MATEO CHACÓN ORDUZ
Subeditor Vida de Hoy - Educación
Expertos
analizan a qué se debe la desconexión entre las instituciones y los jóvenes de
hoy.
Durante las últimas décadas, los mayores esfuerzos de
los diferentes gobiernos en materia educativa han sido enfocados en garantizar
que cada vez más jóvenes puedan acceder a la educación superior.
Pero, ¿qué pasa cuando son esos mismos jóvenes
los que le dicen ‘no’ a estudiar?
Todo parece indicar que eso es justamente lo que está
pasando a nivel mundial, y particularmente en América Latina y Colombia, al menos en lo que se refiere a la
educación formal o la educación universitaria, un fenómeno cada vez más
documentado y evidenciado con una caída en el número de matrículas
universitarias en todo el mundo. Ahora, un nuevo estudio da cuenta de la
magnitud de este fenómeno y de sus principales causas.
Se trata de la ‘Encuesta Global 2025 sobre la Generación Z y los Millennials’,
desarrollada por la firma internacional Deloitte, considerada
la empresa de servicios profesionales más grande del mundo.
Los resultados de este sondeo (aplicado a más de
23.000 personas de todo el mundo, incluido Colombia) son reveladores. En el
mundo, el 31% de los
jóvenes de la Generación Z (quienes nacieron entre 1995 y 2006) y el 32% de los
millennials (quienes nacieron entre 1983 y 1994) tomaron la decisión de no
cursar estudios superiores.
En el caso de los colombianos, esta cifra se dispara, pues ya son el 43% de la Generación Z y el 43% de los
millennials los que decidieron no continuar con sus estudios, cifra entre 11 y
12 puntos por encima del promedio mundial.
El estudio también analizó las principales razones por
las que estas personas tomaron dicha decisión.
A primera vista, los motivos financieros fueron el
principal motivo para no estudiar (74 por ciento en los millennials y el 64% de
los Gen Z), al igual que situaciones personales y familiares (el 40% de los millennials
y el 41% de la Gen Z).
Sin embargo, un número muy importante de los
colombianos participantes en el estudio argumentó otros motivos que revelan,
según el estudio, un importante cambio en la dinámica de lo que ellos esperan
como importante no solo en su formación académica, sino en su vida laboral.
Y es que el
22% de los jóvenes de la Generación Z y el 16% de los millennials dijo que tomó
la decisión de no estudiar porque su principal plan de vida era emprender. Además, el 18% de los Gen Z y el 16% de los
millennials dijeron estar buscando trayectorias profesionales distintas a la
educación superior.
“Para los millennials colombianos y los pertenecientes
a la Generación Z, el éxito no consiste necesariamente en ascender en la escala
corporativa; en algunos casos, están más motivados por emprender o por
encontrar opciones laborales que les permitan encontrar un equilibrio entre su
trabajo, su bienestar, su propósito y su vida personal”, destaca Roberto
Estrada, socio de Capital Humano de Deloitte.
Desencanto
hacia las universidades
Para los expertos consultados, más que no estudiar, lo
que estas generaciones buscan es nuevas formas de hacerlo.
¿Para qué entrar a una universidad y esperar cinco
años para empezar a trabajar?
¿Por qué los currículos son tan rígidos?
¿Por qué no es posible aprender solo lo que necesito
para mi proyecto de vida?
¿Hay forma de aprender sin “relleno” y sin estar
ligado solo a lo que rige una disciplina en particular?
Así lo explica el analista educativo Ricardo
Rodríguez: “Los resultados de la encuesta se engloban en un marco mundial en el
que las cifras muestran que cada vez menos jóvenes acceden a la educación
superior. Y esto se debe a múltiples factores, empezando con un desencanto
hacia las universidades, hacia modelos educativos costosos, de muy larga
duración, que no han sabido atender las necesidades de una población que busca
una vinculación laboral más rápida y un modelo de aprendizaje más flexible, en
el que el estudiante decida lo que quiere estudiar y cuándo lo quiera estudiar
y de acuerdo a sus posibilidades”.
Particularmente en Colombia, este fenómeno no se
traduce en una caída en el número de matrículas en educación superior. Si bien
estas estuvieron a la baja entre 2016 y 2021, en los últimos años han venido
aumentando. No obstante, vale aclarar que, en el país, de acuerdo con cifras
del Ministerio de Educación, la
tasa de cobertura bruta de este sector es del 55,38 %, y se estima que hay
cerca de dos millones de jóvenes fuera del sistema, por lo que, aunque haya
menos interés en estudiar, esto no necesariamente se refleja en el número de
matrículas.
