“Los sistemas escolares no tienen en cuenta para qué preparar a los niños”
La economía en un país va de la mano de su educación. El economista y
experto en América Latina, Thomas Trebat, habló con Semana Educación sobre cómo se apoyan estos sectores mutuamente.
Los expertos coinciden en que la educación juega un papel fundamental para impulsar la economía. Un sistema educativo coherente y pertinente le da un impulso grandísimo al sector productivo.
En el mundo, nunca había sino tan necesario que un país enfoque
sus fuerzas en mejorar su talento humano. El rápido desarrollo de la tecnología
y las nuevas economías han generado una suerte de cortocircuito entre la
academia y el sector laboral, donde los empresarios ya no encuentran las
capacidades que necesitan en los jóvenes egresados.
Thomas Trebat es
un convencido de que América Latina debe concentrarse más en este asunto. Por
mucho tiempo, este economista fue uno de los analistas más influyentes en Wall
Street en temas de países en desarrollo y desde 2013 es el director del
Columbia Global Center en Río de Janeiro, una iniciativa de la Universidad de
Columbia para promover la investigación en relación con diversas instituciones
locales en América Latina.
El estadounidense asegura que la pobre educación de la región
tiene un impacto directo sobre el lento crecimiento de su economía. Pero, a su
vez, es la poca competencia lo que genera empresas perezosas, poco preocupadas
por la investigación y la educación de calidad. Por eso, opina Trebat, el país
necesita más competencia que impulse a las empresas a desarrollar sus productos
e invertir en la formación de su capital humano.
Semana
Educación conversó con Trebat sobre cómo ve a la región en desarrollo y qué le
falta al sector educativo en materia de pertinencia.
Semana Eduación (S.E.):
¿Cómo beneficia la educación el desarrollo económico de un país?
Thomas Trebat (T.T.): Creo que lo beneficia en varias
formas. En el siglo XXI la educación es especialmente necesaria porque nos
permite desarrollar capacidades del capital humano que necesita un país. Y
además, nos prepara para transformar las tecnologías existentes en nuevas tecnologías.
Para que países en desarrollo como Colombia o Brasil logren desarrollarse
tienen que tener la habilidad de innovar y hacer nuevas tecnologías que se
adapten al contexto. La educación de ciclo básico es suficiente para crear
cierto tipo de desarrollo, el que tiene América Latina hoy en día. Pero eso no
satisface las ambiciones nacionales. Para que las economías emergentes se
conviertan en economías maduras y desarrolladas, el papel de la educación es
absolutamente crítico. Y eso es algo que hemos subestimado ampliamente en
América Latina. Todos los estudios económicos nos muestran que los países donde
la educación está más distribuida en la población, donde las instituciones
científicas y matemáticas están en su máximo nivel, donde hay una información
abierta que le permita a los ciudadanos aprender entre sí, son las que se
desarrollan.
S.E.:
¿Por qué cree que hemos subestimado el papel de la educación?
T.T.: Diría que la causa está muy
relacionada con una estructura preexistente de mala distribución de los
ingresos, una capacidad física del Estado muy débil y la escasa voz de esas
personas que no están recibiendo una buena educación. Por otra parte, las
personas que tienen dinero siempre han estado dispuestas a pagar lo que sea por
sus estudios y nunca han visto el beneficio de hacer sacrificios por el sector.
Ese rezago histórico y ese mal desempeño que hemos tenido, en especial desde
los 90s (cuando países como Corea China Singapur India superaron a América
Latina), se explican por esas razones. Además, el rápido ritmo de urbanización
en las ciudades latinoamericanas ha generado que las demandas de más y mejores
escuelas haya sido imposible de atender.
S.E.: ¿Entonces estamos muy mal en educación?
