Escribir sobre Simone Weil es un acto temerario, pero más
que una osadía es un gesto de agradecimiento.
Su obra es uno de esos regalos que conmueven y que
impulsan a hacerlo partícipe a los demás. Pero también es un desafío que
impulsa a la acción, a la reflexión, a la adopción o al rechazo de un mensaje
que busca con toda el alma
Esclarecer la situación del hombre y el mundo
contemporáneos y encontrar las posibles salidas hacia un universo reconciliado
en la justicia social, el bien moral y la belleza del mundo.
Hace
112 años, el 3 de febrero de 1909 en París, nació Simone Weil. Weil fue
probablemente la mujer filósofa más brillante del siglo XX y su obra es
actualmente más vigente que nunca pues encierra un posible antídoto al
nihilismo y al materialismo que caracteriza nuestra época como una especie de
virus mental que se ha diseminado por todo el mundo.
Más aún, el especial énfasis que hizo Weil en la facultad de la atención constituye la máxima profundidad del pensamiento en torno a este tema, el cual es hoy en día esencial, en una sociedad cuyo abuso de la tecnología y el entretenimiento ha creado un déficit de atención masivo.
Weil murió en 1943 después de luchar varios meses con la tuberculosis y negarse a comer más de lo que recibían sus connacionales franceses en la Francia ocupada por los nazis.
Su muerte ha sido descrita como causada en última instancia por la compasión que siempre sintió ante el prójimo -siguiendo el ideal cristiano de amar a los otros como a uno mismo-, o, también, como un suicidio, provocado por la frustración de no poder participar en la guerra, ofreciendo un servicio élite de enfermería a los solados en el campo de batalla.
Aunque no hay certezas en este aspecto, lo cierto es que Weil escribió mucho sobre la muerte, que consideraba como la oportunidad filosófica suprema, pues, siguiendo a Platón, entendía la filosofía como "aprender a morir". Eso es, aprender a desapegarse y anular el yo (o "descrearse") para unirse con la divinidad, que es el todo, pero que requiere que la criatura sea nada.
Weil no publicó libros en vida, sólo algunos ensayos, pero escribió con furia inspirada una serie de preciosos cuadernos que pueden considerarse una de las obras maestras de la literatura del siglo XX. Sus cuadernos son meditaciones, en la tradición de Pascal, sobre una vasta gama de intereses, si bien en los últimos años se vuelven cada vez más místicos.
Weil leía en griego, latín, inglés, español, alemán y aprendió al final de su vida sánscrito. Se acercó al misticismo cristiano debido a una serie de experiencias sobrecogedoras, pero al mismo tiempo como pensadora siempre se mantuvo fiel a Platón, al Platón esotérico, que es el mismo de Plotino.
Al mismo tiempo estudió el pensamiento indio, el hinduismo sobre todo, pero también el budismo, y produjo brillantes lecturas de las Upanishad o de la Bhagavad Gita, entre otros textos.
Al adentrarse en la obra de Weil y leer sobre su vida uno descubre que se encuentra ante una personalidad especial (Camus la llamó "el único gran espíritu de nuestro tiempo"). Una rara combinación del corazón y la cabeza, de la ética, la estética y la mística.
Una filósofa que alcanzó brillante picos empleando a la vez la razón y la intuición. Una mujer que además decidió morir por lo que creía, viviendo siempre en búsqueda de la verdad, ese reino trascendente que desde niña intuyó y que tuvo la valentía de siempre perseguir, con intensa convicción e inmutable atención.
La vida de Weil es una de las más inspiradoras de la que dispone el hombre actualmente y su obra una de las más bellas.
Gracias a Pijama Surf
https://culturainquieta.com/es/inspiring/item/17782-se-cumplen-112-anos-del-nacimiento-de-la-filosofa-simone-weil.html
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