Historia de la Política y de las Ideas Políticas
Introducción
La existencia de la
política ha sido una constante en todas las civilizaciones. A lo largo de la
historia, las distintas sociedades han establecido normas con las cuales buscan
una relación entre autoridad y obediencia, de manera que se pueda regular el
comportamiento de hombres y mujeres. Esta regulación que afecta a las
instituciones sobre las cuales se organiza una sociedad, es lo que llamamos
política.
Cómo se gobiernan los
Estados y las formas como se han dado las relaciones del hombre con la
sociedad, es el objeto de la política. Sin embargo, históricamente la política
ha sufrido diferentes cambios porque se ha relacionado con las ideas
religiosas, con la economía propia de cada sociedad o con la organización
social. Es decir, la política se relaciona con los aspectos fundamentales de
cada civilización, afectándola en todo su conjunto.
Cuando hablamos de
política debemos estudiar las diversas formas como se han entendido su teoría,
las instituciones, las relaciones internacionales y si es el caso, la formación
de los partidos.
Historia de la política en la antigüedad
En las civilizaciones que
surgieron en el antiguo Oriente, como Mesopotamia, Egipto, China o india, la
política estaba relacionada con la visión religiosa, con los mitos y leyendas
propias de cada civilización. Aunque estas sociedades no desarrollaron una idea
particular de la política, sí mantuvieron una serie de características
específicas que les permitía organizarse socialmente. Los rasgos más
importantes fueron los siguientes.
Formas de organización política
Hoy día, la sociedad se
organiza en un territorio delimitado por unas fronteras, al cual pertenecen con
un conjunto de ciudadanos que crean una identidad mediante la cual se vinculan
a ese territorio.
Esto es lo que llamamos
Estado nacional. Esta forma política es muy reciente. En la historia de las
primeras civilizaciones sólo se conocieron dos formas políticas: la ciudad y el
imperio, las cuales tenían estas características:
· La
ciudad. Las primeras ciudades
Estado aparecieron en Mesopotamia sumeria hacia el 3.500 a.C. Se trataba de un
núcleo urbano que ejercía la autoridad sobre un territorio, el cual era campo
de abastecimiento. La ciudad era el centro político y religioso, y se
simbolizaba en el templo y en el palacio. Ambos estaban unidos por el carácter
sagrado de la urbe, lo que convertía en el eje de las actividades religiosas,
económicas, artísticas y administrativas. Grecia y roma también comenzaron su
ejercicio político a través de su ciudad-Estado, paso previo para convertirse
en imperio. Estas ciudades eran autárquicas, es decir, se gobernaban a sí mismas;
pero cuando una civilización estaba dividida en varios centros políticos
autárquicos, se denominaba poliarquía.
· El
imperio. Por imperio se entiende
un espacio que albergue una comunidad cultural, que está organizada desde un
solo centro de poder y que no mantiene relaciones regulares con el exterior. El
primer imperio que floreció en Mesopotamia fue el Acadio, hacia el 2.350 a.C.;
en Egipto, hacia el 2.700 a.C. Generalmente, estos imperios mantenían un poder
despótico porque eran gobernados por una sola persona que ejercía todo el poder.
Características
políticas de la sociedad
Las sociedades del antiguo Oriente
consideraban que sus instituciones tenían un origen divino porque habían sido
instituidas por dioses. A este elemento se agregaba la importancia de la
agricultura como la principal actividad económica, lo que permitió que sobre
esta se establecieran mecanismos de control político.
De esta forma se llegó a identificar la
religión con el orden social, económico y político.
Características
políticas de la sociedad
Las sociedades orientales se sustentaban
económicamente de la agricultura, para lo cual era muy importante el regadío.
Para que esto fuera posible, era necesario llevar a cabo grandes obras de
canalización de los ríos, lo que se ejecutaba con las cooperaciones un gran
número de personas dirigidas por un poder central, que este además planificaba
la economía. Este tipo de sociedades se llamaron hidráulicas porque surgieron
alrededor de la canalización del agua.
En este contexto se forjaron los rasgos
fundamentales de las culturas egipcia, mesopotámica, china e india, que fueron
los siguientes:
·
Se concentró la dirección
de la sociedad en una persona que planificaba y administraba, la cual ejercía
el poder apoyada en los sistemas religiosos.
·
Para desarrollar una
administración competente fue necesario fomentar la técnica y los medios de
control eficaces, lo cual exigía un complejo aparato burocrático. La
organización burocrática fue una característica de los antiguos imperios.
·
El poder político era
propietario de todas las grandes obras, así como del agua y la tierra. El
control lo ejercía para lograr el cultivo, ceder las tierras para su
explotación o asignarla a los templos y a funcionarios. Existió también una
propiedad privada débil. En general, el Estado centralizado organizaba toda la
sociedad.
·
A partir de estos
elementos se organizó la jerarquía social. La estratificación social se basaba
en la relación de la persona o grupo con el Estado y se componía
fundamentalmente de dos estratos:
El gobernante. Se beneficia de la mayor parte de la
producción. Lo componía el rey y su familia, los altos funcionarios civiles y
militares, los sacerdotes y los funcionarios subalternos como escribas, agentes
fiscales, administradores y artistas.
El gobernado. Estaba
compuesta por campesinos sujetos al trabajo obligatorio, artesanos y esclavos.
La realeza
Una característica sobresaliente de estas sociedades fue la
formación de la idea de la realeza, sobre la cual recaían los poderes, el poder
era la posibilidad de determinar la conducta de los demás sin considerar su
voluntad, y se ejercía por medios violentos o utilizando las instituciones. La
realeza estaba sustentada por ideas religiosas, las cuales explicaban que el
soberano era descendiente o elegido de los dioses.
Este aspecto era el que determinaba la unidad de la religión, la
política y la economía. En Egipto, por ejemplo, el rey era un dios, engendrado
por un dios cuyo seno volvía después de su muerte; en Mesopotamia era un
elegido de los dioses cuyo poder era sobrenatural. Este tipo de orden político
se denominaba teocrático.
El nacimiento de la política en Grecia
Las sociedades del antiguo Oriente eran sociedades cerradas, en
las cuales el individuo no podía ejercer ningún tipo de poder. Esta es la
diferencia con el proceso que se llevó a cabo en Grecia, lugar donde nació lo
que hoy entendemos por política, en la medida en que apareció el concepto de
individuo. A partir del siglo Vll a.C., en este territorio se desarrollaron una
serie de instituciones que tuvieron una amplia repercusión en la conformación
de la política del mundo occidental. Las más sobresalientes fueron:
·
Las ciudades-Estado. También conocidas como polis, se diferenciaban
de las de Oriente porque tenían jurisdicción territorial, leyes, tradiciones,
costumbres y divinidades propias, es decir, eran Estados independientes y
soberanos.
·
La monarquía militar. Desde sus comienzos, la vida económica y la
política de la polis estuvo dominada por los clanes de los aristoi, a los que
pertenecían los descendientes de los jefes
que se habían repartido las tierras, y no cuya nobleza derivaba de la
posesión de los recursos económicos. El régimen de las polis no fue siempre
aristocrático sino monárquico-militar. El rey ejercía las funciones judicial y
religiosa, pero su poder no era absoluto; las decisiones de interés las regía
un consejo de ancianos compuesto por los jefes del clan.
·
El régimen aristocrático. Cuando disminuyo la tensión entre los
distintos clanes, el elemento militar, que en su mayor parte provenía de la
pequeña nobleza, fue perdiendo importancia y su crisis hizo disminuir el poder
regio. El título de rey se hizo electivo y con el tiempo solo conservó los
atributos sacerdotales, mientras que las decisiones relativas a la guerra
pasaron a los aristócratas.
·
La timocracia. En el siglo Vll se comenzó a desarrollar
actividad comercial, lo que permitió la formación de una clase de comerciantes
que desplazaron a los aristócratas del gobierno. Obtuvieron el derecho a tomar
parte en la asamblea del pueblo, lo que instauro la timocracia, es decir, una
constitución basada en el censo y no simplemente en la posesión de tierras.
