Puedes Alcanzar tu Sueño!
viernes, julio 29, 2016
jueves, julio 28, 2016
Notas
Alumno
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Nota
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Sebastián Espitia
|
2,60
|
Manuela Gómez
|
2,50
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Johana
A. Ángel
|
2,60
|
Angee Medina
|
2,85
|
Fernando Jaramillo
|
2,60
|
Meliza
Jiménez
|
2,00
|
Sebastián Lopera
|
3,00
|
Santiago Londoño
|
2,90
|
Martha
Millán
|
3,00
|
Paulina Ramírez
|
3,00
|
Estefanía Rojas
|
3,15
|
Yenifer
Salazar
|
3,00
|
Jackeline Sánchez
|
3,00
|
Juan C. Sierra
|
3,00
|
miércoles, julio 27, 2016
¿Qué es el ciclo económico?
El ciclo económico es un fenómeno que corresponde a las oscilaciones reiteradas en
las tasas de crecimiento de la producción, el empleo y otras variables
macroeconómicas, en el corto plazo, durante un período de tiempo determinado,
generalmente varios años.
Los
ciclos económicos tienen una serie de características comunes que tienden a repetirse
pero cuentan con amplitudes y períodos muy variables.
Concepto
Los
ciclos económicos son las variaciones de la oferta y demanda agregadas
expresadas en alzas y bajas que se repiten con cierta periodicidad a lo largo
de los años. (Galindo, p.92).
El ciclo económico consiste en las fluctuaciones recurrentes, no
periódicas, en la actividad empresarial, general y económica que tiene lugar en
un período de años. (Hernández,
p.67).
Las
fluctuaciones de la economía suelen llamarse ciclo económico. Como sugiere esta
expresión, las fluctuaciones económicas corresponden a los cambios de la
situación económica. Cuando el PIB real crece rápidamente, la situación
económica es buena. Durante esos periodos de expansión económica, la mayoría de
las empresas observan que tienen
muchos clientes y que los beneficios aumentan.
Cuando el PIB real disminuye durante las recesiones, las
empresas tienen problemas. Durante esos periodos de contracción económica, las
ventas y los beneficios disminuyen en la mayoría. La expresión ciclo económico
es algo engañosa, ya que parece sugerir que las fluctuaciones económicas siguen
una pauta regular y predecible. En realidad, las fluctuaciones económicas no
son en absoluto regulares y casi siempre son imposibles de predecir con mucha precisión.
(Mankiw,
p.512)
Fases del ciclo económico
Aunque
no hay un consenso general sobre el número y la denominación de las fases se
puede decir que éstas son: recesión, depresión, recuperación y auge, a continuación
una síntesis de sus principales características:
Depresión. Hay periodos de
estancamiento donde prácticamente se detiene el proceso de producción.
Constituye la verdadera caída de la economía , en esta fase se van formando los
elementos que permitan pasar a la otra fase. Estas fases se dan por el
movimiento capitalista y no dependen de la voluntad del hombre.
Recuperación. Fase del ciclo
económico que se caracteriza por la reanimación de las actividades económicas,
aumenta el empleo, la producción, la inversión y las ventas. Las variables
económicas tienen un movimiento ascendente, que se refleja en la actividad
económica en general, tendiéndose al pleno el empleo.
Auge. Fase del ciclo económico donde
toda la actividad económica se encuentra en un periodo de prosperidad y apogeo.
El auge representa todo lo contrario de la depresión donde hay decadencia El auge
puede durar de forma variable ya sea que dure muchos años como solo unos
cuantos meses, según las condiciones económicas. Al estancarse la producción
viene de nuevo la crisis y comienza un nuevo ciclo económico.
Recesión. Existe un retroceso
relativo de toda la actividad económica en general. Las actividades en general.
Las actividades económicas: producción, comercio, banca, etc., disminuyen en
forma notable. Durante las crisis se acentúan las contradicciones del
capitalismo, hay un exceso de producción de ciertas mercancías en relación con
la demanda en tanto que falta producción en algunas ramas. Hay una creciente
dificultad para vender dichas mercancías. Muchas empresas quiebran. Se
incrementa el desempleo y subempleo.
