METRO ELEVADO:
¿SOLUCIÓN A LA MOVILIDAD DE
BOGOTÁ? (III)
Primera línea del metro:
¿movilidad o negocio?
Bogotá Aurelio Suárez Montoya El Espectador
El proyecto del Plan de
Ordenamiento Territorial (POT) abriría alrededor del corredor férreo la puerta
a un desarrollo urbano, según expertos, poco equitativo. En comparación con
otros metros del mundo, el de Bogotá será uno de los de menor impacto.
Existe
una fuerte correlación entre el programa de la Primera Línea del Metro de
Bogotá (PLMB) y las troncales nuevas con el proyecto del Plan de Ordenamiento
Territorial (POT), que se discute en el Concejo. El exalcalde Jaime Castro, en
una de sus columnas, expuso que una razón para cambiar el diseño del metro es
que “en los alrededores de las 16 estaciones se construirán supermercados y
modernas torres para oficinas y apartamentos, obras que demandan inversiones
tan cuantiosas que, sumadas, pueden valer más que la construcción misma del
metro, por lo que solo son viables, a más de rentables, si el metro es elevado.
Por esta razón, según piensan algunos, la administración descartó el
subterráneo”.
Y fue más
allá al preguntar: “¿El Distrito, como entidad pública, se vinculará de alguna
manera al negocio inmobiliario, como se dijo inicialmente que lo haría a través
de la Empresa Metro, o esa idea se abandonó para dejar todas las utilidades al
sector privado?”. Resultan pertinentes las observaciones del exalcalde Castro
al conocerse que, en efecto, el POT contempla volver áreas de uso múltiple el
54 % de las 34.000 hectáreas (ha) de Bogotá.
A dicha
proporción se llegará una vez sean incorporadas las más de 9.300 ha que pasarán
de ser residenciales a nuevos usos, fruto de “renovaciones urbanas” bajo la
modalidad de “reactivación”, que se promoverán tanto alrededor de las troncales
como en las zonas aledañas a los corredores de alta capacidad del sistema
metro. En este último sector, detallado en el artículo 410 del proyecto POT, se
“reurbanizan los sectores cercanos a las estaciones”; modifican “la
distribución de los espacios públicos y privados”, y desarrollan “proyectos (…)
con el potencial que se genera con la implantación de la infraestructura del
sistema”.
El
artículo 412 del mismo proyecto define los predios afectados como los ubicados
en las manzanas ubicadas en una franja de 220 metros, a lado y lado del
viaducto”; “las que estén en radio de 200 metros, contados a partir del borde
exterior de las manzanas donde están las estaciones”; “las que estén rodeadas
por tres manzanas incluidas en el área de influencia del PLMB” y “los predios
con usos dotacionales sociales de salud y educación” en el sector. Es decir,
tendrá un impacto urbanístico sobre amplísimas zonas en el entorno de las
estaciones.
Como el
motivo de ese proceso en las 16 estaciones es ser fuente de ingresos para la
Empresa Metro y mecanismo para “densificar” la ciudad, voces autorizadas
descreen de que ese deba ser un objetivo del POT, ya que hoy es la novena más
densa del mundo, con 135 habitantes por hectárea y el POT la llevaría a ser la
segunda, a 290. “Hacer más densa a Bogotá no va a bajar el precio del suelo. Es
un mito. Se van a aumentar las ganancias de los que construyen”, dijo el
urbanista Mario Noriega.
Así
mismo, el equipo de maestría en urbanismo de la Universidad Nacional hizo
algunas observaciones coincidentes con las de Noriega, pero más críticas al
modelo de “ciudad mixta” que se impondría con el programa PLMB. Argumentan que
no puede imponerse “la misma respuesta en las diferentes realidades urbanas”,
ni desecharse todo lo construido, ya que “la ciudad tiene aspectos que es
necesario valorar y posiblemente conservar”.
Y,
coincidiendo con el exalcalde Jaime Castro, agregan que “es posible que los
desarrollos ocurran en donde haya mayor rentabilidad y no donde más se
necesitan, afectando el principio de equidad”. En otras palabras, aquí el
proyecto urbano derivado de esta primera línea se constituye en un “incentivo”
para el complejo constructor-inmobiliario-financiero.
Pregunta
abiertas
A modo de
resumen y conociendo los pormenores del metro de Bogotá, hay detalles que abren
la puerta a diversas preguntas. La historia reciente muestra cómo a pesar de
que Samuel Moreno revivió el tema del metro, enterrado desde finales del siglo
XX, sus corruptelas hundieron una propuesta que era viable y sencilla,
aprovechando la red férrea existente.
Por su
parte, Petro, tras un año de mandato, hizo un rediseño total y al nuevo trazado
le alcanzó para avanzar hasta la ingeniería de detalle y que una decisión del
Confis le asignara $13 billones.
Sus
buenas relaciones con Santos, no obstante, no le bastaron para que se librara
un documento Conpes de importancia estratégica para seguir adelante.
A
contramano, el gobierno Santos le expidió tres Conpes a Enrique Peñalosa, que
definieron desde 2017 las características del programa de la PLMB como uno
elevado y al que, por las supuestas economías que reportaban, le alcanzaba para
incluir cuatro troncales de Transmilenio. Al final, todo se consolidó con una
expansión de varias decenas de kilómetros nuevos de carriles exclusivos para
buses articulados, con cerca de 1.200 más de estos vehículos y solo algo más de
veinte kilómetros de metro y menos de 25 trenes.
Con
dichas especificaciones, este metro tendría el honor de ocupar en longitud el
puesto 153 entre más de 222 sistemas urbanos reconocidos en la base de datos
del portal Metrobits.org., a razón de 2,4 milímetros por habitante. Solo 46
sistemas poseen menos de quince estaciones, y en cuanto al número de abordajes
de pasajeros (cerca de 150 millones al año), estaría en la parte baja de la
tabla. Así mismo, son escasísimos los metros que van por encima de corredores de
buses, como pasaría en la Caracas.
Hay dos
aspectos muy ligados: que la licitación, bajo las normas del BID, terminó
siendo laxa (incluso quebrantando la ley, por lo cual está sometida a una
demanda con sentencia pendiente en el Consejo de Estado) y que una vez
presentadas las propuestas, debido a los criterios de la banca mundial, la más
posible, por ser la “más económica”, es que gane la del consorcio de empresas
de China.
Finalmente,
al tomar en cuenta que los comparativos de precios con las opciones descartadas
arrojaron diferencias mínimas en el costo de construcción por kilómetro y por
pasajero transportado, y peor aún con las actuales cifras de precio del dólar;
al ver contenidos en el POT artículos relacionados con jugosos “desarrollos
inmobiliarios” de inversión privada, fruto del metro elevado, y al añadir la
predominancia de Transmilenio en el programa integral aprobado, vale preguntar
si, en medio de tanto objetivo colateral, al metro elevado se llegó pensando de
verdad en una genuina solución para la movilidad de Bogotá o si se
jerarquizaron ajenos motivos, inconfesables pero presumibles.
https://www.elespectador.com/noticias/bogota/primera-linea-del-metro-movilidad-o-negocio-articulo-886652
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