Nietzsche ofrece una interpretación
del mundo y de la filosofía griega que tendrá un gran alcance en el pensamiento
contemporáneo, sobre todo en la estética y la literatura del siglo XX a través
de la distinción de estos dos principios fundamentales, lo apolíneo y lo
dionisiaco.
Estos dioses griegos, Apolo y
Dionisios, serán los representantes de esta original visión. El primero
representa la serenidad, claridad, la medida y el racionalismo, es la imagen
clásica de Grecia. Dionisios, sin embargo, es lo impulsivo, lo excesivo, lo desbordante,
la afirmación de la vida y el erotismo como culminación de este afán de vivir,
es decir sí a la vida a pesar de todo. La influencia de Schopenhauer
cambia de signo y en lugar de la negación de la voluntad de vivir, Nietzsche
pone esa voluntad en el centro de su pensamiento.
"La verdad es aquella clase
de error sin la que una determinada especie de seres vivos no podrían vivir. El
valor para la vida es lo que decide en última instancia".
El platonismo consistiría también en una cierta forma de voluntad de
poder, consistente en defenderse del cambio y la transformación de este mundo
mediante la noción de un Universo imaginario o suprasensible. Sin embargo, se
opone a la postura de Nietzsche, ya que considera la verdad como única e
inmutable. Según éste, la filosofía platónica ha dado un valor desproporcionado
a los conceptos, provocando la aparición de un mundo ilusorio y falso que ha
ignorado lo vital, por lo que es necesario ser conscientes del valor relativo
que tienen los conceptos. El proceso de formación de un concepto para Nietzsche
supone que una sensación pasa a una imagen mediante una metáfora intuitiva, y
de la imagen se pasa al concepto mediante la fijación de esta metáfora.
Así, el lenguaje tiene un valor
metafórico, resultado de un proceso creativo y estético, pero siempre tiene
una verdad o validez relativa. No nos
va a permitir captar la verdad de una forma absoluta, sino tan sólo superar el
caos que produce en nuestra mente el intento de captar aquello que es de por sí
cambiante.
En la filosofía occidental, Platón y Aristóteles reprimieron los
planteamientos dionisíacos para ofrecer una visión del mundo apolista. Frente a
esto, Nietzsche niega los ideales apolíneos y reclama el triunfo de los ideales
dionisíacos mediante la utilización metafórica del lenguaje como expresión de
la voluntad de poder.
La negación de los ideales apolíneos implica la negación del principio de individuación expresado en el platonismo por la idea de Uno y sustituida en el cristianismo por la idea de Dios. Si negamos a Dios, negamos al Uno, y si negamos la idea de Uno, negamos los ideales apolíneos y afirmamos la multiplicidad dionisíaca, de tal manera que cada cual pueda expresar su propia verdad y sus propios dioses.
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