Fases del ciclo
económico (Fuente: Berumen, p.202)
http://www.gestiopolis.com/que-es-el-ciclo-economico/
jueves, julio 21, 2016
"Es impensable que Colombia se vuelva comunista"
Recientemente el senador y expresidente Álvaro Uribe afirmó que Colombia había caído "en
manos del comunismo”. Hablamos con Luis Bosemberg y Renán Silva, dos
historiadores, para saber qué tan coherente es ese planteamiento.
Por Redacción ARCADIA
Tanto el proceso de paz como el
futuro papel político de las FARC han causado un revuelo político en Colombia,
al punto de que el expresidente Álvaro Uribe afirmó que el país había caído en
“manos del comunismo”. Luis Bosemberg, historiador con un máster de la Universidad de Heidelberg, Alemania, y Renán
Silva, doctor de la Universidad de la Sorbonne en París, forman parte del
departamento de historia de la Universidad de los Andes. Arcadia habló con
ambos para entender, de manera académica, qué es el comunismo y que cabida
puede -o no- tener en Colombia.
En términos académicos, ¿qué es el comunismo?
Luis Bosemberg: El comunismo es
un sistema que se instauró históricamente en Rusia en la época de la Primera
Guerra Mundial bajo unas condiciones muy especiales. Después poco a poco se
extendió a Europa oriental, cuando Rusia avanza durante la Segunda Guerra
Mundial, y después a países como Vietnam. Un gobierno comunista, en sentido
estricto u ortodoxo, como lo fue la Unión Soviética o como lo es Cuba, apunta a
una socialización de los bienes de producción. En el sistema debe haber una
distribución de ingreso y todo se hace a partir del estado. La crítica que hace
al capitalismo es que hay una gran apropiación de la riqueza en manos de unos
pocos, quienes controlan el poder económico y, por ende, político. Con esa
visión, para ser una sociedad más equilibrada es necesario golpear a esa
minoría y quitarles esos medios y poder político. El estado del partido
comunista controla la economía porque desaparece el propietario y la propiedad
privada, y es el partido comunista, por medio del estado, el que redistribuye
los bienes. No hay educación privada, no hay salud privada, no hay medios de
comunicación privados. El estado, por medio del partido que llega al poder, es
el gran motor, como el ‘gran papá‘ de la sociedad.
Renán Silva: En realidad es
difícil ofrecer una definición única, porque ha habido diversas variedades, que
no se pueden reducir a una. En el siglo XIX fue una forma utópica y generosa
que se imaginó, con excesiva confianza en el género humano, una sociedad de
gentes radicalmente iguales, viviendo en una abundancia compartida, en un medio
de tanta justicia y tan abundante recurso a la razón, que hacía posible pensar
en una sociedad sin prohibición y viviendo la posibilidad misma de la felicidad
colectiva, y a lo mejor del aburrimiento universal.
Mucho de esa utopía quedó en la
imaginación generosa de marxistas y anarquistas que en el siglo XX intentaron
la experiencia del comunismo, bajo un modelo que se tornó luego en despótico y
autoritario, produciendo en la realidad la figura inversa que una imaginación
bondadosa pero extraviada había concebido. El comunismo es pues un sueño
generoso del pasado que puso de presente la verdad de la frase atribuida a
Goya, de que la razón –tratando de imponer la felicidad terrena- produce
monstruos, por lo menos en esta oportunidad…
¿Es
todavía vigente el modelo comunista?
¿Es
decir, es probable que sea adoptado por un país en la actualidad?
LB: Depende de que historiador responda la pregunta. Algunos de
izquierda dirán que se puede dar. El sistema en realidad no es único, mal que
bien existe en Cuba, con los elementos del modelo tradicional. Ese comunismo es
una vertiente más moderada. La pregunta de hoy, y de hace unos 200 años, es
¿cuál es el papel del estado? ¿Qué tanto debe intervenir en la economía y en el
sector empresarial? Los comunistas ortodoxos dicen que el estado se debe
apropiar de todo y el neoliberalismo dice que no se debe apropiar de nada. Las
posiciones intermedias hacen matices en los sectores de salud, servicios y
educación. Yo, por ejemplo, creo que la educación debería ser toda del estado y
no privada.
