sábado, marzo 22, 2025

Tales de Mileto y otros filósofos


 

La idea del arjé en la filosofía griega

 


Comprende tres aspectos:

Origen explicativo de la naturaleza, de donde se conforman todos los seres. Los griegos conciben el universo como algo eterno, y para explicar su origen se ha de recurrir a algo que prevalezca a través del movimiento: para unos será el aire, para otros el agua. 

Sustrato, de lo que están compuestos todos los seres.

Causa, que explique el movimiento o cambio. 

La primera escuela presocrática que nos encontramos es la de los milesios, sobre el s. VII a. C.; a ellos se debe las primeras identificaciones del arjé. Distinguimos: 

Tales de Mileto. Sostiene que el arjé es el agua, que a través de distintos procesos de condensación y rarificación produce ola multiplicidad. 

Anaxímenes de Mileto. Identifica el arjé con el aire.                                                                                                                                                             

Anaximandro de Mileto. Probablemente el menos convencido del carácter racional del conocimiento, identifica el arjé con algo indeterminado, al que denomina apeiron, algo que no podemos entender o conocer. 

Pitágoras, tras estudiar matemáticas en Egipto regresa a Grecia donde funda una escuela que, por su carácter esotérico y cerrado más bien puede considerarse como una secta. 

Introducen las matemáticas como la estructura del universo. En un principio observaron que la realidad tiene un comportamiento matemático: se pueden medir fenómenos, se observan proporciones. 

Llegan a la conclusión de que el orden del Universo es matemático; y como todo lo matemático puede reducirse a números, llegaron a la conclusión de que el arjé de las cosas son los números. 

Según los pitagóricos los números aparecen en parejas, por lo que afirman que la naturaleza es algo dualista: noche-día, macho-hembra, Todo se organiza por parejas de la que destacan par - impar. 

Finalmente asignan a cada cosa un número. Por ejemplo, al Universo, por considerarse perfecto, se le asigna el número 10, que para los griegos era el número más perfecto. Por eso el Universo habría de estar formado por una gran masa de fuego, que es el sol, rodeado por nueve planetas que giran en órbitas circulares. 

Entre los siglos VI - V a. C. nos encontramos con la figura de Heráclito de Éfeso. Parte del dinamismo y movimiento del Universo, movimiento que, sin embargo, según él, no nos lleva al caos, sino que está sometido a un orden, armonía o ley: la dialéctica. Esta es consecuencia del equilibrio que se produce entre la lucha de contrarios. La dialéctica es pues, según Heráclito, el arjé explicativo del Universo, que representó mediante el fuego.

Parménides de Elea, sostiene, sin embargo, tesis contrarias a las de éste.

Partiendo de unas afirmaciones a primera vista evidente:

·     lo que es existe

·     lo que no es no existe,

Llega sin embargo a unas conclusiones bastante peculiares:

·     el movimiento no existe, puesto que es el cambio de una cosa que es a otra que no es, o viceversa.

·     la diversidad no existe, porque si existiera más de un ser, uno no sería el otro y el otro no sería el primero.

El arjé será por lo tanto un ser inmóvil y único; es pues, el único filósofo griego que niega el movimiento.

Sin embargo, hay que explicar un movimiento que parece evidente. Para ello Parménides dice que existen dos vías de conocimiento, la vía de los sentidos o la opinión (doxa) y la vía de la razón o la verdad (aletheida). Los sentidos nos engañan hasta el punto que nos parece que existe el cambio. Sin embrago, la razón nos puede demostrar que el movimiento es algo imposible.

Tuvo dos discípulos, Zenón de Elea y Melisso de Samos que demostraron racionalmente la imposibilidad del movimiento mediante aporías, razonamientos de los cuales si admitimos los fundamentos tenemos que admitir las conclusiones.

De la unidad no puede surgir la pluralidad, porque supondría el paso del ser al no ser.

A partir de Parménides los filósofos adoptan el pluralismo, es decir, admiten una pluralidad de realidades que existen desde siempre y que por lo tanto son eternas.

El primer pluralista fue Anaxágoras (s. V a. C.), según el cual la realidad está formada por unas partículas que denominó homeomerías, que traducido literalmente significa todo está en todo y participa de todo. 