·
Los legisladores. En esa época la ley se transmitía oralmente.
Para que los derechos y los deberes fueran claros y conocidos por todos los
ciudadanos, para lo cual se llamó hombres famosos por su experiencia y
sabiduría, llamados legisladores. Estos pusieron por escrito las normas en uso.
Entre estos sobresalieron Dracón y Solón, quienes afirmaron que la ley debía
estar por encima de cualquier individuo o grupo de individuos.
·
Los tiranos. La obra de los legisladores consolido la posiciones de los
oligarcas (de oligarquía = gobierno de pocos) y no ofreció ninguna solución a
las desigualdades sociales. A sí es que, con frecuencia, las tensiones internas
estallaban en luchas violentas. En este contexto aparecieron los tiranos,
quienes tomaban el poder para poder revindicar las causas populares. Este término
no era peyorativo, al contrario, los tiranos buscaban consolidar las bases del
propio poder a partir de apoyo de los sectores populares.
·
La democracia. el periodo de mayor éxito de la tiranía se dio
entre los años 650 y550 a.C. los beneficios que introdujo, permitieron que los
comerciantes pudieran acceder al poder, instaurando el régimen democrático como
ultima evolución de la polis, en el cual se defendía la idea de la igualdad
política y social de un gran número de ciudadanos.
Las
ideas políticas de Platón y Aristóteles
·
Platón. Entre los más grandes pensadores de la antigüedad debemos
mencionar a Platón. Para él era muy importante educar a los ciudadanos y a los
políticos, los cuales debían ser preferiblemente filósofos que ejercían la más
rigurosa justicia. En su obra La republica
planteo un modelos de organización ciudadana, una polis, en la que hacía
realidad su ideal de comunidad y justicia. Así, la sociedad debía estar
conformada por:
-
Los gobernantes, quienes
debían fundar su superioridad en saber.
-
Los guardianes, quienes
debían defender al Estado de los posibles ataques exteriores.
-
El pueblo, cuya misión
era mantener económicamente a las otras dos clases
Platón era conocedor de la situación de
su época, razón por la que planteo la forma ideal o, en su caso, criticó cómo
se debía llevar a cabo el gobierno. De la aristocracia opino que era el
gobierno de los mejore, mientras que la timocracia decía que era una forma de
gobierno corrupta, dominada por la ambición. De la oligarquía opino que era
desventajosa porque los pobres no tenían derechos y, que, en cambio, la
democracia extendía su poder a todos.
·
Aristóteles. Alumno de Platón, afirmaba que el hombre era
un animal político y que se distinguía de los demás animales porque pertenecía
a la polis. Para él, la política era ciencia fundamental porque siendo el
hombre sociable por naturaleza, requiere un gobierno que establezca
regulaciones generales. Ningún gobernante, por más sabio que fuera, podía
prescindir de la ley, la cual actuaba a favor del interés público, por lo que
debía ser obedecida voluntariamente. Aristóteles sostenía que el mejor gobierno
era el que tenía fundamento social en una gran clase media, porque esta gobernaba
los intereses de todos.
El aporte de Roma
La
posición geográfica de Italia, la expansión romana y la decadencia de Grecia,
permitieron el desarrollo de su
gran
civilización de la antigüedad: Roma. El origen de roma se dio a partir de una
serie de culturas que habían ocupado la península desde tiempos remotos; por
este motivo, Roma estaba integrada por una federación de tribus que tenían una
organización patriarcal. El rey, el consejo y la asamblea constituyeron los
pilares del gobierno.
La primera forma de gobierno fue la
ciudad-Estado, que se originó debido al crecimiento interno y la inmigración,
lo que ocasiono una mayor concentración de poder político y, consecutivamente,
la formación de monarquía.
Cuando esta entro en crisis, el gobierno fue
asumido por dos cónsules que eran apoyados y controlados por el senado y la
asamblea. Esta nueva estructura fue la que dio origen al periodo denominado la
Republica.
Sin embargo, sus instituciones perduraron más
allá de su crisis, pues cuando Roma inicio su expansión territorial dandi lugar
al imperio, mantuvo una estructura similar. La idea fundamental de la política
romana fue la ciudad-imperio, la conquista del mundo por una ciudad, lo cual
era una síntesis de las políticas griegas y de los grandes reinos orientales.
Los poderes derivan de la voluntad de un pueblo, lo que se convirtió en el
fundamento de las instituciones romanas, sustituyendo así la idea del origen
divino de la autoridad. Las razones de la grandeza de Roma, según ellos mismos,
se debían a la gran actividad y trabajo desarrollado desde el nacimiento de la
ciudad, así como a la conservación de la autoridad, a la capacidad de discusión
del senado y al poder militar.
Los romanos contribuyeron a la formación de la
política con las nociones de la res-publica (cosa pública) e imperio; también
con la idea del poder del príncipe como fuente de la ley y la igualdad y
libertad de los hombres. Estos principios fueron la fuente de inspiración para
la organización de la iglesia cristiana y más a delante para la formación de
los Estados modernos.
La
política en la Edad Media
La
alta Edad Media
La Edad Media heredó buena parte de la
tradición política romana, la cual fue adaptada con dos elementos novedosos:
·
La tradición germánica. La mayor parte de estos pueblos que comenzaron
a entrar en el imperio romano, hacia el siglo lll, eran germanos nómadas y
guerreros. La actividad comercial romana fue reemplazada por la agricultura y
el trueque germano, lo que trajo consigo un fraccionamiento de la vida social y
una disgregación de los poderes. El espíritu de la ciudadanía que había
caracterizado a los romanos, retrocedió ante la carencia de convicción
patriótica de los germanos.
·
La ideología del cristianismo. El cristianismo dio lugar a profundos cambios
del antiguo orden imperial, especialmente a partir de la conversión de
Constantino, porque al perder como emperador su carácter sagrado, la función
imperial vio disminuido su prestigio y autoridad. Además, en un rápido proceso,
el cristianismo se convirtió en la religión oficial del imperio, lo que penetro
la mayor parte de sus estructuras estatales.
Junto a estos elementos, hubo un
acontecimiento político que determinó los comienzos de la Edad Media. Cuando el
emperador Constantino hizo de Constantinopla capital del imperio romano del
Oriente, la segunda metrópoli, limitó por anticipado el derrumbamiento del
imperio romano, pues solo la parte occidental fue invadida por los germanos, lo
que dio paso a la organización de numerosos reinos.
Mientras tanto la parte oriental, que tomó el
nombre de Bizancio, aseguro la permanencia del imperio por mil años más.
Las
ideas políticas de la alta Edad Media
Por esta época hubo una obra representativa de
este periodo de finales de la antigüedad y comienzos de la Edad Media, la cual
tuvo una gran influencia en los siglos posteriores. Se trata de la ciudad de Dios escrita por San Agustín. Este escrito preparó una
vinculación más estrecha del estado a la iglesia. En su obra san Agustín explica
que la historia es un combate entre la ciudad terrena representada por
Babilonia, el pecado, y la ciudad celeste, Jerusalén. Dice también que el
hombre es ciudadano de dos ciudades, una terrena, con poderes políticos, con
moral y con historia, y otra celestial, Civitas
Dei, comunidad de cristianos que
participan en el ideal divino.
Las dos ciudades estaban mezcladas y serán una
sola al final de los tiempos, cuando se lograra definitivamente la paz entre
los hombre. En este contexto, el Estado debía ocuparse del mundo material y de
la vida exterior en un espacio determinad, mediante una autoridad física; por
su parte, la iglesia se debía encargar con los intereses espirituales y de la
vida interior, mediante el ejercicio de una autoridad moral. Para San Agustín
la sociedad temporal debía integrarse dentro del plan divino y era de Dios
quien debía regir los destinos humanos.
Durante la Edad Media esta postura justifico
la manera como el orden natural del Estado y poder era regido por el orden sobrenatural; el derecho natural
estaba dentro de la justicia sobrenatural, y el derecho del Estado justo servía
a una comunidad unida por la fe cristiana, en la que los intereses espirituales
se encontraban por encima de todos los demás, y debían contribuir a la
salvación humana.