RS: Desde el punto de vista de la experiencia histórica, tratando
de prestar atención a lo que sucedió en el pasado, con la idea de hacer una
observación juiciosa, no tendenciosa, de lo que constituyó el comunismo, sin
intentar esconder los males casi irreparables que produce nuestra forma actual
de vida, ese terrible sistema de anulación de las libertades, de destrucción de
la riqueza social y de anulación de la creatividad humana que se llama “comunismo”,
no parece tener ninguna vigencia. Pero desde el punto de vista del fanatismo,
de las ideologías reticentes a la prueba histórica y refractarias a lo que
enseña la experiencia, siempre hay la posibilidad de que una doctrina de esa
naturaleza se reanime, aunque no parece verosímil pensar que luego de la
experiencia totalitaria del siglo XX logre apoderarse de la opinión mayoritaria
de la sociedad. Como modelo, el episodio parece clausurado. Como doctrina,
siempre tendrá una posibilidad, como lo tienen otras doctrinas igualmente
terribles como los nacionalismos y los fundamentalismos religiosos.
Muchas
personas parecen usar “comunismo” y “socialismo” como
si
fueran sinónimos. ¿Cuál es la diferencia entre los dos términos?
LB: Sí, la gente tiende a confundir socialismo y comunismo,
especialmente cuando hablan de la Unión Soviética. Para simplificar, cuando
hablamos, históricamente, del sistema comunista estamos hablando con el gran
modelo de 1917 ruso, al que seguirán después una serie de repúblicas llamadas
popular oriental. Con el estado "gran papá", gran motor, sacaron a
las minorías oligarcas. El socialismo tiene una historia anterior, desde el
siglo XIX con unos partidos en Alemania que reivindican la clase obrera en el
contexto de industrialización, el empobrecimiento de las masas mientras se
enriquecía una minoría. En esa disparidad nacieron las ideas de Marx y Engels,
con propuestas parecidas, pero pronto comienzan a dividirse. Todos esos
partidos laboristas se vieron confrontados con dos opciones ante la revolución
rusa. La primera es aprobar el uso de la violencia para llegar al poder y tomar
las riendas de la producción: esos son los comunistas. La segunda opción fue un
rechazo a ese acercamiento, y esos son los socialistas. Mucho más moderados,
creen que pueden luchar con el sistema capitalista desde adentro, que no hay
que derrocarlo. Se puede pactar con ellos, existe la posibilidad de
redistribución, participación por partidos en un sistema parlamentario y una
libertad de prensa. Esos partidos todavía existen. En Suecia y Alemania están
en el centro político. Para ellos el estado no tiene que llevarse todo, pero
tampoco quedarse con nada, volviendo a la polémica del papel del estado.
RS: La utopía de una vida buena y plena para todos no tuvo en el
siglo XIX una sola versión: el comunismo es la cara espantosa de lo que es un
deseo razonable. Pero existió en toda Europa una cara más amable de ese sueño:
lo que desde esa época se llamó socialismo, una doctrina sobre el buen vivir
posible que recogió los avances de las doctrinas liberales (que el comunismo
siempre negó) y que en el siglo XX se enriqueció con la creación de grandes
partidos obreros, y que mostró a través del sistema electoral y en general de
las luchas sociales civilizadas el camino de reformas del sistema social. La
tradición de las ideas políticas ha podido de esta manera, desde el propio
siglo XIX distinguir entre el comunismo, figura por excelencia de la opresión
económica y política, y el socialismo, como intento de reforma más o menos
radical, de los sistemas liberales individualistas, que aferrados a la ganancia
y al elogio del mundo de los vencedores, desprecian lo que en la sociedad debe
haber de solidaridad y de reciprocidad. Se trata, pues, de dos propuestas de
sociedad completamente diferentes.
Entonces,
¿existe alguna posibilidad que se instale un
modelo
comunista en Colombia?
