"Filosofar siempre ha sido un acto subversivo":
Mariana Garcés, filósofa
Aunque la
filosofía está cada vez más arrinconada en los planes de estudio, la filósofa
Marina Garcés defiende que ésta no sólo es útil, sino que es vital y necesaria.
Esto
contó en el marco del Hay Festival Cartagena.
Filosofía
es una palabra de origen griego que, literalmente, significa "amor por la
sabiduría".
Desde
hace al menos 2.600 años, los seres humanos se interrogan sobre sí mismos y
sobre el universo, reflexionan sobre las cuestiones existenciales, sobre los
problemas que nos atañen.
Sin
embargo, en los últimos tiempos la filosofía está de capa caída, arrinconada
cada vez más en los planes de estudios, tachada injustamente de inservible e
improductiva.
Marina
Garcés (Barcelona, 1973) es filósofa y, entre otras cosas, defiende que pensar
siempre ha sido un acto subversivo, que la filosofía cambia el mundo y que no
sólo no es inútil sino algo vital y necesario.
Esas
son algunas de las cosas que les dice a sus alumnos en la Universidad de
Zaragoza, donde imparte clases de Filosofía.
Garcés
habló con BBC Mundo en el marco del Hay Festival Cartagena, que se celebra en
Colombia esta semana.
¿Es la filosofía necesaria? ¿Ahora más
que nunca?
La
filosofía siempre ha sido igualmente necesaria, pero cada contexto histórico y
social percibe esta necesidad de formas distintas.
Estamos
en un momento de crisis, no sólo económica sino política y civilizatoria, y
frente a los abismos que se abren, reaparecen las preguntas radicales.
¿Por qué la filosofía cada vez se ve
más relegada en la inmensa mayoría de los planes de estudio?
El
poder se protege de la radicalidad del pensamiento como una potencia
compartida. Lo convierte en una exquisitez para unas élites pensantes bien
integradas en el sistema académico competitivo y expulsa a los demás. Para el
resto, ofrece una educación cada vez más basada en entrenar la adaptabilidad.
¿Filosofar, pensar, es hoy en día un
acto subversivo? ¿Puede ese ser el motivo por el que esa disciplina se vea cada
vez más arrinconada, más relegada?
Siempre
lo ha sido. En occidente partimos de la figura de Sócrates, que murió condenado
por las leyes de la ciudad. Y en oriente hay otras figuras, como la de los
sabios taoístas, que siempre estuvieron en conflicto con las figuras del poder.
Pensar
por uno mismo es poder preguntar acerca de lo que la realidad establecida da
por obvio. Tan sencillo y tan peligroso como esto.
"Pensar
por uno mismo es poder preguntar acerca de lo que la realidad establecida da
por obvio. Tan sencillo y tan peligroso como esto".
La filosofía es concebida por muchos
como algo inútil, como un puro ejercicio mental sin capacidad de tener efectos
en la realidad o en la propia existencia. ¿Es así?
El
utilitarismo ha colonizado la idea de lo útil. La filosofía no sólo es útil,
sino que es vital y necesaria, si entendemos que la vida en común tiene como
condición poder ser transformada colectivamente.
Obviamente,
no me estoy refiriendo a determinadas maneras de enseñar filosofía, convertida
en una colección de obras y autores muertos. Me refiero a la capacidad de
problematizar, argumentar y conceptualizar de forma autónoma.
La filosofía se hace preguntas, pero
con frecuencia no ofrece respuestas…
Hacer
buenas preguntas es más importante que tener respuestas para todo. Actualmente,
la esfera pública está dominada por la opinión rápida (tertulias, columnistas,
redes sociales, etc.) y por el solucionismo, esa ideología según la cual sólo
se valoran las soluciones rápidas a problemas muy concretos.
Si
se pierde la capacidad de elaborar los problemas verdaderos, caemos en manos de
los falsos problemas y de los vendedores de recetas.
¿La
filosofía puede ser una forma de vida, como usted sostiene?
La
filosofía es una forma de vida. No lo tiene que ser para todo el mundo, pero la
filosofía sólo está activa bajo la condición de asumir que el pensamiento
transforma la vida. Por eso no hay filosofía sin enseñanza, que no quiere decir
dar clases en una escuela o en una universidad, sino la posibilidad de
transmitir a otras posibilidades de vida y maneras de estar en el mundo.
"Si
se pierde la capacidad de elaborar los problemas verdaderos, caemos en manos de
los falsos problemas y de los vendedores de recetas".
¿Puede
la filosofía cambiar el mundo? ¿Cómo?
La
filosofía cambia el mundo, otra cosa es que esté en sus manos hacer sociedades
más justas. La batalla es dura y las fuerzas desproporcionadas.
La
filosofía no es la solución, pero creo que sí es parte de la condición para
encontrar soluciones políticas, culturales, económicas, ambientales, etc.
Usted
afirma que la filosofía nace en la calle. ¿Significa eso que todos somos -o
podemos ser- filósofos?
Todos
podemos tener relación con la filosofía, lo que no significa que todos deseemos
ser filósofos. Igual que todos podemos tener relación con la música y eso no
quiere decir que todos nos dediquemos profesionalmente o de manera muy central
a ella.
