Soledad en Bogotá, crisis en Cali, progreso en Barranquilla y Medellín
Con cifras concretas, Juan Gossaín analiza la actual situación
de las principales ciudades del país.
Por: JUAN GOSSAÍN | 8:41 a.m. | 29 de octubre de 2016
Desde hace como cinco años, todo viajero que ha llegado de Bogotá al
aeropuerto de Cartagena lo primero que hace, antes de saludar, es empezar a
quejarse con un tono adolorido: que Bogotá esta invivible, que ya no es posible
soportar los trancones del tráfico, que la ciudad está cada vez más pobre, que
la inseguridad no tiene comparación, que la gente se ha vuelto huraña, que la
calidad de vida se ha ido perdiendo.
Desde hace
como cinco años, todo viajero que ha llegado de Bogotá al aeropuerto de
Cartagena lo primero que hace, antes de saludar, es empezar a quejarse con un
tono adolorido: que Bogotá esta invivible, que ya no es posible soportar los
trancones del tráfico, que la ciudad está cada vez más pobre, que la
inseguridad no tiene comparación, que la gente se ha vuelto huraña, que la
calidad de vida se ha ido perdiendo.
Excúsenme que
hable en primera persona, pero es que yo mantengo con Bogotá una deuda de
gratitud eterna, contraída desde la primera vez que pisé su suelo, hace ya casi
cincuenta años. En aquel entonces no conocía a nadie, no tenía un solo
pariente, jamás había visto esa ciudad. Y lo que encontré fue una mano tendida,
un plato servido, trabajo, hospitalidad, cariño y una familia para el resto de
la vida.
Por eso, ante
tantas noticias lastimeras, comprendí que mi deber de periodista, y, además, de
periodista agradecido, era ponerme a investigar juiciosamente qué es lo que
está pasando con la capital colombiana. Me dije que no todo puede reducirse a
lamentos y quejumbres. Ni a emociones. Si ese deterioro es verídico, tiene que
reflejarse en cifras y hechos concretos. Tiene que estar registrado en alguna
parte.
Pasé casi un
año metido de cabeza en una selva de documentos, investigaciones, estadísticas
interminables. Tuve que sumar una y cien veces, volver a restar, sacar
porcentajes. Y la verdad es que al final me sentí abatido ante lo que había
encontrado, sobre todo en materia humana. Por ejemplo, ante los números helados
y sobrecogedores de la soledad cada vez mayor que agobia a los habitantes de
Bogotá.
La soledad
Antes de entrar en el universo helado de
las cifras económicas, les propongo que nos detengamos en el drama de la gente.
Hablo, específicamente, de la soledad. Según recientes informaciones oficiales
del Dane, la ciudad tiene en este momento 7’980.000 habitantes. Prácticamente,
ocho millones.
Me siento a conversar con César Caballero
Reinoso, director de la firma Cifras y Conceptos, que es uno de los expertos
que más tiempo y esfuerzo le ha dedicado a esa investigación.
-Las familias bogotanas son cada vez más
pequeñas -me dice-. Por primera vez, el número de personas de un hogar bogotano
es menor que el promedio del país.
La realidad es dolorosa: los problemas
urbanos están dispersando la familia. La están atomizando. “De hecho -agrega
Caballero-, el 14 por ciento de los bogotanos viven solos, en hogares
unipersonales”.
Eso significa
que en Bogotá hay 1’120.000 personas que viven sin la compañía de nadie. Un
millón ciento veinte mil. Yo tampoco lo podía creer. Eso equivale a la
población completa de Cartagena o de Bucaramanga.
Aunque parezca paradójico decirlo, la
Bogotá de hoy es una ciudad en la que, mientras más crece la población, la
gente está más sola.
Comienza la decadencia
Los números,
que son tan tercos, demuestran que los indicadores económicos de Bogotá, que venían en un ascenso
constante, comenzaron a decaer hace cosa de unos diez años, hacia el 2005.
