domingo, julio 10, 2022

Los Sofistas

 

¿Quiénes fueron los sofistas?

Fueron un grupo de pensadores griegos que aparecen en la segunda mitad del siglo V a. C. Eran hombres de una vasta cultura, por poco, diríase que enciclopédica, que habían venido atraídos por el esplendor cultural de la polis de Atenas. Por lo general eran extranjeros, metecos, es decir, no habían nacido en Atenas. 

¿Qué tenían en común? Al menos tres rasgos: 

1°. Incluyen en sus enseñanzas un conjunto de disciplinas humanísticas: retórica, política, derecho, moral. 

2°. Son los primeros profesionales de la enseñanza, para ganarse la vida, alquilan pequeños locales y se dedican a enseñar a los hijos de los ricos y los acomodados - sobre todo comerciantes - pero cobrando, cosa inaudita en aquellos tiempos, lo que llegó a escandalizar a la gente culta y a ciertos sectores de la población. 

3°. Son críticos con la cultura y la educación tradicional, que, según ellos, resultaba inadecuada para las exigencias de la época en que vivían. 

¿Por qué surgen los sofistas? Inciden en su aparición, esencialmente dos factores: 

1. La evolución del pensamiento filosófico desde los primeros pensadores (filósofos de la naturaleza). 

2. Las circunstancias políticas que llevan a la instauración de un sistema democrático en Atenas. 

En relación con lo que es la naturaleza y el universo, los filósofos habían ido desarrollando distintas teorías que afirman tesis enfrentadas entre sí: para unos solo hay un único principio (Heráclito y Parménides), para otros son varios (los pluralistas); para unos el movimiento es imposible (Parménides), para otros la realidad está en continuo movimiento (Heráclito); para unos el universo está regido por una inteligencia ordenadora (el Nous de Anaxágoras), para otros es fruto de una necesidad ciega y azarosa (Demócrito). 

Es un espectáculo fascinante, pero a la vez descorazonador: la filosofía de la naturaleza se había mostrado incapaz de producir un sistema aceptable para todos. 

El principal sofista, Protágoras ejemplifica el clima intelectual generado por esta evolución de la filosofía; clima que se refleja en la defensa del relativismo (no hay una verdad absoluta) y el escepticismo (si la hay (la verdad), es imposible conocerla). 

Al abandono de la investigación natural no sólo contribuyó la circunstancia filosófica arriba descrita sino también las necesidades planteadas por la práctica democrática de la sociedad ateniense.

 

Circunstancias políticas: la democracia ateniense. 

1. La victoria frente a los persas y la extensión de la democracia. 

Las guerras médicas concluyeron con triunfo de Atenas sobre el régimen tiránico de los persas, pero a ello han contribuido todos los ciudadanos: las clases no aristocráticas habían sido convocadas para el sangriento enfrentamiento en la guerra. Consecuentemente, reclaman ahora, con todo derecho, un puesto en la sociedad ateniense. Esa irrupción de las clases populares en la vida pública es lo que hoy denominaríamos:  democratización de la sociedad. Esta se concreta en lo siguiente: 

a) El gobierno de la ciudad se realiza a través de la participación de los ciudadanos libres - quedan excluidos los extranjeros, los esclavos y las mujeres. 

b) Las decisiones se toman en la asamblea, en el ágora, donde reunidos los ciudadanos con derecho a voto, exponen sus distintas posiciones. 

c) Hay una gran identificación de los ciudadanos con la polis y el gobierno, participan por turnos -a veces por sorteo otras por elección- en todos los asuntos de la ciudad: administración de justicia, cargos gubernativos, defensa, etc. A partir de ahora ya no es el factor herencia -el linaje- el valor predominante ni el único que da derecho a participar en la vida pública. Ésta está abierta a todos los ciudadanos. 

2. La necesidad de prepararse para el liderazgo: saber es poder. 

Con la democracia, el liderazgo político no pasa por el linaje sino por la aceptación popular. Cuando las decisiones las toma la asamblea, si se desea el triunfo y el poder, el político debe ser un buen orador para dominar la masa; para ello habrá de prepararse y poseer ciertas ideas acerca de lo justo, lo conveniente, la ley, la administración, el Estado, etc. Saber y saber expresarse se convierte en algo fundamental para tener éxito en la vida política, y son precisamente estas enseñanzas las que ofrecen los sofistas. 