El cristianismo debía reinar en el espíritu de
los jefes e inspirar las costumbres y las leyes. A partir de estos principios
se desarrolló la teoría de los dos poderes o de “las dos espadas”, en la cual
el poder espiritual, representado por el papado, es superior al temporal, o
sea, el poder civil. Entre ambos debía prevalecer una ayuda mutua.
Todos estos aspectos crearon una
característica especial en cuanto a la evolución de las ideas políticas, pues
se estancó el desarrollo de las instituciones en la medida en que las
situaciones se solucionaban de manea práctica.
Los hechos tenían una explicación en sí mismos, las teorías políticas surgían
después de los hechos. La redacción de tratados específicamente políticos solo
comenzó hasta el siglo Xl, donde todavía prevalecía un contenido más moral que
político. De esta época data la obra De
institutione regi, donde Jonás de Orleáns expuso las decisiones del sínodo
episcopal de 825.
Las ideas políticas de la alta Edad Media se
encontraban en los actos oficiales, asi como en los relatos de los
historiógrafos que se dedicaron a exponer los hechos y las hazañas de los
grandes hombres de su tiempo.
La
baja Edad Media
Los comienzos de la baja Edad Media europea
estuvieron acompañados de importantes transformaciones en la economía, la
sociedad y la organización del poder. El feudalismo comenzaba a representarse
en su forma clásica, caracterizado por la aparición del poder privado, es
decir, cada señor feudal establecía las reglas de convivencia en su territorio.
Esto permitió que las monarquías existentes,
como la de los caperos en Francia, solo lo fueran de nombre, ya que el dominio
real, aquel donde el rey ejercía un poder efectivo, alcanzaba muy poca
extensión. Por aquellos días se desarrollaba la diversidad de lenguas y de
costumbres, lo que hacía más profundas las divisiones políticas.
Además, las estructuras sociales ataban a los
campesinos a sus señores pero, paradójicamente, permitían que los burgueses
tuvieran una libertad que estaba en relación con la función que desempeñaban
como comerciante. Casi toda Europa se encontraba fragmentada en pequeños y
grandes feudos. Así, el poder temporal estaba completamente disperso, repartido
en pequeñas unidades que trataban de mantener su independencia a cualquier
costo. Por otra parte, la iglesia estaba debilitada y no lograba imponerse a
esta división. Pero la situación comenzó a cambiar en el siglo Xl con las
reformas gregorianas –impulsadas por el papa Gregorio Vll-, mediante las cuales
la iglesia se recuperó e impulso su criterio del gobierno asumiendo un gran
liderazgo político.
Las
ideas políticas de la baja Edad Media
Por esta época comenzó el renacimiento de los
estudios jurídicos y de manera general, el progreso d las universidades, lo que
favoreció la elaboración ideológica del poder.
Con base en la teología se defendió que el
poder eclesiástico debía concentrarse en manos del papa, quien a su vez pedía
inferir en los asuntos temporales, es decir, en la política feudal y en las
monarquías. Entre los autores influyentes de este periodo se encuentra santo Tomás de Aquino, quien, en su obra, la summa theologica, comento la política de Aristóteles y propuso la
existencia de un principio ordenador para la convivencia, el cual concluía la
búsqueda del bien común. En este sentido, la autoridad eclesiástica se
encontraba por encima de cualquier otro poder. Para santo Tomás había tres
tipos de leyes: humana, natural y divina, donde la última sobreponía las
anteriores. Su obra influyó en el desarrollo de la teoría política hasta el
siglo XXl.
Durante la Edad Media fueron frecuentes los
enfrentamientos entre príncipes y el poder eclesiástico a causa de los
intereses personales. En estos debates intervinieron varios autores defendiendo
la legitimidad de la soberanía papal, y otros, la causa de los príncipes. Entre
estos últimos cabe mencionar a Dante Alighieri, Marsilio de Padua y Guillermo
de Occam.
Sin embargo, en pleno apogeo del feudalismo y
del poder de la iglesia, bajo el creciente desarrollo del comercio, comenzó a
aparecer el movimiento urbano y municipal, así como las transformaciones
sociales y culturales que este produjo. Entre sus consecuencias más importantes
se encuentra el hecho de que se formara una nueva clase social, la burguesía, y
con él la formación de nuevas expectativas políticas que marcarían la historia
política en los siguientes siglos. Su desarrollo se vio impulsado durante el
siglo Xll por la aparición de los primeros sistemas parlamentarios. Por
ejemplo, en Inglaterra, en los tiempos de Juan sin tierra (1217), surgió el
sistema bicameral y se instituyó la carta magna, que les daba a los burgueses
un lugar en el ordenamiento del reino. Algo similar ocurrió en el ordenamiento
del reino. Algo similar ocurrió en Francia a comienzos del siglo XlV, cuando
apareció el sistema parlamentario francés de los tres estados, en el cual los
burgueses ya tenían voz.
Por esta época se produjo un acontecimiento
muy importante para la historia política: el nacimiento del Estado moderno. Fue
el resultado, en primera instancia, de las acciones de Felipe lV de Francia,
quien decidió acabar con el poder de la iglesia y de los señores feudales, para
unificar un territorio bajo una sola autoridad.
Para lograr su objetivo, emprendió guerras
contra los grandes señores, hasta que logró someter a sus feudos. Así mismo,
instaló la sede del papado en Avignon, Francia, lo que le permitió consolidar
su poder.
Esta política se fortaleció durante el siglo
XV, especialmente después de la guerra de casi 100 años que sostuvo con
Inglaterra, religión que también consolidaría la formación de su propio estado.
España hizo lo propio con el matrimonio de los reyes Católicos.
Los
tiempos modernos
La
política en el renacimiento
Un importante cambio en las ideas políticas
aconteció en el siglo XV, a raíz de la experiencia humanista del siglo XlV. El
régimen feudal se encontraba en crisis y avanzaba el desarrollo del comercio,
lo que hizo indispensable justificar las nuevas formas de gobierno que
comenzaban a darse. Por aquel entonces surgieron importantes autores, que se
inspiraron en la antigüedad, la cual les proporcionó las ideas y los motivos de
inspiración,
Entre los más destacados se encuentran:
· Nicolás
Maquiavelo. Político, escritor y
diplomático. Entre sus obras sobresalieron El arte de la guerra, Historia
florentina, y la que le hizo famoso El príncipe. En esta obra, Maquiavelo no se
preguntaba sobre el gobierno legítimo, el poder o el Estado, sino acerca de
cómo se podía gobernar y cómo instaurar un Estado estable. Para responder a su
inquietud, estableció la imagen ideal del príncipe, de quien dependía el buen
gobierno. planteaba la necesidad de no cambiar las instituciones y dejar sus
subalternos el cuidado de tomar medidas impopulares.
Debía a defender y extender su poder por todos
los medios, incluso el crimen si era necesario: “Vale más ser temido que
amado”. Maquiavelo desarrolló la idea de constitución por la fuerza.
Además, separó la política de la moral y la
presentó cómo una ciencia autónoma con una ética propia. Para Maquiavelo el fin
de la política es el poder y para conseguirlos se deben aplicar los medios
apropiados, que no siempre coinciden con la moral cristiana. El príncipe debe
regirse por el principio de la supervivencia, adquisición y conservación el
poder, y atender exclusivamente a la conservación del Estado, porque este es la
única garantía de paz y orden entre los individuos. La defensa militar dependía
exclusivamente del Estado para garantizar la convivencia pacífica. Maquiavelo
es considerado además como uno de los principales teóricos de los regímenes
absolutistas, son aquellos en que el gobernante asume todo el poder político y
controla la dirección del Estado.
·
Tomás Moro. Este autor tuvo mucha influencia del humanismo, lo que es
evidente en su obra Utopía, donde
trató de concebir una sociedad en donde se armonizaban las relaciones humanas
sin diferencias sociales. Esta era la expresión del compromiso del humanista
con su medio.
