China en la globalización
En una jugada magistral, el presidente chino, Xi
Jinping, desembarcó en Davos acompañado por una delegación para inaugurar el
Foro Económico Mundial, representado por la élite capitalista mundial: era la
primera vez que un secretario general del Partido Comunista participaba de este
evento.
Por: Beatriz Miranda
El evento
ocurrió en la misma semana de la posesión de Donald Trump, quien ha demostrado
estar dispuesto a cambiar la relación Washington-Pekín, a presionar a China en
cuestiones económicas y de seguridad y a desconocer la política de “una sola
China” por medio de sus aproximaciones a Taiwán, lo que podría desatar una
grave crisis entre China y Estados Unidos.
Para la
sorpresa de los asistentes, en su discurso el presidente chino hizo una
vehemente defensa del libre comercio y de la globalización: “Algunos culpan a
la globalización por el caos en nuestro mundo, pero nuestros problemas no son
causados por la globalización (...). No habrá ganadores en una guerra
comercial. Seguir el proteccionismo es como encerrarse uno mismo en un salón
oscuro: puede que evite el viento y la lluvia, pero también se quedarán afuera
la luz y el aire”.
China,
dijo, “mantendrá su puerta muy abierta al mundo y no la cerrará”. “Una puerta
abierta permite a otros países acceder al mercado chino y a China integrarse en
el mundo, y esperamos que otros países mantengan también sus puertas abiertas a
los inversores chinos”.
Pareciera
ser que los papeles protagonizados por China y Estados Unidos en las últimas
décadas se invertirán en la era Trump. Bajo el liderazgo de Xi, se nota una
China más dispuesta a conquistar el mundo a partir de la creación de una “red
global de acuerdos de libre comercio”, mientras Estados Unidos, liderado por
Trump, da indicios de una política exterior más aislacionista, fuerte
proteccionismo comercial, nacionalismo, xenofobia y populismo, lo que de cierta
forma correspondería con los anhelos de sus electores blancos de clase media.
Está por verse, pues a pesar del carácter intempestivo de Donald Trump y de que
cuente con un Congreso de mayoría republicana, se sabe que los republicanos
clásicos no estarían dispuestos a apoyarlo en sus experimentaciones en el
contexto doméstico e internacional.
El mensaje
de Xi fue una clara señal a Donald Trump, quien en diferentes ocasiones ha
disparado declaraciones en contra del país asiático: ha dicho que “China es
nuestro enemigo, ellos nos quieren destruir”, que “en el ámbito comercial, los
chinos son unos tramposos” y que “China está comprando ilegalmente petróleo de
nuestro enemigo Irán”.
Si Donald
Trump cumple su objetivo de establecer un nuevo paradigma en la relación
bilateral China-EE. UU., esto representaría uno de los grandes cambios de la
política exterior de su país en los últimos tiempos. Desde la presidencia de
Richard Nixon, EE. UU. apostó en su relación con China para aislar a la Unión
Soviética. Al contrario, Trump ha demostrado simpatía y aprecio por el
presidente Vladimir Putin y un deseo de fomentar una mejor relación con Rusia.
Palabras
más palabras menos, el gigante asiático pisa fuerte. Más allá del discurso,
Donald Trump no podrá huir de una realidad: hoy por hoy “China es su mayor
acreedor con US$1,26 billones, seguido de cerca por Japón, con US$1,22
billones”.
http://www.elespectador.com/opinion/china-globalizacion
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