Para explicar el cambio de estas partículas, el movimiento, nos habla de un nous o entendimiento universal: una realidad espiritual, divina, que imprime el movimiento a esta partícula provocando su mezcla y la creación de sucesivos y eternos mundos. Es un concepto muy importante, pues es la primera vez que aparece la idea de una realidad divina. 

Sin embargo, una vez llegado a este punto no acierta a completar sus teorías: ¿creó esa realidad divina las partículas?, ¿es eterna? 

Recurre entonces a una segunda explicación mediante el éter, homeomerías especiales en eterno movimiento, que imprime éste movimiento a las restantes. Anaxágoras pues se debate entre el finalismo y el mecanicismo. 

Demócrito de Abdera (s. V a. C.), recibe su influencia de los planteamientos de Parménides: existe una única realidad en el Universo, pero esa realidad no tiene por qué ser esférica. Para él los átomos o partículas que forman el Universo tienen multitud de formas y son eternos, múltiples desde la eternidad. 

Para explicar el movimiento, Demócrito afirma que es precisamente el no ser, el hecho de que "el no ser no exista", lo que explica el movimiento. Expliquemos esta idea: el no ser significa la ausencia, el vacío, un vacío que sirve como campo de acción para que se produzca el movimiento, para que el átomo se dirija a éstas zonas y se combine. El movimiento no surge en un momento determinado, es eterno.  

¿Existe algún orden, una realidad que le confiera una finalidad? No, según Demócrito el Universo no tiene finalidad externa ni está sometido a un Dios. Se define pues totalmente por el mecanicismo: para él los movimientos se producen al azar.

 





Arjé y Filósofos Presocráticos

 








Valorar más, juzgar menos


 



 Internet  está plagado de contenido. Algunos pasan inadvertidos y otros acaban convirtiéndose en viral, aglutinando reacciones positivas y odios por igual, pero un con un alto seguimiento. Y, aunque resulta complicado predecir cuál acabará amasando un interés masivo, hay mensajes que están llamados a ser un éxito, especialmente aquellos que tocan el corazón de los internautas, hablan de superación, de mejorar, de ser más humanos y menos déspotas.

Ese es el caso de un post que recorre las redes sociales y que en algo más de 10 días ha sido compartido por 21.928 veces. Se desconoce quién es el autor de esta parábola que le ofrecemos a continuación, pero fue el conferencista estadounidense Jürgen Klaric el responsable de hacerla viral tras compartirla en su muro de Facebook.

Dice así:

“Un profesor escribió así en la pizarra:

9 x  1 =     7
9 x  2 =  18
9 x  3 =  27
9 x  4 =  36
9 x  5 =  45
9 x  6 =  54
9 x  7 =  63
9 x  8 =  72
9 x  9 =  81 
9 x 10 = 90

En el salón no faltó alguien que se percató del error y se burló, al final todos empezaron a reírse. El profesor esperó a que todos se queden en silencio y dijo: “Es así como ustedes ven el mundo, me equivoqué a propósito para mostrarles como nos comportamos ante algún error que cometemos. Nadie te elogia o te felicita por haber acertado nueve veces, solamente te juzgan y se ríen en tu cara por haber cometido un error”

MORALEJA:

Debemos aprender a valorar a las personas por sus aciertos, y no estar a la expectativa de sus fracasos.




La Economía del futuro y la IA

 



El futuro es incierto y está lleno de desafíos:

¿Cómo rescatar nuestras ciudades y hacer frente a las desigualdades?

¿Cómo afrontar un futuro envejecido y reducir la brecha de género?

El programa se pregunta cómo cambiará el mundo la revolución de la IA.

Es hora de pensar en el futuro.

Cuenta con la participación de Jeremy Kahn, de Bloomberg Tech, Mike McDonough, economista jefe global de Bloomberg Intellligence, y Gideon Mann, jefe de ciencia de datos de Bloombeg.

La segunda parte cuenta con Martin Ford, autor de Rise of the Robots. 

La tercera parte presenta cómo la IA cambiará muchas actividades.

jueves, marzo 13, 2025

Taller Técnicas de Manipulación Mediática

 

Análisis, Comprensión y Contextualización

Las Respuestas deben ser argumentadas y sustentadas.

Utilice Términos Específicos del área para sustentar sus análisis y argumentos.






1. ¿Qué inquietudes le genera el artículo? 

2. Copie los Términos Específicos que sirven de fundamento al artículo. 

3. ¿De qué manera nos dominan y nos vuelven dóciles, obedientes y sumisos?  