3. La importancia de la palabra: el poder de la asamblea. 

"El que sabe y no se explica claramente, es como si no pensara" afirma Pericles. 

Se adquiere conciencia de la importancia y del poder de la palabra. La oratoria, la elocuencia, la retórica son instrumentos fundamentales tanto para convencer como para poder desenmascarar los intereses privados o de grupo, que puede esconder tras los discursos y leyes establecidas. 

“La palabra es una gran dominadora, que, con una sutil y poco perceptible intención, sirve para lograr y conseguir determinados objetivos importantes, pues puede hacer cesar el temor y quitar los dolores, infundir la alegría e inspirar la piedad...El discurso, persuadiendo al alma la conduce convencida, a tener fe en las palabras y a consentir en los hechos... La persuasión, unida a la palabra impresiona al alma como ella quiere. La misma relación tiene el poder del discurso con respecto a la disposición del alma que la disposición de los remedios respecto a la naturaleza del cuerpo.” Gorgias, Elogio de Elena.  

4. El giro antropológico y político: los asuntos del ser humano en la ciudad. 

De esta manera en la filosofía se produce un giro en sus preocupaciones temáticas y se centra en las preocupaciones de los propios ciudadanos atenienses en sus discusiones en la plaza pública. 

Los sofistas inician una reflexión sobre las estructuras políticas y jurídicas de la sociedad helénica y sobre los comportamientos morales de sus ciudadanos. Temas marginados hasta ahora - por los regímenes políticos anteriores- y que ahora son tema central y objeto de la crítica racional. 

5. De los problemas abstractos a la problemática cotidiana. 

Más que un saber universal o problemas de carácter abstracto interesa ahora estudiar lo cotidiano - de carácter político -. Interesan aquellos saberes que sirvan para la realidad problemática que el ser humano vive cada día: qué educación ha de darse a los ciudadanos, cómo se ha de organizar la sociedad, cómo se ha de distribuir el poder en ella, qué relación debe existir entre la sociedad y el individuo, qué leyes han de regular esas relaciones, etc. Se busca lo mejor para la ciudad y el ciudadano. 

6. Los filósofos toman un papel público y activo. 

El sabio, el filósofo, hasta ahora recluido en círculos minoritarios y centrado sobre la especulación teórica, hace su entrada en la vida social como alguien que es capaz de prevalecer sobre el contrario gracias a su saber y la fuerza de su discurso -fruto de su dominio del arte de la oratoria -. Esto es lo que hará que algunos sofistas sean temidos y criticados por la forma en que utilizan su saber. 

El estilo y las intenciones de los sofistas.

Puesto que las decisiones se tomaban en la asamblea y en ella eran los mejores oradores los que

conseguían éxitos y el mejor reconocimiento social, los sofistas aprovechan el momento eufórico para ofrecer su saber y las técnicas para saber hablar bien. 

El arte sofístico es preciso considerarlo como una filosofía retórica. El sofista comienza sus discursos con frases como "yo sé", "conozco", "ya hace mucho tiempo que he observado", "no hay nada seguro para el hombre". Algunos dicen que el modelo a imitar fue el mismo Pericles que dominaba el arte de la improvisación, otros dicen que fue Gorgias porque cuando se presentaba en el teatro tenía la osadía de decir: "Proponerme un tema" y ninguno le ganaba a hablar y refutaba a todos. Así pues, los antiguos denominaban sofistas a aquellos filósofos que sabían exponer sus doctrinas con elocuencia. La ciudad de Atenas comenzó a temerlos porque ganaban todos los pleitos, tanto si tenían razón como si no, ya que dominaban el arte de la improvisación para saber defender el sí y el no de una misma cuestión según las circunstancias y las necesidades de los clientes.”    Filostrato, Vidas de los Sofistas, I         

El discurso sofista es un tipo de discurso grandilocuente. Pero hablar bien no siempre quiere decir querer razonar para llegar a la verdad o defender causas justas. En muchas ocasiones la intención es la búsqueda del aplauso, del reconocimiento social, la demostración del poder y el dominio en el arte de convencer. Un ejemplo claro de esta utilización del saber sofístico es lo que se denomina el Doble discurso, éste consiste en saber defender el sí y el no de una misma cuestión con el mismo poder de convicción. 

