HISTORIA DE LA ECONOMÍA y DE LAS IDEAS ECONÓMICAS
INTRODUCCIÓN
Lo que hoy llamamos economía ha sido una
actividad desarrollada por los hombres en todo lugar y época. Sus orígenes se
remontan a los períodos de los cazadores y recolectores, quienes, para
sobrevivir a los períodos de escasez, ya fuera por invierno o sequías, debían
guardar un excedente de sus actividades. Con el tiempo, cuando las sociedades
lograron organizarse con más complejidad, se buscó asegurar estos recursos o
intercambiarlos por productos que ellos no poseían. Así nació el comercio y con
ello la economía.
Sin embargo, cada civilización tuvo
formas diferentes de organizar la producción de sus recursos. Aunque entre las
diversas culturas se llevaba a cabo el intercambio de productos y se influían
en las formas de organizar la economía, cada una mantuvo su independencia. En
el siglo XVI todo comenzó a cambiar. En aquella época, Europa inició un proceso
de expansión de forma paralela al nacimiento del capitalismo, lo que la
convirtió en el centro del mundo. Por esta misma época, nacían los primeros tratados
de economía. Veamos, entonces, las principales etapas de esta historia.
LA
ECONOMÍA EN LA HISTORIA ANTIGUA
EL
CONTROL DE LOS RÍOS: MESOPOTAMIA Y EGIPTO
La región que está entre el río Tigris y
Éufrates se denomina Mesopotamia. Allí se desarrollaron las primeras
civilizaciones alrededor del 3500 a.C., entre las que se cuentan Sumer, Acad,
Babilonia y Asiria. Muchas de estas sociedades estaban organizadas bajo la
figura de ciudades-Estado que controlaban la producción económica de la región
adyacente. Poco a poco se fueron unificando políticamente hasta que organizaron
imperios.
Los dos grandes ríos en medio de los
cuales se encontraban, se desbordaban frecuentemente causando grandes
inundaciones, y consecuentemente, destrozos. Como la región era bastante
desértica, el primer reto para sus pobladores fue canalizar los ríos. De esta
manera, lograron explotar la agricultura irrigando los campos. La base de la
vida económica la constituía el cultivo de cereales, hortalizas y frutas, pero
también desarrollaron ganadería de cabras, corderos y camellos en las zonas
montañosas, poco aptas para el cultivo. También, la caza proporcionaba
importantes ingresos mientras que la riqueza minera fue escasa.
El centro de la vida económica era la
ciudad-Estado, cuyos centros eran el palacio real y el templo. Las ganancias
derivadas de la agricultura servían para sostener al rey y los sacerdotes, y
dependientes de estos, como siervos, artesanos, administradores, artistas,
escribas, etc. Estos últimos eran muy importantes porque llevaban el registro
de la recolección de los impuestos. De hecho, en esta región se inventó la
escritura, en sus orígenes, muy necesaria para llevar las cuentas.
La ubicación geográfica de Mesopotamia,
en la mitad de muchas civilizaciones, permitió que se desarrollara el comercio
interior y exterior. Incluso desarrollaron actividades de préstamo a interés,
depósito, arrendamiento, comisión, etc., para lo cual fue necesario inventar la
moneda. Al rey le correspondía el papel de administrar los recursos económicos
y la fuerza laboral, la cual era empleada para la construcción y reparación de
canales de riego, templos, y grandes edificios.
LA
CIVILIZACIÓN EGIPCIA
Sus vecinos, los egipcios, desarrollaron
una economía similar a las orillas de un río, el Nilo. Pero a diferencia de los
anteriores, el río crecía con mucha regularidad y cuando se retiraba, dejaba un
limo que fertilizaba la tierra. De este modo, la agricultura de los cereales,
las hortalizas y los frutos fue el recurso básico de la vida de Egipto. También
desarrollaron ganadería de bueyes, asnos, cerdos, corderos, cabras y aves de
corral. En las épocas que no cultivaban la tierra, la mano de obra disponible
se utilizaba para la construcción de los grandes edificios, templos, pirámides
y canales de riego.
Como el faraón tenía carácter divino, se
consideraba que él era el propietario directo de toda la tierra, por lo que
asignaba a cada uno su trabajo, su forma de vida y sus recursos.
Como la mayor parte de la región era
desértica, se desarrolló una importante actividad comercial de importación de
materias que no producía Egipto, especialmente hierro y maderas para la
construcción. Explotaron oro, cobre, plata y piedras preciosas en los desiertos
de Nubia y Sinaí; sin embargo, la moneda apareció relativamente tarde: al
principio en forma de lingotes no acuñados y mucho más tarde en forma de moneda
acuñada.
EL
EXTREMO ORIENTE: INDIA Y CHINA
Mientras esto sucedía en las
civilizaciones de Mesopotamia y Egipto, en el Extremo Oriente se llevaba a cabo
un proceso similar a orillas de otros ríos.
Hacia el 2000 a.C, en la actual India,
la civilización que surgió en el valle del río Indo desarrolló una economía
basada en la agricultura. La mayor parte de la población vivía en aldeas
distribuidas en torno a las ciudades, la cual empleaba sistemas de riego que
permitían la producción de trigo, cebada, vegetales, frutas, ajonjolí, así como
mostaza para conseguir aceite.
Al igual que en Mesopotamia, el curso de
los ríos y las inundaciones ocasionaba problemas, lo que se solucionó haciendo
silos para almacenar el cereal. Los agricultores debían entregar gran parte de
sus cosechas a los graneros públicos porque el acceso a la propiedad de la
tierra estaba muy limitado. También hubo un gran desarrollo de la manufactura,
la cual se intercambiaba en mercados locales y exteriores, lo que permitió una
intensa actividad comercial basada en materias primas y pequeños productos de
lujo. Los barcos mercantes llegaban hasta Mesopotamia a través del golfo
Pérsico.
Al igual que en la India y Mesopotamia,
la China se desarrolló entre dos ríos, el Yang-tse y el Hoan-ho. Las obras para
el control del agua fueron fundamentales para esta civilización, función que
recayó en manos del rey, quien decidía la política, fijaba el tributo y mandaba
el ejército. Existía una obligación de prestar servicios personales al rey, lo
que permitió ampliar el sistema de riego y de prevención de las inundaciones.
Los cultivos principales eran mijo, trigo y arroz, cuyo excedente, resultado de
la irrigación y del trabajo intensivo, servía para mantener a la nobleza y a
sus servidores.
ECONOMÍAS
DE COMERCIANTES Y ESCLAVISTAS: GRECIA Y ROMA
Grecia tuvo su apogeo en el siglo V
a.C., aunque estaba dividida en muchos Estados, lo que no favorecía que su
economía estuviera unificada. Mientras Etolia era una región pastoril; Tesalia,
Beocia y el Peloponeso se dedicaban al cultivo de trigo y a la crianza del
ganado. Las regiones pastoriles y agrícolas permanecían con cierto atraso, lo
que contrastaba con la economía que se desarrollaba en ciudades como Atenas,
Corinto y Mileto, las cuales eran grandes centros comerciales y de elaboración
artesanal. Esta situación generó la necesidad de exportar sus productos e
importar víveres como materias primas y esclavos.