4. Cite cinco ejemplos de la realidad donde se evidencie lo afirmado en el texto. 

5. ¿En cuáles de las diez estrategias que expone el autor, se ve usted reflejado? ¿De qué manera? 

6. ¿Qué otro título le pondría a este artículo y cuáles adjetivos calificativos utilizaría para definirlo? 

7. ¿Qué tácticas implementar? ¿Qué se podría hacer para contrarrestar este dominio y control social? 

8. ¿Por qué es posible esta manipulación como estrategia de dominación por quienes ostentan el poder? 

9. ¿Qué destacaría de estas formas y maniobras implementadas para lograr la manipulación de la sociedad? 

10. ¿Cómo lograr liberarnos de esta nueva esclavitud que impone el sistema dominante través de la seducción de una tecnología alienante?  

11. ¿Por cuáles medios cree que nos manipulan más fácil y así nos adoctrinan para el logro y beneficio de intereses privados y particulares? 

12. ¿De qué manera la tecnología ha contribuido a implementar y lograr un control sobre la sociedad por parte de quienes ostentan el poder? 

13. ¿Por qué la mediocridad, el conformismo, el facilismo y el hedonismo de una parte de la sociedad, contribuyen y se articulan a las estrategias que plantea el autor del artículo?






Técnicas de Manipulación Mediática

 






La estrategia de la distracción.

Elemento primordial del control social


La manipulación mediática a la que somos sometidos a diario. 



“El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos”.

1. La estrategia de la distracción. 

El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público   interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. ”Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

2. Crear problemas y después ofrecer soluciones. 

Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

3. La estrategia de la gradualidad. 

Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas 1980-1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.

4. La estrategia de diferir. 

Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad. 

La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante.

¿Por qué? “Si uno se dirige a una   persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos”.

6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión. 

Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un cortocircuito en el análisis racional, y finalmente al sentido crítico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas,   deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…

7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad. 

Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad. 

Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido,   vulgar e inculto, cero lectura.

9. Reforzar la auto-culpabilidad. 

Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, ¡sin acción, no hay revolución!


10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen.

En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídos y utilizados por las élites dominantes.

Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.






jueves, febrero 13, 2025

Elogio de la dificultad

   

                                              

La pobreza y la impotencia de la imaginación nunca se manifiestan de una manera tan clara como cuando se trata de imaginar la felicidadEntonces comenzamos a inventar paraísos, islas afortunadas, países de cucaña. 

Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte; y, por tanto, también sin carencias y sin deseo: un océano de mermelada sagrada, una eternidad de aburrición. 

Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes. Todas estas fantasías serían inocentes e inocuas, si no fuera porque constituyen el modelo de nuestros anhelos en la vida práctica. Aquí mismo en los proyectos de la existencia cotidiana, más acá del reino de las mentiras eternas, introducimos también el ideal tonto de la seguridad garantizada; de las reconciliaciones totales; de las soluciones definitivas. Puede decirse que nuestro problema no consiste solamente ni principalmente en que no seamos capaces de conquistar lo que nos proponemos, sino en aquello que nos proponemos: que nuestra desgracia no está tanto en la frustración de nuestros deseos, como en la forma misma de desear. 

Deseamos mal. En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor, y por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo. En vez de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de satisfacción, una monstruosa sala-cuna de abundancia pasivamente recibida. En lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo, revelada por espíritus que nunca han existido o por caudillos que desgraciadamente sí han existido. 

Adán y sobre todo Eva, tienen el mérito original de habernos liberado del paraíso, nuestro pecado es que anhelamos regresar a él. Desconfiemos de las mañanas radiantes en las que se inicia un reino milenario. Son muy conocidos en la historia, desde la Antigüedad hasta hoy, los horrores a los que pueden y suelen entregarse los partidos provistos de una verdad y de una meta absolutas, las iglesias cuyos miembros han sido alcanzados por la gracia –por la desgracia– de alguna revelación. El estudio de la vida social y de la vida personal nos enseña cuán próximos se encuentran una de otro la idealización y el terror.  La idealización del fin, de la meta y el terror de los medios que procurarán su conquista. Quienes de esta manera tratan de someter la realidad al ideal, entran inevitablemente en una concepción paranoide

de la verdad; en un sistema de pensamiento tal, que los que se atreverían a objetar algo quedan inmediatamente sometidos a la interpretación totalitaria sus argumentos, no son argumentos, sino solamente síntomas de una naturaleza dañada o bien máscaras de malignos propósitos. 