Sobre lo bello y lo feo también podemos formular un doble discurso. Pues unos dicen que una cosa es lo bello y otra lo feo, que la diferencia, como en el nombre, también existe en la realidad; otros en cambio, mantienen que es lo mismo lo bello y lo feo. Pienso que si alguien, en un momento, diera la orden de que todo el mundo reuniera en un solo lugar aquello que cada uno considera feo, y después mandara tomar de este montón aquello que cada uno considera bello, no quedaría ni una sola cosa, sino que entre todos habrían recogido todo. Esto es así porque ninguno piensa lo mismo.” Anónimo, Dobles razonamientos. 

Hubo sofistas con distintas actitudes, unos buscaron lo mejor para la ciudad, pero otros simplemente se vendieron al mejor postor simplemente por dinero defendiendo, a sabiendas que lo eran, causas injustas. Su brillantez en los discursos y su éxito les lleno las aulas de los jóvenes de las mejores familias, todos ellos aspirantes a triunfar en política; pero también les proporcionó un buen número de detractores ante la falta de honestidad y el ejercicio de manipulación que algunos de ellos habitualmente practicaban. Otras veces sus detractores -como en el caso de Platón- lo que no les aceptan es la crítica que hicieron de los valores tradicionales. De la utilización manipuladora del lenguaje proviene el término sofisma. Con esta palabra se designa el argumento que reviste apariencia lógica y de verdad, a pesar de que quien lo formula es consciente de su falsedad. 

Épocas y autores

Sus integrantes no defienden una postura unitaria. No se trata de una escuela homogénea en sus planteamientos ni en sus soluciones. Si alguna nota común cabe destacar es la de constituir un movimiento intelectual, fruto y exponente de una crisis moral y social, de carácter crítico de la propia sociedad en la que nace y se desenvuelve. Se distinguen dos épocas: 

1. Primera sofística: Sofistas de la cultura. 

Está formada por los más destacados y auténticos creadores del movimiento sofista.

Buscar dar una base racional a la sociedad y a los valores de su tiempo más allá de la aceptación por tradición. La ley y la moral son convencionales, pero cabe hacerlas acordes con la naturaleza. 

Representantes: Protágoras de Abdera, Gorgias de Leontini, Hippias de Elis y Pródico de Ceos. 

2. Segunda sofística: 

Sofistas posteriores. Se presenta un cambio en la situación política, es mucho más conflictiva.

Características 

- Estos sofistas son menos creativos, reflexionan sobre ideas de los anteriores 

- Les atribuyen la degeneración y decadencia de la sofística 

- Sofista adquiere una significación peyorativa, aquel que da razones que sabe falsas, que las reviste de falso rigor lógico. 

- No le importa el objeto que defiende, sino el juego intelectual con que pueda vencer al contrario, llevarlo a confusión. 

- Acentúan la oposición entre naturaleza y leyes (que son consideradas fruto de la voluntad de dominar mediante ellas a los otros, donde la mayor parte son contrarias a la naturaleza). 

Valoración y conclusiones 

1. Su crítica no pretende ser puramente destructiva (al menos en la primera época), más bien tiende a ser clarificadora, de someter toda verdad a una verificación racional. 

2. Tienen un rasgo positivo: el impedir la absolutización de verdades que se pretendían tales. Se hace imposible seguir afirmando que la ley es de carácter sagrado e inamovible, sólo cabe el establecimiento de normas variables de conducta. 

3. En el lado negativo y contrapartida tenemos que el relativismo a que llevó el abuso de la práctica como legitimadora de la verdad imposibilitó el establecimiento positivo de unas bases sobre las que construir el orden nuevo que sustituyera al por ellos criticado. No existían valores comunes en que apoyar el convencimiento del comportamiento colectivo. La verdad se había vuelto tan variable que lleva al individuo a actuar según las circunstancias de forma también variable. 