Pese a ello, Gloria Bernal, directora del Laboratorio
de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana (LEE), sí cree que “la
nueva oferta de programas no tradicionales, así como el aumento significativo
de las modalidades virtuales, ha hecho que cada vez haya menos interesados en
carreras tradicionales”.
Y es que la pertinencia de la educación pareciera
estar en juego en estos tiempos. Los jóvenes cada vez más sienten que lo que
aprenden en la universidad no es necesariamente lo que necesitan en el mundo
laboral, y que capacitarse realmente para ello lo pueden hacer por otros
medios, como los cursos y microcertificaciones modulares y apilables que se
ofrecen, por ejemplo, en plataformas como Coursera, Platzi, edX, entre otras.
De hecho, ya hay estudios que dan señales en esta
dirección. Por ejemplo, la Encuesta de Opinión en Educación realizada
por la Fundación Empresarios por la Educación y el Centro Nacional de
Consultoría (CNC) encontró que más de la mitad de los jóvenes en
Colombia que trabajan no lo hacen en el área en el que estudian o estudiaron.
Concretamente, el 59% de los encuestados aseguró que el trabajo que tienen no está
relacionado en nada con el área de sus estudios, y otro 15% dice
que su empleo está apenas parcialmente relacionado con sus estudios.
Ante ello, Andrea Escobar, directora de Empresarios
por la Educación, señaló: “No necesariamente la formación a la que los jóvenes
acceden es aquella que les brinda realmente sus oportunidades laborales.
¿Estamos conectando correctamente la orientación vocacional?”
La experta también destacó que, a pesar de que más de
la mitad de los jóvenes sigue creyendo que un título universitario les
garantizará un mejor empleo, un importante porcentaje del 33 por ciento
dice estar en desacuerdo con esta información.
“No es un porcentaje menor, ya que principalmente en
zonas urbanas hay un grupo importante de jóvenes que reconocen que puede haber
otras formas de formación, no necesariamente un título universitario”, aseguró
Escobar.
Según Ricardo Rodríguez, “si a esto se suma que la
educación en Colombia es costosa, que el acceso a la pública no es universal
(no por nada el factor económico sigue siendo el principal factor para no
estudiar), y que los proyectos de vida de los jóvenes pasan por ser
emprendedores, por no ser empleados, por construir su vida profesional en
distintos momentos, tenemos que las dinámicas educativas están cambiando”.
Tiempos de
cambio en la educación superior
Las universidades no son ajenas a este cambio de
dinámicas en la juventud, y ya hay muchos ejemplos en Colombia de instituciones
que están tratando de cambiar rápidamente su modelo con el fin de atender a
estas necesidades.
De ahí tenemos ejemplos como el nuevo modelo educativo
de la U. Icesi, en Cali, que
a partir de este año ofrece carreras mucho más cortas, en las que además el
estudiante va eligiendo las materias que cursa según sus gustos y proyecto de
vida.
O casos como los de la U. de los Andes y la U. Javeriana, que este año anunciaron su incursión
en la formación técnica y tecnológica, pero por medio de
modelos mucho más flexibles, como le explicó a este diario la rectora Raquel
Bernal: “El modelo que vamos a implementar, aprovechando que es una institución
nueva, es realmente muy distinto a lo que se ofrece en el sector de educación
posmedia en Colombia. La idea es que la gente pueda construir sus trayectorias
de manera flexible, apilando como a manera de Lego. Pueden hacer cursos de
cuatro meses para que los jóvenes logren algo de empleabilidad, entonces
comienzan a adquirir experiencia en el trabajo. Luego van apilando competencias
de tal manera que al final podrían incluso sumar a un técnico laboral, un
tecnólogo; inclusive podríamos homologar también algo de eso en las
especializaciones tecnológicas”.
Pero no solo eso. Cada vez es más común encontrar que
las instituciones simplemente ofrecen cursos y certificaciones en plataformas
como Coursera o edX. En ellas, los jóvenes pueden estudiar programas muy cortos
para desarrollar una habilidad específica que requieren para su trayectoria
laboral, con el respaldo, por ejemplo, de Los Andes, la Javeriana o la
Universidad Nacional, y, por qué no, de universidades mundialmente famosas como
Harvard, MIT, Stanford, Oxford, entre otras.