En lugar de discutir un razonamiento se le reduce a un juicio de pertenencia al otro –y el otro es, en este sistema, sinónimo de enemigo –, o se procede a un juicio de intenciones. Y este sistema se  desarrolla peligrosamente hasta el punto en que ya no solamente rechaza toda oposición, sino también toda diferencia: el que no está conmigo, está contra mí, y el que no está completamente conmigo, no está conmigo. Así como hay, según Kant, un verdadero abismo de la acción, que consiste en la exigencia de una entrega total a la “causa” absoluta y concibe toda duda y toda crítica como traición o como agresión. Ahora sabemos, por una amarga experiencia, que este abismo de la acción, con sus guerras santas y sus orgías de fraternidad no es una característica exclusiva de ciertas épocas del pasado o de civilizaciones atrasadas en el desarrollo científico y técnico; que puede funcionar muy bien y desplegar todos sus efectos sin abolir una gran capacidad de inventiva y una eficacia macabra. Sabemos que ningún origen filosóficamente elevado o supuestamente divino, inmuniza a una doctrina contra el riesgo de caer en la interpretación propia de la lógica paranoide que afirma un discurso particular –todos lo son– como la designación misma de la realidad y los otros como ceguera o mentira. 

El atractivo terrible que poseen las formaciones colectivas que se embriagan con la promesa de una comunidad humana no problemática, basada en una palabra infalible, consiste en que suprimen la indecisión y la duda, la necesidad de pensar por sí mismo, otorgan a sus miembros una identidad exaltada por la participación, separan un interior bueno –el grupo – y un exterior amenazador. Así como se ahorra sin duda la angustia, se distribuye mágicamente la ambivalencia en un amor por lo propio y un odio por lo extraño y se produce la más grande simplificación de la vida, la más espantosa facilidad. Y cuando digo aquí facilidad, no ignoro ni olvido que precisamente este tipo de formaciones colectivas, se caracterizan por una inaudita capacidad de entrega y sacrificios; que sus miembros aceptan y desean el heroísmo, cuando no aspiran a la palma del martirio. Facilidad, sin embargo, porque lo que el hombre teme por encima de todo no es la muerte y el sufrimiento, en los que tantas veces se refugia, sino la angustia que genera la necesidad de ponerse en cuestión, de combinar el entusiasmo y la crítica, el amor y el respeto. 

Un síntoma inequívoco de la dominación de las ideologías proféticas y de los grupos que las generan o que someten a su lógica doctrinas que les fueron extrañas en su origen, es el descrédito en que cae el concepto de respeto. No se quiere saber nada del respeto, ni de la reciprocidad, ni de la vigencia de normas universales. Estos valores aparecen más bien como males menores propios de un resignado escepticismo, como signos de que se ha abdicado a las más caras esperanzas. 

Porque el respeto y las normas sólo adquieren vigencia allí donde el amor, el entusiasmo, la entrega total a la gran misión, ya no pueden aspirar a determinar las relaciones humanas. Y como el respeto es siempre el respeto a la diferencia, sólo puede afirmarse allí donde ya no se cree que la diferencia pueda disolverse en una comunidad exaltada, transparente y espontánea, o en una fusión amorosa.  

No se puede respetar el pensamiento del otro, tomarlo seriamente en consideración, someterlo a sus consecuencias, ejercer sobre él una crítica, válida también en principio para el pensamiento propio, cuando se habla desde la verdad misma, cuando creemos que la verdad habla por nuestra boca; porque entonces el pensamiento del otro sólo puede ser error o mala fe; y el hecho mismo de su diferencia con nuestra verdad es prueba contundente de su falsedad, sin que se requiera ninguna otra. Nuestro saber es el mapa de la realidad y toda línea que se separe de él sólo puede ser imaginaria o algo peor: voluntariamente torcida por inconfesables intereses. Desde la concepción apocalíptica de la historia las normas y las leyes de cualquier tipo, son vistas como algo demasiado abstracto y mezquino frente a la gran tarea de realizar el ideal y de encarnar la promesa; y por lo tanto sólo se reclaman y se valoran cuando ya no se cree en la misión incondicionada. 