LB: No es coherente con Colombia, no hay posibilidad en lo
absoluto. Es tan tonto como cuando el canal FOX en EEUU dice que Obama es
socialista. La verdad esa idea es estúpida. Es una frase ignorante, que sirve
de propaganda para las masas que no conocen. Se aprovecha de la gente que no
sabe lo que es . Eso hacen los uribistas. Son frases de cajón, sencillas, y la
gente se lo cree y lo repite. En la historia de Colombia la verdad no hubo
comunismo, o hubo poco, un pequeño partido, pero nunca un partido comunista de
masa y de millones. Uno podría decir que hay una larga tradición democrática y
pseudo-democrática en el país, hasta qué punto puede ser debatible, pero
digamos una democracia en construcción, con todos sus problemas y defectos.
Pero no hay cabida para un sistema, como decían en su momento, totalitario.
Solo sería posible si millones votaran por un programa así. El de las FARC
todavía no lo conozco, pero no creo que proponga tomar todo lo privado y
ponerlo en manos del estado, no creo que vaya a ser de ese tipo de comunismo
ortodoxo, y aunque lo fuera no creo que llegaría a millones y millones de
votos.
RS: Ni la cultura política del país en su vida republicana después
de 1810, ni la experiencia política del siglo XX, ni las propuestas políticas
actuales permiten pensarlo. Los jefes guerrilleros que discuten y firman en la
Habana aspiran más bien a una serie de reformas compatibles con el sistema, al
amparo de las cuales puedan terminar su vida, como jefes políticos, viviendo
con pensión, con seguridad social, y perdonados por la sociedad, sin mucho
tropiezo. El gobierno de Santos y lo que se puede llamar de manera aproximada
el establecimiento civilista dentro de las gentes de los grandes negocios,
quieren una sociedad en donde hacer plata no cueste tanto, en términos de
seguridad para la reproducción del capital y los beneficios privados. Por su
parte, las gentes de la oposición civil y democrática quieren impulsar reformas
sociales que son, también, compatibles con el sistema, que no son radicales,
que pueden representar una mejora en la vida de la mayoría, y un arrastrar más
civilizado de las grandes lacras del sistema, cosas razonables, a su manera
metas moderadas sino mediocres, que nada tienen que ver con el estatismo
comunista.
En realidad lo que se llama
comunismo (o castro/chavismo) hoy en Colombia es un recurso político al miedo,
a miedos presentes (la situación de Venezuela) y a miedos ancestrales; es un
mensaje que le dice a la gente rica y conservadora que va a perder todas sus
propiedades, sus ganancias y su tranquilidad y que tendrá que irse a vivir su
dolor a Miami; que le dice a la gente pobre del campo, sin educación y
conservadora que se encuentra a punto de perder las muy pocas que ha conseguido
y que en adelante le espera un régimen terrible de opresión; que le dice a las
clases medias tradicionalistas de la ciudad que una terrible tragedia nos
espera, y que posiblemente no podremos ir en adelante a Carulla, viajar a San
Andrés, comprar la revista Hola y quién sabe cuántas cosas más…
En 1848 Marx decía que un
fantasma recorría el mundo: el comunismo; en 2016 en Colombia la fracción más
conservadora y revanchista de la sociedad, muerta de temor de que las gentes
descubran que se puede intentar vivir de otra manera, y que la paz, con sus
innegables e inevitables horrores es una posibilidad, vuelven a agitar ese
fantasma, y a atemorizar a la sociedad, despertando los miedos sobre una
experiencia que será difícil y problemática, pero que, en cualquier caso,
siempre será mejor, que ese pasado de violencia en el que no vale la pena
permanecer.
http://www.revistaarcadia.com/agenda/articulo/comunismo-colombia-socialismo-luid-bosemberg-renan-silva-uribismo-proceso-paz/49867
263 millones de niños y jóvenes no escolarizados desde la educación primaria hasta el segundo ciclo de la educación secundaria
15.07.2016 - UNESCO Office
in Santiago
Unos 263 millones de niños y jóvenes, cifra equivalente a la cuarta
parte de la población de Europa, no están escolarizados, según nuevos datos del
Instituto de Estadística de la UNESCO (UIS). La cifra total incluye 61 millones
de niños en edad de cursar la educación primaria (6-11 años), 60 millones en
edad de cursar el primer ciclo de secundaria (12-14 años) y, por primera vez,
la estimación de los jóvenes en edad de cursar el segundo ciclo de educación
secundaria (15-17 años), que ascienden a 142 millones. Estos datos se presentan
en un nuevo documento publicado conjuntamente por el Instituto de Estadística
de la UNESCO (UIS) y el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo
(GEM).