·
Erasmo de Rotterdam. Escribió elogio
a la locura, obra en la cual se distancio de la moral religiosa, para
proponer una moral laica.
En su conjunto, estos autores legitimaban una
nueva política, que ya no estaba basada en la antigua base teológica. Proponían
un cambio en la visión de la política, en la media en que al escribir desde el
humanismo, proponían ideas políticas secularizadas, es decir, abandonaban la
posición medieval que sostenía que todo poder venia de Dios. Proclamaron además
que la política tenía un horizonte más humano y no de origen religioso.
La
reforma
El movimiento de la reforma humanista del
siglo XV también tuvo efectos en una de las grandes transformaciones modernas
de la política. Eruditos teólogos y humanistas se cuestionaron verdades que la
iglesia había predicado durante siglos. En este contexto apareció la Reforma,
predicada por el monje agustino Martín Lutero, la cual se convirtió en un
movimiento separatista de la tradición cristiana católica.
Lutero afirmaba que para acabar con la
corrupción de la iglesia era necesario quitarle su riqueza. Esta afirmación
generó un violento movimiento de señores feudales y campesinos quienes
arrebataron al clero sus posiciones. Las ideas luteranas dividieron a la cristiandad
en dos bloques religiosos: católicos y protestantes. Pero también condijeron a
la lenta separación entre la religión y la política. El protestantismo se
difundió de manera pacífica, pero cuando fracasaron las negociaciones para
llegar a un acuerdo sobre los problemas dogmáticos, se recurrió a las armas.
Este proceso recibió el nombre de las Guerras de religión.
Las diversas tendencias religiosas que
aparecieron con la Reforma se politizaron para establecer un territorio de
dominio. La consecuencia inmediata fue la interferencia de las iglesias
reformadas en los asuntos de los Estados. Las luchas religiosas se hicieron más
radicales cuando apareció el absolutismo a mediados del siglo XVl. Las iglesias
empujaron a los nobles, a luchar entre sí para conseguir sus objetivos.
Entre los pensadores políticos más
sobresaliente de la época, se encuentran Jean
Bodin. Para este autor la soberanía del Estado se traduce en poder absoluto
y perpetuo en cabeza del gobernante, quien debe asegurar la supervivencia del
Estado. Para él, era preferible la tiranía a la anarquía. Propuso como forma de
gobierno una monarquía legítima en la que los súbditos obedecieran las leyes
del monarca y el monarca las leyes naturales.
El
absolutismo moderno
Debido a la reforma, a comienzos del siglo
XVl, Francia estaba dividida entre los católicos y protestantes. Por aquel
entonces, la situación política era grave debido al descontento de los
hugonotes y algunos sectores nobles que solicitaron la convocación de los
Estados generales. Este era una especie de parlamento donde estaban
representados los nobles, el clero y el tercer estado -los burgueses-. El
enfrentamiento de estos últimos con los otros dos estamentos llevó a que se
cerraran las cesiones de los Estados generales, que sólo se reabrieron hasta 1789
con la Revolución francesa. La situación cambió cuando el rey nombró en 1624
como primer ministro al cardenal Richelieu, quien con sus ideas inauguró una
nueva experiencia política, el absolutismo, perfeccionada por el sucesor el
cardenal Mazarino.
El absolutismo estaba basado en la
concentración del poder en manos del rey, para lo cual había que quitarles el
poder a los nobles, lo que le permitía gobernar sin ayuda de ningún otro
estamento. Todo el poder, los negocios y la administración eran controlados por
el rey. Entre las características más importantes encontramos las siguientes:
·
El absolutismo descartó
la posibilidad de obtener poder por el solo hecho de tener condición noble o
pertenecer a la familia real. El poder fue totalmente personal, lo que implico
sometimiento de los funcionarios independientes.
·
La política absolutista
se expandió en todos los campos de la administración real: en lo político,
notificaba su voluntad a particularidades y corporaciones mediante órdenes
selladas; en lo administrativo, nombraba y revocaba a su voluntad para
emplearlo en lo que quisiera sin rendir cuentas a nadie; podía redactar códigos
sin aprobación de ninguna instancia superior; en la justicia mantuvo tribunales
simples ejecutores de sus decisiones.
·
Se instauro una policía
política para evitar las conspiraciones. Cualquier acto sospechoso podía ser un
intento de sublevación. En los cargos importantes nombró a quienes admiraban y
profesaban devoción al rey. Con todos estos aspectos, el rey se presentó como
soberano único y universal, convirtiéndose en la unidad del Estado.
·
El absolutismo estaba
sustentado desde una concepción teocrática, según la cual Dios había hecho
reyes para que gobernaran de manera absoluta sobre los hombres.
El absolutismo se expandió por toda Europa y
se mantuvo vigente hasta el siglo XVlll.
El
liberalismo temprano y sus ideólogos
Mientras que en la mayor parte de Europa se
imponía el poder absolutista, en Inglaterra y Holanda esta forma de gobierno no
logró triunfar. Estados naciones desarrollaron una monarquía parlamentaria de
carácter liberal, que supeditaba el poder real al parlamento. Este tipo de
gobierno permitió que se consolidaran la burguesía y, con ella, la ideología
liberal.
Esta ideología fue alimentada por
acontecimientos que surgieron a la revolución que llevaron a acabo los
burgueses ingleses liderados por Olivero Cromwell a mediados del siglo XVll.
Este cerró el parlamento en 1653, acusándolo que haber abusado de la autoridad
y gobernó con la ayuda del ejército, situación que se mantuvo hasta 1658 cuando
murió. Su hijo lo reemplazó, pero dejó el cargo en 1660. El poder quedo en
manos del ejército hasta que el parlamento convocó nuevas elecciones y se pidió
el retorno de Carlos ll, quien en adelante asumió el trono. A partir de
entonces, se estableció la declaración de derechos, que limitaba el poder real
y subordinaba la figura de rey al parlamento.
En este contexto surgieron novedosas ideas de
algunos pensadores cuyas obras planteaban la aparición de individualismo y el
utilitarismo en la política, además se preocupaban por la seguridad y la paz.
Estos autores recogían los temas que más se debatían por aquellos días,
especialmente las vinculaciones entre la religión y la política. Entre los más
representativos podemos mencionar a:
·
Thomas Hobbes. En su obra leviatán,
afirma que el egoísmo humano lleva a que las sociedades estén en guerra
permanentemente unas con otras. Creía que la ley natural, es decir, la razón,
permitía la paz y garantizaba la seguridad, mediante el pacto de cada individuo
con los demás y estableciendo una autoridad común.
el Estado representaba la suma de intereses
particulares y en individuo ponía en manos del Estado sus derechos a cambio de
protección. Para Hobbes este pacto era definitivo, irrevocable e implicaba
ceder todo el poder al soberano. El cual lo ostentaba absolutamente. El
soberano tenía como límite o su razón, la cual debía buscar el interés del
pueblo. La religión y el culto exterior a la divinidad era potestad del Estado,
el cual no podía tolerar una autoridad espiritual distinta y que no se
relacionara con la temporal.
·
John Locke. En su obra tratados sobre el gobierno
civil, postuló las primeras ideas liberales individualistas, como una
reacción ante el absolutismo de las monarquías nacionales. Partió del principio
de que el hombre es un animal sociable y que la razón enseña a los hombres que
todos son iguales y libres por naturaleza. Por ello, nadie puede dañar a otro
su vida, su libertad o su propiedad. Locke planteaba que para salvaguardar
estos derechos naturales, se debe establecer una comunidad política y la
autoridad del Estado, por contrato social entre todos. Propuso, además, una
monarquía parlamentaria y establecimiento de dos poderes en el Estado: el
legislativo y el ejecutivo, bajo la supremacía del primero, en cuyo ejercicio
participan en condiciones de libertad e igualdad, directamente o por
delegación, todos los miembros del cuerpo social. La ley emana de la voluntad
de los ciudadanos y su aplicación corresponde al poder ejecutivo. El pueblo
posee el derecho de resistirse y deponer el poder legislativo y ejecutivo
cuando estos vulneran los derechos individuales. La religión queda fuera de los
fines del Estado.