Pero lo que ocurre cuando sobreviene la gran desidealización no es generalmente que se aprenda a valorar positivamente lo que tan alegremente se había desechado, estimado sólo negativamente; lo que se produce entonces, casi siempre, es una verdadera ola de pesimismo, escepticismo y realismo cínico. Se olvida entonces que la crítica a una sociedad injusta, basada en la explotación y en la dominación de clase, era fundamentalmente correcta y que el combate por una organización social racional e igualitaria sigue siendo necesario y urgente. 

A la desidealización sucede el arribismo individualista que además piensa que ha superado toda moral por el sólo hecho de que ha abandonado toda esperanza de una vida cualitativamente superior. 

Lo más difícil, lo más importante. Lo más necesario, lo que a todos modos hay que intentar, es conservar la voluntad de luchar por una sociedad diferente sin caer en la interpretación paranoide de la lucha. Lo difícil, pero también lo esencial es valorar positivamente el respeto y la diferencia, no como un mal menor y un hecho inevitable, sino como lo que enriquece la vida e impulsa la creación y el pensamiento, como aquello sin lo cual una imaginaria comunidad de los justos cantaría el eterno hosanna del aburrimiento satisfecho. Hay que poner un gran signo de interrogación sobre el valor de lo fácil; no solamente sobre sus consecuencias, sino sobre la cosa misma, sobre la predilección por todo aquello que no exige de nosotros ninguna superación, ni nos pone en cuestión, ni nos obliga a desplegar nuestras posibilidades. Hay que observar con cuánta desgraciada frecuencia nos otorgamos a nosotros mismos, en la vida personal y colectiva, la triste facilidad de ejercer lo que llamaré una no reciprocidad lógica: Es decir, el empleo de un método explicativo completamente diferente cuando se trata de dar cuenta de los problemas, los fracasaos y los errores propios y los del otro cuando es adversario o cuando disputamos con él. En el caso del otro aplicamos el esencialismo: lo que ha hecho, lo que le ha pasado es una manifestación de su ser más profundo; en nuestro caso aplicamos el circunstancialismo, de manera que aún los mismos fenómenos se explican por las circunstancias adversas, por alguna desgraciada coyuntura. Él es así; yo me vi obligado. Él cosechó lo que había sembrado; yo no pude evitar este resultado. El discurso del otro no es más que de su neurosis, de sus intereses egoístas; el mío es una simple constatación de los hechos y una deducción lógica de sus consecuencias. Preferiríamos que nuestra causa se juzgue por los propósitos y la adversaria por los resultados. 

Y cuando de este modo nos empeñamos en ejercer esa no reciprocidad lógica que es siempre una doble falsificación, no sólo irrespetamos al otro, sino también a nosotros mismos, puesto que nos negamos a pensar efectivamente el proceso que estamos viviendo. La difícil tarea de aplicar un mismo método explicativo y crítico a nuestra posición y a la opuesta no significa desde luego que consideremos equivalentes las doctrinas, las metas y los intereses de las personas, los partidos, las clases y las naciones en conflicto. Significa por el contrario que tenemos suficiente confianza en la superioridad de la causa que defendemos, como para estar seguros de que no necesita, ni le conviene esa doble falsificación con la cual, en verdad, podría defenderse cualquier cosa. 

En el carnaval de miseria y derroche propios del capitalismo tardío se oye a la vez lejana y urgente la voz de Goethe y Marx que nos convocaron a un trabajo creador, difícil, capaz de situar al individuo concreto a la altura de las conquistas de la humanidad. Dostoievski nos enseñó a mirar hasta donde van las tentaciones de tener una  fácil relación  interhumana: van sólo en el sentido de buscar el poder, ya que si no se puede lograr una amistad respetuosa en una empresa común se produce lo que Bahro llama intereses compensatorios: la búsqueda de amos, el deseo de ser vasallos, el anhelo de encontrar a alguien que nos libere de una vez por todas del cuidado de que nuestra vida tenga un sentido. Dostoievski entendió, hace más de un siglo, que la dificultad de nuestra liberación procede de nuestro amor a las cadenas. Amamos las cadenas, los amos, las seguridades porque nos evitan la angustia de la razón. Pero en medio del pesimismo de nuestra época se sigue desarrollando el pensamiento histórico, el psicoanálisis, la

antropología, el marxismo, el arte y la literatura. En medio del pesimismo de nuestra época surge la lucha de los proletarios que ya saben que un trabajo insensato no se paga con nada, ni con automóviles ni con televisores; surge la rebelión magnífica de las mujeres que no aceptan una situación de inferioridad a cambio de halagos y protecciones; surge la insurrección desesperada de los jóvenes que no pueden aceptar el destino que se les ha fabricado. 