"Los países han prometido que, para 2030, todos los niños podrán
cursar la educación primaria y secundaria.
Estos nuevos datos muestran la ardua
labor que tenemos por delante para alcanzar este objetivo", afirmó la
Directora General de la UNESCO, Irina Bokova. "Debemos centrarnos en la
inclusión desde la edad más temprana y durante el ciclo completo de
aprendizaje, en las políticas destinadas a eliminar las barreras en cada etapa,
prestando especial atención a las niñas, que siguen encontrándose en una
situación de mayor desventaja".
De todas las regiones del mundo, el África Subsahariana es la que tiene
los índices más altos de exclusión. Más de una quinta parte de los niños de
edades comprendidas entre los 6 y los 11 años no están escolarizados, seguidos
por una tercera parte de los jóvenes de entre 12 y 14 años. De acuerdo con
los datos del UIS, casi el 60% de los jóvenes de entre 15 y 17 años no asiste a
la escuela. Un obstáculo importante para alcanzar la meta son las disparidades
que siguen existiendo en lo que respecta a la participación en la educación y
que tienen que ver con el sexo, la ubicación y los recursos económicos.
Los conflictos armados constituyen otra importante barrera a la
educación. En todo el mundo, el 35% del total de los niños no escolarizados en
edad de cursar la educación primaria (22 millones), el 25% de los adolescentes
en edad de cursar el primer ciclo de secundaria (15 millones) y el 18% de los
jóvenes sin escolarizar en edad de cursar el segundo ciclo de secundaria (26
millones) viven en zonas afectadas por conflictos.
En general, los jóvenes de más edad (15-17 años) tienen cuatro veces más
probabilidades de no estar escolarizados que los niños de edades comprendidas
entre los 6 y los 11 años. Esto se debe en parte a que la educación primaria y
el primer ciclo de la educación secundaria son obligatorios en casi todos los
países, mientras que el segundo ciclo de secundaria no lo es. Al mismo
tiempo, esos jóvenes suelen tener la edad legal para trabajar. Muchos de ellos
no disponen de más opción, mientras que otros intentan combinar la asistencia a
la escuela con el empleo.
Las niñas tienen más probabilidades que los niños de no asistir nunca a
la escuela, pese a todos los esfuerzos realizados y los avances logrados en las
dos últimas décadas. De acuerdo con los datos del UIS, 15 millones de niñas en
edad de cursar la educación primaria no tendrán nunca la oportunidad de
aprender a leer ni a escribir en la escuela primaria, en comparación con
10 millones de niños. Más de la mitad de esas niñas (9 millones) vive en
el África Subsahariana.
La pobreza constituye un obstáculo adicional para las niñas. De acuerdo
con los análisis que figuran en el Informe GEM, en África Septentrional y Asia
Occidental, las diferencias son aún mayores entre la población más pobre de la
región: solo 85 niñas por cada 100 niños en edad de cursar el primer ciclo de
educación secundaria asisten a la escuela. Entre los que tienen edad de cursar
el segundo ciclo de secundaria, solo 77 de las niñas más pobres por cada 100 de
los niños más pobres asisten a la escuela.
http://www.unesco.org/new/es/santiago/press-room/single-new/news/263_million_children_and_youth_are_out_of_school_from_primar-1/#.V5EB49KGukq
miércoles, julio 20, 2016
27 millones de latinoamericanos van a la cama sin nada que comer
ECONOMÍA |
7/19/2016 12:01:00 AM
A pesar de las mejoras en materia de desnutrición
en Latinoamérica, la cifra de personas que actualmente padece hambre aún es
alarmante. Según el Banco Mundial, elevar la productividad agrícola de las
familias de bajos ingresos es una estrategia clave en la lucha contra el
hambre.