Esto explica que la retórica, arte de la exposición y comunicación entre ciudadanos, se convirtiera en puro ejercicio dialéctico para vencer al contrario. 

La democracia (demos: pueblo - cratos: poder), favoreció la participación de los ciudadanos, tomando importancia las Asambleas (debates, las discusiones), la cual llevó al surgimiento de una nueva cultura. Ésta estaba orientada a las cuestiones prácticas del gobierno de la ciudad y de la administración de la justicia. Surge el desarrollo de tendencias y teorías contrapuestas entre sí, que ayudó notablemente a la habilidad dialéctica, como medio de intervención en las diversas instituciones. Esta situación, propició la aparición de pensadores especializados en la enseñanza de la retórica y de la dialéctica: Los sofistas. 

Los sofistas se establecen en Atenas, fueron un grupo de pensadores griegos que vivieron entre la 2ª década del siglo V a. C. y la 2ª década de la centuria siguiente. Aunque la mayoría de ellos nacieron en colonias griegas y enseñaron en muchas ciudades helénicas, su labor intelectual la desarrollaron principalmente en Atenas, el centro cultural indiscutido de la Hélade. Fueron: Protágoras, Gorgias, Pródico, Hipias, Trasímaco, Antifón, Critias, Licofrón, Alcidamante y Calicies. 

La palabra sofista surge de “sophistés”, que al principio poseyó un significado y valor positivo, significabaexperto, entendido, sabio en las cosas de la vida. Pero a partir de finales del siglo V, dicha palabra adquiere un fuerte tono peyorativo, pasando a tener otra connotación de “falso sabio, embaucador, constructor de sofismas”. ¿Por qué surge este matiz negativo? Podría argumentarse que: 1°.  eran escépticos religiosos, por lo tanto, indirectamente, pregonaban la tolerancia religiosa; 2°. desarrollan ciertas ideas y actitudes que incidían notablemente en las creencias de los griegos. En este sentido, los sofistas tendieron a defender el relativismo de las normas, de las

costumbres y de las creencias que propugnaron ciertas posturas agnósticas: cuestionando la eficacia y la realidad de los dioses, insistiendo en la imposibilidad de resolver racionalmente los enigmas de la religión. 

Un rasgo común con los filósofos de la naturaleza; era que asumían una postura crítica ante los mitos tradicionales, recibían retribuciones económicas por su actividad pedagógica, opinaban que, aunque existieran respuestas a las preguntas filosóficas, los seres humanos no serían capaces de encontrar respuestas seguras a los misterios de la naturaleza y del universo. Esto es, escepticismo en filosofía. Pero, aunque no seamos capaces de encontrar la respuesta a todos los enigmas de la naturaleza, sabemos que somos seres humanos obligados a convivir en sociedad. Los sofistas optaron por interesarse por el ser humano y por su lugar en la sociedad. 

Los sofistas son los creadores del arte retórico, el cual surge de la conciencia de un hecho aparentemente trivial: la relación entre el habla y el mundo es, sobre todo, una representación. Esta representación o logos puede ser siempre superior a otra si posee ciertas características.  El estudio de estas cualidades tenía como disciplinas fundamentales a la retórica propiamente dicha (el arte de la persuasión a través de la palabra), a la oratoria (arte de la elocuencia) y a la dialéctica (arte de refutar y discutir). 

El desarrollo y profundización de dicho estudio implicaron la creación de la lógica, la gramática y la lingüística. Asimismo, la retórica sofista trajo consigo el surgimiento y desarrollo de una amplia gama de ciencias de la cultura: la epistemología, la ética, la psicología, la estética, la teoría de la religión, la sociología y la ciencia política. 

Es decir, la revolución sofista no fue sólo, ni primordial-mente una revolución formal, sino una serie de innovaciones con contenidos diferentes en muchas áreas del conocimiento. Podríamos definir a la sofística como una filosofía crítica de la cultura cuyo origen, objetivo y recurso es el cuestionamiento permanente de todo lo humano. La lista de las áreas del saber que se desarrollaron a raíz de la sofística refleja claramente que el ser humano se había convertido en el centro del pensar filosófico, dejando en un segundo plano a la naturaleza, preocupación principal de las escuelas presocráticas. Con la sofística, el hombre, como individuo moral y como ser social, como sujeto cognoscente capaz de incidir sobre su circunstancia a través del conocimiento adquirido, se convierte en la problemática fundamental. 