La producción de artesanías se hallaba
muy desarrollada en las polis. En las grandes ciudades existían barrios enteros
habitados por gente de la misma profesión, y en algunas de estas eran famosos
algunos productos específicos. Atenas y Corinto, por ejemplo, lo eran en
objetos de metal, muebles y alfarería. Para satisfacer la demanda, esta
economía artesanal requirió mano de obra esclava, especialmente a partir del
siglo V a.C. Los esclavos no sólo fueron empleados en la manufactura, también
en la explotación de minas.
El desarrollo de las manufacturas y la
minería corría parejo con el comercio. Este se desarrolló a nivel interno en
mercados que se llamaban ágoras, que constituían el centro de las ciudades
alrededor de la cual se agrupaban los edificios públicos y los templos. Había
una sección especial para cada mercancía, incluyendo la de la venta de
esclavos. En el ágora también habían comerciantes que se dedicaban a las
transacciones: recibían dinero en depósito y se encargaban de enviarlo al punto
de destino deseado, efectuaban pagos, etc.
El desarrollo del comercio no sólo era
interno, también se hacía con las regiones vecinas. Los grandes centros
mercantiles y artesanales de la antigua Grecia participaban en el comercio
marítimo exterior porque les faltaba trigo, madera para la construcción y mano
de obra esclava. Tras haber vencido a los persas, los griegos controlaron el
mar Egeo, lo que debilitó a los fenicios, permitiendo el intercambio comercial
con sus colonias de Asia Menor, Oriente, Egipto y con las ciudades del mar
Negro. Atenas, por ejemplo, recibía trigo, ganado, pieles, lana, bronce,
papiros y las telas de lino. A cambio, exportaba aceite de oliva, higos, miel,
mármol, plomo, plata, objetos de metal, tejidos y cerámica.
Las colonias griegas llegaron hasta la
península Itálica, donde aportaron sus procedimientos técnicos, sus gustos y
sus costumbres. Por esta razón, Roma heredó buena parte de la tradición griega,
como la agricultura, la ganadería, la manufactura artesanal y el comercio, la
cual diseminó por el Mediterráneo en la medida en que avanzaron sus conquistas.
A partir del siglo III, cuando empezó a expandirse de manera más amplia, debió
fortalecer sus guerras de conquista.
El ganado, las tierras, los bienes, las
personas y los animales de las regiones que conquistó se convirtieron en el
objeto esencial de su economía. En cuanto a los romanos se adueñaban de una
región, esta era sometida a un pillaje sistemático, a la vez que sus habitantes
debían entregar al Estado romano todo el oro y la plata que poseían. A
continuación, todas las propiedades, tales como minas, canteras, salinas,
astilleros, fincas del campo, eran confiscadas. Estos bienes eran subastados a
los ciudadanos del Imperio, quienes pagaban un tributo que representaba cerca
de la décima parte de sus ingresos. Los nobles gastaban el excedente de sus
recursos monetarios y de su mano de obra esclava en la adquisición de grandes
propiedades rurales o ‘’villas’’, cultivadas por esclavos. Mientras tanto, las
mercancías eran fabricadas en pequeños talleres y vendidas en los mercados más
cercanos.
El comercio romano tenía únicamente
carácter de intermediario porque no podía competir con los pueblos del
Mediterráneo oriental. La adquisición de tierra era considerada como el medio
más cómodo, más seguro e incluso más noble de proporcionarse ingresos.
LAS
IDEAS ECONÓMICAS DE PLATÓN Y ARISTÓTELES
La constitución de Solón, en el siglo VI
a.C., ya contenía algunas ideas que trataban de la economía, con las cuales se
trataba de buscar una adaptación entre las instituciones políticas y los
comerciantes. Por ejemplo, se prohibió esclavizar a los deudores; también se
modificó el mecanismo del gobierno dividiendo a los ciudadanos libres en cuatro
clases, según la propiedad que poseían. Pero fue Platón el primero que intentó
exponer sistemáticamente los principios de la sociedad ideal. Sus ideas
económicas las expuso en La República y en Las Leyes, en las que básicamente
explicaba la división del trabajo. Para él, las múltiples necesidades humanas
generaron la división del trabajo, de lo cual se originó la ciudad. El proceso
natural condujo a que de esta especialización se formara el comercio y de allí,
una clase dominante, de quienes dependía la imposición de normas rigurosas de
conducta económica. El Estado centralizaba la propiedad y, como tal, la
administraba.
Su discípulo Aristóteles fue el primer
analista de economía, porque tenía un profundo conocimiento de los principios
en que estaba basada su propia sociedad. Esto le permitió poner los cimientos
de la economía como ciencia y plantear los problemas económicos que han
estudiado todos los pensadores posteriores. Sus ideas partían del análisis del
Estado ideal, en el cual se oponía al principio platónico de la propiedad en
común. Para Aristóteles, a los individuos les interesaba más la propiedad
privada, por lo que era necesario darle un uso inteligente, que debía ser
administrado por el Estado.
Para Aristóteles la economía se dividía
en dos partes: la economía propiamente dicha, que era la ciencia de la
administración doméstica; y la ciencia del abastecimiento, el arte de la
adquisición.
Esta última le permitió analizar la
circulación de la economía, que permitía la satisfacción de las necesidades del
hogar. Así mismo, desarrolló una teoría del dinero, no sólo como símbolo para
fines de cambio, sino como un arte de acumulación. Para él, el dinero actúa en
el proceso económico como medio de cambio para adquirir bienes que satisfacían
necesidades, pero también reconocía el capital-dinero, que conducía a los
hombres al deseo de una acumulación ilimitada. Estos postulados influyeron
mucho en los posteriores teóricos de la economía.
ECONOMÍA
EN LA EDAD MEDIA
EUROPA:
COMERCIO Y FEUDALISMO
En el siglo IV d.C., el Imperio romano
entró en una fase de crisis. La difícil situación que generó su excesiva
extensión territorial, junto con los problemas económicos y la entrada masiva
de pueblos germanos, llevaron a que el Imperio se dividiera en dos: Oriente y
Occidente. Este último no soportó la presión y en el 476 dejó de existir como
Imperio. A partir de entonces, muchos elementos de la cultura romana se
fundieron con las culturas germánicas y el cristianismo. El resultado fue la
aparición de muchos reinos germánicos, los cuales basaron su economía en una
cultura agrícola y rural. Esta situación se acentuó con el ascenso de los
carolingios. Bajo su poder se desarrollaron dos instituciones
económico-políticas que más tarde darían lugar al feudalismo: el vasallaje y el
feudo.