Cada día, alrededor de 27 millones de latinoamericanos
van a la cama sin nada que comer, según reveló recientemente el Banco Mundial en una publicación. Esta cifra
representa casi el 5,5% de la población total de la región.
A pesar de que el dígito aún es
alarmante para el desarrollo social de la región, es menor que el
registrado hace algunos años. Tal como lo registró la Organización para la
Agricultura y la Alimentación (FAO), en
el periodo entre 1990 y 1992 la cantidad de personas que padecía hambre
alcanzaba los 58 millones.
Esto significa que en ese
momento, el 14,7% de los
habitantes de América Latina y el Caribe sufría de desnutrición.
“Se puede decir que la región de América Latina y el Caribe ha cumplido la misión, establecida en
los Objetivos de Desarrollo del Milenio, de reducir a la mitad, entre 1990 y
2015, la proporción de personas que padecen hambre”, afirmó el Banco Mundial.
Las Naciones Unidas consideran que la región ha progresado más rápidamente
en comparación con otras, en materia de programas de alimentación escolar y de
apoyo a la agricultura familiar.
La mayoría de los avances se
registraron en América del Sur,
donde fue posible reducir la desnutrición en un 75% desde 1990 a 2015. Para
el año anterior, se registró que en Suramérica la tasa de desnutrición se ubicó
por debajo del 5%.
Por su parte, Centroamérica ha reducido la
desnutrición en un 38% en el mismo periodo, y en el 2015 un 6,6% de centroamericanos aún sufrían de desnutrición. El
caso del Caribe es el menos
exitoso, donde se ha reducido la desnutrición en un 26,6% y casi un 20% de los habitantes del Caribe
luchaba contra la desnutrición en 2015.
Fuente: FAO, cálculos Dinero
La desnutrición en el resto del mundo y
la productividad agrícola
En los últimos 25 años los
porcentajes de desnutrición se redujeron del 19% al 11% a nivel mundial, por lo cual hoy se encuentran alrededor
de 800 millones de personas con
problemas de desnutrición. Por estos
motivos, será un gran reto acabar con el hambre para el 2030 y cumplir con el
segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible, teniendo en cuenta el ritmo de
crecimiento evidenciado en la actualidad.
Por esta razón, el Banco Mundial
indica que para acelerar dicho
ritmo es esencial elevar la productividad agrícola de las familias de bajos ingresos, ya que el
70% de la población pobre del mundo trabaja en el campo.
“Al
aumentar la productividad y reducir la vulnerabilidad de los pequeños
agricultores, así como mejorar la calidad de la nutrición en edad escolar, han
contribuido de manera significativa a mejorar la seguridad alimentaria en la
región”, cita el Banco Mundial en su publicación.
Otra razón para invertir en la
productividad agrícola (especialmente cereales) es el hecho de que
influyen directamente en el número y formas de desnutrición. Según cifras del
Banco, de 2000 a 2012, cuando se
registró un aumento anual promedio del 2,6% en la producción de cereales en los
países de bajos ingresos, la pobreza y la desnutrición se redujo en un 2,7% por
año. Ya entre 1990 y 1999, cuando la producción se estancó en los
países más pobres del mundo, hubo poca mejora en los índices de pobreza y la
salud nutricional.
http://www.dinero.com/economia/articulo/cuantas-personas-sufren-de-hambre-en-latinoamerica/225837
Entrevista a Michael Apple: “Hemos conseguido que los niños odien leer”
El estadounidense Michael Apple, uno de los filósofos de la educación más importantes del mundo, advierte sobre los modelos educativos que está mirando Chile en su reforma, y sobre el peligro de los test. “Uno no es un número”, sentencia: “Me preocupa Chile”, dice Michael Apple.
Se trata de uno de los principales filósofos de la educación en el mundo. Académico estadounidense, profesor de la U. de Wisconsin-Madison, Apple es uno de los principales teóricos de la pedagogía crítica de Paulo Freire, y la suya es una mirada inquisitiva sobre la educación en su país y en el mundo, similar a la que plantea Noam Chomsky en política.