El
siglo de oro de las ideas políticas: la ilustración
El hecho dominante en la historia de las ideas
políticas durante el siglo XVlll fue el paulatino crecimiento de la burguesía
en Europa occidental. Esta situación se benefició de la economía, pues ya
aparecían los primeros signos de la revolución industrial: el campo se
enriquecía, crecían las ciudades, el comercio estaba muy activo. Los más
beneficiados de este crecimiento fueron los burgueses, quienes comenzaron a
desarrollar sus propias ideas políticas. Su filosofía no se planteaba como
exclusiva de los burgueses, sino como una filosofía para todos los hombres,
basada en la libertad, el progreso y la igualdad.
La ilustración fue uno de los resultados de
las nuevas ideas que se desarrollaron con el humanismo y según las cuales el
hombre y su entorno eran objetivo fundamental de las ciencias y de la
filosofía. La ilustración se centró en la razón ya que, a partir de ella, se
podía llegar al desarrollo de una nueva sociedad. Entre sus principales ideas
políticas se aboga por las libertades, la educación y la búsqueda de sistemas
políticos contrarios al absolutismo de la época. De esta manera, su principal
objetivo era establecer un orden social adecuado a la naturaleza humana y apto
para lograr la felicidad.
Con la fuerza que fue adquiriendo la
ilustración, en la segunda mitad del siglo XVlll comenzó a publicarse en
Francia una gigantesca obra colectiva que se llamó diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios, el
cual se conoce con el nombre genérico de la
enciclopedia, la cual atacaba el poder absoluto de los reyes y se oponía a
la ignorancia, la superstición y la intolerancia. Fue tan impactante su
aparición, que pronto se convirtió en uno de los principales mecanismos de
difusión de la ilustración por Europa y América.
En Europa la ilustración prosperó en Alemania,
Inglaterra, Rusia, Austria, España y Portugal y, aunque el movimiento había
nacido entre la burguesía, penetró también entre algunos reyes de los Estados
absolutistas europeos.
Entre los monarcas estas ideas inspiración
reformas sociales y económicas, pero no aceptaron la participación de la
población en el gobierno. La razón era muy sencilla: si aceptaban la libertad
política, perdían su poder absolutista. Por esta razón, a este tipo de
ilustración se le dominó “Despotismo ilustrado”. Sus principales representantes
fueron Carlos lll de España, Federico ll en Prusia, Catalina ll en Rusia, José
ll en Austria, y Gustavo lll en Suecia, entre otros. El impacto de las ideas
ilustradas fue muy importante en las colonias porque se divulgaron entre los
criollos ideas nuevas como igualdad, fraternidad, libertad… Con base en estas
ideas elaboraron sus programas revolucionarios los próceres de la independencia
americana como Bolívar, Nariño y Miranda.
Las
ideas liberales
Como resultado de la ilustración, durante el
siglo XVlll y buena parte del siglo XlX, se consolidó la idea de que todos los
hombres eran iguales y tenían derecho a elegir sus gobernantes y a opinar sobre
los mismos. El liberalismo, que partía
de la razón y se oponía a las actitudes de fe, fue la ideología predominante.
Entre los principales filósofos del liberalismo podemos mencionar a:
·
Charles de Secondat, barón de Montesquieu. Aristócrata conservador que defendió los
privilegios políticos de los nobles frente el absolutismo real. En su obra El espíritu de las leyes proponía como
forma de gobierno la monarquía parlamentaria, en la que el poder absoluto de
los reyes estuviera limitado por el parlamento. Su sistema básicamente era una
propuesta de frenos y contrapesos jurídicos en las diversas partes de una
constitución. Estableció la separación de los tres poderes del Estado: el
ejecutivo, el legislativo y el judicial. Así mismo, Montesquieu se preocupó por
distinguir la naturaleza de cada gobierno, y dentro de este, el papel que
cumplía el pueblo. Se le considera el padre político del liberalismo.
·
Jean Jacques Rousseau. Representó la tendencia naturalista de
ilustración. En sus obras de carácter social y pedagógico defendió la vuelta a
la naturaleza, la libertad y la igualdad. En su libro El contrato social expuso que el poder viene de la voluntad general
de los ciudadanos y que la verdadera libertad es la obediencia de los reyes que
emanan de esa voluntad general. Este libro propone la importancia de la unidad
del cuerpo social, dentro del cual los intereses particulares deben estar
subordinados a la voluntad general.
El “contrato” de Rousseau no es ni un contrato entre los
individuos, ni un contrato entre los individuos y el soberano.
El contrato se formaliza con la comunidad, porque es la garantía
de la igualdad. Los gobernantes, por su parte, son simples mandatarios del
pueblo, y la ley, expresión de esa voluntad general. Además, el derecho natural
del hombre a la libertad y la igualdad está por encima del derecho a la
propiedad. La desigualdad económica excesiva pone en peligro el sentido
comunitario del Estado.
·
Immanuel Kant. Este filósofo asumió las consignas de
igualdad y libertad de la Revolución francesa. Para él, cada miembro de la
sociedad puede vivir dignamente, a su manera, pero en lugar de la fraternidad
propone la independencia civil, la cual se deriva del respeto entre los
hombres. Kant entendió los principios de igualdad, fraternidad y libertad como
deberes, no como derechos naturales. Por otra parte, el Estado debe motivar a
los individuos a perfeccionarse y a vivir libremente, por lo que debe asegurar
la educación. Rechaza el paternalismo político porque lo considera incompatible
con la libertad y la dignidad humanas.
·
Jeremy Bentham. Su obra tuvo una gran influencia en la
formación del liberalismo latinoamericano. Sus ideas estaban basadas en que la
obediencia de los súbditos hacia el soberano se debe al interés de que éste
favorece su felicidad. Propuso la teoría de la democracia representativa pura
con los siguientes elementos: soberanía del pueblo, sufragio universal,
subordinación de los gobernantes a los gobernados y sistema centralizado. La
soberanía política debe descansar en el pueblo, coincidiendo así en el interés
del gobierno con el interés del general, suma de los intereses particulares.
·
John Stuart Mill. Sostuvo que el individuo no tiene otra guía
para su conducta que su propia felicidad, la cual no se puede dar sin la
felicidad ajena. Los derechos y las libertades básicos son medios para elevar
la felicidad colectiva, fin último del Estado y de la vida social.
El ascenso de la
burguesía: liberalismo, nacionalismo y socialismo
La Revolución francesa
El proceso iniciado por la Revolución francesa tuvo repercusiones
trascendentales en la historia política de Europa. Se trató de una ruptura con
un orden político que venía desde la Edad Media, el cual, a pesar de los
cambios propiciados de por el humanismo y la reforma, no había logrado
deslizarse por completo de aquel antiguo orden en el que lo político estaba
íntimamente ligado a la monarquía y a la religión.
Los antecedentes inmediatos a la Revolución francesa se
encuentran en las ideas de progreso que difundió la ilustración y en el
crecimiento de una burguesía económicamente poderosa y descontenta debido a su
marginamiento en las decisiones políticas. Esta situación llevó a que se
levantara en contra de los regímenes absolutistas europeos.
El proceso estalló en 1789 y se dio en tres etapas: una primera
que fue hasta el imperio napoleónico, la segunda hasta la Revolución de 1830, y
la tercera hasta la Revolución de1848.
El ideario político que desato el proceso revolucionario
francés, además de la ilustración, fue aportado por el impacto de la independencia
de las colonias inglesas en Norteamérica, en 1776. El fundamento se basaba en
tres palabras: libertad,
representatividad y democracia, las cuales eran nuevos ideales que
recorrían el continente. El impacto de estas tres palabras se entiende desde la
necesidad que tenían los burgueses de oponerse a lo que se conocía como Antiguo
Régimen, es decir, el conjunto de las condiciones políticas, económicas y
sociales generadas por las monarquías absolutistas.