Durante esta época, el vasallaje era acto que hacían todos los
hombres, ricos y pobres, de encomendarse a un señor poderoso para que los
protegiera, pero a su vez quedaban comprometidos con su protector. Por su
parte, el feudo era un ‘’beneficio’’
que entregaba el soberano a una persona de su corte. Este podía ser tierra o
ganado.
A partir del año 1000 se generó una
profunda transformación en las relaciones sociales y en consecuencia una nueva
relación entre sociedad y medio natural. Esto se ha llamado el cambio feudal, que cuenta con los
siguientes precedentes:
●
El imperio carolingio se caracterizó por una
expansión de su territorio, pero las invasiones de los vikingos y eslavos puso
al descubierto la debilidad del poder central. El poder pasó de los monarcas a
las aristocracias regionales, quienes comenzaron a administrar justicia y a
explotar las tierras en beneficio propio.
●
Para asegurar la transmisión del poder dentro
de su misma familia, las aristocracias se organizaron en linajes y los hijos
mayores obtenían la herencia de las propiedades.
●
Con estos factores, se generalizó la estructura
fundamental de explotación de la tierra llamada señorío o también dominio
rural.
Esta era una propiedad
rural que se dividía en muchas unidades de cultivo.
De esta manera se formó el sistema
económico, político y social llamado feudalismo. Este consistía en las
obligaciones de obediencia y servicio -principalmente militar- por parte de un
hombre libre llamado ‘’vasallo’’ hacia otro hombre libre llamado ‘’señor’’,
quien le entregaba un feudo para su explotación. El señor tenía obligación de
proteger y sostener al vasallo. Cada señor era a su vez, vasallo de otro más
poderoso, pero cada uno era soberano de su propio feudo. Entre estas
instituciones feudales cabe destacar:
●
El feudo. Generalmente
se trataba de un terreno que entregaba el señor a un vasallo para que lo
explotara pero sin convertirse en su dueño. El vasallo debía entregar una renta
anual a su señor y se comprometía a obedecerlo y servirlo. El vasallo explotaba
la tierra formando centros de trabajo agrícola llamados villas o dominios.
Estos centros se dividían en mansos,
que eran parcelas entregadas a los siervos.
●
El homenaje. Era el
juramento de fidelidad, es decir, el vasallo no podía traicionar a su señor. La
fidelidad fue el valor más importante de la Edad Media.
●
La investidura. Se trataba de
un rito muy importante mediante el cual un señor le entregaba un feudo al
vasallo. El rito se componía de varios actos que simbolizaban el sometimiento
al señor.
El feudalismo se desarrolló en casi
todas las regiones de Europa, aunque con diferencias entre una y otra. Sin
embargo, hubo una característica similar en toda Europa: el paisaje natural se
transformó. La acción del hombre sobre el medio natural se hizo más visible en
la medida en que los bosques, pantanos y marismas se convirtieron en tierras de
cultivo. El crecimiento de la producción agrícola permitió el incremento de la
población, con lo cual también aumentaron las expectativas de vida. En
doscientos años, la población de Europa se duplicó. Esto influyó en la
formación de nuevos asentamientos humanos, tales como las villas y las
ciudades.
Así mismo, el éxito de la producción
agrícola se debió a que se descubrieron mejores técnicas para que la tierra
fuera más productiva. Entre ellas fue importante la roturación trienal,
mediante la cual se dejaba descansar durante un año un tercio de la superficie
cultivable. Además, se intensificó y se perfeccionó el uso del arado; se
multiplicó el empleo del molino de agua que sustituyó la molienda manual.
LAS
IDEAS ECONÓMICAS MEDIEVALES
En este contexto, la Edad Media también
desarrolló algunas ideas acerca de la economía, pero estas eran más bien un
cuerpo de preceptos morales encaminados a conseguir la buena administración de
la actividad económica. Las ideas de Aristóteles fueron seguidas muy de cerca,
pero se apoyaban en una base de teología cristiana. Fundamentalmente, el
pensamiento medieval condenó la avaricia y la codicia, porque buscaban el
mejoramiento material individual y no tenían en cuenta a los semejantes. La
Iglesia condenó las prácticas económicas que aumentaban la explotación y la
desigualdad. A finales de la Edad Media las opiniones sobre la propiedad y el
comercio se oponían al sistema económico basado en la propiedad privada y en el
comercio.
En el siglo XIII se desarrolló la teoría
económica más influyente de la época, la de santo Tomás de Aquino, quien buscó
reconciliar el dogma teológico con las condiciones de la vida económica. Un
aspecto sobresaliente de su visión fue la propiedad. Distinguía en ella el
poder de adquisición y administración, lo que obligaba a que su poseedor
tuviera en cuenta los intereses de la comunidad. De este modo pretendía
demostrar el carácter moral de la economía, en la medida en que determinaba la
bondad o la maldad de la posesión. Para santo Tomás la riqueza estaba
clasificada entre las imperfecciones de la vida terrena del hombre, casi de la
misma manera como estaba el comercio. Tomás de Aquino defendía el carácter de
justicia que debía tener el intercambio, es decir, lo que se daba y lo que se recibía
debían tener igual valor.
Pero lo que más causó discusiones fue el
préstamo de dinero con interés alto, es decir, la usura, que fue considerada
como la peor forma de obtener ganancias. Se condenaba porque se consideraba un
cambio injusto. Esto dio lugar a una discusión que se prolongó hasta el siglo
XVI. Durante la Reforma, Lutero también se refirió al ‘’justo precio’’ y
condenó la usura. Pero otro reformador, Calvino, negó que el cobro de intereses
fuera pecaminoso, por el contrario, sostuvo que podía utilizarse en cosas que
produjeran renta. Sin embargo, distinguía casos en los que cobrar intereses era
usura pecaminosa, como el del necesitado que tenía que pedir dinero debido a
una calamidad.
EL
COMERCIO Y EL NACIMIENTO DE LA BURGUESÍA
Cuando el feudalismo se encontraba en su
apogeo se comenzó a desarrollar la economía comercial en las ciudades. En el
Mediterráneo prosperaron Venecia, Pisa y Génova, entre otras; mientras que en
el norte de Europa, en la región del mar Báltico, lo hicieron las ciudades
alemanas de Lübeck, Hamburgo y Bremen. En los Países Bajos se desarrolló una
próspera industria textil de exportación. Entre estos focos de renacimiento
económico se intensificaron las relaciones comerciales.
En este contexto y como resultado de
estas condiciones económicas, se fortaleció la figura de los comerciantes.
Estas personas procedían del campo, donde lograron reunir algunos recursos;
otras veces eran judíos enriquecidos gracias al comercio, o artesanos rurales
que habían logrado reunir algún capital. Los mercaderes de esta época actuaban
asociados en hermandades o gremios, que les permitía ejercer la profesión de
manera más segura y lucrativa. La condición necesaria para que el comercio
fuera lucrativo era el transporte de mercancías a distancia, para obtener una
mayor diferencia entre los precios de compra y venta. El desarrollo mercantil
favoreció la formación de numerosos mercados. De estos había tres tipos:
●
Las ferias. Eran reuniones
de mercaderes que procedían de lugares distantes. Se celebraban en un lugar
determinado una o dos veces al año y coincidían con una festividad religiosa.
