Los
neutrinos estériles son uno de los últimos cabos sueltos para entender el
universo. Y ahora estamos más cerca de ellos
Por Juan
Carlos López
Los neutrinos vuelven a reclamar su dosis de protagonismo. Y lo hacen por un buen motivO.
No
obstante, antes de seguir adelante nos interesa repasar brevemente qué hace tan
especiales estas partículas. Los neutrinos fueron descritos por primera vez
desde un punto de vista teórico en la década de los años 30 por Wolfgang Pauli,
uno de los padres de la física cuántica (le debemos, entre otras aportaciones,
el principio de exclusión). Sin embargo, su descubrimiento experimental se
produjo dos décadas y media más tarde, a mediados de los años 50.
El
problema es que son extraordinariamente difíciles de identificar por una razón:
apenas interaccionan con la materia ordinaria. Además, su masa es pequeñísima,
su carga eléctrica es neutra y no se ven influenciados por la interacción
nuclear fuerte ni por la fuerza electromagnética, aunque sí por la gravedad y
la interacción nuclear débil. No cabe duda de que son unas partículas
irresistibles, y muchos científicos están decididos a darles caza.
Los
científicos tienen una herramienta más a su disposición: las supernovas
Los
físicos que están desarrollando su actividad investigadora en el ámbito de los
neutrinos han logrado poner a punto observatorios diseñados específicamente
para capturarlos. El más imponente de todos ellos es el Super-Kamiokande
japonés, una mole alojada en Hida, una ciudad ubicada en el área central de
Honshu, la mayor isla del archipiélago nipón. Está construido en una mina, a 1
km de profundidad, y mide 40 metros de alto y otros 40 metros de ancho, lo que
le da un volumen parecido al de un edificio de quince pisos.
Los
neutrinos dan lugar a una estructura con las propiedades de un fluido cuya
expansión puede ser descrita por la hidrodinámica relativista.
Afortunadamente
en adelante los investigadores van a tener otra herramienta a su disposición
con la capacidad de entregarles nuevo conocimiento acerca de los neutrinos. Y
es que un grupo de físicos de la Universidad de Ohio, en Estados Unidos, ha
publicado un interesantísimo estudio en el que defiende que las supernovas
pueden revelar información crucial acerca de los mecanismos empleados por los
neutrinos para interactuar entre ellos.
Las
supernovas son unas explosiones extraordinariamente energéticas que tienen
lugar cuando una estrella agota su reserva de combustible y pierde el balance
hidrostático que la ha mantenido en equilibrio hasta ese momento (os explicamos
este proceso con cierto detalle en el artículo que hemos dedicado a la vida de
las estrellas). Lo sorprendente es que los autores de este estudio defienden
que los neutrinos emitidos durante una supernova interaccionan entre ellos,
dando lugar a una estructura que tiene las propiedades de un fluido cuya
expansión puede ser descrita por la hidrodinámica relativista.
Una
forma sencilla de entender de qué estamos hablando consiste, simplemente, en
observar esta idea como la posibilidad de obtener nuevo conocimiento acerca de
las propiedades de los neutrinos estudiando la manera en que interaccionan como
un conjunto con los cuerpos sólidos con los que se topan cuando viajan a través
del falso vacío cósmico.
Por el
momento esta es solo una propuesta teórica, pero, eso sí, es una idea
apasionante
Parece algo complicado, y lo es, pero de alguna forma lo que proponen estos físicos es buscar la huella que dejan en el espacio gracias a la manera en que se relacionan entre ellos y con otros objetos. Por el momento esta es solo una propuesta teórica, pero, eso sí, es una idea apasionante. Ojalá fructifique y se consolide como una nueva técnica de análisis de los neutrinos. Crucemos los dedos.
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