Las ideas de los filósofos ilustrados sirvieron para cuestionar
las bases del orden social y el papel de la iglesia, pues afirmaban que esta se
debía ocupar de las cuestiones espirituales y no intervenir en la política.
Paradójicamente, fue una de las épocas en que menos se firmaron
tratados políticos. El impacto de la revolución se debe más a los hechos que
produjo, pues era totalmente novedoso el ascenso de la burguesía al poder, el
fin del Antiguo Régimen, y su consecuencia, la formación de democracias
representativas. Para que este último aspecto fuera posible y tras el fracaso
de las negociaciones en los Estados generales, reunión de diputados que
representaban a los tres estamentos que conformaban la sociedad francesa, se
convocó una Asamblea constituyente, lo que aportaba un elemento también
novedoso porque convertía a la monarquía en constitucional.
Es decir, el rey ya no podía actuar solo, sino que estaba
limitado por el poder de una cámara de representantes elegidos por el pueblo.
El rey Luis XVl intentó disolver la Asamblea Constituyente, lo
cual dio lugar, en julio de 1789, a la culminación de la revolución. La
Asamblea continuó sus trabajos y adoptó cuatro medidas de gran importancia
política: proclamó la igualdad de todos los ciudadanos; aprobó la declaración
de los Derechos del hombre y del
ciudadano: aprobó la Constitución
Civil del Clero, por medio de la cual los cargos eclesiásticos estaban
sujetos a las autoridades civiles, y aprobó la Constitución de 1791, en la que
se proclamaba la soberanía nacional, la división de poderes y el derecho al
voto. Con estas medidas nació una nueva forma de concebir el poder, la política
y el Estado.
Los siguientes años fueron difíciles, las dificultades
económicas afectaron las decisiones del gobierno, cuya tarea principal era la
reorganización del Estado bajo nuevos presupuestos. Esta situación fue
aprovechada por el ejército, que se convirtió en el principal actor del escenario
político francés, lo cual favoreció el ascenso de Napoleón Bonaparte. Su
política creó un modelo de Estado que centralizaba la administración,
controlaba la educación y legislaba por el decreto.
El liberalismo, el
nacionalismo y el Estado nacional
La última etapa de la Revolución francesa se desarrolló con el
movimiento de 1848, en el cual los liberales y nacionalistas, acompañados en
esta ocasión de los obreros surgidos en la industrialización, se levantaron
contra la monarquía. Este movimiento iniciado en Francia se extendió por los
países de la Europa mediterránea y central, principalmente en Italia, los
Estados alemanes, Austria y Suiza.
Una de las ideologías políticas que más se favoreció con estos
acontecimientos fue el liberalismo, puesto que era la ideología que definía a
la clase burguesa que se fortalecía a grandes pasos en la medida que se llevaba
a cabo la Revolución industrial.
Inicialmente, durante el siglo XVlll, el liberalismo se entendió
como una filosofía del progreso, pero en el siglo XlX se fragmentó en varias
ideologías distintas, entre las cuales se distinguieron:
·
El liberalismo económico. Este planteamiento descansaba sobre dos
principios considerados fundamentales: riqueza y propiedad.
·
El liberalismo político. Se oponía al despotismo. Era el fundamento
doctrinal del gobierno representativo y de la democracia parlamentaria.
·
El liberalismo intelectual. Se caracterizó por un espíritu de tolerancia
y de conciliación, aunque esto no era exclusividad de los liberales. Una
primera forma de este liberalismo fue el romanticismo político, el cual estaba
alimentado por los recuerdos de la Revolución y el imperio. Se caracterizó por
la atención a los problemas sociales más que por las cuestiones puramente
políticas. La política clásica consistía en plantear los problemas para
intentar resolverlos, los románticos, por su parte, no trataban tanto de
resolverlos como de plantearlos en toda su amplitud. Sus representantes más
importantes fue Víctor Hugo, Chateaubriand, Lamennais y Michelet.
Después de la revolución de 1848, el liberalismo se convirtió en
la doctrina de la libertad. Entre sus principios básicos defendía la propiedad
privada, la libertad de empresa y de comercio, la libertad personal y de determinación
política. En este sentido adquirió diversas perspectivas, de acuerdo con las
necesidades y las condiciones políticas de cada religión.
En Francia, por ejemplo, el liberalismo permaneció vinculado a
la defensa de los intereses comerciales. En otros lugares fue económicamente
conservador y proteccionista.
En Alemania e Italia, el movimiento liberal promovió el
nacionalismo, lo que permitió conformar el Estado nacional. En los países de
Oriente, permitió su apertura al comercio occidental; las nuevas republicas
latinoamericanos se inspiraron en esta ideología para crear sus Constituciones
liberales. Sin embargo, uno de los efectos más importantes de la revolución de
48 y del creciente liberalismo, fue la necesidad de la burguesía de fundar
Estados sobre una base nacional, es decir, con un posado histórico, una lengua
y una cultura común.
Esto motivó los movimientos nacionalistas en contra de los
sectores dominantes, como ocurrió en Austria contra su rígida monarquía, en
Italia donde se concretó el movimiento de la joven Italia promovido por
Giuseppe Mazzini, en Hungría donde los nacionalistas adoptaron una constitución
que los proclamó independientes y, más tarde, en Alemania. Así nacían los
Estados nacionales.
Uno de los pensadores más sobresalientes sobre el tema del
Estado en esta etapa fue Wilhelm
Friedrich Hegel, quien opinaba que el Estado debía ordenar a la sociedad
civil y procurar la seguridad, la estabilidad y la justicia social. Debía
propiciar un verdadero sentido de la justicia, permitiendo la participación de
los hombres en el patrimonio social acumulado. Según Hegel, como cada individuo
busca su propio interés, era necesario que este fuera miembro del Estado, al
cual se debía subordinar como a Dios. Esta concepción mística del Estado
implicaba una subordinación total del hombre y la sociedad, por lo que fue
retomada por varios pensadores políticos de regímenes totalitarios.
El nacimiento del
socialismo
Frente a la difícil situación que creó la Revolución industrial,
se generaron organizaciones que buscan aliviar los conflictos entre trabajo y
capital, y acabar con la explotación de la cual eran víctimas los obreros por
parte de los capitalistas. Estos fueron los movimientos obreros, que tuvieron
su origen en Inglaterra y a donde se expandieron por mayor parte de Europa. Sin
embargo, los lentos progresos de estos movimientos, promovieron un conjunto de
ideas que buscaban la igualdad de condiciones para todos los hombres, las
cuales recibieron el nombre de socialistas. Las primeras doctrinas socialistas
eran románticas e idealistas, por lo que recibieron el nombre de socialismo
utópico.
Los socialismos utópicos se caracterizaron por su concepción
ideal de la sociedad y de los medios para llegar a ella. Las bases sobre las
cuales se creó la idealización de una sociedad más justa fueron, en primer
lugar, el ideario de la ilustración y principalmente idea del progreso. Junto a
ella, se pensó en la necesidad del régimen natural: la necesidad de identificar
los acontecimientos humanos con el equilibrio y la armonía de la naturaleza.
Todo dirigido hacia la creación del “reino de la felicidad”, en el cual debían
participar todos los hombres sin excepción, para lo cual propuso sustituir la
propiedad privada por la propiedad colectiva; y en vez de empresas
individuales, la cooperación fraterna para que el hombre volviera a la
felicidad. Estos socialismos utópicos tuvieron un marcado carácter moralista y
ético.
Sus pensadores se ocuparon de las consecuencias sociales de la
Revolución industrial, especialmente del problema de la producción y de la
injusta distribución de la riqueza. En Inglaterra su principal representante
fue Robert Owen, importante
empresario, quien llevó a delante los primeros experimentos de seguridad
social. En Francia se destacó Claude de Saint-Simon, quien sostuvo que la
política tenía por objeto el orden de las cosas favorables a todos los tipos de
producción y, por lo tanto, el gobierno tenía como principal misión organizar
la economía para lograr la reforma social. Otros fueron Charles Cabe y Pierre Blanc no
separaron la reforma social de la democracia política.
