Violencia política en Colombia.
Paradojas e institucionalización de una disfunción*
William Ortiz Jiménez**
En: “Civilizar 12 (22): 129-142, enero-junio
de 2012”. Pág. 132
La paradoja colombiana
Colombia vive desde hace más de medio siglo una situación de
violencia generalizada en la que se entrecruzan motivaciones políticas, económicas
y sociales y donde el uso intencional y desmedido de la fuerza ha devenido un
rasgo predominante de las relaciones sociales.
Una forma esquemática de resumir lo que acontece hoy en el país
empezaría por señalar la existencia de tres actores armados principales: uno
legal, las Fuerzas Armadas colombianas; tres ilegales: las guerrillas
históricas (Farc, ELN y los grupos paramilitares).
Sin embargo, una presentación tal pierde de vista las
imbricaciones complejas entre estos actores, la presencia de otros emergentes (nuevas
bandas criminales) que aún no logran visibilidad internacional y el rol central
ocupado por el narcotráfico en los últimos 30 años.
De ahí que, aun cuando haya quienes generalicen afirmando que se
trata de una sola y misma violencia desde los cincuenta, lo cierto es que el conflicto
colombiano posee una capacidad de mutación y reconversión tal, tanto de sus
actores como de sus estrategias y finalidades, que hace poco apropiado pensar
los hechos actuales bajo la grilla de las décadas anteriores.
Más allá de la complejidad evidenciada, la violencia en Colombia
ha dejado marcas imborrables: más de 30.000 muertos y desaparecidos por razones
que se presumen políticas en los últimos 20 años, más de cinco millones de personas
desplazadas forzosamente de sus territorios en el mismo periodo, la eliminación
total y sistemática de 3500 militantes de un partido político (la Unión
Patriótica) y una crisis social y humanitaria que tiene a más del 60% de la población
en situación de pobreza, todo como producto de un conflicto por la tierra y los
recursos que está sin resolver, sumado a un grado altísimo de corrupción e
impunidad que atraviesa gran parte de las instituciones políticas y revela sus
lazos con el paramilitarismo y el narcotráfico.
No obstante, la situación descrita, Colombia se destaca en el
concierto de países latinoamericanos por mantener su tradición democrática y
liberal, por la ausencia de gobiernos dictatoriales en su historia republicana
(con excepción de la corta “dictablanda” del general Rojas Pinilla en 1957),
por su apego a las leyes de la disputa electoral y por su relativa estabilidad
económica.
¿Cómo puede convivir un país con tal contradicción?
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