T.T.: Pues, la situación no es tan
catastrófica de América Latina. Acá casi todos los niños tienen algún tipo de
educación. Pero hay grandes rezagos por el legado histórico. Además, la falta
de apertura hace que el ritmo lento de las economías tampoco ayude. Acá el
mercado de trabajo no exige mucho, por lo que no hay necesidad de lograr un
gran esfuerzo educacional. Eso nos pone en un círculo vicioso donde hay poca
educación y un pobre mercado de talento. Eso explica por qué tenemos tantas
dificultades para mejorar los niveles de educación.
S.E.:
¿Qué podemos hacer para capacitar mejor a los egresados para los que se espera
de ellos en el sector privado?
T.T.: Depende un poco de las demandas
hechas por el sector privado. A medida que la economía avanza, muchas
industrias demandan más conocimientos del siglo XXI. Yo creo que tenemos que
dar más peso a lo que en otros países llaman educación vocacional. La escuela
tiene que preparar a sus alumnos para los talentos que hacen falta en empresas
modernas. Además, debe haber acuerdos entre el sector privado y el educacional.
Eso lo veo muy incipiente en América Latina. Los educadores y los sistemas
escolares, a mi modo de ver, no tienen en cuenta para qué estamos preparando a
los niños, qué van a hacer con la educación que están recibiendo y si van a
encontrar oportunidades laborales. Cuando se empieza a considerar esas cuestiones
mejora el crecimiento económico, y ese círculo vicioso del que hablaba antes se
vuelve un círculo virtuoso.
S.E.:
¿En qué políticas educativas tendríamos que invertir más para fortalecer
nuestra economía?
T.T.: Empiezo por lo básico: hay que
mejorar la cobertura de las escuelas públicas alrededor del país, la calidad de
los profesores, la banda ancha, la segunda lengua, que se debería aprender en
todas las escuelas. Pero además, creo que hay que hacer mucho más hincapié en
las ciencias computacionales, la inteligencia artificial y la robótica y mucho
menos en profesiones como derecho o economía. Hay que estimular una verdadera
inclusión de cursos y ofertas dedicadas a los talentos que sabemos que hay que
tener en los próximos 20 o 30 años. La mirada debería ser siempre a largo plazo.
S.E.: ¿Hay suficiente internacionalización
en las universidades de la región?
T.T.: No, de ninguna manera, tiene que
haber mucho más. Parte de lo que hace la globalización es permitir más
comunicación de ideas. Colombia, por ejemplo, se preocupa con el libre comercio
con Estados Unidos, pero deja un poco de lado el libre intercambio de ideas.
Eso tiene que ser una prioridad. Para lograrlo, es importante crear centros e
institutos internacionales de investigación en los países latinoamericanos. Yo,
por ejemplo, optaría por una política que le diera la oportunidad a los alumnos
más promisorios de salir a estudiar fuera del país, para que traigan de vuelta
diferentes conocimientos del exterior. Colombia ya hace un buen trabajo en esto
y es líder en este tema en América Latina, pero tiene que hacerlo mucho más.
S.E.: Las instituciones de educación superior de la región tienden a
salir mal paradas en los rankings internacionales que priorizan la
investigación, como el de Shanghái. ¿Cómo podemos mejorar este aspecto?
T.T.: Yo creo que son tres factores
básicos: primero, favorecer un intercambio de ideas libre y cada vez mayor.
Además, es importante invertir más en investigaciones. Lo que gastamos en
América Latina para este sector es una vergüenza. Tendría que ser al menos dos
o tres veces más. Y tercero, el sector privado también debe cumplir un papel: no
quedarse contento con sus posiciones en el mercado actual sino buscar siempre
mejorar sus productos con más gastos en investigación. Pero para eso, tiene que
haber más competencia entre empresas, que es algo en lo que estamos muy mal en
América Latina. Esa competición estimularía más gastos en desarrollo e
investigación.
Thomas
Trebat y otros expertos estarán en la Cumbre Líderes por la
Educación 2017, el evento más importante del sector en el país, que
tendrá lugar el 20 y 21 de septiembre en el Cubo de Colsubsidio, en Bogotá.
http://www.semana.com/educacion/articulo/entrevista-thomas-trebat-economia-y-educacion/539265
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