El profesor recibe a Qué Pasa en la capital chilena, hasta donde viajó para ser investido como Doctor Honoris Causa de la U. de Santiago.
— ¿Qué le preocupa de Chile?
M.A.—Chile ha liderado un tipo particular de reforma durante las últimas décadas, basada en los vouchers, la privatización, la profesionalización de los profesores, la selección de los alumnos. Bachelet está tratando de moderar y cambiar esas reformas. Es un paquete, pero algunos de sus elementos me preocupan. Uno de ellos es el de los vouchers. Está ampliamente probado que los vouchers no reducen la desigualdad y que, en el mejor de los casos, la mantienen. En Estados Unidos han tenido efectos muy perversos.
— ¿Qué otro aspecto le inquieta?
M.A.—Lo que se llama la profesionalización de los profesores. Daré un ejemplo estadounidense, ya que Chile ha tomado mucho de allá, desde los Chicago Boys hasta su armamento. Allí Obama, a quien respeto, propuso que el salario de los profesores dependiera en parte de los resultados de las pruebas a los estudiantes. Pero ya sabemos, ampliamente, que si miro dónde vives y en qué trabajan tus padres, voy a ser capaz de predecir, con una pequeña variación estadística, cómo te va a ir en cualquier prueba que te tome. Aún así, el sistema hace que a los profesores sólo les preocupen las pruebas, y a los niños sólo se los prepare para contestarlas. Los profesores son menos profesionales, menos autónomos y la mayoría de los niños recibe una educación poco robusta, donde no se les enseña ciencia, ni arte, no leen nada importante, porque sólo los evaluamos según sus habilidades básicas en lectura y matemáticas. Miro a Chile con los ojos de muchos países, respeto las luchas por la democracia que aquí se han dado, pero me preocupa que en la reforma se incorporen ideas que vienen de EE.UU. o Inglaterra, cuando allá están en el debate.
— ¿Hacia dónde miraría usted, en cambio?
M.A.—Si Chile va a mirar a otros países, tiene que saber qué está pasando en ellos. En Inglaterra se está planteando convertir los colegios en “academias”, que dependan a nivel local, que compitan entre ellas en un sistema muy similar al que se impuso en Chile. Eso reduce el presupuesto público para educación, y favorece a los colegios privados y a las familias que pueden pagarlos. Sabemos que los barrios determinarán los resultados de los colegios. Sabemos que los colegios seleccionan a los alumnos, aunque el Estado lo prohíba. La idea del sistema es que los padres eligen, pero eso no pasa en ningún lugar del mundo. Los colegios eligen a los niños y a los padres.
—Descartamos Inglaterra entonces…
M. A. —Y claro, hay una nación que, se supone, valdría la pena mirar: Finlandia. He pasado mucho tiempo en Finlandia, y me parecería perfecto seguir su ejemplo, si Chile o EEUU, que también ama a Finlandia, como casi todos los países, hicieran lo que ellos hacen: doblar o triplicar el sueldo de los profesores, pagar sus estudios de posgrado, permitir sindicatos poderosos. Y necesitaríamos además un sistema de seguridad social muy fuerte, para que la diferencia entre ricos y pobres sea pequeña. En Chile es enorme, igual que en EEUU, donde además va en aumento. En Finlandia, si un padre queda sin trabajo, su hijo recibirá ropa de calidad, para que nadie sea marginado porque no tiene qué ponerse. Si quiero seguir el camino de un país, no sólo miraría su educación, sino todo lo demás.
—¿Miraría a otros países con buenos resultados?
M.A.—Primero, insistiría: los buenos alumnos y los buenos profesores no se miden en las pruebas. Yo nací muy pobre. Fui la primera generación de mi familia que terminó la educación secundaria. Y aquí estoy, soy un profesor. Así que yo sé que, a veces, las escuelas pueden compensar la pobreza. Pero también sé que la mayor parte del tiempo no pueden, a menos que la educación se vincule a otras reformas sociales.
“La educación no debería tratarse sólo de pruebas, debería dar a los niños las habilidades para reflexionar sobre su vida, para pensar en su futuro y el de su nación. Si no, la educación sería una fábrica. Es en el colegio donde aprendemos a ser solidarios”.
