Karl Marx, Friedrich Nietzsche y Sigmund Freud
Los tres maestros de la sospecha, fundadores de discurso transformador, según
la expresión de Paul Ricoeur que, aunque derivada de una compleja hermenéutica, ha pasado a conocerse de tal manera, desde su
publicación en 1970, que es un referente, desde la filosofía hasta la crítica
de cine.
"Afirma
Ricoeur que Descartes puso en duda que las cosas fuesen tal y como aparecen,
pero no dudó de que la conciencia fuese tal y como se aparece a sí misma. Por
el contrario, los tres maestros de la sospecha: Marx, Freud y Nietzsche, aunque
desde diferentes presupuestos, consideraron que la conciencia en su conjunto es
una conciencia falsa. Así, según Marx, la conciencia se falsea o se enmascara
por intereses económicos, en Freud por la represión del inconsciente y en
Nietzsche por el resentimiento del débil. Sin embargo, lo que hay que destacar
de estos maestros no es ese aspecto destructivo de las ilusiones éticas,
políticas o de las percepciones de la conciencia, sino una forma de interpretar
el sentido.
En ese uso simplificado, se relaciona a los tres pensadores del siglo
XIX con la crítica al racionalismo dominante en el pensamiento y en general
toda la civilización occidental (sobre todo tras la Ilustración);
por cuanto ven la razón como
una simple justificación de pulsiones más profundas: el materialismo económico
(Marx), la voluntad de poder (Nietzsche) o el inconsciente dinámico,
expresado en el deseo sexual, la frustración y la agresividad (Freud).
Lo que quiere Marx es alcanzar la liberación por una praxis que haya
desenmascarado a la ideología burguesa.
Nietzsche pretende la restauración de la fuerza del hombre por la
superación del resentimiento y de la compasión.
Freud busca una curación por la conciencia y la aceptación del principio
de realidad.
Los tres tienen en común la denuncia de las ilusiones y de la falsa
percepción de la realidad, pero también la búsqueda de utopías. Los tres
realizan una labor arqueológica de búsqueda de los principios ocultos de la
actividad consciente, si bien, simultáneamente, construyen una teleología, un
reino de fines.
Ricoeur, como ellos, acepta el lado ascético de la reflexión, su papel
de aguafiestas ante determinadas percepciones de la realidad. Pero
tras el necesario purgatorio de la crítica marxista, freudiana y nietzscheana,
viene la recuperación del sentido, el restablecimiento de una ingenuidad
purificada y fuerte."
Eymar,
Carlos: El Cicerone. En memoria de Paul Ricoeur.
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