Cuando
digo que la filosofía nace en la calle, lo que quiero decir es que las
academias y las instituciones del saber, que son imprescindibles, lo son en la
medida que recogen el impulso de lo que en la vida que compartimos necesitamos
pensar y conocer. No es al revés.
"Hacer
buenas preguntas es más importante que tener respuestas para todo".
¿Cómo
definiría, en términos filosóficos, al individuo moderno, al ser humano del
siglo XXI?
¿Cuáles
son sus principales virtudes, sus grandes defectos, sus mayores miedos?
Somos
individuos precarizados. El individuo es una figura del siglo XVIII que se
conceptualiza para imaginar la emancipación respecto a órdenes sociales de tipo
estamental y comunitario (en torno a la familia, la religión, el vasallaje,
etc.).
Su
potencialidad liberadora (igualdad, libertad, autonomía…) se convierte también
en una potencialidad productiva y consumidora.
Es
decir, en la pieza clave del capitalismo. Actualmente, este individuo se ve
expuesto a multitud de violencias, entre ellas la propia violencia monetaria
que lo obliga a ser deudor o emprendedor, o las dos cosas a la vez.
¿Cuáles
son en su opinión los grandes temas de los que se debería de ocupar en estos
momentos la filosofía?
Los
temas son muchos, porque vivimos en sociedades muy complejas. Pero si tuviera
que situar unos ejes, diría que la primera gran cuestión de nuestro tiempo es
el paso de la globalización económica a la planetarización de la vida y de los
problemas comunes (medio ambiente, recursos, vida en el planeta, etc.). En
segundo lugar, la feminización de las relaciones (más allá del feminismo de la
reivindicación de la igualdad, estamos hoy en un conflicto abierto entre
visiones del mundo). Y un tercer gran asunto es la relación de los saberes con
la emancipación (sabemos muchas cosas, pero podemos hacer muy poco con ellas,
hay que repensar este vínculo transformador entre el conocimiento y sus
consecuencias liberadoras).
¿Las
redes sociales son un medio de distracción o de intercambio intelectual? ¿Se
puede hacer filosofía a través de ellas?
Las
redes sociales en sí mismas no son nada. Es muy obvio decir que las tecnologías
son el uso que hagamos de ellas. Sin embargo, hay que ir con cuidado porque
ninguna tecnología es neutra. En este caso, hablamos de redes construidas por
grandes corporaciones y según unos determinados parámetros de espacio / tiempo.
Son
rápidas, premian la visibilidad en términos cuantitativos, se basan en
relaciones construidas desde la autoafirmación… Pueden servir para entrar en
contacto con formas de pensar, pero no sé si como herramientas de pensamiento.
Usted,
que es catalana, ¿cree que la filosofía puede ayudar por ejemplo a resolver el
conflicto de soberanía entre Cataluña y España?
Lo
que está ocurriendo en Cataluña pone sobre la mesa la dificultad para pensar
más allá de lo que somos, o de lo que creemos que somos.
Las
colectividades son conjuntos vivos de relaciones, que temporalmente se han dado
la forma de estados-nación y se han conquistado y colonizado bajo esa forma.
El
drama es convertir esta contingencia histórica en esencialidades eternas. No
creo en ellas, ni en una esencialidad catalana ni en una española, como en
ninguna otra.
La
libertad de pensamiento que nos da la filosofía es la de poder preguntarnos sin
miedo: cómo hemos llegado hasta aquí y cómo podríamos ser de otra manera.
En un mundo globalizado e
hiperconectado, ¿cuál es su concepto de identidad?
Siguiendo
con la respuesta anterior, las identidades son elementos y rasgos singulares
que nos sirven para reconocer la proximidad con otras personas o
colectividades. Son entidades abiertas y vivas, expuestas a su continua
recomposición.
Eso
no quiere decir que no existan, sino que debemos plantearnos cómo poder hacer
una experiencia libre y abierta de las identidades que nos componen y nos
atraviesan.
Esto
implica desbordar la lógica monolítica y monogámica de la identidad, que nos
condena a ser una sola cosa por encima de todas las demás
Hace unos años usted hizo un
llamamiento a sus estudiantes a rebelarse, a no asistir a sus propias clases.
¿Contra qué nos deberíamos de rebelar
en estos momentos y por qué no lo hacemos?
(Se
ríe). No les invitaba a no venir a mis clases, sino a venir solo si
verdaderamente lo necesitaban o deseaban. Era una carta en la que les pedía que
pensaran qué hacíamos allí, por qué nos convocábamos cada semana para aprender
filosofía y si eso se podía convertir en una rutina o en un trámite. Incluso
peor: en una obligación.
Rebelarse
no es romper con todo porque sí: es interrogarnos acerca del sentido de lo que
hacemos y asumir las consecuencias de esa reflexión.
Este
artículo es parte de la versión digital del Hay Festival Cartagena, un
encuentro de escritores y pensadores que se realiza en esa ciudad colombiana
entre el 25 y el 28 de enero.
http://www.semana.com/educacion/articulo/marina-garces-habla-sobre-la-filosofia/554559
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