Los primeros
síntomas del deterioro no surgieron en la vida hogareña sino en el mundo
empresarial. Un buen ejemplo es este: las empresas pagaban cada día más cara la
matrícula de un vehículo, pero el tránsito era cada vez peor, los trancones más
graves, y más deficientes los servicios públicos relacionados con el tráfico.
Las grandes zonas francas, con sus
productos de exportación y sus puestos de trabajo, comenzaron a mudarse hacia
poblaciones cercanas, donde las condiciones eran mejores y los costos, menores.
César Caballero analiza ese fenómeno:
-Instalar una empresa fuera de Bogotá, pero
cerca de ella, permite pagar menos predial, es más barato registrar un vehículo
y queda más cerca de las zonas francas.
La construcción
El asunto ha
llegado a ser de tales proporciones que en el 2015, el número de empresas
establecidas en Bogotá era el mismo que había en el 2005, mientras que en el
resto de Colombia las empresas crecieron un 13 por ciento en esos mismos diez
años, según informa la Superintendencia de Sociedades.
Después comenzaron los quebrantos en el
sector de la construcción, uno de los que más empleados ocupa. “La verdad
escueta -anota Caballero- es que la administración Petro frenó las
posibilidades de la construcción en Bogotá y generó mucha incertidumbre entre
los empresarios”.
Aquí aparece otra vez la obstinación de las
cifras, que son tan testarudas. En el 2010, las autoridades de Bogotá aprobaron
un área de 4’326.000 metros cuadrados para construir nuevas viviendas. Pero
seis años después, en este 2016 que ya se está acabando, solo se han aprobado
1’800.000 metros. La reducción es del 60 por ciento en seis años.
Lo cual
significa, en lenguaje cristiano, que en los últimos años, mientras el número
de viviendas nuevas es menor, el número de habitantes es mayor. Eso explica las
congestiones, los hacinamientos y los trancones.
Comparen ustedes: en el mismo período, una
ciudad como Barranquilla pasó de autorizar 323.000 metros cuadrados nuevos a
722.000. Creció el 123 por ciento. Veamos el mismo fenómeno desde otro ángulo.
En esos seis años, el consumo de cemento gris bajó 7 por ciento en Bogotá. En
el resto del país subió 55 por ciento.
Más gente pero menos plata
Otro indicador
elocuente es el de la salida de viajeros nacionales desde Bogotá. Hace
veinticuatro años, en 1992, el 14,8 por ciento de los pasajeros que se movían
internamente en Colombia salían de Bogotá. Hoy es el 7,8 por ciento. Ha bajado
alrededor del 47 por ciento.
Esa situación,
naturalmente, se tenía que reflejar en el aporte que Bogotá hace a la economía
nacional. El producto interno bruto (PIB) de un país mide su producción anual a
precios del mercado. Pues bien: en el 2004, Bogotá aportaba el 26,6 por ciento
del PIB colombiano, pero en el 2014 su aporte fue de 24,8 por ciento. En vez de
crecer, bajó 1,8 puntos en diez años.
- Lo cual
significa -me dice Caballero- que, no obstante tener más gente, su peso en el
desarrollo nacional es menor. Cómo será que en 2010 la ciudad aportó el 6 por
ciento en recaudo de impuestos nacionales, pero el año pasado fue solo del 5
por ciento.
Como era de
esperarse, la propia economía local de Bogotá se ha resentido ante esta
realidad. Empresas y hogares han reducido sustancialmente sus gastos porque la ciudad dispone hoy de menos
dinero que antes. Por
ejemplo, el consumo de energía eléctrica de los bogotanos en el 2005
representaba el 20 por ciento del total del país, pero en el 2015 fue de 16,8
por ciento. En vez de subir, bajó 3,2 por ciento. “Otra vez lo mismo -exclama
César Caballero-. Aunque hay más gente y mayor concentración de población, la
ciudad consume menos energía”.