●
El mercado
semanal. Para asegurar el aprovisionamiento de la población urbana, las
autoridades municipales obligaban a los campesinos a vender sus productos
únicamente en el mercado semanal, en el cual se excluían a los intermediarios.
●
El mercado
diario. Se trataba de tiendas instaladas en un barrio o plaza con
carácter más o menos provisional, y servía para el abastecimiento de productos
de consumo diario.
La agricultura y la ganadería
experimentaron un gran auge porque ya no sólo se pensaba en recoger para
consumir, sino en producir para vender. Las ciudades abrían mercados y muchas
aldeas pagaban en dinero a su señor y vendían los productos sobrantes en la
ciudad. Otro tanto sucedió con la producción artesanal. Este cambio en la
organización comercial trajo consigo el cambio de las formas de pago, de modo
que aparecieron los prestamistas, los cambistas y los banqueros, lo mismo que
el cambio, los depósitos, los cheques y el crédito.
·
EL
DESARROLLO ECONÓMICO EN AMÉRICA
AZTECAS
E INCAS
Al mismo tiempo que estas civilizaciones
del Viejo Continente desarrollaban sus procesos, en América las experiencias
eran diferentes. Los aztecas, por ejemplo, se caracterizaban por la gran
extensión y complejidad de su imperio. Parte de su éxito se debió al desarrollo
que alcanzaron sus instituciones económicas.
En el mundo azteca existían tres grandes
sistemas económicos: el mercado,
tanto a nivel local como regional; el sistema de tributo-impuesto, local e
imperial; y el ‘’comercio exterior’’. Todos estos se integraban en el mercado
que había en las ciudades y pueblos. El más importante se encontraba en
Tlatelolco, que según el conquistador Hernán Cortés, lo visitaban cada día
60.000 personas. Allí se encontraban disponibles prácticamente todas las mercancías
del mundo Azteca. Existían comerciantes profesionales, llamados pochtecaloztomecas, quienes se
organizaban en gremios. Vivían en sus propios barrios y con sus propios
dirigentes, adoraban a sus propios dioses y hacían largas expediciones por todo
el Imperio e incluso más allá de sus límites, llegando en ocasiones hasta
Panamá.
Aunque por lo general se practicaba el
sistema de trueque, muchas veces se utilizaban los granos de cacao y las
túnicas de algodón como una especie de moneda para las transacciones
comerciales.
En los Andes centrales, los incas
construyeron un gran imperio. Su economía se basaba en un sistema de prestación
de servicios personales, es decir, todo adulto estaba obligado a trabajar un
tiempo determinado cada año para el Estado. Este trabajo era supervisado por
funcionarios, quienes vigilaban las obligaciones conjuntas entre el Estado y el
contribuyente. A cambio, el trabajador debía ser alimentado, alojado y equipado
durante el tiempo en que realizaba el servicio. Las obligaciones de los
contribuyentes eran de distintos tipos:
●
El cultivo de
las propiedades del Estado.
●
La mita o
servicio en la realización de las obras públicas, como terrazas de cultivo,
canales, caminos, puentes, almacenes, etc.
●
El servicio
militar, que garantizaba la cohesión del Imperio. El Imperio conseguía
sus victorias gracias a que poseía contingentes numerosos de soldados.
Oficialmente toda la tierra era
propiedad del emperador, quien la distribuía entre los incas. Sin embargo, para
que esta resultara productiva, la población estaba organizada en ayllus, unidad familiar autosuficiente.
Cada ayllu poseía una parcela de
tierra adecuada a su tamaño y cultivaba lo necesario para su sustento. Los ayllus sólo recibían alimentos del
Estado en las épocas de malas cosechas u otros desastres.
EL
MUNDO MODERNO: EL CAPITALISMO MERCANTIL
APARICIÓN
DEL CAPITALISMO
En la época de esplendor de la economía
medieval aparecieron diversas manifestaciones típicas de la actual economía
capitalista, como el desarrollo del crédito, la separación entre el capital y
el trabajo, la competencia, las operaciones comerciales de gran envergadura y
el afán de lucro. Sin embargo, estas manifestaciones fueron fenómenos aislados
que sólo afectaron a un sector reducido de la economía medieval. Con el tiempo,
muchas familias capitalistas abandonaron la actividad comercial en la que se habían
enriquecido y pasaron a vivir de las rentas, formando una aristocracia
económicamente pasiva.
El desarrollo del comercio y la
necesidad de invertir grandes sumas para financiarlo trajo consigo, en el siglo
XIV, la aparición de diversas formas de sociedades mercantiles. En las ciudades
italianas, que tenían un activo comercio marítimo con Oriente, nació la
‘’compañía’’, mercaderes asociados por largo plazo para llevar a cabo
expediciones comunes. Cada socio aportaba su capital y su industria y participaba
de los beneficios. Para evitar las desventajas de los continuos desplazamientos
y para lograr una mayor continuidad de empresa se formaron sociedades
comerciales que poseían numerosas sucursales. Con frecuencia, formaban también
asociaciones monopolísticas para controlar el mercado de determinados
productos. El crédito tuvo una función importante.
EL
CAPITALISMO MERCANTIL
De esta forma, el comercio que se había
originado en la Edad Media se intensificó en el siglo XV. El resultado fue una
acumulación de la riqueza, de la cual no sólo participaban los mercaderes sino
también los recién formados Estados de Inglaterra, Francia y España.
Especialmente esta última monarquía se enriqueció rápidamente gracias a su
crecimiento territorial y a las riquezas que llegaban desde sus colonias. En
este contexto, el siglo XVI hacía transición de una economía de mercaderes a un
capitalismo mercantilista.
Este nuevo proceso económico se basó en
la acumulación de las riquezas de oro y plata que tenían las potencias. La economía
se incrementó a través de los bancos y los préstamos. Entre las características
más importantes de este proceso encontramos las siguientes:
●
El desarrollo del capitalismo mercantil estuvo
estrechamente relacionado con los progresos de la burguesía, la nueva clase
social que apareció con el comercio desde la Edad media. Desde el siglo XV se
aceleró su participación dentro de las monarquías, al punto que llegaron a
influir económicamente para que se consolidaran los Estados.
●
Para lograr este fortalecimiento, los nuevos
Estados sustituyeron el poder soberano que tenían las ciudades y ejercieron
políticas destinadas a aumentar su poder económico. Esta situación permitió que
a finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI se estrecharan los lazos entre
los banqueros y los Estados. Los banqueros financiaban las guerras, las
exploraciones y los lujos.
●
El oro y la plata que España traía de sus
colonias en América circuló por toda Europa. Con esta acumulación de minerales
preciosos y el incremento del comercio apareció la idea del mercantilismo. El
capitalismo mercantil se basó en la acumulación de estos metales, de lo cual
dependía la riqueza porque la prosperidad se midió por la cantidad que poseían
los Estados.
