domingo, julio 10, 2022

Deuda Ecológica

 

Contrastando con la deuda financiera, existe una nueva corriente de pensamiento que considera la existencia de una deuda ecológica adquirida históricamente y actual de los países del Norte con los del Sur.

La deuda ecológica es en esencia la responsabilidad que tienen los países industrializados del Norte, sus instituciones, la élite económica y sus corporaciones por la apropiación gradual y control de los recursos naturales así como por la destrucción del planeta causada por sus patrones de consumo y producción, afectando la sustentabilidad local y el futuro de la humanidad. 

Basados en esta definición, los pueblos en el Sur somos acreedores de esta deuda y los deudores los países del Norte. Esta deuda tiene como base al actual modelo de producción industrial, la producción exhaustiva de residuos como la emisión de gases de efecto invernadero, el capitalismo y el libre mercado.

Hay una necesidad ambiental, social, económica y moral de que se detenga el incremento de  esta deuda y de que se  repare las consecuencias nefastas sociales y ambientales que dicho modelo han tenido sobre  las poblaciones del Sur. El reconocer la existencia de estas otras deudas, histórica, social y ecológica y  demandar un resarcimiento, cambiará indefectiblemente y para siempre las relaciones económicas internacionales, pero sobre todo permitirá detener el modelo depredador y genocida que rige en el mundo.

La deuda histórica existe por el genocidio de los pueblos del Sur debido a la conquista, la esclavitud, el etnocidio por los siglos de ocupación, el robo de la biodiversidad y los conocimientos, el asalto de los territorios para apropiarse de los recursos naturales durante la colonia y todo lo que implica arrasar con las tierras, las culturas y los pueblos en el Sur

No basta con pedir perdón, no basta con decir que los ciudadanos de hoy en el Norte no son culpables de lo que hicieron sus antepasados, porque el bienestar que viven ahora, la vida de consumo y desperdicio, tiene como base el saqueo histórico de sus naciones a nuestros pueblos y territorios. Europa no sería lo que es ahora sin las millones de toneladas de plata de América ni sería la misma sin la esclavitud de los 70 millones de africanos que fueron arrancados de sus tierras. Hay una responsabilidad histórica y presente por esto. Pero, existen también otros factores que hacen que estas deudas existan y que sigan creciendo. Algún día pasaremos la factura!

La deuda financiera que fue adquirida de forma ilegítima e ilegal, y que ya ha sido pagada con creces. No solo que los créditos recibidos en muchos casos han servido para financiar proyectos social y ambientalmente depredadores, sino que  además, para el servicio de la deuda nuestros países se ven obligados a extraer más y más recursos naturales con los consecuentes impactos locales y globales.

La deuda ecológica por el actual saqueo de los recursos naturales y los daños socio-ambientales locales asociados es otro componente de estas deudas. La extracción de recursos no renovables como minerales o combustibles fósiles destruyendo las tierras, contamina las fuentes de agua. Nuestros países exportan estos recursos sin considerar los daños locales.

La deuda ecológica también se manifiesta por la apropiación abusiva de espacios comunes como son la atmósfera o los océanos para absorber las emisiones de gases con efecto invernadero

El cambio climático está provocando desastres  que afectan principalmente a los pueblos más vulnerables al Sur. Miles de muertos, millones de desplazados, tierras agrícolas y ecosistemas naturales desaparecidos. Para que esta deuda se detenga los países del Norte deben dejar de quemar combustibles fósiles, y los pueblos del Sur debemos detener el flujo de hidrocarburos para ellos. Los acreedores de esta deuda somos los pueblos del Sur afectados por los cambios climáticos.

La revolución verde y biotecnológica, son causantes de otra deuda social y ecológica del Norte con el Sur. Los graves impactos sociales, ambientales, culturales y económicos de la aplicación de tecnologías agrícolas como la de la llamada “Revolución Verde” y  ahora la agro-bio-tecnología, con sus semillas genéticamente modificadas, así también de programas que promueven la concentración de tierras en pocas manos, constituyen una inmensa deuda social y ecológica. Tanto las  IFI, las transnacionales, como los países del Norte, han sido los principales beneficiarios de los proyectos de agro-exportación, y que tienen sumidos en la pobreza  y expoliación  a los países y pueblos de América Latina, principalmente  los pueblos indígenas y las comunidades campesinas.

Hoy tenemos los nuevos proyectos de agro-combustibles, que se han constituido en la nueva amenaza para las comunidades rurales y generará impactos impredecibles con consecuencias inimaginables. Estas propuestas energéticas, a parte de los impactos locales, son presentadas como falsas soluciones al cambio climático y una nueva forma de ocupación de espacios en el Sur; constituyen en la práctica una manera de acabar con la soberanía alimentaria, de que nos endeudemos más y de succionar energía ya no de nuestros subsuelos sino de la tierra. Los países del Norte aumentan su deuda con el Sur debido a estos proyectos agro-energéticos.

