Diez años de la caída de Lehman Brothers
una banca de inversión de más de 150
años, y se quebró el 15 de septiembre de
2008.
¿Cómo se gestó?
El Espectador Economía 14 Sep. 2018 - 9:11 PM Diego
Guevara. Profesor Escuela de Economía de la Universidad Nacional.
La quiebra de esta banca de inversión
marcó el inicio de la crisis financiera más grande y profunda desde la
depresión de 1929.
Aunque a Colombia no le fue tan mal en 2008, podría verse en
serios problemas si se presenta un nuevo choque de esta magnitud. En 2020 sería
la siguiente gran recesión.
Hace diez
años Lehman Brothers, una banca de inversión con cerca de 150 años de historia
y uno de los conglomerados más reconocidos en Wall Street, colapsó y se originó
un efecto dominó sobre todo el sistema financiero norteamericano y global. Este
rápido contagio dio pie a la gran recesión, la crisis financiera más grande en
el último siglo, después del crack de 1929, también conocido como la gran
depresión. La caída puso en evidencia el mal comportamiento de los activos
asociados a las hipotecas subprime (hipotecas de alto riesgo) que venía
ocurriendo en Estados Unidos desde 2007. (Lea Así sonó el crack económico del
2008)
Lehman
había direccionado una gran parte de su portafolio a activos tóxicos permeados
por las hipotecas otorgadas a población con baja capacidad de pago. El 15 de
septiembre de 2008, con la declaración en bancarrota del otrora gran banco de
inversión, se marcaba el inicio de una de las turbulencias económicas más
grandes de todos los tiempos, que rápidamente contagió los mercados financieros
del mundo y se extendió a las crisis de deuda de las economías europeas en los
años venideros.(Lea Cuidado con estas economías: Argentina, Turquía y
Sudáfrica).
Fue el
detonante que puso en jaque la compleja y riesgosa arquitectura financiera que
se había formado desde comienzo del nuevo milenio. El fenómeno de la
financiarización —la dimensión negativa y problemática del auge de instrumentos
financieros— y condiciones macroeconómicas aparentemente estables formaban el
coctel perfecto para engendrar una futura crisis. Claramente la de 2008 fue el
resultado de una etapa “financiarizada” del capitalismo de los últimos 40 años.
El
reconocido economista norteamericano Hyman Minsky afirmaba que la estabilidad
genera inestabilidad, y, al parecer, este fue uno de los puntos clave en la
crisis de hace una década. Después del desplome de las empresas de internet
(crisis de las .com ) y los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001,
la economía norteamericana tuvo una rápida recuperación y las condiciones
estables generaron que los actores económicos mejoraran sus expectativas e
invirtieran en títulos más rentables y sofisticados, pero más riesgosos. Esto
crearía escenarios de mayor vulnerabilidad, como ya lo había previsto Minsky.
Al
revisar los datos de crecimiento en el valor de los derivados (activos cuyo
valor depende de un activo subyacente) negociados en los mercados menos
regulados se encuentra que pasaron de valores inferiores a los US$2 billones a
finales del siglo XX a valores entre US$4 y US$6 billones semestralmente para
2007. Incluso, para el caso de los contratos derivados vinculados a tasas de
interés, el valor llegó a superar los US$10 billones unos meses antes de la
gran recesión.
Es claro
entonces que la crisis de hace una década no fue un simple asunto de acciones
irresponsables de algunos actores, o una falta de regulación, sino el resultado
de la inherente inestabilidad de un sistema con una arquitectura financiera
compleja, interconectada y globalizada, que aún sigue en pie en nuestros días.
Las
repercusiones de la crisis de 2008 aún se sienten. Según el portal Bloomberg,
solo en Estados Unidos US$1,4 billones en el ámbito del producto anual nunca
serán recuperados, y la pérdida afectó principalmente a los más pobres. De
hecho, los discursos populistas que llevaron a Donald Trump a la Casa Blanca
tocan a la población que nunca pudo volver a tener un buen nivel de vida
después de la crisis y, por lo tanto, son personas que abrazaron el mensaje de
“make America great again”. Adicionalmente, la crisis disparó las cifras de
endeudamiento nacional y dejó un menor espacio de juego a las autoridades
fiscales y monetarias ante futuras crisis.
Para el caso colombiano muchos hacedores de política (policy
makers) se aventuraron a decir en su momento que el país estaba blindado ante
la crisis. No obstante, que el país no haya salido tan mal librado de este
episodio tiene que ver precisamente con que muchos capitales se refugiaron en
economías emergentes que estaban jalonadas por el boom de las commodities
cuando los países desarrollados pasaban dificultades. Hoy la situación es
diferente, pues el ciclo de altos precios de materias primas ya no está. Y ante
una nueva crisis, el golpe puede ser certero ante la creciente dependencia
externa de Colombia y por la mayor vulnerabilidad a paradas repentinas de la
entrada de flujos de capital.
Hoy, diez
años después, la economía norteamericana parece haber retomado su buen rumbo
alrededor de la lectura de los datos macroeconómicos. Sin embargo, el grado de
complejidad financiera no ha cambiado significativamente. La financiarización
de la economía mundial crece cada vez más, en aspectos que van desde una mayor
penetración del mercado de valores en las familias hasta una configuración más
riesgosa de los portafolios de fondos de pensión en países emergentes: con
títulos complejos y foráneos, como los que originaron la crisis.
Algunos
dirán que los acuerdos de Basilea -acuerdos sobre supervisión bancaria- posteriores
a la crisis han mejorado los niveles de provisión de los bancos y que, por lo
tanto, las posibilidades de una nueva crisis son menores. Sin embargo, hoy la
diversidad de agentes financieros, como fondos institucionales, fondos de
cobertura y otros agentes emisores, también crean mayores riesgos. Hace unos
días Nuriel Roubini, uno de los economistas que predijeron la crisis de 2008,
aseguró en su columna en Financial Times que 2020 sería el año de la siguiente
crisis. Predecir el futuro no es tarea fácil y es posible que la exactitud de
Roubini falle esta vez. Lo que sí es cierto es que en una economía con unas
finanzas globales altamente desreguladas y una mayor desigualdad en el planeta,
las posibilidades de una próxima crisis financiera de igual envergadura no se
pueden descartar.
https://www.elespectador.com/economia/diez-anos-de-la-caida-de-lehman-brothers-articulo-812219
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