●
De esta manera, la principal preocupación del
mercantilismo fue obtener una balanza comercial favorable, para lo cual el
Estado debía regular el comercio internacional. Se trataba de vender por mucho
y comprar por poco, para acumular los metales.
El capitalismo mercantil tuvo dos
ventajas: acumuló metálico y protegió la industria artesanal, a la que trató de
aprovisionar con materias primas baratas. Así se buscó un mayor beneficio en el
capital comercial respaldado por la consolidación de la banca y la creación de
las primeras bolsas de valores. El mercantilismo dependió del Estado, el cual
reglamentaba y estimulaba la acumulación de capital. Por ejemplo, otorgaban
subsidios para fomentar las empresas; creaban tarifas y altos aranceles para
restringir el comercio con otros países; incentivaron los salarios bajos.
LA
CRISIS DEL SIGLO XVII
Pero no todo fue prosperidad, pues
durante este siglo convivió el mercantilismo con la antigua economía ajustada a
la producción de la tierra. El ajuste social, económico y político entre estos
dos sistemas tan diferentes crearon una serie de consecuencias que afectaron el
proceso de crecimiento de Europa. Sus características más importantes fueron:
●
Uno de los primeros factores en entrar en
crisis fue la población, cuyo descenso fue muy notorio en casi todos los países
debido a las epidemias, hambrunas y malas cosechas.
●
El descenso demográfico afectó la producción
económica porque escaseó la mano de obra para la agricultura, por lo tanto los
alimentos y las manufacturas subieron de precio. La situación se agravó cuando
el oro y plata que venía de las colonias escaseó, luego no había monedas para
los intercambios del comercio.
●
Esta situación aceleró una constante inflación
que se manifestó en la disminución del desarrollo económico. Los beneficios
fueron más limitados y coartaron la capacidad económica de los empresarios
capitalistas. Por tanto, no hubo dinero para invertir.
LAS
IDEAS ECONÓMICAS DE LA ÉPOCA
En la medida en que el capitalismo
mercantil comenzó su expansión, aparecieron las primeras reflexiones sobre la
economía, las cuales estaban estrechamente vinculadas a las ideas políticas de
la época y, especialmente, al Estado y al absolutismo. Un primer representante
de estas nuevas tendencias fue Jean
Bodino, quien postuló sus ideas en Los
seis libros de la República (1576), en donde desarrolló la teoría de la
necesidad de una autoridad soberana central que organizara la propiedad
privada. Su teoría justificaba el Estado soberano moderno, que iba a ser fuente
de todo derecho y orden. Le concedió mucha importancia al derecho de la
propiedad privada, así como a la utilidad de la libertad de comercio. Fue un
precursor del liberalismo.
Otro pensador importante fue Thomas Hobbes. Su análisis se
fundamentaba en la idea de la asociación voluntaria de individuos que aceptaban
que uno o más entre ellos representara la voluntad común. Daba gran importancia
a la coerción como elemento esencial de la organización del Estado, pues una vez
que este se formaba, contenía una soberanía absoluta a la cual se le debía
obediencia completa, en la que las fuerzas económicas estaban presionando para
el establecimiento de una autoridad central. El Estado absoluto debía regular
la práctica de la vida económica. Sus ideas fueron continuadas por John Locke, quien desarrolló una nueva
formulación de la doctrina del derecho natural.
LA
ECONOMÍA DEL SIGLO XVIII
Durante el siglo XVIII, y a pesar de los
avances del capitalismo mercantil, la economía seguía obteniendo la mayor parte
de sus beneficios de la tierra. La mayor parte de las áreas cultivables estaban
en manos de grandes terratenientes que arrendaban porciones de tierra de manera
temporal a los campesinos arrendatarios.
De los ingresos se pagaba el costo del arriendo y lo demás se destinaba a la
compra de bienes manufacturados en las ciudades, lo que estimuló la producción
de la industria, porque cada vez había más personas con capacidad de comprar
artículos. Entre los actores que permitieron este empuje en la economía
encontramos los siguientes:
●
Se produjo una revolución agrícola, la cual se
vio favorecida por la introducción de nuevas técnicas de labranza, la selección
de semillas y la rotación de los cultivos.
●
A finales del siglo se dieron los primeros
pasos de la revolución industrial en Inglaterra. La utilización de máquinas de
hilar y de nuevos telares revolucionó la industria textil. La invención de la
máquina de vapor para tejer, impulsó la industrialización en Inglaterra.
●
Otro factor decisivo fueron las nuevas
doctrinas económicas. En el siglo XVIII se formularon dos importantes doctrinas
o teorías económicas: la fisiocracia, según la cual la agricultura era la
principal fuente de riqueza de una nación, y a su desarrollo debían destinarse
todos los esfuerzos. La segunda fue el librecambismo, doctrina formulada por el
inglés Adam Smith, que proponía la
libertad absoluta en el comercio para permitir que todas las actividades
económicas se rigieran por la ley de la oferta y la demanda.
LAS
IDEAS ECONÓMICAS DEL INDIVIDUALISMO Y DEL MERCANTILISMO
Las políticas mercantilistas tendían a
que los intereses del individuo quedaran sujetos a los del Estado, pero a fines
del siglo XVIII la filosofía del individualismo se volvió cada vez más fuerte.
Escritores y pensadores como Rousseau, Godwin y Proudhon destacaron la importancia del individuo. Godwin,
particularmente, era partidario del poder de la razón humana y postuló que los
individuos debían estar libres del control opresivo del Estado. Para él, el
desarrollo de la ciencia y la tecnología y la producción a gran escala, le
había proporcionado a los comerciantes la posibilidad de obtener grandes
ganancias, lo que era factible si se eliminaban las restricciones
gubernamentales. Pero los existentes en aquel momento eran limitados e
ineficaces. Sus ideas estaban a favor de un gobierno con política de laissez-faire -dejar hacer-, el
librecambio.
En este período, economistas como Adam
Smith y John Stuart Mill, desarrollaron los argumentos mediante los cuales
apoyaban la política de la laissez-faire,
e incorporaron esta doctrina en sus escritos. Aceptaron el concepto de laissez-faire, por razones prácticas y
utilitarias, es decir, creyeron que daría como resultado mayor cantidad de
bienes para el mayor número de personas.
La difusión del protestantismo, que era
menos doctrinario, también contribuyó a forjar el espíritu del individualismo.
Los conceptos de ahorro y acumulación fácilmente se acomodaron a la ética
protestante, en contraste con la actitud católica que condenaba el acto de
acumular riquezas.
LA
ECONOMÍA COLONIAL EN AMÉRICA
Con el descubrimiento y conquista de
América, la mayor parte del territorio americano quedó bajo el poder de España.
A partir de mediados del siglo XVI los españoles se dieron a la tarea de
organizar administrativa y económicamente sus posesiones. Entre las necesidades
más importantes se buscó una efectiva productividad económica, la cual se
organizó alrededor de cuatro grandes ejes: la minería, el comercio, la
ganadería y la agricultura.