La deuda ecológica tiene otros componentes, a través de las guerras, las armas biológicas y químicas, los proyectos de integración de infraestructura, como el IIRSA para Sudamérica o el NEPAD para África, los Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos, los Acuerdos de Asociación entre América Latina y el Caribe con Europa, o los EPA con África, la producción de desechos tóxicos, etc.

Las formas capitalistas de producción y consumo, así como las economías socialistas basadas en la industrialización, en la exportación de recursos primarios son generadores netos de deudas sociales y económicas. Esto es lo que debemos cambiar.

La Auditoría Integral al Crédito Público del Ecuador, demostró, con pruebas fehacientes, que la deuda externa generó graves impactos sociales y ambientales constituyendo una gran deuda ecológica de las instituciones financieras, la banca internacional, los gobiernos prestamistas y sus aliados nacionales, con nuestro pueblo y país.

Esta deuda ecológica se originó debido a: imposición de políticas neoliberales que
 prepararon el camino para el control y explotación de nuestra  naturaleza;  créditos y proyectos de infraestructura que causaron graves daños sociales y ambientales beneficiando a los prestamistas y constructores;  explotación de petróleo y sus devastadores impactos para pagar la deuda externa.

Esta realidad debe servirnos para revertir la situación actual, repensar el “desarrollo”, fortalecer las demandas de reparación y restauración ambiental, pero
 sobre todo, evitar que esta situación se repita con nuevos endeudamientos.

¿Qué  es  la  Deuda  Ecológica?
La Deuda Ecológica es la responsabilidad que tienen los países industrializados por la destrucción paulatina del planeta como efecto de sus formas de producción y consumo, características del modelo de desarrollo, fortalecido con la globalización y que amenaza a la soberanía de los pueblos.            


La Deuda Ecológica es la obligación y responsabilidad que tienen los países industrializados del Norte con los países del Tercer Mundo, por el saqueo y usufructo de sus bienes naturales como petróleo, minerales, bosques, biodiversidad, conocimientos, bienes marinos y por el uso ilegítimo de la atmósfera y los océanos.

Por el intercambio ecológicamente desigual, pues estos bienes son exportados sin tomar en cuenta los daños sociales y ambientales y la energía humana de sus pueblos.
Además, por la producción de armas químicas y nucleares, substancias y residuos tóxicos que son depositados en los países del Tercer Mundo.
La Deuda Ecológica empezó a generarse en la época colonial y ha seguido incrementándose hasta nuestros días.
Esta destrucción social y ambiental, local y global, enriquece a pequeños grupos económicos poderosos y alimenta un modelo de desarrollo basado en el despilfarro y el consumo exacerbado. Según datos de las Naciones Unidas, el 20% de la población, la mayoría en países del Norte, consume el 80% de los bienes naturales del planeta.
Efectivamente el nivel de vida que ostentan los países industrializados del Norte se debe al inmenso flujo de bienes naturales, recursos financieros y trabajo mal pagado de los países del Tercer Mundo, sin tomar en cuenta los daños sociales y ambientales que la extracción de estos bienes generan.
Este modelo industrializado es subsidiado por los países empobrecidas del Sur.
Actualmente, los mecanismos de saqueo y destrucción, por lo tanto el aumento de la deuda ecológica, se ven afinados mediante nuevas estrategias de las corporaciones transnacionales, programas de ajuste estructural aplicados en nuestros países, variadas formas de créditos o acuerdos de libre comercio como el del ALCA, para el caso de las Américas.
La inversión extranjera para el desarrollo, la desregulación de los estados, los programas de privatización de servicios y bienes naturales, los acuerdos en propiedad intelectual, la transferencia tecnológica, son algunos de los nuevos mecanismos de dominación y por supuesto de generación de deuda ecológica.
Estos mecanismos, impulsados por los organismos internacionales como el FMI, BM, la OMC, pretenden se perfeccionados a través del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas creando el acuerdo comercial más grande del mundo a costa del sufrimiento de los pueblos de América y el saqueo de sus recursos.
Sin embargo, la esperanza de una vida plena para todos se renueva cuando movimientos de resistencia interpelan al modelo dominante globalizador y homogenizador, desde sus propuestas diversas que demuestran que sí hay alternativas.
El movimiento Zapatista en México, las reivindicaciones del Movimiento de los Sin Tierra en Brasil, el movimiento indígena y campesino en el Ecuador, la Vía Campesina, o comunidades locales que se oponen a proyectos que les afectan son ejemplo se lucha y resistencia y son parte de un movimiento que crece cada día.
Amigos de la Tierra no puede quedar al margen de este proceso antiglobalizador, y América latina y el Caribe tiene mucho que aportar.
La Deuda Ecológica puede ser una más de las herramientas de reivindicación y de defensa de la soberanía energética, alimentaria, económica de nuestros países.

Referencias:

www.foei.org
www.deudaecologica.org
www.observatoriodeuda.org
http://www.accionecologica.org/deuda-ecologica



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