domingo, septiembre 16, 2018


Diez años de la caída de Lehman Brothers 

una  banca de inversión de más de 150 

años, y se quebró el 15 de septiembre de 

2008. ¿Cómo se gestó?


El Espectador Economía   14 Sep. 2018 - 9:11 PM Diego Guevara. Profesor Escuela de Economía de la Universidad Nacional.

La quiebra de esta banca de inversión marcó el inicio de la crisis financiera más grande y profunda desde la depresión de 1929. 

Aunque a Colombia no le fue tan mal en 2008, podría verse en serios problemas si se presenta un nuevo choque de esta magnitud. En 2020 sería la siguiente gran recesión.

Hace diez años Lehman Brothers, una banca de inversión con cerca de 150 años de historia y uno de los conglomerados más reconocidos en Wall Street, colapsó y se originó un efecto dominó sobre todo el sistema financiero norteamericano y global. Este rápido contagio dio pie a la gran recesión, la crisis financiera más grande en el último siglo, después del crack de 1929, también conocido como la gran depresión. La caída puso en evidencia el mal comportamiento de los activos asociados a las hipotecas subprime (hipotecas de alto riesgo) que venía ocurriendo en Estados Unidos desde 2007. (Lea Así sonó el crack económico del 2008)
Lehman había direccionado una gran parte de su portafolio a activos tóxicos permeados por las hipotecas otorgadas a población con baja capacidad de pago. El 15 de septiembre de 2008, con la declaración en bancarrota del otrora gran banco de inversión, se marcaba el inicio de una de las turbulencias económicas más grandes de todos los tiempos, que rápidamente contagió los mercados financieros del mundo y se extendió a las crisis de deuda de las economías europeas en los años venideros.(Lea Cuidado con estas economías: Argentina, Turquía y Sudáfrica).

Fue el detonante que puso en jaque la compleja y riesgosa arquitectura financiera que se había formado desde comienzo del nuevo milenio. El fenómeno de la financiarización —la dimensión negativa y problemática del auge de instrumentos financieros— y condiciones macroeconómicas aparentemente estables formaban el coctel perfecto para engendrar una futura crisis. Claramente la de 2008 fue el resultado de una etapa “financiarizada” del capitalismo de los últimos 40 años.

El reconocido economista norteamericano Hyman Minsky afirmaba que la estabilidad genera inestabilidad, y, al parecer, este fue uno de los puntos clave en la crisis de hace una década. Después del desplome de las empresas de internet (crisis de las .com ) y los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, la economía norteamericana tuvo una rápida recuperación y las condiciones estables generaron que los actores económicos mejoraran sus expectativas e invirtieran en títulos más rentables y sofisticados, pero más riesgosos. Esto crearía escenarios de mayor vulnerabilidad, como ya lo había previsto Minsky.

Al revisar los datos de crecimiento en el valor de los derivados (activos cuyo valor depende de un activo subyacente) negociados en los mercados menos regulados se encuentra que pasaron de valores inferiores a los US$2 billones a finales del siglo XX a valores entre US$4 y US$6 billones semestralmente para 2007. Incluso, para el caso de los contratos derivados vinculados a tasas de interés, el valor llegó a superar los US$10 billones unos meses antes de la gran recesión.

Es claro entonces que la crisis de hace una década no fue un simple asunto de acciones irresponsables de algunos actores, o una falta de regulación, sino el resultado de la inherente inestabilidad de un sistema con una arquitectura financiera compleja, interconectada y globalizada, que aún sigue en pie en nuestros días.

Las repercusiones de la crisis de 2008 aún se sienten. Según el portal Bloomberg, solo en Estados Unidos US$1,4 billones en el ámbito del producto anual nunca serán recuperados, y la pérdida afectó principalmente a los más pobres. De hecho, los discursos populistas que llevaron a Donald Trump a la Casa Blanca tocan a la población que nunca pudo volver a tener un buen nivel de vida después de la crisis y, por lo tanto, son personas que abrazaron el mensaje de “make America great again”. Adicionalmente, la crisis disparó las cifras de endeudamiento nacional y dejó un menor espacio de juego a las autoridades fiscales y monetarias ante futuras crisis.

Para el caso colombiano muchos hacedores de política (policy makers) se aventuraron a decir en su momento que el país estaba blindado ante la crisis. No obstante, que el país no haya salido tan mal librado de este episodio tiene que ver precisamente con que muchos capitales se refugiaron en economías emergentes que estaban jalonadas por el boom de las commodities cuando los países desarrollados pasaban dificultades. Hoy la situación es diferente, pues el ciclo de altos precios de materias primas ya no está. Y ante una nueva crisis, el golpe puede ser certero ante la creciente dependencia externa de Colombia y por la mayor vulnerabilidad a paradas repentinas de la entrada de flujos de capital.

Hoy, diez años después, la economía norteamericana parece haber retomado su buen rumbo alrededor de la lectura de los datos macroeconómicos. Sin embargo, el grado de complejidad financiera no ha cambiado significativamente. La financiarización de la economía mundial crece cada vez más, en aspectos que van desde una mayor penetración del mercado de valores en las familias hasta una configuración más riesgosa de los portafolios de fondos de pensión en países emergentes: con títulos complejos y foráneos, como los que originaron la crisis.

Algunos dirán que los acuerdos de Basilea -acuerdos sobre supervisión bancaria- posteriores a la crisis han mejorado los niveles de provisión de los bancos y que, por lo tanto, las posibilidades de una nueva crisis son menores. Sin embargo, hoy la diversidad de agentes financieros, como fondos institucionales, fondos de cobertura y otros agentes emisores, también crean mayores riesgos. Hace unos días Nuriel Roubini, uno de los economistas que predijeron la crisis de 2008, aseguró en su columna en Financial Times que 2020 sería el año de la siguiente crisis. Predecir el futuro no es tarea fácil y es posible que la exactitud de Roubini falle esta vez. Lo que sí es cierto es que en una economía con unas finanzas globales altamente desreguladas y una mayor desigualdad en el planeta, las posibilidades de una próxima crisis financiera de igual envergadura no se pueden descartar.

https://www.elespectador.com/economia/diez-anos-de-la-caida-de-lehman-brothers-articulo-812219

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