Las necesidades del capitalismo europeo
llevaron a que España centrara su atención en la minería. Entre 1545 y 1565 se
descubrieron los principales yacimientos en los virreinatos de Perú y Nueva
España. La agricultura, que se desarrolló notablemente con la introducción de
técnicas europeas y el cultivo de nuevos productos, como el trigo, la cebada y
la caña de azúcar, servía básicamente para abastecer las necesidades de la gran
cantidad de mano de obra que requerían las minas. Posteriormente, con la
decadencia de la explotación minera, la producción agrícola basada en haciendas
y plantaciones sustituyó la riqueza que antes generaban el oro y la plata. Por
su parte, la ganadería se desarrolló en las regiones donde no había una
producción minera o agrícola, mientras que el comercio también estuvo
relacionado con la economía minera porque se necesitaba abastecer de productos
los centros de explotación. Generalmente estuvo monopolizado por España bajo el
control de la Casa de la Contratación.
Un aspecto común a todos estos ejes de
desarrollo económico fue su explotación con mano de obra barata. Encontramos
tres sistemas importantes:
-
La encomienda o entrega de
un grupo de indígenas a un español para que los evangelizara. En realidad
fueron utilizados como mano de obra.
-
La mita, donde cada
grupo indígena aportaba a la Corona con un número determinado de trabajadores
durante varios meses al año.
-
La esclavitud. Aplicada de
manera exclusiva a los negros traídos de África.
LA
ERA DEL CAPITALISMO
A finales del siglo XVIII y comienzos
del XIX se dio la Revolución Industrial, la cual dio lugar a un proceso
económico y social que cambió todas las formas de relación entre las personas.
Aunque había comenzado en Europa, sus efectos pronto se extendieron por todas
las regiones del mundo aunque de maneras diferentes, dando lugar a toda una
cultura -el sistema capitalista- que llega hasta nuestros días.
LA
REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
Los acontecimientos que favorecieron la
Revolución Industrial fueron los siguientes:
●
El desarrollo
mercantil. Aceleró la disolución del sistema feudal que aún funcionaba en
algunas partes de Europa, como Inglaterra. La tierra fue ocupada por personas
libres y comenzaron a desaparecer viejas instituciones como la servidumbre y el
pago en especie al señor. De esta forma, la posesión de la tierra implicó un
salario para el campesino, quien lo podía gastar en los artículos de uso cotidiano.
●
El desarrollo
del transporte. La apertura de caminos, la diligencia y la navegación
fluvial abarataron los costos de transporte y por consiguiente el comercio.
●
El desarrollo
técnico. Fue incentivado por la producción en serie de las
manufacturas, lo que permitía venderlas a precios más bajos. Los empresarios
recibieron la protección del Estado para para que la gente consumiera lo que
ellos producían y no lo que se importaba de otros lugares.
●
El liderazgo de
Inglaterra. Este país consiguió afianzarse en el siglo XVIII como la gran
potencia exportadora en el mercado mundial, porque había monopolizado la
producción de telas y manufacturas.
La Revolución Industrial se dio en dos
fases: la primera comenzó a finales del siglo XVIII y se prolongó hasta la
década de 1840. La segunda se dio desde 1840 hasta 1885.
Hasta mediados del siglo XVIII la
fabricación de las telas se hacía en telares manuales cuyo proceso de
elaboración era muy lento. Por la misma época se pusieron en marcha los
primeros telares que funcionaban con fuerza hidráulica, pero tenían que estar
ubicados a orillas de los ríos. Todo cambió cuando James Watt inventó la máquina de vapor en 1765. Cuatro años después
se estaba empleando en la naciente industria textil, convirtiéndose en uno de
los primeros pasos para el desarrollo industrial. El telar buscaba sustituir la
fuerza del obrero para que la producción fuera más rentable.
Las dos preocupaciones sobre las que se
cimentó la nueva sociedad industrial fueron el desarrollo de la máquina de
vapor y el empleo de la mano de obra. La producción textil en Inglaterra fue
cada día mayor, tanto que a este país se le llamó el ‘’taller del mundo’’. El
triunfo y el rendimiento de la máquina sobre el trabajo manual produjo
resultados rápidos: floreció el comercio y la industria, creció el capital y la
riqueza, se buscaron nuevos mercados para exportar. Así mismo creció la
ambición de los empresarios y la pobreza de los trabajadores cuyos salarios
eran muy bajos.
Los avances técnicos logrados durante la
primera fase se perfeccionaron a partir de la década de 1840. Superada la etapa
de experimentación, lo que más colaboró para que se pudiera dar la segunda
etapa fue la revolución en los transportes y las comunicaciones. La creciente
circulación de bienes abarató el precio de los productos, en lo cual tuvieron
gran influencia los nuevos medios de transporte masivo en la medida en que el
tiempo y las distancias se redujeron considerablemente. La gran revolución en
los transportes se dio a causa de la invención de la locomotora que comenzó a
sustituir a la diligencia que era tirada por caballos.
La aparición del ferrocarril le dio una
nueva cara a la Revolución industrial. Este era el resultado del desarrollo de
la industria pesada, llamada así porque implicaba una tecnología más avanzada
que la simple máquina de vapor. El ferrocarril también era símbolo de la gran
cantidad de capital que se había acumulado durante la primera etapa.
Para entonces, la riqueza de los
empresarios era muy grande, quienes debido a la acumulación comenzaron a
invertir su dinero dentro y fuera del país. De esta manera la industrialización
se extendió por el resto de Europa.
Para entonces la economía mundial se
dividió en países dedicados a producir materia prima, y otros, a generar
manufacturas. Esto es lo que ha sido llamado división internacional del
trabajo, lo que generó una dependencia de Europa en lo económico, lo político y
lo cultural. Con el correr del tiempo esta división se hizo más profunda.
LAS
IDEAS DE LOS ECONOMISTAS CLÁSICOS
Con los avances de la Revolución
industrial, a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, se difundieron ideas
sobre el desarrollo económico, cuyos artífices son conocidos como los
economistas clásicos. Estos apoyaron las doctrinas del laissez-faire, pero tuvieron un punto de vista más bien pesimista
del futuro. Entre los más representativos podemos mencionar a:
●
Thomas Malthus. Escribió el
Ensayo sobre los Principios de la Población, donde desarrolló la tesis de que
la población tendería a aumentar hasta que la contuvieran los medios de
subsistencia. Malthus sostenía que la falta de control sobre el crecimiento de
la población, permitía que esta aumentara pero no al mismo ritmo de los medios
de subsistencia. Malthus era pesimista sobre el futuro del progreso del hombre,
porque pensaba que el único control sobre el crecimiento de la población era la
miseria. Este autor escribió durante el período de la Revolución industrial en
Inglaterra, cuando los trabajadores vivían y trabajaban en circunstancias
particularmente desfavorables.
