domingo, julio 10, 2022

El cambio climático avanza implacable

 


El cambio climático avanza implacablemente a pesar de la pandemia COVID-19, advierten los científicos

 

Las reducciones de emisiones de carbón en el punto máximo de las medidas de confinamiento por el coronavirus alcanzaron hasta un 17%, y se acercan de nuevo a los niveles previos a la pandemia y a largo plazo no tendrán mucho impacto en las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, que permanecen en niveles récord. La temperatura sigue aumentando y el agua y los ecosistemas están cada vez más amenazados. 

Las concentraciones de gases de efecto invernadero de la atmósfera se encuentran en niveles récord y continúan aumentado, y las emisiones, que se redujeron sutilmente a causa del COVID-19, ya están regresando a los niveles previos a la pandemia. 

Todo apunta a que el quinquenio 2016 - 2020 será el periodo más cálido de la historia, una tendencia que se mantendrá en los años que vienen. Además, el mundo está muy lejos de cumplir los objetivos para mantener el incremento de la temperatura mundial por debajo de los 2 °C con respecto a los niveles preindustriales. 

Nuestro mundo sigue muy lejos del rumbo para limitar el aumento de la temperatura global. Si las cosas siguen como están, subiríamos de 3° a 5° por encima del nivel preindustrial. 

Las medidas de confinamiento por el coronavirus no sustituyen la acción climática. Las consecuencias de esta incapacidad para afrontar la emergencia climática son muchas: Olas de calor extremo, grandes incendios, inundaciones, sequías devastadoras. Y van a empeorar. 

Se destacan crecientes e irreversibles impactos del cambio climático que afectan a los glaciares, los océanos, la naturaleza, las economías y las condiciones de vida de la población y que a menudo se perciben en forma de amenazas relacionadas con el agua, como los episodios de sequía o las crecidas de ríos. El COVID-19 ha obstaculizado la capacidad para monitorear estos cambios. Las concentraciones de gases de efecto invernadero -cuyo nivel ya es el más elevado en tres millones de años- no han dejado de aumentar. 

Grandes extensiones de Siberia han sufrido una prolongada y notable ola de calor durante el primer semestre de 2020, algo imposible de no ser por el cambio climático causado por el hombre, lo que significa que el cambio climático avanza de manera implacable.  

La última vez que los niveles de concentración de gases efecto invernadero fueron tan altos fue hace millones de años, en la era del Plioceno, cuando había árboles en el Polo Sur y el nivel del mar era unos 20 metros más alto. 

Las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono han seguido aumentando hasta alcanzar registros sin precedentes. 

La reducción en las emisiones a raíz de la pandemia de COVID-19 de este 2020 tendrá un efecto muy limitado en la tasa de incremento de sus concentraciones atmosféricas, dado que estas son el resultado de las emisiones actuales y pasadas y del período de vida sumamente prolongado de ese gas. Para estabilizar el cambio climático, las emisiones deben disminuir de forma sostenida hasta lograr que las emisiones netas equivalgan a cero. 

Se calcula que durante el apogeo de las medidas de confinamiento a principios de abril de 2020 hubo una reducción de emisiones de carbono. Pero los niveles se mantuvieron, una muestra del drástico incremento experimentado a lo largo de los últimos 15 años y de la constante dependencia de los combustibles fósiles para la generación de energía. 

En junio de 2020, las emisiones mundiales diarias de CO2 de origen fósil volvieron a situarse cerca de los niveles de 2019, año en el que se alcanzó un récord de 36,7 gigatoneladas, un 62% más que las registradas cuando iniciaron las negociaciones sobre el cambio climático en 1990. Se estima que, en 2020, las emisiones de CO2 disminuirán a causa de las medidas de confinamiento. Además, las emisiones mundiales procedentes de actividades humanas de metano, otro gas de efecto invernadero, han seguido aumentando en el último decenio. 

El calor en aumento

Se espera que la temperatura media mundial del período 2016-2020 sea la más cálida de la que se tiene constancia, con 1,1°C por encima de la media de 1850-1900, la era preindustrial. Asimismo, en el período quinquenal de 2020 a 2024, la probabilidad de que por lo menos en un año se superen en 1,5°C los niveles preindustriales es del 24 %. Hay un 70 % de probabilidades que durante los próximos 5 años, con una temperatura al menos 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales.