Ni para qué decir que las cifras del
acueducto son similares.
El caso de Cali
Un fenómeno
similar al de Bogotá se presenta en Cali. “Entre las cuatro grandes ciudades
colombianas -señala Caballero-, Cali es la que muestra un mayor rezago en todos
los indicadores económicos y sociales”.
El deterioro
caleño de los últimos años ha afectado en general al Valle del Cauca, donde el número de suscriptores de los
acueductos, en lugar de subir, como sería lo natural, bajó 6 por ciento en un solo año, entre el
2014 y el 2015.
Según las
cifras del Dane, en el área metropolitana de Cali hay en este momento
doscientas industrias menos que en hace cinco años.
-El
caso de Cali -agrega Caballero- tiene mucho que ver con un profundo
fraccionamiento entre dos ciudades que conviven en una sola, se desconocen y
desconfían entre sí: la masa humana del distrito de Aguablanca y otros sectores
populares, por un lado, y la clase dirigente y el empresariado, por el otro.
Y añade
que, además, “los efectos devastadores del narcotráfico dejaron a la ciudad con
una dirigencia política muy menguada y no siempre en manos de los mejores. Por
último, y como si fuera poco, teniendo la gran oportunidad del puerto de
Buenaventura en el Pacífico, los dirigentes caleños no han sido capaces de
terminar una buena carretera que genere un crecimiento armónico con el puerto.
Eso es un gran desperdicio”.
Barranquilla y Medellín
En
medio de este panorama, también hay espacio para la esperanza y el optimismo.
He aquí los casos de Medellín y Barranquilla.
Caballero
advierte que, por haber sido la que arrancó de más abajo entre las cuatro
ciudades, Barranquilla es la que tiene ahora unas tasas de crecimiento más
altas, y luego Medellín. “Barranquilla y Medellín están disparadas -exclama-.
Son un asombro de progreso”.
Como en
los casos negativos, también en los positivos las cifras son elocuentes y
contundentes: en Barranquilla, el empleo creció 10 por ciento en los últimos
diez años. En Medellín subió 8 por ciento. Y en el mismo período, el aporte
barranquillero a la producción nacional tuvo un aumento del 150 por ciento -se
multiplicó por tres-, y el de Medellín fue de 140 por ciento.
Epílogo
Estamos
terminando de revisar estadísticas, repasando números, mirando datos. César
Caballero se detiene de repente para estirar los brazos y me dice que, entre
sus arrumes de documentos, acaba de encontrar un auténtico tesoro de las
curiosidades colombianas: que actualmente, en las cuatro ciudades más
importantes del país, el 39 por ciento de la gente tiene una mascota. Perros,
en primer lugar, y luego gatos. Imagínese usted.
JUAN GOSSAÍN
Especial para EL TIEMPO
http://www.eltiempo.com/bogota/juan-gossain-bogota-decae-medellin-y-barranquilla-avanzan/16737765
1. Cual fue la película que mayor impacto le causo ¿por qué? describa una escena impactante
ResponderEliminarR/ La que más me gusto fue la naranja mecánica y la escena que más impacto fue cuando violaron a una mujer y dejaron el señor invalido.
2. En cuanto a la metodología del blog especifique ventajas y desventajas
R/ Las ventajas son que podemos mejorar nuestro aprendizaje y a ser responsables y las desventajas es que a veces se dificulta encontrar los documentos
3. De las lecturas trabajadas en el año y los artículos leídos
Que fue lo que más les gusto
R/Lo que más nos gusto fue los videos, las lecturas fueron muy interesantes y significativas para el desarrollo cognitivo de nosotros los estudiantes del grado 11,ya que nos facilitó comprender muchas cosas sobre la filosofía y sus respectivos filósofos
Eres un excelente pensador crítico, los estudiantes de 11 te admiramos mucho
JOHANA ANGEL, PAULINA RAMIREZ 11*1