●
David Ricardo. Desarrolló la
teoría de la renta, según la cual, cuando los bienes escasean y tienen
utilidad, tienden a tener valores de cambio que reflejan las cantidades
relativas de trabajo utilizadas en su producción. En este sentido, sostenía que
a medida que la demanda de alimentos aumenta hasta el nivel requerido para el
cultivo de la tierra, surgiría una participación de ingresos en forma de renta,
a favor de los propietarios de las tierras. También eliminó al capital como
factor en la determinación de los valores de cambio. El capital podía pasarse
por alto y las diferencias en el tiempo de trabajo empleado en el proceso de
producción serían suficientes para establecer valores relativos en el mercado.
●
John Stuart
Mill. Este autor trató de encontrar una respuesta a la pregunta
acerca de cuál es el mejor tipo de sistema económico. Mill aceptó la ley
natural de crecimiento de la población que Malthus elaboró y la teoría
ricardiana de la renta. La conclusión pesimista de Mill fue que, a medida que
la población aumentara, las utilidades del capital tenderían a bajar, por lo
que no interesaría la acumulación de capital, por lo que la economía tendía a
estancarse. Mill creía que una política de libre comercio en Inglaterra,
especialmente la importación de productos agrícolas de primera necesidad,
agotaría el capital, razón por la cual su visión del futuro económico era muy
oscuro.Sin embargo, trató de encontrar alguna solución que diera resultados más
favorables a largo plazo, lo que lo llevó a interesarse por el socialismo, idea
que finalmente abandonó.
EL
CAPITALISMO FINANCIERO
Hacia 1880 el indicativo de poder de un
país no sólo estaba en su industrialización, sino también en su capacidad para
fabricar y exportar maquinaria. Para entonces, Inglaterra estaba experimentando
una nueva forma de desarrollo capitalista: el financiero. El capitalismo
financiero se basaba en el dinero que estaba a disposición de los bancos y que
utilizaban los industriales para nuevas inversiones. Este capital se formó por
el aumento de las ganancias de la producción. Los que tenían dinero para
prestar, lo colocaron en manos de corredores de bolsa quienes proveían las
ganancias. El capitalismo financiero favoreció la unión de la industria y la
banca, así como la aparición de las sociedades por acciones de carácter
monopolístico, también llamadas trust, cartel y pool.
La banca, los seguros, las inversiones
en el extranjero y los préstamos, dieron tan buenos resultados y ganancias a
Inglaterra, que la mantuvieron a la cabeza de las potencias. Este factor
permitió el avance de una conciencia imperialista inglesa en la medida en que
la exportación de capitales se hizo hacia naciones débiles políticamente y
atrasadas económicamente. Así se dio origen al fenómeno de la deuda externa.
LAS
IDEAS DE LA ECONOMÍA SOCIALISTA
En la medida que el capitalismo fue
creciendo, se desarrolló una propuesta económica que se le oponía: el
socialismo. Muchas de sus propuestas se habían desarrollado en la antigüedad,
heredadas algunas del cristianismo primitivo.
EL
SOCIALISMO UTÓPICO
Las ideas de la economía socialista, que
se desarrollaron entre los siglos XVI y XIX, reciben el nombre de utópicas
porque sus pensadores tendían a considerar los problemas sociales y la difícil
condición del pueblo como resultado de las deficiencias de las sociedades
imperfectas. Pensaban que el individuo era bueno por naturaleza, pero los
efectos dañinos de su contacto con la sociedad daban como resultado su
degradación. Para abolir la codicia, la explotación, el crimen y otros aspectos
indeseables, los utópicos pensaron en reformar la sociedad, modificando las
instituciones políticas y económicas. Entre los pensadores más sobresalientes
en esta línea de pensamiento económico encontramos:
●
William Godwin. Explicó sus
ideas en el libro Justicia Política.
Fue un firme partidario de la teoría del medio ambiente, según la cual el
hombre no es por naturaleza ni bueno ni malo, y que su carácter se forma
totalmente con su medio ambiente. Al ver las condiciones sociales existentes,
llegó a la conclusión de que las instituciones legales y políticas sólo servían
para salvaguardar los intereses de los ricos, a expensas de los pobres, que
constituían el grueso de la población. Opinaba que la propiedad pertenecía a
quienes más la necesitaban, por lo que desarrolló la teoría de la distribución
equitativa de la propiedad.
●
Henri-Claude de
Saint-Simon. Pertenecía a la nobleza francesa. A partir de la reflexión
sobre el orden feudal, que había dejado de ser útil, desarrolló sus ideas
acerca de las nuevas condiciones económicas y sociales que provocaron la
industrialización. El objetivo de Saint-Simon era proporcionar pautas
apropiadas a la nueva etapa de desarrollo económico. Además consideraba que la
ociosidad era abominable y que todos los hombres tenían la obligación de
trabajar por el bienestar general. Creía en la igualdad total, pero en la
igualdad de oportunidades, más que en la socialización de la propiedad. Al
tiempo que toleraba la propiedad privada, pedía que la propiedad y la riqueza
se utilizaran para beneficio de toda la sociedad.
●
Robert Owen. Hizo fortuna
como industrial, pero también desarrolló experimentos más radicales de reforma
social, con los que no tuvo buen éxito. Se opuso por completo al concepto del
individualismo, que creyó era la fuente de la mayoría de los problemas. condenó
además la institución de la propiedad privada, pues había llegado a creer que
esta daba origen a muchos males en la sociedad. Owen apoyó el concepto de
cooperación y un sistema de propiedad comunal para lo cual creó pequeñas
comunidades cooperativas que combinaban la agricultura y la industria con la
propiedad comunal de la tierra y el capital. Los experimentos que realizó con
sus paralelogramos, como llamaba a sus comunidades ideales, en New Harmony,
Indiana, y en otros sitios, fracasaron. Owen se encontró así con el dilema que
siempre tuvieron los socialistas utópicos que esperan perfeccionar al hombre
por medio del mejoramiento del medio social.
LA
ECONOMÍA MARXISTA
Un gran cambio en las ideas económicas
tuvo lugar con Carlos Marx quien, a
diferencia de los socialistas utópicos, creó el socialismo científico, basado
en una sólida reflexión económica. Su interés por estudiar la estructura
económica se debió a la necesidad de explicar las característica de las diferentes
formas del Estado y de las instituciones jurídicas. Su análisis lo llevó a cabo
desde la economía política, lo que le permitió llegar a la conclusión que las
raíces de las diferencias se encontraban en lo que llamó la suma total de las
condiciones materiales de la vida social. De esta conclusión derivaron los dos
aspectos que constituyen la base de su análisis económico: la interpretación
económica de la historia y la teoría de la lucha de clases.
Para Marx, el motor de la historia es la
economía. El principio que permite su desarrollo son las relaciones sociales y
su constante lucha por el control de los medios de producción. Divide la
sociedad en clases sociales de acuerdo con la división del trabajo, donde la
masa obrera o proletariado es el grupo social que pone en marcha la economía y
genera riqueza en beneficio de la clase capitalista, pero sin recibir el valor
real de su trabajo, es decir, la plusvalía.