Este enfoque nuevo nos permite decir como Fausto:

“También esta noche, tierra, permaneciste firme.

Y ahora renaces de nuevo a mí alrededor.

Y alientas otra vez en mi la aspiración de luchar sin descanso por una altísima existencia”.

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Apunte  Complementario

Zuleta nació en Medellín en 1935 y murió en Cali en febrero de 1990. Fue profesor de las universidades Libre de Bogotá, Santiago de Cali, de Antioquia, y, en la U. del Valle, la cual le confirió el Doctorado Honoris Causa en Psicología en 1980. Fue Asesor en la Consejería de Derechos Humanos de la Presidencia de la República. 

Escribió los siguientes libros: Introducción a la Historia Económica

Económica de Colombia; Thomas Mann, La Montaña Mágica y la 

Llanura prosáica; Teoría de Freud al final de su vida; Comentarios a la ‘Introducción general a la crítica de la economía política’ de Carlos Marx; Comentarios a ‘Así habló Zaratustra’ de F. Nietzsche”; Lógica y crítica; La propiedad, el matrimonio y la muerte en Tolstoi; Sobre la idealización en la vida personal y colectiva y otros ensayos; El pensamiento psicoanalítico; Psicoanálisis y Criminología; Arte y Filosofía; Ensayos sobre Marx; La poesía de Luis Carlos López. Obras póstumas publicadas: Estudios sobre la psicosis, y Colombia: violencia, democracia y derechos humanos.

Zuleta abrió una brecha en la coraza que impusieron el hegemonismo conservador y posteriormente el Frente Nacional, para proteger la estrecha visión cultural católica de la vida, cerrada frente a las corrientes de pensamiento internacionales. 

Indujo un cambio de actitud en toda una generación  de jóvenes.              

Sacado tempranamente de los colegios que lo recibieron y lo hicieron partir porque era demasiado inteligente y un muy buen lector, como para resistir los métodos bárbaros del sistema pedagógico nacional. 

Logró sacudir los cimientos de una década y abrieron esas  vetustas instituciones a la cultura universal, dando el golpe de gracia a sus pretensiones parroquiales.    

     Preguntas para estudiantes del Grado Décimo

 Responder con argumentos, coherencia y acorde al texto en referencia 

1. Elabore un resumen 

2. ¿Cuál es la idea central del Texto? 

3. ¿Qué piensa de lo planteado por el autor? 

4. ¿Qué inquietudes le generó el texto de Zuleta?    

5. Busque el significado de los siguientes Términos Específicos       

cucaña

infalible

doctrina

angustia

neurosis

totalitario

paranoide

     psicoanálisis

antropología

escepticismo

6. ¿Es autocrítico y se exige así mismo para alcanzar sus metas? 

    Explique las siguientes seis frases seleccionadas del texto: 

7. “La pobreza y la impotencia de la imaginación nunca se manifiestan de una manera tan clara como cuando se trata de imaginar la felicidad”. 

8. “Deseamos mal. En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor, y por lo tanto, en última instancia, un retorno al huevo”. 

9. “Adán y Eva, tienen el mérito original de habernos liberado del paraíso, nuestro pecado es que anhelamos regresar a él”. 

   10. “Lo más difícil, lo más importante. Lo más necesario, lo que a todos modos hay que intentar, es conservar la voluntad de luchar por una sociedad diferente sin caer en la interpretación paranoide de la lucha”. 

   11. “Hay que poner un gran signo de interrogación sobre el valor de lo fácil; no solamente sobre sus consecuencias, sino sobre la cosa misma, sobre la predilección por todo aquello que no exige de nosotros ninguna superación, ni nos pone en cuestión, ni nos obliga a desplegar nuestras posibilidades”. 

  12. “Dostoievski entendió, hace más de un siglo, que la dificultad de nuestra liberación procede de nuestro amor a las cadenas. Amamos las cadenas, los amos, las seguridades porque nos evitan la angustia de la razón”. 

    Consulte las biografías de:     

    13. Goethe   

    14. Carlos Marx  

    15. Fedor Dostoievski