— ¿Qué piensa del caso de Singapur?
M.A.—En el caso de Singapur hay escuelas de élite, donde los alumnos reciben una educación creativa, interesante, orientada a formar doctores, políticos, abogados. El resto de la población es educada para responder las pruebas. Y luego tienes un enorme grupo de inmigrantes provenientes de China, India, Filipinas a cuyos hijos, simplemente, no se les toma la prueba. Shanghái es aún más interesante. Yo hice clases en Shanghái, que es una ciudad impresionante. Imagina una ciudad donde todos los edificios son como el que ustedes tienen en Santiago (la torre del Costanera Center). Se ve muy rico. Pero en China unos 300 millones de personas han migrado del campo a la ciudad. Y China desarrolló un sistema de pases de residencia para moverse de un lado hacia otro. Con los trabajadores hace vista ciega, porque necesita mano de obra, pero que no les permite traer a sus hijos a la ciudad. Los niños entran igual, pero quedan sin acceso a la educación. Los educan de forma ilegal, en fábricas viejas, en garajes sin calefacción. O los incorporan a programas de “educación especial”, pero en ningún caso rinden las pruebas. Sólo los niños que tienen permiso de residencia van a las escuelas públicas y dan las pruebas. Mi punto es que las mediciones pueden ser muy engañosas. Chile debe entender que si toma una idea de Singapur, o de cómo se enseña matemáticas en Shanghái, tiene que preguntarse cuánto sabe de esa sociedad.
— ¿Cuál es la alternativa a las pruebas estandarizadas para medir la educación?
M.A.—Tenemos que encontrar formas distintas de evaluación. En Maine, Estados Unidos, sólo el 25% de la evaluación de niños y profesores se basa en sus resultados en las pruebas. El resto es observación, participación, se contempla el portafolio de los estudiantes, su desempeño en arte, poesía, su capacidad para escribir ensayos. Son evaluaciones que toman tiempo y trabajo. Pero los profesores sienten que se les trata como a profesionales, y no sienten que tienen una prueba sobre su cabeza cada día.
—¿No hay nada que podamos aprender de los resultados de las pruebas?
M.A.—Parte de la realidad se puede evaluar a través de números. En educación, los números son los test. Pero si usted le pide a alguien que evalúe su día, esa persona no le dará un número, le va a contar una historia. Uno no es un número, uno tiene un relato mucho más rico. No me opongo a la evidencia, pero los profesores y la comunidad deben debatir qué evidencia necesitan. Por qué resultados van a juzgar a los profesores. La educación no debería tratarse sólo de pruebas, debería dar a los niños las habilidades para reflexionar sobre su vida, para pensar en su futuro y el de su nación. Si no, la educación sería una fábrica. Es en el colegio donde aprendemos a cooperar, a compartir, a ser solidarios.
— ¿Qué pasa con los alumnos frente a las pruebas?
M.A.—Incluso en los colegios donde les va bien, cuando les preguntan a los niños si les gusta leer, responden cosas como “no, lo odio”. El foco en los test genera una disposición negativa hacia el aprendizaje. Eso es lo que llamamos el “currículo oculto”. Los colegios harán cualquier cosa para mejorar su resultado en las pruebas, porque ellos y los profesores dependen de esos resultados y se ha convencido a los padres de que eso es lo único que importa. Pasa en Chile, Estados Unidos, Francia, Alemania. Lo que hemos conseguido es que los niños odian leer. Y luego nos preguntamos por qué, cuando tratamos de conversar con ellos, prefieren jugar Angry Birds. Porque les han dicho que leer no es algo valioso para ellos, que sólo vale para tomar una prueba.
— ¿Cuánto hay de política en la educación?
M.A.—La educación siempre es política. Yo uso el concepto de “conocimiento legítimo u oficial”. De cientos y miles de cosas posibles, sólo elegimos algunas para enseñar a los niños. Esa elección es un acto político.
Disponible en: http://www.eduglobal.cl/2016/06/29/entrevista-a-michael-apple-hemos-conseguido-que-los-ninos-odien-leer/
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