En los últimos cinco años la extensión del hielo marino del Ártico ha estado por debajo de la media. En el período 2016-2019, la pérdida registrada de la masa de los glaciares superó los valores de cualquier otro período quinquenal previo desde 1950. La velocidad de subida del nivel medio del mar a escala mundial se incrementó en la última década. 

Las consecuencias más graves se han debido a fenómenos meteorológicos y climáticos extremos. Se ha reconocido una clara huella del cambio climático inducido por el hombre. 

Los océanos y la criosfera

El calentamiento global causado por el hombre está afectando a sistemas esenciales para la vida: desde las cimas de las montañas hasta las profundidades de los océanos, lo que provoca una aceleración del aumento del nivel del mar y entraña una sucesión de efectos en cadena para los ecosistemas y la seguridad de las personas. 

Los glaciares y los mantos de hielo de todo el mundo han perdido masa. Entre 1979 y 2018, la extensión de hielo marino en el Ártico se ha reducido en todos y cada uno de los meses del año. El aumento de los incendios forestales y el brusco deshielo del permafrost, así como los cambios en la hidrología del Ártico y las montañas, han modificado la frecuencia y la intensidad de las perturbaciones que sufren los ecosistemas. 

Los océanos de todo el mundo han sufrido un aumento de la temperatura sin interrupción desde 1970 y han absorbido más el exceso de calor del sistema climático. Desde 1993, el calentamiento de los océanos se ha más que duplicado. 

La frecuencia de las olas de calor marinas se ha multiplicado por dos, su duración, intensidad y extensión son mayores, esto provoca episodios de blanqueamiento coralino a gran escala. El océano ha absorbido entre el 20% y el 30% del total de emisiones de CO2 causadas por el hombre desde la década de 1980, lo que ha incrementado la acidificación del océano. 

Desde 1950 muchas especies marinas se han desplazado en busca de hábitats adecuados y han alterado sus comportamientos estacionales en respuesta al calentamiento de los océanos, los cambios en el hielo marino y la pérdida de oxígeno. Además, el nivel medio del mar a escala mundial está subiendo y la aceleración observada en los últimos decenios obedece al ritmo cada vez más rápido de pérdida de hielo de los mantos de hielo de Groenlandia y de la Antártida, así como a la pérdida constante de masa de los glaciares y a la expansión térmica del océano, sin precedentes si se compara con el siglo pasado. 

Inundaciones y sequías

Las consecuencias del cambio climático que se sienten de manera más fuerte actualmente son las modificaciones de las condiciones hidrológicas. De aquí al año 2050, la cantidad de personas en riesgo de siniestro por desbordamientos de ríos y lagos glaciares aumentará de 1.200 millones a 1.600 millones. 

Desde principios hasta mediados de la década de 2010, unos 1.900 millones de personas - 27% de la población mundial - vivía en zonas potencialmente sujetas a una grave carestía de agua. En el 2050, esa cifra podría aumentar hasta 3.000 millones de personas. 

Se prevé que el cambio climático aumente el número de regiones con estrés hídrico y agrave la escasez de agua en aquellas zonas que ya lo padecen. 

La criosfera, las partes del planeta cubiertas de hielo como capas y glaciares, es una fuente muy importante de agua dulce para las regiones montañosas y las zonas que se encuentran río abajo. Además, puede afirmarse que el deshielo de los glaciares alcanzará su máximo a escala mundial a más tardar a finales del siglo XXI. Después, se prevé que se reduzca en todo el mundo, con implicaciones para las reservas de agua. 

El agua de deshielo es el agua liberada por el derretimiento de la nieve o el hielo, incluido el hielo glacial, los icebergs tabulares y las plataformas de hielo sobre los océanos. 

Se estima que en Europa Central y el Cáucaso ya se ha alcanzado el nivel máximo, y en la región de la meseta tibetana se alcanzará entre el 2030 y el 2050. En esa región el agua de deshielo procedente de la cubierta de nieve y los glaciares representa hasta el 45% del total del caudal de los ríos, la disminución de su volumen afectará a la cantidad de agua disponible para 1.700 millones de personas.


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