martes, enero 31, 2017

China en la globalización
                                                                                                                                         En una jugada magistral, el presidente chino, Xi Jinping, desembarcó en Davos acompañado por una delegación para inaugurar el Foro Económico Mundial, representado por la élite capitalista mundial: era la primera vez que un secretario general del Partido Comunista participaba de este evento.
Por: Beatriz Miranda
El evento ocurrió en la misma semana de la posesión de Donald Trump, quien ha demostrado estar dispuesto a cambiar la relación Washington-Pekín, a presionar a China en cuestiones económicas y de seguridad y a desconocer la política de “una sola China” por medio de sus aproximaciones a Taiwán, lo que podría desatar una grave crisis entre China y Estados Unidos.
Para la sorpresa de los asistentes, en su discurso el presidente chino hizo una vehemente defensa del libre comercio y de la globalización: “Algunos culpan a la globalización por el caos en nuestro mundo, pero nuestros problemas no son causados por la globalización (...). No habrá ganadores en una guerra comercial. Seguir el proteccionismo es como encerrarse uno mismo en un salón oscuro: puede que evite el viento y la lluvia, pero también se quedarán afuera la luz y el aire”.
China, dijo, “mantendrá su puerta muy abierta al mundo y no la cerrará”. “Una puerta abierta permite a otros países acceder al mercado chino y a China integrarse en el mundo, y esperamos que otros países mantengan también sus puertas abiertas a los inversores chinos”.
Pareciera ser que los papeles protagonizados por China y Estados Unidos en las últimas décadas se invertirán en la era Trump. Bajo el liderazgo de Xi, se nota una China más dispuesta a conquistar el mundo a partir de la creación de una “red global de acuerdos de libre comercio”, mientras Estados Unidos, liderado por Trump, da indicios de una política exterior más aislacionista, fuerte proteccionismo comercial, nacionalismo, xenofobia y populismo, lo que de cierta forma correspondería con los anhelos de sus electores blancos de clase media. Está por verse, pues a pesar del carácter intempestivo de Donald Trump y de que cuente con un Congreso de mayoría republicana, se sabe que los republicanos clásicos no estarían dispuestos a apoyarlo en sus experimentaciones en el contexto doméstico e internacional.
El mensaje de Xi fue una clara señal a Donald Trump, quien en diferentes ocasiones ha disparado declaraciones en contra del país asiático: ha dicho que “China es nuestro enemigo, ellos nos quieren destruir”, que “en el ámbito comercial, los chinos son unos tramposos” y que “China está comprando ilegalmente petróleo de nuestro enemigo Irán”.
Si Donald Trump cumple su objetivo de establecer un nuevo paradigma en la relación bilateral China-EE. UU., esto representaría uno de los grandes cambios de la política exterior de su país en los últimos tiempos. Desde la presidencia de Richard Nixon, EE. UU. apostó en su relación con China para aislar a la Unión Soviética. Al contrario, Trump ha demostrado simpatía y aprecio por el presidente Vladimir Putin y un deseo de fomentar una mejor relación con Rusia.
Palabras más palabras menos, el gigante asiático pisa fuerte. Más allá del discurso, Donald Trump no podrá huir de una realidad: hoy por hoy “China es su mayor acreedor con US$1,26 billones, seguido de cerca por Japón, con US$1,22 billones”.

http://www.elespectador.com/opinion/china-globalizacion

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