De igual forma, en el ambiente de la Revolución de 1848,
apareció un tipo de socialismo completamente distinto, el socialismo
científico, cuyos ideológicos fueron Carlos
Marx y Federico Engels.
Estos se inspiraron en la filosofía de Hegel, en los economistas
liberales y en los socialistas utópicos.
Con estas bases, desarrollaron una teoría que afirmaba que el
socialismo era el resultado necesario de la lucha entre dos clases formadas
históricamente; el proletariado y la burguesía. Partían de una crítica de la
sociedad capitalista y de la interpretación materialista de la historia, según
la cual todos los hechos históricos estaban determinados por lo económico.
Luego, la tarea consistió en investigar el proceso económico del capitalismo
sobre el cual brotaron estas clases sociales y el conflicto que sostenían. En
seguida, propusieron soluciones a la situación. El descubrimiento del secreto
de la producción capitalista, la plusvalía y la dialéctica materialista de la
historia, le dio al marxismo el carácter de ciencia. Marx se pronunció contra
el trabajo que los obreros realizaban en las nacientes fabricas porque
atentaban contra su dignidad.
Los medios de producción ya no pertenecían a
los trabajadores y solo unos pocos eran sus propietarios. Esto producía una
lucha entre las clases sociales, que debía llevar a que los trabajadores se
organizaran en una clase y luego en un partido. Cuando triunfara la revolución
socialista, se instauraría la dictadura del proletariado que debía eliminar al
Estado vigente, paso previo para logarla sociedad comunista, sin clases. A
partir de las tesis marxistas surgieron los socialismos reformistas, que no
aceptaron la necesidad de la revolución y propusieron llegar al socialismo a
través de un proceso gradual. Algunas de sus propuestas fueron subordinar el
mercado de las necesidades sociales, controlar e intervenir en la economía,
restringir la propiedad privada y distribuir el poder político fortaleciendo el
Estado democrático.
Marx y Engels tomaron contacto con los
movimientos obreros y su resultado fue el Manifiesto
del partido comunista, que se convirtió en la base de las organizaciones
obreras. Este libro permitió incrementar tanto la expansión del movimiento
obrero como sus actividades para convertirse en una gran fuerza social. Por
este motivo, desde mediados del siglo XlX se aceleró el proceso de
concientización obrera frente a su situación y a su propio reconocimiento como
clase social, lo que permitió la organización de los movimientos obreros
sindicales y políticos en toda Europa.
El
imperialismo
Dentro del ambiente político nacionalista
aparecieron nuevas ideas políticas, siendo el imperialismo la más
representativa. La acumulación de riquezas como consecuencia del capital
financiero a lo largo del siglo XlX, abrió la brecha entre el mundo europeo que
quería modernizar al resto del mundo. La expansión del mercado, el ansia de
progreso y la necesidad de proteger su producción, motivaron la expansión
europea. El hecho se inició con la Conferencia de Berlín en 18885, donde se
sentaron las reglas del procedimiento internacional para la “ocupación
efectiva” de los territorios de África y Asia.
A partir del nacionalismo, en Europa se creó
la idea de la superioridad racial de los europeos. Por tanto, sus derechos y
sus deberes se plasmaban en una misión: civilizar a quienes ellos consideraban
bárbaros, especialmente a los africanos y asiáticos. Por aquel entonces estaban
de moda las teorías de Darwin, quien afirmaba la sobrevivencia de las especies.
Se tomó el darwinismo y con él se justificó que la raza más fuerte era la
blanca y, por tanto, estaba llamada a triunfar sobre las otras. Para los
europeos esta justificación implicaba un derecho humanitario: el derecho de la
conquista para establecer el “buen gobierno”, de manera especial el inglés.
Una segunda justificación fue la defensa de
los intereses económicos, políticos y sociales estrechamente vinculados al
nacionalismo europeo. Para esto, consideraron superiores sus virtudes
nacionales, lo demás era inferior.
El imperialismo también se justificó afirmando
que este aportaba beneficios económicos y culturales a las naciones conquistadas.
En Europa se creía que la expansión del sistema económico capitalista era
necesaria para el desarrollo del mundo.
Los
cambios del siglo XX
El
marxismo-lenismo
Las ideas marxistas fueron puestas en práctica
en Rusia tras la victoria de la Revolución bolchevique de 1917, la cual acabó
con el gobierno autoritario del zar. Para entonces, Rusia era un país
mayoritariamente rural, su industrialización aún era incipiente.
El marxismo había sido elaborado para
sociedades capitalistas que debían hacer el tránsito al comunismo, y como en
Rusia no cumplía con esta característica, la ideología de Marx Engels sufrió su
primera interpretación, la cual fue llevada a cabo por Vladimir llich Lenin, el líder de la Revolución de 1917. Lenin
compartía la teoría marxista de que una revolución socialista debía ser un
movimiento proletario, pero al carecer de estos, involucró a los campesinos en
su proyecto político.
Lenin, principal líder de la revolución,
pensaba que el éxito del proceso soviético no era completo sino se extendía la
revolución por toda Europa, que por aquellos días se encontraba en media de un
gran caos político y social. Las potencias, temerosas del éxito de la expansión
socialista, reprimieron todos los movimientos sociales en sus respectivos
países. Posteriormente, cuando Lenin se dio cuenta de la estabilidad de las
democracias burguesas, orientó su política a la consolidación del Estado
soviético.
En 1923, el congreso de los sóviets creó la
Constitución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS. Desde
entonces los sóviets se constituyeron una institución piramidal, parlamentaria
y ejecutiva. El ejército y la administración se burocratizaron. Cuando Lenin murió
en 1924, quienes podían acceder al poder eran dos figuras enfrentadas: Stalin y
Trotsky. Stalin proponía la teoría del “socialismo en un solo país”, con el
cual pretendía desarrollar los logros de la Revolución en la URSS. Trotsky
proponía la “revolución permanente” según la cual, el poder se podía mantener
generalizado la revolución a nivel mundial. Stalin fue adquiriendo apoyo hasta
que, en 197, logró expulsar a Trotsky del partido y, posteriormente,
desterrarlo en 1929.
La revolución rusa cambió el panorama político
en Europa. Los primeros resultados que arrojó esta revolución sorprendieron a
los políticos y jefes de Estado de Europa.
La organización de la nueva Rusia contemplaba
la supresión de la propiedad privada, la nacionalización de los bancos, el
establecimiento de la dictadura del proletariado, el nombramiento de los
comités de fábricas y la entrega de armas a los jefes populares.
El
fascismo
Como consecuencia del proceso social y
político que siguió a la Primera Guerra Mundial y a la crisis económica de 1929,
se formaron en Europa dos agrupaciones políticas de gran importancia, una en
Italia y la otra en Alemania, las cuales tuvieron un elemento común que recibió
el nombre de fascismo. Tanto el fascismo italiano como el alemán, más conocido
como nacionalsocialismo, surgieron como esfuerzos para suprimir las diferencias
de clase y de grupo, y como una estrategia para su crecimiento imperialista.
Para lograr estos fines, el fascismo
desarrolló una organización del Estado de carácter totalitario, en el que la
autoridad podía y debía controlar todo acto y manifestación de los individuos,
para utilizarlo en el incremento de la fuerza nacional. Nada debía estar fuera
de su jurisdicción. Lo económico, lo moral y lo cultural eran recursos
nacionales, que debían ser controlados y utilizados por el gobierno.
La situación económica de Italia y de
Alemania, que era delicada por la deuda contraía por las potencias después de
la Primera Guerra Mundial, y luego agravada por la crisis del 29, impulsó a que
estos Estados tomaran las riendas de la economía y la pusieran en función de la
producción interna. En Alemania, la organización del Estado totalitario nazi se
caracterizó por su extrema jerarquización. Su ideología se basaba en el culto a
la fuerza, la supremacía de la raza aria, el odio a minorías étnicas,
especialmente a los judíos y gitanos, y la obediencia ciega al jefe. Esto se
logró a través de un control directo sobre los medios publicitarios y de
comunicación. Junto a esto funcionó una serie de organizaciones que dependían del partido nazi, con las cuales se
restringían y se controlaban las actividades de los ciudadanos.