Este cambio radical de perspectiva filosófica y la postura crítica frente a todo lo heredado son características comunes de los sofistas, así como su utilización de técnicas retóricas de diversa índole, su empirismo y escepticismo epistemológicos y, por último, su confianza en la utilidad de la labor pedagógica que realizaban. Sin embargo, aquí terminan las coincidencias. Tanto en el plano como ético como en el político, es posible encontrar posiciones muy diversas al interior del movimiento sofista; a ello se agrega el marcado individualismo que caracterizaba la conducta personal de los sofistas. 

Los sofistas trastocaron los valores fundamentales de la polis griega a través de un cuestionamiento muy profundo de los principios que la habían sostenido hasta entonces. Sin embargo, en diversos campos, pensadores griegos de distintas escuelas presocráticas habían ya abierto el camino para el arribo de la sofística a Atenas hacia mediados del siglo V.  La serie de transformaciones intelectuales provocadas por los sofistas son esenciales para entender el apogeo de Atenas, ciudad que encarna, casi por sí sola, lo que se denomina comúnmente Ia Grecia clásica". 

En el plano epistemológico, los sofistas pusieron en duda la posibilidad de un conocimiento objetivo. Siguiendo a Heráclito en su polémica con Parménides, consideraban a la realidad como algo en constante cambio; "al estar comprendidos dentro de esa realidad, no sólo los objetos de conocimiento, sino también el mismo sujeto que conoce, no puede admitirse nada inmutable, universal y necesario 

El más famoso de los sofistas fue Protágoras, cuya única forma de conocimiento que acepta son las sensaciones, éstas poseen necesariamente un carácter subjetivo, es decir, relativo, como se refleja en su célebre frase: "El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son y de las que no son en cuanto que no son." Niega la existencia de un absoluto situado detrás de los fenómenos del mundo de los sentidos, así como detrás del mundo de los valores: ninguna representación puede pretender con mayor derecho ser verdadera, ya que todas lo son igualmente. No cree que los usos y costumbres de un pueblo sean mejores que los de otro. No existe, para él, una instancia que pueda decidir cuáles son los valores verdaderos; todos ellos son productos culturales humanos: la moral, el arte, la religión y el Estado. El relativismo el sistémico de Protágoras deriva pues en un relativismo sociológico. 

La conclusión a la que llegan los sofistas es simple: ya que las leyes humanas son arbitrarias, convencionales y susceptibles de ser cambiadas, y debido al hecho de que nunca vamos a llegar a la concepción de unas leyes universalmente válidas, lo mejor que podemos hacer es tratar de cambiar esas leyes en nuestro propio beneficio y procurar que estas siempre se orienten hacia nuestros intereses (cosa que era posible en una sociedad tan participativa en el poder político como la ateniense);si no hay ninguna verdad absoluta y universalmente válida, cada individuo tiene derecho a seguir su arbitrio e inclinaciones, y si las leyes de la polis se lo impiden, entonces se agrede contra su derecho natural y supone una coacción que nadie está obligado a aceptar, al menos moralmente hablando. Desde este punto de vista, las leyes positivas (humanas) son preceptos arbitrarios para el beneficio de los que ostentan el poder: los gobernantes.

Los sofistas también incluirían como preceptos y prejuicios arbitrarios toda creencia religiosa. Si nada en este mundo puedo saber con certeza, doblemente imposible será llegar hasta las recónditas y escondidas causas de las cosas.

Protágoras y Critias defendieron que si las cosas que vemos son para nosotros aquello que queremos que sean, aquello que no vemos con más razón será puesto por el sujeto. Su postura al respecto era radicalmente atea: el hombre no es la criatura, sino el creador de los dioses.

 

Sofistas

Cobraban por enseñar

El conocimiento es relativo

Eran escépticos y relativistas

Discutían temas sobre política

Perseguían la reacción afectiva

Enseñaban para triunfar en la vida

Se expresaban mediante monólogos

Dirigen su discurso a las emociones para persuadir





 


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