Según Marx, es por medio de la lucha de
clases que el capitalismo se auto-destruirá, dando paso al socialismo, donde el Estado detenta el control de los medios de
producción y desaparece la propiedad privada, antes de alcanzar la última
etapa, el comunismo, donde el Estado
desaparece para dar paso a la dictadura del proletariado.
Marx considera al capitalismo como una
parte de la historia de la humanidad, cuya desaparición conduciría a una última
etapa que es la sociedad comunista, donde desaparece la propiedad privada, la
familia y el Estado. Esta condición, más que ninguna otra cosa, es el rasgo más
importante del análisis económico marxista. Marx procuró constantemente
relacionar los conceptos económicos elementales, tales como los del valor,
trabajo, dinero, etc., con las condiciones de la producción capitalista.
LA
ECONOMÍA EN EL SIGLO XX
LA
CRISIS DEL CAPITALISMO EUROPEO
La Primera Guerra Mundial, que comenzó
en 1914, cambió la dinámica del capitalismo. Hasta entonces, el comercio
mundial estaba basado en el intercambio de productos de origen europeo
elaborados con materias primas del mundo no europeo. La guerra frenó este
desarrollo porque durante el conflicto la industria europea empleó todas sus
fuerzas en la producción de material bélico. Al finalizar la guerra ocurrieron
cambios sorprendentes en la economía mundial: los países europeos necesitaron
materia prima y alimentos para activar de nuevo el ritmo de su industria y
debieron recurrir a países que durante este tiempo se habían fortalecido
económicamente. De modo que cuando Europa intentó recuperar sus mercados
tradicionales, encontró que estos estaban fabricando por sí mismos lo que antes
importaban, o estaban copados por Japón y Estados Unidos.
Por esta razón, recuperar la economía
fue la principal prioridad de Europa de la posguerra. Los primeros años fueron
difíciles, pero a partir de 1920, la economía capitalista empezó a adquirir los
antiguos márgenes de productividad. La recuperación se favoreció por un nuevo
impulso de la revolución industrial con la perfección del motor de combustión y
la expansión del uso de la electricidad, lo que incrementó la productividad en
las industrias y la aparición de nuevos productos y procedimientos de
fabricación, como la estandarización y modernización del trabajo en cadena.
UNA
NUEVA ECONOMÍA: LA UNIÓN SOVIÉTICA
La Revolución rusa de 1917 llevó a los
soviets al poder. Los años que siguieron fueron difíciles debido al lento
proceso de unificación y consolidación de la Unión Soviética, pero también a la
resistencia de las potencias europeas. Cuando los comunistas asumieron el poder
Rusia era uno de los países más atrasados con una economía fuertemente
agrícola. Por esta razón, Lenin proyectó un vasto programa económico que se
inició con la implantación de un ‘’comunismo de guerra’’, que consistía en un
acelerado proceso de colectivización de tierras y organización de la industria
a través de la nacionalización.
El caos económico se frenó cuando Lenin
propuso la Nueva Política Económica, NEP, en 1921. La NEP consistía en una
especie de ‘’desarrollo capitalista’’ de la producción privada agrícola e
industrial, de modo que se pudiera restablecer el mercado. Se declaró libre el
comercio y la pequeña producción industrial; pero también se utilizaron los
tratados comerciales y las inversiones extranjeras. En otras palabras se creó
un ‘’capitalismo de Estado’’ planificado. A la muerte de Lenin lo sucedió
Stalin, quien creó los ‘’planes quinquenales’’, los cuales en períodos de cinco
años trataban de activar un sector específico de la economía. Estos fueron un
éxito, pues lograron una rápida industrialización en la Unión Soviética.
EL
IMPACTO DE LA POSGUERRA EN EL MUNDO
En América Latina el efecto más
importante de la Primera guerra Mundial fue la confirmación del liderazgo
económico de los Estados Unidos. Estrechamente relacionada con este proceso, la
economía se caracterizó por el auge de la exportación y la inversión
norteamericana en ferrocarriles, comunicaciones y puertos.
El resultado fue la tendencia a que cada
país se especializara en algún tipo de producción económica, lo que obedecía a
la división internacional del trabajo. Por aquella época aparecieron las
llamadas ‘’economías de enclave’’, es decir, regiones controladas por una
compañía extranjera, como la United Fruit, que no sólo manejaba la producción
sino también la política regional. Esta situación fortaleció una estricta
dependencia financiera, vínculo que sirvió como punto de partida para una
dependencia política y militar asumida por los Estados Unidos.
Por su parte, la situación en las
colonias europeas de Asia y África fue muy distinta. Después de la guerra,
Europa buscó darles mayor autonomía, pero la economía en estas colonias se
mantuvo prácticamente en los mismos parámetros. Los recursos continuaron siendo
explotados de acuerdo con los intereses del capitalismo, dependiendo de los
mercados y de los requerimientos de las metrópolis. La orientación de su
economía estaba dirigida hacia la excesiva exportación, lo que provocó la
decadencia de los cultivos alimenticios y el descenso de los niveles de vida en
las regiones colonizadas.
LA
CRISIS DE 1929
Estados Unidos había gozado de holgura
económica desde 1918, cuando comenzó su ascenso en el panorama mundial. Su
actividad había sido muy próspera durante los años veinte, aunque a partir de
1926 se veía venir la crisis especialmente en el sector agrícola, pues Europa
se recuperaba de los malestares de la guerra y poco necesitaba de Estados
Unidos. la prosperidad norteamericana creó una mentalidad de rápido
enriquecimiento con poco trabajo, lo que favoreció el auge de la Bolsa de
valores de Nueva York, lugar donde se compraban y se vendían las acciones de
las empresas. Todo el mundo compraba y vendía con estos valores, desde los
financistas hasta la gente común y corriente. Debido a las ganancias que dejaba
el comercio de estos títulos, pronto se comenzó a especular con ellos, lo que
llevó a que algunos los acapararan. Las transacciones llegaron a ser tan
grandes que ninguno de los bancos importantes se responsabilizó de su valor
real.
Además de que estaban circulando títulos
que no tenían un respaldo económico efectivo, también los precios de la Bolsa
no estaban en relación con el alza de la actividad económica real que
representaban los títulos. Esto llevó a que la producción económica bajara, por
lo que la Bolsa entró en crisis en octubre de 1929. Las acciones se
convirtieron en simples papeles, ya no había dinero ni siquiera en los bancos.
Todo el sistema financiero entró en crisis y los bancos suspendieron los
préstamos. Al no haber dinero, la producción industrial disminuyó, lo que a su
vez generó los despidos masivos de trabajadores porque no había cómo pagarles
los salarios.
La recuperación de esta crisis se llevó
a cabo de manera lenta a lo largo de la década de los treinta, gracias a un
complejo sistema de disposiciones económicas, como el ‘’Nira’’ (National
Industry Recovery Act).
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