La educación, el ocio y la recreación se
convirtieron en instrumentos de propaganda y fueron reglamentados. Al individuo
no le quedó ningún recinto privado que pudiera llamar suyo y no hubo asociación
de individuos que no estuviera sujeta al control político. Como principio de
organización política, el totalitarismo fascista era una dictadura que además
se sustentaba en la fuerza militar.
Igualmente, un aspecto representativo fue el
uso político de la propaganda, la cual obedecía a la idea de que el pueblo
estaba constituido por las “masas”, sin ninguna formación, salvo la que
quisiera proporcionarle el Estado para alcanzar sus objetivos.
El
pensamiento político en el Tercer mundo
Durante muchos siglos europeos subestimaron la
capacidad que podían tener los africanos y los asiáticos para pensar
políticamente para crear ideas sobre las cuales podían regir los destinos de
sus naciones.
Una de las razones que se empleó para
justificar la expansión imperial durante el siglo XlX fue precisamente esta,
los africanos y los asiáticos no tenían la capacidad para gobernarse, por tanto,
Europa le correspondía la tarea de hacerlo por ellos. Esta misma creencia
estuvo presente durante la primera mitad del siglo XX, pero sorpresivamente en
cada una de las regiones colonizadas que aparecieron no solo líderes sino
también ideólogos que contribuyeron a la independencia de sus naciones. Veamos
algunos rasgos característicos de su visión política.
El
pensamiento político de Gandhi
Desde mediados del siglo XlX, la presencia
colonial británica en India mantuvo sometido el país. Pero la aparición de un
personaje hizo posible la separación del camino hacia la independencia:
“Mahatma” Gandhi.
Su actividad política anticolonialista comentó
en 1919, cuando empezó la crisis proindependentista. Su método de lucha estaba
basado sobre el ahmisa, o no violencia, que a su vez se apoyaba en campañas de
desobediencia pasiva. De acuerdo con las ideas de Gandhi, la salvación de India
vendría de una transformación espiritual y no política.
El socialismo esbozado por este líder también
se basa en la idea del satyagraha, o confianza en la verdad y en la fuerza del
alma. Sobre estos dos aspectos Gandhi desarrolló su método político; ejerciendo
el ahimsa, su política para liberar a India de la dependencia de Inglaterra se
oponía a la destrucción de la vida bajo cualquier manera, aún de las más
sutiles como explotación y la pobreza. Por esta razón proponía que al enemigo
no se le debía odiar, pues este era igual a ellos. En la misma medida, el
satyagraha debía conducir a un sentido de la justicia que estaba basado en el
respeto mutuo.
Gandhi pretendía con su política de la
no-violencia crear el swaraj, o autogobierno. Este era el fruto de un estado de
no-violencia generalizado y que debía estar integrado por la masa. Con base en
estos elementos, incitó a la población a que ejercieran una actitud de “no
colaboración” con las autoridades coloniales inglesas, pues por este medio se
podía lograr que los funcionarios europeos reconocieran la verdadera justicia.
Gandhi sabía que este método era lento pero seguro, y así lo comprobó, pues de
este modo logró la independencia de su país en 1947.
Los
movimientos nacionalistas
Tomando elementos heredados de la tradición
liberal y nacionalista europea, los países del Tercer Mundo desarrollaron sus
propios movimientos nacionalistas. La organización política sobre la base de un
Estado nacional de las culturas afro-asiáticas, se llevó a cabo con las ideas
que llevaron a sus países aquellos líderes nativos que se educaron en las
universidades europeas. Una vez en sus países de origen, crearon movimientos políticos
con los cuales defendían su capacidad para el autogobierno.
Sin embargo, el acontecimiento que abrió un
apuesta nacionalista de importancia fue la Conferencia de Bandung, ciudad de
Indonesia, en 1955. De esta conferencia resultó la Carta de los derechos de los
países coloniales, la cual enunciaba diez principios fundamentales cuyo común
denominador era el respeto a los derechos de soberanía e integridad territorial
de todas las naciones y a la libre determinación de cada pueblo.
El nacionalismo se llevó a cabo de diversas
maneras. Por ejemplo, los países árabes-musulmanes desarrollaron un
nacionalismo basado en su religión y, algunas veces, con una fuerte influencia
socialista. Es este caso se desarrolló un fuerte renacimiento del islam que algunos
llaman “fundamentalista”, pero que en el fondo era el rescate de sus
tradiciones sociales y culturales. Otras regiones fundamentaron el nacionalismo
en el idioma o en las costumbres, como fue el caso de los movimientos de África
Negra.
Entre los ideológicos nacionalistas
sobresalieron Sukarno en Indonesia, Patricio Lumumba en Congo, Nnamdi Azikiwe
en Nigeria, Nehrú en la India, Mao en China y Franz Fanon en Argelia.
El
socialismo del siglo XX
Durante el siglo XX surgió un grupo de intelectuales neomarxistas, como George
Lucas y Antonio Gramsci, quienes volvieron a las fuentes del marxismo
desechando el planteamiento de la dictadura del proletariado.
Otros grupos aceptaron algunos planteamientos
marxistas pero no fueron totalmente ortodoxos como la escuela de Fráncfort,
representada con Adorno y Habermas; el existencialismo marxista francés, con
Merleau-Ponty; el freudo-marxismo de Reich, Fromm y Marcuse; el estructuralismo
marxista, representado por Goldman.
En la actualidad, la mayoría de los
socialismos rechazan la lucha de clases y los métodos violentos para llegar al
poder. Muchas de sus organizaciones son partidas de la intervención estatal en
los aspectos sociales, como la educación, la salud y la seguridad social.
El
neoliberalismo
Este nuevo planteamiento se impuso a partir de
la década del setenta, y en él se propuso la no intervención del Estado en la
economía de los países, argumentando que su actividad entorpece a los agentes
económicos privados, distorsiona el libre funcionamiento del mercado y
repercute en una mala distribución de los recursos. Esta propuesta ha sido
adoptada por varios gobiernos y se refleja en las políticas de apertura
económica, integración de mercados mundiales y fomento de la competencia. Se
mantienen los principios políticos correspondientes al liberalismo
proteccionista e intervencionista.
En la actualidad, el neoliberalismo comparte
el espacio político con la democracia participativa, en donde el poder del
pueblo no se debe reducir a decidir quién resuelve los problemas, sino que debe
ser capaz de solucionarlos por sí mismo.
Siglo
XXl un siglo de geopolítica
Al finalizar el siglo XX, la mayoría de los
países que aplicaron los planteamientos del neoliberalismo, intentaron
solucionar los problemas, pero se agudizaron.
En efecto, la pobreza, el desempleo, la
carencia de servicios públicos, etc., desmejoraron con las fórmulas de la
privatización de lo público y reducción del Estado.
No obstante, el fenómeno de la globalización
no sólo hizo comunes el aumento geométrico de la población, la demanda de
bienes por parte de esta población, el avance científico y tecnológico en
informática y telecomunicaciones sino la geopolítica: la ciencia del Estado o
comunidades de Estados que estudia las relaciones de poder que se dan entre las
naciones.
La geopolítica del siglo XXl implica dar
solución a problemas globales dejando atrás la violencia entre los Estados o al
interior de estos e impulsando comunidades políticas, como la Unión Europea.
Esto no significa que las naciones-Estado
desaparezcan, pero tampoco se trata de integrar uniones de Estados como las
propiciadas por pactos económicos.
La geopolítica del siglo XXl busca enfrentar
los problemas comunes de la humanidad, tales como los cambios en la población,
el reclamo de justicia, los desajustes políticos y las catástrofes ecológicas.
No obstante, la actual geopolítica reclama evitar la homogeneidad y reforzar la
heterogeneidad de las regiones y sus poblaciones, así como el fortalecimiento
de las culturas locales. Además, implica el reordenamiento político y
administrativo mundial.