contemporáneos, que ven en el arte actual un declive y una decadencia propia
del nihilismo reactivo y vaciamiento de nuestra sociedad. Según el filósofo
italiano, la experiencia que tenemos actualmente del arte es la de «su ocaso».
Este ocaso se muestra en nuestra sociedad a través de diversas formas,
que son -en definitiva- formas de negar la soberanía estética: la «estetización
massmediática de la vida», que debilita a la obra de arte y la convierte en
algo puramente kitsch; la «autoironización» de la obra de arte, que produce un
autodesmantelamiento de sus propios criterios y fundamentos, y la pérdida de la
experiencia estética como algo contemplativo, y su ulterior sustitución por una
distracción líquida.
En el fondo de esta crítica se encuentran las lecturas heideggerianas del
arte. Para Vattimo, al igual que para Heidegger, la obra de arte es tanto
exposición (Aufstellung) como producción (Her-stellung). Con la primera idea,
Vattimo señala que el arte tiene la función de establecer y conformar las
fronteras que definen un mundo histórico. Con la segunda idea, Vattimo hace
referencia al «aquí y ahora» de la obra, a la cual, según el pensador italiano,
siempre se aplican nuevas interpretaciones y lecturas, es decir, «nuevos mundos
posibles».
9. Diálogo intercultural e
interreligioso.
El pensamiento político de Vattimo, como hemos visto, se basa en el
diálogo, la compasión y el amor, desde un fundamento de pluralidad de culturas
que es indisoluble. Es en este contexto en el que el filósofo apuesta no por
disolver las diferencias e ignorarlas, sino por problematizarlas desde la
tolerancia.
A esta actitud filosófica tendente al diálogo y al debate, pero sin la
imposición de un dogma, es a lo que llama diálogo intercultural. Vattimo
argumentó que, en un mundo cada vez más globalizado, este diálogo es una
necesidad para encontrar puntos de encuentro en la diversidad.
La hermenéutica propuesta por Vattimo entronca así en otras propuestas
filosóficas de diálogo interreligioso, como la planteada por Raimon Panikkar.
La noción de interpretación, clave en la hermenéutica débil del filósofo
italiano, es una puerta abierta a la discusión con otras culturas y otras
tradiciones religiosas, aceptando que se dialoga siempre con otros puntos de
vista y perspectivas, que juntas ayudan a dar una imagen más completa (si bien
nunca completa hasta el final) del mundo.
10. Europa y la identidad europea.
Vattimo
fue un pensador europeo en todos sus sentidos. Por un lado, es un pensador en
la estela de la tradición europea, es decir, dialoga con los autores propios
del continente (Nietzsche, Heidegger…); pero, por otro, es un pensador que
piensa profunda y filosóficamente a Europa como problema. ¿Qué es Europa? ¿Cómo
ha llegado Europa hasta aquí? ¿Qué Europa cabe esperar? De hecho, Europa no fue
únicamente para él un problema intelectual, sino que incluso participó en ella,
siendo diputado en el parlamento europeo.
La
reflexión de Vattimo acerca de Europa parte, en gran medida, de su proceso de
secularización. Europa fue la cumbre del pensamiento cristiano; sin embargo,
hoy, Europa es menos cristiana que nunca. El proceso de secularización para
Vattimo no es necesariamente algo negativo, pero corre el riesgo de una deriva
poco ética, de olvidar los valores cristianos. El proceso en el que está Europa
(y el desafío al que se enfrenta) tiene que ver precisamente con esto: cómo
desarrollar una Europa libre, democrática, plural y secularizada sin perder de
vista el horizonte ético. Para ello, Vattimo consideraba que había que bucear
en nuestra propia tradición europea, encontrar en ella los elementos que puedan
orientarnos en este proceso de cambio.
Ahora
bien, para afrontar todos estos problemas, Europa como institución, ya no como
continente, tiene que sufrir grandes cambios. En una entrevista al diario La
Vanguardia dijo lo siguiente: «Europa tal y como es no funciona, y no se puede
decir de forma simple ‘corrijamos esto o aquello’, porque no se sabe qué parte
corregir».
https://filco.es/gianni-vattimo-10-claves/
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